Disclaimer |©Shingeki no Kyojin/進撃の巨人, sus personajes y trama son propiedad de su autor, Hajime Isayama. La trama de este Fic pertenece a ©Coorp. CharlyLand. Creación sin fines de lucro sólo recreativos.
Advertencia | AU. BL. Riren. Shota inverso. Hurt/Comfort. Cosas raras —porque Charly no sabe escribir de otras cosas—.
Notas| Este drabble pertenece a la Convocatoria del mes de marzo de #DictaduraRiren.
A | Dedicado a Lia Primore. Feliz Cumple súper mega atrasado y Feliz cumple actualizado al sensual y hermoso Tatakae, Eren Jeager.
&Palabras: 800
Al Fic.
Ratones de ojos saltones
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Levi es un niño de siete años, un metro veinte, ojos de aguja y manos blancas, pequeñas pero fuertes. Un niño con un gusto peculiar por ciertos seres que a la mayoría de las personas les fastidia, les asquea, pero a Levi no. Levi odia al mundo pero adora a esas criaturas.
A Levi le gustan los ratones.
Es que le parecen bonitos, algo adorables aunque sean unos sucios. Tan diferentes a los humanos, seres hipócritas, que presumen de limpios. Para él los ratones son fascinantes, con sus cuerpos rechonchos, blanditos, sus orejas diminutas, planitas, sus bigotes finitos, temblorosos, y sus ojos redondos, oscuros. Ojos saltones de botón que él se quedaría viendo con adoración.
En verdad a Levi le gustan mucho, son casi como una pequeña obsesión, igual a la que tiene por el cloro, el desinfectante y ese té negro que su padre postizo le prepara en las mañanas y que él se traga hasta reventar. A Levi le encantan tanto los ratones que por eso sabe todo de ellos, incluso tiene clavada su aroma en su mente infantil, que es un algo como mezcla de palomitas de maíz y polvo casero.
Levi quisiera tener un ratonal para él. Pero a Levi también le obsesiona la limpieza, y la limpieza y los ratones no se llevan. Entonces piensa y piensa, porque los quiere a ambos y no podría renunciar a ninguno. Entonces se le ocurre una idea, si no puede tener una manada de ellos, al menos tendrá uno de mascota. Es así como una tarde mientras piensa en las colas peladas de los ratones y las abultadas escobas en oferta del supermercado, que construye un pequeño nido rellenito de virutas de aserrín, hojitas secas y un embrollo de hilos acolchonados que esconde debajo de su cama.
Y al pasar de los días su deseo se cumple, y durante un par de semanas Levi se llena de una felicidad eufórica, pues un pequeño ratón de carnitas grises y patitas sonrosadas ha decido habitar su pequeño nido y Levi sonríe y sonríe escuchándolo roer y corretear en las noches cuando él está envuelto en las sábanas, y en las mañanas cuando desayuna en la cama y deja caer un millar de migas para él. Pero esa felicidad explota como pompa de jabón una tarde, porque Kenny lo descubrió y Kenny odia a los roedores y por eso rompió el nido de su ratón, puso trampas por todos lados y dejó a Levi llorando en medio de la cocina con el cuerpecito aplastado de Doi-Doi entre las manos.
Levi con las uñas repletas de tierra y mugre en una vieja cajita de zapatos entierra a su ratón y junto a él, su deseo de tener un ratonal o al menos uno, abandona aquel sueño y decide conformarse con verlos de lejos cuando pasen entre en los cables del alumbrado público o en los callejones junto a los basureros, porque Levi adora a los ratones y no se permitirá que por su culpa vuelva a morir otro, y mientras llora y llora y se ensucia la cara para detener el llanto piensa en que Doi-Doi con sus bigotes de alambre está mejor en donde esté.
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Levi es un niño, de cuerpo menudito pero con una fuerza descomunal, tiene un padre idiota al que quiere descuartizar, pero que no puede hacerlo, porque en el fondo le quiere, de esa manera retorcida a como es el amor, y se tiene que tragar sus ganas y reducirlas a robarle el postre y dejarlo chillando como cerdo al matadero porque los pastelillos de mora de papá Uri son una delicia celestial que uno preferiría estar muerto a no hincarle el diente cada día y es por eso que Levi sonríe con esa sonrisa de psicópata asolapado que es mientras se atraganta de ese pastelito robado que le hace sentir vengado.
Levi perdió a su amado Doi-Doi y ahora se pasa las horas viendo un agujero en la pared del muro de la casa abandona de al lado y espera que algún ratón pase por ahí, y aunque eso nunca pasa, él se sienta y deja que el sol le enrojezca la piel y le lastime los ojos mientras espera una y otra vez. Pero esa rutina empieza a quebrarse desde el instante que una tarde el chirrido de las llantas de un camión de mudanza llama su atención, y aleja su mirada del preciado agujero y al principio aunque piensa que tendrá que aguantar a nueva gente odiosa, eso cambia porque de un bonito auto color limón desciende con un tipo con aires de mono colgado a su cuello, aquel ser que derrumba su universo.
Y Levi sonríe mientras sus ojos se llenan de un brillo especial.
«Tú si serás mío, bonito ratón de ojos saltones dorados»
Notas finales:
¡Ajá! ¡Ya sé lo que están pensando! Que este Levi está raro ¿verdad? Pero es que, ah, deben entender que es solo un niño y por muy Levi que sea, aquí es un niño y los niños son así, algo llorones y esas cosas. Pero no os desesperéis que ya notaran lo Rirenesco de este shota inverso en el próximo drabble. Perdonen que lo haya dividido, es que me siento de la patada y esto apenas logré terminar de editarlo —aunque está de horrores—, pero bueno. Todo por el Tatakae y por la Lia bonita.
Gracias por leer esta cosita y si les ha gustado, no olvidéis regalarme un review, son mi fuente de alegría e inspiración.
Con amor
Charly*
