Los personajes de Full Metal no son míos y si los fueran Ed sería mío XD. Bueno os tengo que avisar Que el fics continua el final del anime, pero tendrá muchas cosas del manga, como que por ejemplo, Roze no está en casa de Pinako sino que sigue en su ciudad y Roy aún tiene su ojo¿entendéis?

Impacto

Habían pasado 4 años exactamente... Que recuerdos le traían, buenos o malos... Demasiado tiempo desaprovechado. En estos años todo el mundo había cambiado, todo se había transformado y ahora reinaba la paz, gracias al que el poder ya no podía caer en manos de aquellos que hacían daño a las otras personas, sino aquellas personas que no podían hacer daño a nadie intencionadamente, los políticos. Alphonse Elric ahora era un alquimista Nacional, también llamado perros de los militares, había seguido los pasos de su hermano Edward, desaparecido hace 4 años al devolverle su cuerpo tras una transmutación humana, y dado por muerto hace un año.

Alphonse ahora era un joven de 14 años, famoso alquimista nacional, su pero ahora era largo y estaba recogido en una larga coleta como a veces la llevaba su hermano, cabellos castaño y ojos azul oscuro. Su ropa, aunque no lo recordara, era la que en su día había llevado el alquimista nacional llamado Full Metal, su hermano. Una gran y larga chaqueta roja que llegaba hasta los tobillos, ropa negra o de colores oscuros y unos guantes parecidos a los que el General Roy Mustang llevaba. Según muchos, hacía tiempo que había superado a su hermano en el tema de la alquimia, Al conocía sus aventuras, por que muchas personas habían conocido a su hermano y al él como armadura y le habían contado todas las cosas que hicieron juntos, y estaba muy orgulloso.

Pero según él, nadie podría llegar a ser tan bueno como su hermano, pues era el único ser humano que había conseguido hacer una transmutación humana perfecta, gracias a eso él vivía, pero... Ed había desaparecido. Muchos tomándolo por muerto ya, otros creyéndole vivo, algunos, más bien pocos, desconocían la existencia de este alquimista, el cual se sacó el título de alquimista nacional a los 12 años. La misma que se la sacó Al después de un intenso entrenamiento con su maestra Izumi, la cual no estaba de acuerdo en que se uniera a los militares, pero lo hizo, pero que según él, era la única manera de poder encontrar a su hermano, a lo que su maestra no tuvo más nada que decir.

Ahora Al estaba en el cuartel general, el General le había llamado y le había explicado que tenía que quedarse una semana en el cuartel, por que el examen de alquimista nacional estaba cerca y tenía que renovarlo, aunque nadie sabía lo que el ex coronel tenía planeado para esa ocasión, pues ni él mismo sabía que haría para probar a uno de los mejores alquimistas que había conocido, desde que Edward desapareció muchas cosas habían cambiado... para mejor sin duda, pero hay unas cosas que no cambian...

- Havoc¿qué te parece la nueva orden mía? – sonrió el general.

- Pues me parece que es la mejor que ha tomado señor – con una sonrisa cómplice – a tardado 4 años en aplicarla pero ha valido la pena.

- Sí... – en ese momento el teléfono empezó a sonar - ¿Sí diga?.

- General, su mujer por la línea dos – comentó la voz de su secretaria.

- Está bien, pásala – se tocó la cabeza – Hola cariño¿qué quieres?.

- Pues quisiera saber cuando vuelves, recuerda que el cumpleaños de tu hijo es esta semana y está como loco preguntando cuando volverás – dijo la voz de una mujer.

- Eh, sí – tosió un poco – volveré en cuanto pueda... – entonces hubo un cambio drástico de voz - ¿podrías ponerme con Takeshi? – sus ojos parecían brillar y a Havoc le recordó algo... entonces sonrió tristemente.

- Lo siento, pero ahora está afuera jugando con el perro - sonrió – recuerda, vuelve pronto sino quieres que te lo mande para pasar la semana contigo.

- Eso sería fantástico... – musitó – quiero decir – recobrando la compostura – que el cuartel no es una guardería.

- Te lo llevaré un día de estos, el que menos te lo esperas y tendrás que cuidarlo tú – la mujer parecía divertida por la situación.

