¡Hola, hola!

Si, se que ha pasado un año.

Pues estoy resubiendo los capítulos. Si eres un nuevo lector, eres bienvenido a continuar, si eres uno de los antiguos, verás que hay algún cambio (bastantes) si recuerdas el fic en lo más mínimo. Voy colgando los capítulos a medida que acabe el siguiente. He acabado ya el 2, así que subo el primero, cuando acabe el 3º, subiré el 2º. Y así.

Como todo el mundo sabe (y en inglés porque es más guay y tal): Naruto series and characters are Masashi Kishimoto's. The Da Vinci Code is Dan Brown's book.. I don't make money by writing this fanfic, it's only my passion and a way to forget the real world.

¡Nos leemos!

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El camarero era descrito por todas las clientas de la cafetería "Luna de lobos" de muchas y diversas formas: guapo, carismático, misterioso, sexy, chico malo, hermoso, maduro, frío, callado, lobo solitario. Precisamente, de todos los adjetivos que le daban entre susurros, lobo solitario era el que más se acercaba a la verdad.

Sasuke Uchiha era un hombre lobo sin manada. Criado por una mujer lobo, Susannah, y su muy humano marido Eiji, había nacido en una de las manadas más poderosas de todo el país, pero una desgracia le hizo acabar sin manada pero con dos personas que lo amaron como si fuera su propio hijo.

Sasuke pasaba la mayor parte de sus días en la cafetería de Susannah. Llegaba entre un cuarto y media hora antes de que se abrieran las puertas al público para desayunar con la mujer. Había sido su rutina diaria desde que Eiji había muerto. En cuanto entraba, saludaba a la loba quien ya estaba preparando los dulces del día. Mientras la mujer preparaba los desayunos de ambos -un té English breakfast y dos tostadas con mermelada para ella y un café solo con una tostada sin nada para él- Sasuke se cambiaba de ropa a su uniforme.

El uniforme era bastante típico pero le había dado un toque de su propio estilo: la camisa blanca de punto con el emblema de la cafetería tenía los tres primeros botones del cuello desabrochados, los pantalones negros habían sido modificados para tener aún más bolsillos, mitones de cuero negro ajustados con hebilla cubrían ambas manos. Y unas bambas negras.

En cuanto hubieron desayunado, Sasuke fue a lavar los platos y vasos que ambos habían usado mientras Susannah acababa de darle una repasada al local, viendo que todo estuviese en su sitio y limpio, y abría al público. Por lo general, siempre tenían poca gente nada más abrir el local pero poco a poco se iba llenando. Sasuke solía trabajar de cara al público mientras Susannah solia más estar en cocina o la barra.

No se podía negar que muchas clientas fieles venían a ver al camarero, y Susannah aprovechaba eso. Aún así, a Sasuke le irritaba que algunas viniesen únicamente por él. El Uchiha odiaba lo dulce pero los dulces que preparaba la mujer eran dignos de admirar, hechos a mano con todo el cariño de la mujer, incluso a él que no le gustaba el dulce, no podía negar que estaban deliciosos. Pero ninguna paraba atención a eso. Estaban demasiado ocupadas babeando por él.

En un momento, gracias al fino oído que le proporcionaba su condición de were*, escuchó como una de las clientas le decía a su acompañante que sólo venía a comer a esa cafetería por el camarero, que la comida no era nada del otro mundo. Y Sasuke se tuvo que contener a sí mismo de ir a aquella mesa y pedirle que se fuera.

No habría sido la primera vez que echaba a un cliente. Ni habría sido la última.

Cuando había pocos clientes o ya no había ninguno porque era cuando la mayoría de gente estaba trabajando, estudiando o en su casa; Sasuke entraba en la cocina a ayudar a Susannah a hacer dulces. No se podía comparar al nivel que tenía aquella mujer en la cocina o haciendo repostería pero habiendo sido criado por ella y Eiji, Sasuke había aprendido el oficio de cocinero y repostero por osmosis, casi. Aún así, él solía ser el camarero mientras Susannah iba cambiando entre el puesto de detrás de la barra y en la cocina haciendo los dulces.

Aunque nada preparó a Sasuke para la visita de una mujer que apareció cerca de las cinco y media de la tarde en la cafetería. Sasuke estaba atendiendo a dos chicas que acababan de llegar y se habían sentado, con exceso de maquillaje y voz empalagosa habían intentado ligar con él. Sin éxito. Justo cuando estaba a punto de enviarlas de paseo diciéndoles que le avisaran cuando supiesen que querían tomar, una olor llegó a su nariz que lo dejó petrificado, salivando y sin apenas sangre en el cerebro allí mismo.

Ni siquiera oyó las campanitas cuando se abrió la puerta. Esa olor lo había reducido incluso antes de que su fuente de origen entrara a la tienda. Sasuke se giró para ver a la mujer más hermosa que hubiese tenido el placer de contemplar jamás, no pudo evitar mirarla de arriba a bajo maravillado.

