N/A: Buenas noches, mis chicos(? )
Ésta es la primera historia que publico en español, que es mi idioma natal pero por alguna razón no lo uso tanto para escribir orz Es, también, la primera historia con múltiples capítulos que escribo, así que les aviso de antemano a cualquiera que le guste, que no sé que tan seguido voy a poder actualizar :'D
En fin, no quiero escribir mucho acá, así que ojalá les guste el primer capítulo de esta cosa~ -Inserte corazón aquí.-
Arthur Kirkland tenía una vida que muchos envidiaban: era un empresario, multibillonario, reconocido mundialmente; tenía casas alrededor del mundo, con varios autos en cada una de ellas, jets privados, cruceros, clubes, no había nada que él no podría poseer si quisiera. Pretendientes le sobraban, ya sean encantadas por el verde de sus ojos, cautivadas por su caballerosidad –similar a la de la realeza-, intrigadas por el filo de su lengua, o bien, atraídas por su dinero.
Tenía todo lo que podría desear, mas no era feliz. No era feliz, porque la razón de su éxito lo maldijo de una forma que no podría olvidar.
Porque cual doctor Jekyll, durante el día era una persona y durante la noche otra completamente distinta. Aún recuerda la noche en la que dejó que su vida se perdiera, dos años atrás.
– Así que si te doy mi alma, me darás lo que quiero, ¿no? –un Arthur más joven era el que hablaba, aparentemente sólo en un callejón oscuro, apestando a alcohol barato y usando la misma ropa por el tercer día consecutivo. Soltó una risa. – ¡Patrañas! Cuentos que les cuentan a los huérfanos para que se duerman –tomó un largo trago de la botella sin etiquetar que tenía en su mano.
– ¿Oh? ¿No me crees? –una voz le hablaba desde las sombras. – ¿Qué te parece si hacemos una apuesta? Si lo que digo es verdad, me darás tu alma y la mitad de tu vida, y tú conseguirás todo lo que siempre deseaste. ¿Qué dices? –
Arthur bufó. – Si hará que te calles –se puso de pie y gritó, con el ceño fruncido hacia la sombra, ganado varias miradas de transeúntes. – ¡Dame fama, fortuna, éxito! ¡Felicidad y amor, también, si quieres! ¡El toque de Midas! ¡Vivir el triple de lo que viviré! –añadió, con una risa de incredulidad.
La sombra sonrió. Un contrato apareció frente al borracho, quien firmó sin siquiera leer. Arthur parpadeó un par de veces, se tambaleó un poco, y cayó inconsciente al frío concreto.
Al día siguiente despertó en una cama con sábanas de seda.
El empresario miró su reloj con prisa.
19:43
Se puso de pie repentinamente y salió de su oficina casi corriendo.
– ¡Buenas noches, señor Kirkland! –lo saludó su secretaria. – ¿Sucede algo? –
– No tengo tiempo, Angelique –alcanzó a decir antes de salir por la puerta.
Presionó el botón para llamar al ascensor y volvió a mirar su reloj.
19:44
EL descenso fue tortuoso. Se mordió la lengua para no dejar salir el torrente de insultos que quería gritar. Golpeó el suelo con su pie, impaciente. De todos los pisos que tenía esa torre, su oficina tenía que estar en el más alto, ¿no?
Cuando llegó al primer piso, su reloj leía 19:48
Cruzó la recepción a paso rápido, saludando con una mano a quienquiera que le dirigiera la palabra, y salió con evidente apuro por la puerta giratoria. La oscuridad de la noche invernal era interrumpida por los faroles, las luces de los edificios y los semáforos. Se apresuró en llamar un taxi y dar su dirección. Necesitaba llegar a su casa antes de las ocho, sin un segundo de demora, no quería saber qué pasaría si no lo lograba. Su impaciencia se hacía más visible cada segundo que pasaba. Carraspeó levemente, murmurando que estaba apresurado, mas en su interior no sabría cuánto tiempo más podría aguantarse las ganas de gritar de frustración.
Llegó a su mansión cuando su reloj leía 19:57.
