El aire del túnel es denso, y la luz escasea en las profundidades de la ciudad más grande al oeste del continente, pero no es un problema mayor para una persona tan preparada como él.
Camina sin un rumbo fijo, haciendo un esquema de lo que se convertirá en un plano detallado de los túneles, aunque aún hay tiempo de perderse en las más pequeñas minucias arqueológicas de las entrañas de la tierra. Artefactos desconocidos aparecen todo el tiempo, al igual que el amuleto que porta en su mano izquierda, hallado por el mismo en una excavación.
Queda temporalmente cegado por el resplandor que proviene de la brillante piedra que es su amuleto.
Solo puede significar una cosa.
Corre a toda velocidad por el túnel y llega hasta una abertura en el techo que sale al exterior. Escala ágilmente por la cuerda y sale al deslumbrante panorama de la ciudad mientras una marea humana lo empuja en la dirección opuesta.
"¡Déjenme pasar!"Grita, pero nadie parece escuchar.
El amuleto brilla cada vez más, y se resigna a dejar la ciudad sin tiempo de despedirse.
Se ajusta las gafas, se aprieta los guantes y cierra los ojos.
La multitud mira anonadada el lugar donde estaba segundos antes de desaparecer en un gran destello de luz.
Al otro lado del continente, un hombre pasa lentamente la piedra de afilar por el inmaculado filo de la gigantesca hacha que reposa sobre la mesa.
La luz de las velas apenas consigue iluminar el interior del edificio del alto mando, aunque no es realmente necesaria para su labor. El sonido rítmico y metálico lo ayuda a concentrarse antes de empezar lo que será la mayor batalla de los últimos meses, con todos los representantes de cada facción reunidos.
"No deshonres a tu comandante" Dice una voz fría tras él.
"Nunca fallo" Contesta poniéndose en pie.
"Recuerda que el mismísimo príncipe estará presente hoy.
"Y morirá por mi mano"Declara antes de desaparecer.