Largo pelo suelto azul oscuro que al principio le pareció negro como la noche, cuerpo delgado pero con curvas señalando que se cuidaba y alimentaba bien, voluptuosa en sus atributos de mujer, unos ojos blancos nacarados que eran hermosos como perlas. Vestía una camiseta de cuello ancho lavanda y blanco que mostraba su hombro derecho, un pantalón corto negro y medias decoradas con caritas de conejos, unos tacones de cuña negros con un lazo blanco en los lados exteriores de los zapatos. Llevaba una pulsera en su muñeca derecha y un collar con una pequeña piedra blanca en forma de corazón. Y ese aroma, oh por los todos y cualquiera de los Dioses, era el mejor olor que había olido jamás, y ya se había convertido en su nueva olor favorita: Olía al rocío primaveral de las flores con un poco de lo que le recordaba a un bosque tras una ligera lluvia pero con un toque picante de canela.

Oh sí, esa era su nueva olor favorita.

Podía sentir a su lobo queriéndose acercar y oler a la mujer hasta emborracharse de esa olor. Hasta que sólo pudiese oler esa combinación para siempre. Y que esa olor estuviese mezclada con su propia olor.

De repente escuchó un bufido y miró a las chicas de la mesa, a quienes preguntó de manera brusca qué querían tomar, tras llevarle la orden de la mesa 7 a Susannah, Sasuke se acercó a donde aquella mujer y sus amigas se habían sentado. Decidió mantener su fachada fría y examinó a las acompañantes de la muchacha. Una de ellas tenía su cabello largo rubio en una coleta alta y un flequillo que le ocultaba parte de la cara, sus ojos mostraban una confianza en sí misma y amabilidad subyacente, la otra chica que las acompañaba llevaba su pelo recogido en dos moños y un flequillo recto, al contrario que con la rubia, se podía ver su confianza en sus ojos sin ningún problema.

-Bienvenidas a Luna de lobos, ¿qué os traigo?

-A mi me gustaría algo de pudin y café con leche con hielo. -dijo la rubia, admirando la belleza de Sasuke- Por favor.

-Un té negro y un poco de pastel de chocolate, por favor -la muchacha no se detuvo a admirar físicamente al hombre, lo que agradó en gran medida al Uchiha. En ocasiones, parecía que él era un trozo de carne y no un ser humano. Agradecía en gran medida que aquella mujer lo tratara normal, pero estaba más interesado en la única que faltaba por pedir- ¿Hinata?

Con que su nombre era Hinata. Un precioso nombre para una mujer excepcional. Hinata. Hinata. No podía parar de repetir ese nombre, bailaba sobre su lengua, quería susurrarlo a los vientos.

"Si continuo así, dentro de poco acabaré componiendo poesías de amor, escribiendo novelas románticas, y convirtiéndome en Ed Sheera..."

-A mi… unos rollos de canela, por favor, y un... uuuhmmm... té verde, si no es molestia.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos en cuanto escuchó la voz de aquella mujer. Si su olor ya había sido un golpe para su cuerpo; su voz, melodiosa, femenina y hermosa, le había afectado en la cabeza. Podía imaginarse componiendo canciones, escribiendo poesías y novelas y hablando sobre amor con Susannah si a cambio conseguía seguir escuchando la voz de su pareja.

"¿Dónde hay una bala de plata cuando la necesitas? A este paso, la muchacha me castra."

-En seguida os traigo todo.

El Uchiha se despidió con un ligero movimiento de cabeza y se marchó hacia la cocina donde estaba Susannah cocinando ya lo que la mesa 3, la de la chica de ojos de luna, Hinata, había pedido.

-¿Estas bien, hijo?

-Si, si, es solo que... -Sasuke zarandeó la cabeza quitándole pensamientos e importancia a lo que había ocurrido con aquella chica. Luego le preguntaría a Susannah, asegurándose.-Ahora no importa, ¿llevo estos platos a la siete mientras acabas de preparar lo de la tres?

Bendito oído de were-criatura, gracias a que Susannah también podía oír los pedidos de las clientas, iban rápidos en el servicio. Sasuke cogió el croissant*, las palmeritas y los dos cafés de la mesa siete y se los llevó, dándoselos sin mediar palabra. De las ocho mesas del local, seis estaban ocupadas: en la mesa uno se encontraba un hombre mayor, el señor Rainpram que era un cliente habitual, con su segundo café leyendo el periódico en silencio; en la mesa tres se encontraban Hinata y sus dos acompañantes estaban hablando sobre cremas y jabones; en la cuatro, dos hombres trajeados hablaban de reuniones y estadísticas mientras tomaban café y miraban sus tablets; en la cinco una chica, que antes había mirado a Sasuke como si fuese un trozo de pastel, estaba apoyada en la pared y leía una novela de tapas negras con un fénix lila encima de círculos del mismo color pero su mano tapaba el título; en la siete las dos chicas con exceso de maquillaje hablaban del físico de Sasuke mientras tomaban lo que habían pedido, y en la mesa ocho, dos chicas acompañadas de tres chicos tomaban helado y pastel mientras jugaban a un juego de cartas.