El portón se abrió de manera automática cuando se bajó del automóvil, lanzando unos billetes arrugados hacia el taxista, y se cerró rápidamente apenas terminó de pasar por él. Corrió por las enormes escaleras que llevaban a las puertas dobles del enorme edificio al que llamaba casa, pasando por ellas apenas los sirvientes y mucamas de adentro las abrieron. Ni siquiera los miró, pero ellos ya estaban acostumbrados a la actitud del "Señor Kirkland" cuando llegaba tarde a casa.
La mansión en la que vivía había sido antigua, tenía 150 años, al menos, y estaba a punto de ser demolida cuando la compró. Gastó millones en restaurarla y remodelarla, tomando siempre cuidado de asegurarse de que los pasadizos secretos se mantuvieran en perfecta condición. Era la última mansión en esa área, y a Arthur siempre le habían gustado las casas antiguas. Solía decir que era porque le gustaba ese aire a "historia" que tenían, pero la verdad era que los pequeños secretos de esas casonas viejas eran lo que lo mantenía como quien era.
Se apresuró al pasillo que llevaba al ala izquierda, deteniéndose a un lado de un cuadro que parecía ser una copia de la Mona Lisa. Respirando agitado por la carrera, tomó uno de las muchas lámparas de pared (que antaño habían sido candelabros, pero eso le parecía demasiado obvio) y la bajó como si fuese una palanca. El cuadro se abrió levemente, hacia afuera como una puerta, y un haz de luz se hizo ver desde el interior del pasillo secreto que revelaba. Entró, y alcanzó a cerrar la puerta en un par de segundos, a pesar del cansancio que se había apoderado de su cuerpo. Se dejó caer sentado, apoyando su espalda en la pared más cercana. Había reemplazado el papel de muro por espejos una noche, y ahora no podía lamentarlo más. El pasadizo solía ser una entrada secreta hacia la habitación principal, de esos en los que había que dar mil vueltas y subir dos escaleras para que no intersectara directamente con otra habitación. Ahora era una pesadilla siquiera pensar en lograr ubicarse con tantos espejos.
Beep beep. Bzzz… Bzzz…
Miró su reloj de pulsera que, además de marcar 20:00, había empezado a vibrar de una manera que le sería sospechosa, de no ser porque él ya la había visto incontables veces. Aún con la respiración inestable, se quitó el reloj y lo lanzó al piso, al mismo tiempo que el número infinito de reflexiones en los espejos. Mientras el objeto comenzaba a vibrar de una manera progresivamente más violenta, se permitió mirarse al espejo que tenía frente a él. La palidez en su rostro no era natural, y sus manos y hombros temblaban con unos nervios que no dejaría mostrar en la luz del día. Su rostro se había transformado inconscientemente en el que un niño tendría antes de ver su primera película de terror contra su voluntad; nervios, miedo de lo inevitable, y "que esto acabe pronto, por favor".
Porque no importará jamás cuántas veces hubiera pasado por lo mismo, esa era la peor experiencia de todos los días. Cada día, sin excepción.
Frunció el ceño con fuerza, sin querer admitir, ni a sí mismo, esa debilidad que aparecía diariamente en su rostro, y desvió su mirada hacia el pequeño aparato en el que estaba condensado todo su sufrimiento.
El reloj estaba ya temblando violentamente. Parecería que en cualquier minuto estallaría, pero no lo hizo. Se detuvo repentinamente, y el vidrio de la pantalla se trizó. La hendidura se expandió hasta que parecería que alguien le lanzó una piedra, y entonces un líquido negro, viscoso y burbujeante empezó a salir de ella. El estómago de Arthur amenazó con devolver su cena, almuerzo y todo lo que había ingerido durante el día, pero se aguantó, al menos hasta que el líquido rebalsó el pequeño espacio circular que el vidrio ocupaba, pues cuando una gota se resbalara hacia las baldosas del piso, ahí sería cuando lo malo empezara.
El líquido saldría disparado hacia él como un chorro, directo desde donde los números deberían haber estado, y lo cubriría completamente en cuestión de segundos. Penetraría por su ropa y se sentiría como aceite hirviendo en su piel, penetrándole los poros, la nariz, las orejas. Cubriría sus ojos y su cabello como si fuera una segunda piel, y si no se aguantaba las ganas de gritar de dolor, llenaría también su boca y sus pulmones. Después de eso, no sabría qué sucedió después, a menos que eso quiera que sepa, cosa que le había pasado una sola vez, y no quería recordarla.