- Ni se te pase por la cabeza – con el ceño fruncido.

- ¿Qué te apuestas?.

- A veces te odio... – murmuró.

- Yo también te quiero – rió – te espero en casa, y no se te olvide esta conversación, que el niñero lo serás tú – entones la llamada terminó.

- A veces no soporto a esta mujer – poniéndose la mano en la cara mientras Havoc se aguantaba la risa - ¿y tú de que te ríes?.

- Es muy divertido verle discutir con su esposa, yo no hubiera imaginado que la teniente y usted... ya sabe – sonrió pícaramente – y menos que tuvieseis un hijo tan pronto.

- Bueno, dejando eso aparte... – sacó una foto - ¿a que mi hijo es una monada?.

En esa foto aparecía un niño de unos dos años de cabello negro y grandes ojos marrones, el perro fue el que la Teniente Riza tuvo que cuidar ya que sus compañeros no podían con él, y aún lo conservaba, ahora más grande que antes y como guardián de su hijo. Al principio cuando estaba embarazada el General Mustang parecía a ver descubierto una nueva faceta, la sobre protección, no dejaba que ella hiciera nada y cuando nació su hijo la linda paternidad de un padre joven... aunque al ser general no tenía mucho tiempo, siempre llevaba la foto de él encima, muchos decían que le recordaban al mayor Hughes con su hija.

- Ya le dije que sí ayer general – nerviosamente – que me recuerda mucho a la madre, es una pena que la teniente no pueda trabajar por tener que cuidarle, hacía muy bien su trabajo.

- Y ahora también, cuando estoy en casa me tiene vigilado el tiempo que estoy allí – se estiró - ¿podrías llamas al mayor Amstrong y Maria Ross?.

- Ahora mismo señor – y salió por la puerta.

Cuando salió el general dio un suave suspiro, dentro de poco era el examen de alquimista nacional de Alphonse, y tenía que pensar muy bien que hacer, ya que no había guerras ni conflictos en ese país, los alquimistas nacionales aunque estaban dirigidos por los militares, habían dejado de ser mano de destrucción de ellos, y Al había estado de viaje todo el tiempo necesario para saber que le había pasado a su hermano al trasmutar su cuerpo y su alma sin la piedra filosofal.

- Donde te habrás metido durante estos cuatro años muchacho... – comentó para si mismo – muchas personas te han echado de menos enano... – bajó la mirada – ojalá puedas volver algún día de estos... – terminó por decir a la soledad de la habitación del cuartel.

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Paseando por las calles de Munich, un muchacho rubio de cabello largo recogido en una larga coleta, con unos preciosos ojos dorados estornudó varia veces.

- Quien estará hablando de mí – se arrascó la nariz.

Después de cuatro años de investigaciones aún no sabía como volver a casa, ahora tenía 19 años, aunque no es que hubiera crecido mucho... aunque seguramente ahora medía más que Winry, un palmo y medio de estatura más alto que hacía años, ya por lo menos no le llamarían enano si algún día regresaba, aunque si se encontraba con el Coronel Mustang las llevaría claras... Sonrió levemente al recordarlo, echaba de menos su mundo, aunque este tampoco estaba tan mal, había conocido gente, había aprendido muchos, cosas de estrategia, lucha sin usar alquimia, aunque si aplicara la lucha a la alquimia sería un resultado bastante divertido. Había regresado a Munich por que se le había acabado el dinero, y no es que le hubiera dado poco, pero en estos últimos dos años había ido a demasiados lugares y... necesitaba otro 'poco' de dinero.

- Espero que padre tenga suficiente... siendo profesor gana bastante – se rascó el mentón.

Aún no se las había arreglado con su padre, pero por lo menos ya no le llamaba 'bastado' o 'maldito', o sabe dios que cosas. Habían aprendido a aparentar una ligera fraternidad entre padre e hijo, aunque habían que tenido que mentir a medias cuando por equivocación un amigo de su padre fue a su casa y le tuvo que presentar como su hijo, diciéndole unas cuantas verdades retocadas, como que su madre murió hace años en la guerra y que su hermano se había ido a vivir muy lejos de ahí con unos parientes lejanos y así habían quitado sospechas de encima sobre su 'existencia'.

