Descargo de responsabilidad: Powerpuff Girls le pertenece a Craig McCracken.


Mi amado zapatero.

La inmensa puerta dorada se abrió dejando ver el interior del lujoso palacio con retratos de antepasados en las paredes, grandes ventanas, decoraciones de oro y plata, y largas alfombras.

Dirigió su vista hacía al frente en donde permanecía sentado en una enorme silla de oro un hombre de cabello negro con una corona con detalles grises. Junto a él estaban dos hermosas jóvenes con bellos vestidos.

La primera era alta, su cabello anaranjado lo llevaba en una coleta que era sujetada con un lazo rojo carmesí, sus orbes eran de un extraño color rosa, y usaba un vestido rosa pastel.

La segunda, al parece menor que la primera, tenía el cabello dorado, sus orbes eran azules claros, el cabello lo llevaba atado en dos adorables coletas que llegaban hasta su cintura, y usaba un vestido azul oscuro con detalles blancos.

El rey junto a las dos princesas los saludaron cortes mente. Luego de eso, el rey de cabello negro frunció el ceño. Observo a un hombre pequeño y regordete de bigote gris que estaba al otro extremo del salón. El hombre comprendió la mirada que le dirigió el rey, y camino a paso apresurado hacía a las afueras del palacio.

oOo

Se arrojo al césped sin darle importancia a su vestido que ya estaba totalmente rasgado y sucio. Comenzó a sacar las ramas que estaban en su cabello negro azabache. Sabia que la regañarían, lo sabia. También sabia que hoy era un día importante para el reino, ya que hoy los famosos príncipes venidos desde Inglaterra irían al palacio. Pero no le interesaba en lo más mínimo. Ella sabia lo que querían esos príncipes estirados, querían apoderarse de el reino, de Italia.

Observo las nubes grises que no dejaban ver el hermoso cielo azul, aquello le informaba que pronto llovería, y eso significaba que se tendría que devolver al palacio a estar junto a sus hermanas y a su padre, y junto con todas las fastidiosas personas que insistían en transformarla en una princesa como esas de los cuentos de hadas.

Resoplo con pesadez y cruzo sus brazos a la altura de su pecho.

Una fría brisa hizo que se estremeciera. Se levanto. Comenzó a caminar con la mirada elevada al cielo que ya estaba completamente gris. Dio un paso en falso sobre una posa de lodo. Sus bailarinas verdes hechas a manos, y también sus favoritas; quedaron completamente sucias. Maldijo por lo bajo, y se las quito. Y así, descalza y con su vestido rasgado y con salpicaduras de barro, se fue a su hogar.

oOo.

Su paciencia se estaba agotando. Miro a los jóvenes que aún seguían enfrente de él, rígidos y con semblante serio. Luego observo a sus dos hijas. La pelirroja negaba disimuladamente con la cabeza, mientras que la rubia no se preocupaba en ocultar su expresión de preocupación. Suspiro.

-Lamento mucho... -La puerta dorada se abrió de golpe, por está entro un hombre pequeño y regordete, detrás de él entraba a paso despreocupado una muchacha de no más de diecisiete años. Sus pies descalzos estaban cubiertos de lodo, su vestido estaba rasgado, y aquel hermoso color verde que caracterizaba el vestido ahora era ocultado por las múltiples salpicaduras de barro, su cabello azabache estaba extremadamente alborotado, y este le cubría parte de su rostro.

Todos los presente se le quedaron mirando. Ella miro su vestimenta, y luego miro a su padre que mantenía aquella mirada de desaprobación.

-¿Qué?

-Buttercup, ve a cambiarte -Fue lo único a lo que se limito a decir su padre.

-Pero... -Su padre la miro enfurecido, así que solo opto por quedarse en silencio y dirigirse a su cuarto, siendo seguida por una doncella.

oOo.

Se arrojo sobre su enorme cama, con los brazos extendidos y con el cabello aún cubriéndole el rostro.

-¿Viste como se puso? -Le pregunto a la doncella de cabellera plateada.

-Su padre estaba muy furioso, señorita Buttercup.

-Sí, creo que de verdad se molesto.

-¿Cree? -La azabache sonrió amplia mente-. Mejor vaya a darse un baño, señorita Buttercup.

-Bell, deja de llamarme así, ya te dije que me puedes decir Buttercup.

-Está bien, Buttercup.

-Oh, por cierto, mis bailarinas preferidas se han estropeado ¿Tú crees que puedan hacer unas nuevas?

-Por supuesto.

-Genial.

oOo.

El chico de orbes verdes obscuros, de cabello negro atado en una pequeña coleta baja, y con el flequillo a un lado cubriendo unos de sus hermosos y brillantes orbes, tomo asiento en la malgastada silla de madera. Busco sus herramientas, y examino el pequeño zapato azul con detalles purpuras. Esté tenia la zuela algo despegada. En ese momento, alguien llamo a su puerta. Se apresuro a abrir, no le gustaba dejar a la gente esperando.

-Buenos días, señor Butch -Hablo la joven de cabello plateado.

-Buenos días, señorita Bell.

-Le he traído esté par de bailarinas para ver si usted me podría hacer unas nuevas -Le dio a observar el par de bailarinas verdes que tenían rasguños y estaban cubiertas de lodo.

-¿No había hecho unas iguales la semana pasada?

-Sí, pero la princesa Buttercup quiso dar un paseo por el bosque con ellas.

-Pero si estas bailarinas no son para la intemperie.

-Supongo que ella no comprendió eso -Sonrió débilmente. Él solo suspiro y cogió las bailarina que la chica le extendía.

-Venga por ellas la semana entrante, en ese entonces, las tendré listas.

-Muchas gracias, señor Butch -Dijo-. La próxima semana estaré aquí por ellos. Adiós -Hizo un gesto de despedida con la palma.

-Adiós, señorita Bell -Cerro la puerta. Camino hasta su pequeña mesa de trabajo y dejo las bailarinas sobre ella. Las observo durante un largo rato. ¿Qué le había hecho la princesa Buttercup para que quedaran tan estropeadas?. Frunció el ceño, no le agradaba ver que aquellos zapatos que él hacía con tanto esfuerzo; terminaran de esa manera.


Holo.

Esté primer capitulo fue algo corto, lo sé. Y creo que el fan fic en general también lo será.

Reviews y continuo.