Vio como la gota escurría casi en cámara lenta, y una vez llegó al suelo, se dirigió a su rostro como agua que salía de una manguera a presión. Cerró los ojos, con miedo de tener que ver lo que le pasaría reflejado un millar de veces en los espejos que el demonio había hecho poner. ¡Oh, si pudiera deshacerse de ese engendro daría todo lo que le pertenecía y más! Sus pensamientos fueron interrumpidos por el intenso dolor del primer contacto del líquido en su piel. Antes de poder rezar en su cabeza una última maldición contra el día cuando firmó el contrato, sintió como se sumía en una inconsciencia profunda debido al dolor.
El líquido fue absorbido completamente por la piel del inglés antes de que los ojos se volvieran a abrir. El verde que ahora miraba a sus reflejos tenía ahora más que un destello de travesura, y el cabello antes rubio ahora era de un imposible color rojo sangre, del cual asomaba ahora un par de cuernos de azabache, similares a los de un becerro, pero afilados. Una sonrisa divertida se formó en el rostro de la nueva figura (¿o era la misma?) al tiempo que se ponía de pie y se desperezaba como si recién se hubiese despertado. Una cola terminada en forma de un diamante plano se agitaba tras la presencia. Se desabotonó la camisa blanca con agilidad, comenzando a caminar por el pasillo a paso firme, ya que se había tomado la molestia de aprenderse el camino. No le había sido difícil poner los espejos, y no lo había hecho por otro motivo que por molestar al humano. No importara cuantos años pasaran compartiendo el mismo cuerpo, claramente Arthur no era el que más sabía acerca de conexiones entre humanos y demonios. Lo supiera o no, estaba dejando que el ser infernal viera todo lo que él veía, sintiera todo lo que él sentía, saboreara lo que él saboreaba, viviera lo que él vivía. Él no le iba a dar ese placer. No a menos que le conviniera, claro estaba. Al llegar a la puerta-pared que lo llevaría a la habitación, se detuvo. Miró hacia una de las paredes en las que se reflejaba el cuerpo, torso desnudo, y rostro de Arthur, solo que en éste se veía una sonrisa que no encajaba. Una… demoníaca.
Giró su cuerpo completamente, y miró a la figura que lo miraba desde el vidrio a los ojos, sin dejar caer su sonrisa.
– ¡Ay, Arthur! ¿Ya te arrepientes de nuestro contrato? ¡Pero si no han pasado ni cinco años! –soltó una risa que podría ser calificada como maligna, o como sicopática, pero no había nadie ahí para juzgarlo. – Espero que no creas que yo me voy a aburrir pronto, porque estarías esperando para siempre. Oh, espera, ¡ya lo estás! –rio de nuevo, antes de abrir la salida del pasadizo, aquella puerta que le permitirá salir y divertirse a costa de aquel empresario. No, él no se arrepentía de aquel contrato, y probablemente no lo haría en mucho tiempo.
Apenas entró a la habitación, cerró la pared detrás de sí, y desplegó un par de alas, negras y membranosas, demasiado grandes para abrirlas en el pasillo anterior. Las estiró, y las contrajo un par de veces, adorando cada segundo de cómo se sentía tener un cuerpo físico una vez más.
Con un gesto de su mano, la camisa que se había sacado fue lanzada al cesto de la ropa sucia, y con un chasquido de sus dedos, una nueva salió del armario y flotó hacia él. Su favorita, la que era de un color rojo casi tan profundo como su cabello. Plegó sus alas contra su espalda, y parecieron fundirse con su piel, dejando como rastro nada más que un contorno similar a un tatuaje intrincado en forma de dos alas. Su cola y cuernos desaparecieron como si nunca hubiesen estado ahí. Se puso la camisa carmín, y una corbata negra sobre ésta, y con otro chasquido materializó un fedora sobre su cabeza, escondiendo gran parte de su cabello.
– Causemos un poco de caos, ¿te parece? –dijo, más para sí mismo que para el humano en su interior, antes de salir de la habitación.
N/A: Bum, fin del capi ;v; Si a alguien le gustó y tiene alguna idea de como puedo continuar ésto, por favor déjame un review o te poseerá un demonio (? ) Okay, no, pero en serio, los reviews son más bonitos que los favoritos.
Hasta la próxima~ -Corazón aquí, please.-
-ZombieCheetosandBlackMagic