Caminó por la calle hasta llegar a una gran casa, aunque desde fuera no lo aparentaba, su atuendo era como de cualquier persona de los años 20. Chaqueta larga de color negro pantalones de tirantas y camiseta blanca, la ropa esa un poco incomoda a veces, pero ya estaba demasiado acostumbrada a ella. Abrió la puerta lentamente como asegurándose de que nadie estuviera por ahí o para saber si su padre se encontraba ahí.

- ¿Papá? – preguntó entrando sigilosamente.

Pero no se escuchó ni un ruido... era extraño, su padre debía de estar ahora en aquel lugar, él no solía ser de los que se retrasasen mucho. Cruzó el pasillo resonando solamente sus pasos en lo profundo de este, aún tenía sus extensiones de automail de acero, así que no era muy extraño eso. Era una casa de 10 habitaciones, cada una requerida para cada cosa, su habitación, la de su padre, el estudio la biblioteca, de invitados y algunas cosas más. La casa estaba demasiado tranquila, incluso si su padre trabajaba, por que siempre le gustaba escuchar el gramófono cuando estudiaba.

- ¿Papá? – volvió a preguntar entrando en el estudio.

Ahí estaba él, el antiguo alquimista Hohenheim de la luz de pie enfrente de la lámpara con unos cuantos papeles en el suelo y el gramófono girando mientras el disco estaba roto... Extrañado Ed entró más en la habitación cuidadosamente, algo andaba mal en ese lugar y al parecer el hombre que estaba de pie no se había dado cuenta de su presencia aún... Se apoyó en la puerta ya abierta sin hacer ningún ruido, tenía el ceño fruncido, como si de un mal presentimiento se tratase, ese hombre... no era su padre.

- Por fin... – habló con voz callada – después de cuatro años... – murmuró.

- "¿Cuatro años?" – pensó Ed confuso.

- Después de cuatro años... – las gafas de el obre se opacaron mostrando una siniestra sonrisa – he conseguido acabar contigo... padre – terminó.

El rubio entró en estado de shock... ¿padre?. ¿Cuatro años?. ¿Muerte?... No podía ser... ¿cómo había conseguido saber donde estaban?. Su respiración se entrecortó, la última vez que lo había visto, tragó saliva, iba al otro lado de la puerta, donde él se encontraba ahora mismo. ¡Cómo diablos no se había dado cuenta que él también estaba en ese mundo?. Pudieron ser cualquiera... cualquiera, aunque la alquimia en los humanos en ese mundo no se podía utilizar, esa cosa no era humano, ni mucho menos... y esta vez... tampoco podía utilizar la alquimia para defenderse, y si no la utilizaba... podía pasar como la última vez que se enfrentó a él.

- Envy... – dijo en voz alta provocando que el adulto se diera la vuelta.

- Edward – se giró encarando la cara del supuesto hijo de la figura de ese hombre – me alegra volver a verte – sonrió macabramente – y más aún por que ahora mataré a padre e hijo. – estirando su mano que se transformaba en un largo filo de metal – No puedes usar la alquimia Full Metal, así que será más fácil de lo que esperaba, con Hohenheim no he tenido ningún problema...

Edward entró en pánico, miró al lado de la mesa de su padre y vio un gran charco de sangre mientras del cuerpo solo se observaba la mano inerte de él, en ese momento sintió una terrible ira naciendo en él y una gran fatiga que se apoderaba de su cuerpo. Esquivó el primer ataque que iba dirigido a su cabeza por unos pocos centímetros mientras recuperaba el equilibrio para no caer mientras apoyaba su mano humana en el marco de la pared y con la otra paraba el segundo ataque, ahora, Envy había recuperado su forma original.

- Así que aún conservas tus miembros de automail¿eh? – dijo burlescamente – aún así tu hermano seguramente no está vivo, ya que nadie puede hacer una transmutación humana sin crear un homúnculo - forzando más el golpe – nadie – encaró esa palabra divertido.

- ¡Mi hermano está vivo! – gritó devolviendo el golpe mientras salía para el pasillo - ¡Yo le devolví su cuerpo y uní su alma, que no lo viera no significa que no lo haya conseguido! – su voz se escuchó por toda la casa.

- Tienes muchas esperanzas, enano. Pero acepta la realidad, tú hermano pequeño, está muerto – se fue acercando hasta él – no te preocupes, tú estarás con él muy pronto – sonrió – sin tu alquimia, no puedes sellar a un homúnculo... Sin ella estás perdido - dando un salto mientras le atacaba y él se defendía.

Le costaba reconocerlo, pero el maldito Envy en este momento tenía razón, sin el circulo de alquimia adecuado no podía transmutar al homúnculo a su forma sellada, sin la alquimia estaba perdido. Tragó fuertemente y salió corriendo de la casa lo más rápido que podía, pero hasta no estar a unos cuantos metros de la casa no se dio cuenta que las calles estaban desiertas por una única razón, una tormenta, y de las fuertes, pero en este momento, no le importaba la tormenta, ni los rayos, solo le importaba perder de vista a Envy o por lo menos el suficiente tiempo para que se le ocurriera un plan.

Un rayo iluminó el oscuro y encapotado cielo de Munich mientras Ed corría hasta el campo, con suerte por esos lugares no lo encontraría por lo menos durante unas horas, o eso esperaba. Se paró en medio de un camino intentando recuperar la respiración mientras se apoyaba en sus rodillas y sus cabellos mojados se pegaban a su cara mientras sus ropas lo hacían, pero a su cuerpo, la tormenta no amainaría tan pronto. Otro rayo iluminó el cielo mientras las gotas golpeaban con fuerza el cuerpo del joven alquimista que rezaba para que Envy no le encontrara... pero ni siquiera dios puede evitar lo que ocurre en el mundo, en que dios entre las personas, son los que gobiernan entre ellas.

Al caer el tercer rayo sintió como su brazo izquierdo era rajado del hombro al codo de un solo golpe, y una fuerte patada en la espalda que lo mandó varios metros lejos del lugar donde se encontraba embarrándolo por completo. Tosió fuertemente al levantarse y con su mano de acerco se tocó la herida del brazo, aunque fuera bastante superficial, levantó sus ojos para encarar con la mirada al homúnculo que se encontraba enfrente suya.

- ¿Crees que puedes escapar de mí? – comentó Envy con cara de superioridad – por que sería una tontería, morirás de todas formas, ahora o si te escapas, te encontraré de todas maneras, a no ser que pelees conmigo, aunque te veo muy verde como para poder aguantar al menos dos segundo – se río fuertemente.

- Maldito – apretó fuertemente los dientes – si tanto quieres pelea, la tendrás – quitando su mano de la herida – puede que no pueda utilizar la alquimia en este mundo, pero sí se una cosa... – mirándole directamente a los ojos – que aunque me cueste la vida te mataré, primero por casi matar a mi hermano y segundo... – bajó la miranda mientras seguía apretando los dientes - ¡por matar a la persona a la que empezaba a apreciar como padre! – apretando los puños.

- Je, no me hagas reír, ese hombre os abandonó como me abandonó a mí, tú no eres mejor que yo – terminó de decir justo antes de recibir un fuerte puñetazo en su mejilla izquierda.

- Jamás me compares contigo – mirándolo con furia – nunca seré como tú, eres un rastrero, maldito y vil asesino, además de que aunque tengas apariencia humana no lo eres. Yo soy un alquimista, y los alquimista estamos para ayudar a la gente, no para causar mal... – bajo la mirada – aunque sea un perro de los militares... aunque la gente me desprecie, ya no me importa, todo lo hacía por Al; Ayudamos a personas siendo alquimistas de los que seguimos siendo... por que... por que... – se mordió el labio.

- ¿Ya has acabado tu lindo discurso? – sobándose el golpe – Aunque lo niegues, sabes en el interior eres igual que yo, te estás mintiendo a ti mismo – esta vez donde recibió un golpe fue en el estómago dejándolo sin aire momentáneamente.

- Por que aunque nos insulten llamándonos así, nosotros sabemos quien somos en realidad – terminó por decir.

Envy convirtió su mano otra vez en una espada y empezó a dar estocadas ciegas ya que una cortina de agua parecía impedirle ver donde estaba el muchacho. El agua caía torrencialmente, los movimientos ahora eran mucho más lentos de lo que solían ser por causa del golpe del agua en sus cuerpos. Ed al tener más ropa era el que más lento se movía pero conseguía esquivar con certeza todos los golpes que le propinaban dando gracias a que estuviera lloviendo para así por lo menos tener algo de ventaja, la sangre seguía cayendo de su brazo que ahora escocía por el contacto de las ropas con ella. Los rayos eran los únicos que iluminaban de vez en cuando el lugar haciendo ver a dos sobras difusas en aquel lugar.

El suelo estaba encharcado y la tierra resbalaba, si Ed daba un paso el falso no lo contaría y aunque Envy se cayera el no moriría, todo estaba en su contra menos el tiempo, que por lo menos le daba tiempo para pensar en el regolpe. Pasaron casi media hora dándose tumbos el uno al otro, accidentalmente cuando Ed fue a caer el momento perfecto para atacarle consiguió darse impulso con su otra pierna y darle una patada en la cara al homúnculo mientras el alquimista respiraba agitadamente por la pelea, aunque Envy no podía morir, ni necesitaba comer, sí que podía cansarse como los humanos, pero aguantaba el triple que ellos, por lo que un chico casi normal como Ed no podría cansarle mucho sin hacer el uso de la alquimia y en este momento, no podía utilizarla.

Dio dos pasos atrás mientras paraba en seco los golpes que le daba de nuevo, la tormenta aumentaba su fuerza brutalmente, como si quisiera separar a los dos luchadores mandándolos lejos de allí, pero ambos se resistían a abandonar el campo de batalla, era la victoria o la muerte, por lo menos para uno de ellos. Parecía que la tormenta se centraba en ellos, los truenos cada vez caían más cerca, uno cayó en un árbol cercano, partiendo una rama cortando el paso a Ed que maldijo en voz baja mientras intentaba esquivar los golpes cada vez más lentamente de lo que había echo hasta ahora. Envy ya tenía una sonrisa de victoria en su rostro, así ambos empapados, bajo lo que parecía una tormenta eléctrica siguieron combatiendo. El rubio estaba cansado, fatigado, con ganas de dormir, pero si cerraba los ojos moriría, y todo el intento, todos los lugares que había visitado, todas las personas que había conocido y todos sus esfuerzos por regresar a casa habrían sido en vano.

Los ojos de Envy brillaron el la oscuridad, Edward estaba completamente perdido, solo tenía que dar su golpe de gracia y todo acabaría. Los ojos del muchacho se iban cerrando con pesadez, con cansancio, casi sin ver las intenciones del otro, pero pudo reaccionar al ver que levantaba el brazo para dar el golpe de gracia, así que puso su mano como único escudo que le quedaba, y al chocar el filo de la espada con el brazo mecánico de Ed un rayo calló justo en el lugar donde el brazo y el homúnculo se unían provocando una pequeña onda expansiva que hizo que Envy saliera volando por los aires, y que el alquimista lo único que pudo ver antes de desmayarse fue una fuerte luz azul cegándolo luego, oscuridad.

Envy se levantó, aunque el cuerpo normal de un ser humano se hubiera quemado hasta los cimientos de esa expansión, el cuerpo de él era especial. Miró alrededor suya aún sonriendo esperando ver el cuerpo carbonizado del joven alquimista, pero no se encontraba enfrente suya, ni la ropa, ni el cuerpo... solo el fuerte impacto que el rayo había causado en ese desolador lugar.

Continuará...

Bueno, como se dice, el público decide, lo continúo o lo elimino, solo vosotros decidís, aunque yo lo seguiré escribiendo, ya que le he cogido cariño a este fics n.n. Espero que si os gusta me enviéis un review, dandole al botoncito de abajo, con la respuesta.

a) Continúa

b) Tú fics es muy malo no lo sigas

c) Me da igual si lo sigues o no

Cualquiera de las tres me servirá n.n espero que os haya gustado.