Al cabo de unos minutos de haber dejado la orden de la mesa siete, Sasuke cogió la orden de las tres y se la llevó a la mesa, interrumpiendo a las tres muchachas que estaban hablando animadamente. A cada paso que daba acercándose a la mesa, notaba sus pies más ligeros.

-Aquí tenéis.

Le fue dando a cada una lo que había pedido. Deteniéndose para sonreír a la chica de ojos de perla. La chica lo miró extrañado un segundo antes de sonreír de vuelta con un ligero rubor. La parte lupina de Sasuke se movía inquieta, alegre por haberle sacado esa expresión a la muchacha.

Cuando se alejó hacia la barra, estuvo atento a las tres y su conversación pues aún siendo una charla trivial, quería escuchar la voz de la muchacha.

-¿Qué os parece? -preguntó la muchacha que llevaba su pelo recogido con dos moños- He de decir que Neji y yo la encontramos de casualidad pero nos enamoró enseguida. Con esta música tan relajante y el hecho de las estanterías llenas de libros que puedes leer mientras te tomas algo o incluso comprar algún libro, el precio es a voluntad, me encanta. Y los dulces los hace la mujer, creo.

Vaya, así que no era la primera vez que la muchacha venía, bueno, tampoco se acordaba de ella así que poco importaba. Aunque estaba agradecido de que hubiera venido con la otra chi... Hinata.

-Me gusta como está decorada con cuadros de diferentes ilustraciones de libros, reconozco El Principito, Alicia en el País de las Maravillas, Don Quijote y Sancho Panza con los molinos... me gusta el hecho de que sea tan literario. -Dijo la rubia, admirando la tienda. Sasuke apreciaba que se tuviese en cuenta la decoración y las habilidades de repostera de Susan- y los libros, ¿se pueden leer e incluso comprar? Eso me encanta, lo lees mientras tomas un café y si te quedas con ganas de más, lo compras. Es interesante.

La idea de la decoración y los libros había sido de Eiji, cuando Susannah y él se conocieron, ella ya tenía la cafetería, fue él quien impuso su toque y pasión en el cielo de la mujer, convirtiendo una cafetería como cualquier otra en una cafetería con un tema literario. Siempre tenían libros para exponer cuando otros eran adoptados. Eiji odiaba decir comprado; para él, los libros eran seres con vida, dotados de ella a través de la magia de autores y de los lectores que los leían.

"Cuando alguien dona uno, es para que otro reciba, dé y comparta la magia. Algunos encuentran a alguien con quien quedarse para siempre y no conocen más mano que la de esa persona, otros pasan por miles de manos y viven experiencias increíbles, Sasuke, una vez conocí a un libro que, en manos de un hombre de negocios, visitó Marruecos donde conoció el olor de las especias y el calor de los baños ancestrales, luego fue a parar a manos de una estudiante en Ibiza, que se lo llevó de fiesta noche tras noche, en otra ocasión estuvo en manos de..." Aún podía escuchar a Eiji hablar sobre los libros con una sonrisa en la voz, hablándole sobre la belleza y sabiduría que contenían esos objetos, inculcando el amor por la magia que era la literatura a cada niño que entraba por la puerta y a más de un adulto. Siempre había sabido que esas historias eran inventadas por el humano, para él cada marca en un libro era una aventura extraordinaria y una vivencia inigualable.

-...que son artesanales. Hacía tiempo, mucho en realidad, que no comía unos rollos de canela tan buenos-La voz de la mujer que lo había atraído, Hinata, lo sacó de sus recuerdos. Al parecer había estado tan ensimismado que había omitido el presente- Me gusta que no sean industriales, es realmente encantador que aún los hagan a mano. Se nota el cariño de la mujer por los dulces. Poca gente los vende ya artesanales.

Se la quedó mirando fijamente, esa mujer, esa única muchacha, era capaz de decir lo que Sasuke deseaba oír a cada cliente sobre Luna de lobos. Realmente, ¿había alguien más perfecto que aquella mujer? Parecía, y seguramente sería, dulce, comprensiva, tranquila, hermosa, inteligente, cariñosa, con un espíritu digno de admirar, como un lago cristalino en medio de la montaña.

-Creo que al camarero le intereso, no para de mirarme.

El comentario de la rubia hizo que las otras dos chicas mirasen en su dirección y los ojos de Hinata y los suyos se encontraron y él no pudo evitar sonreír y aguantar la mirada. Sasuke no podía estar más en desacuerdo, no miraba a la rubia, miraba a la preciosa muchacha de pelo suelto. Ella se sonrojo fuertemente y apartó la mirada, mirando hacia su, ahora muy interesante, rollo de canela.

-Creo que es a Hinata a quien mira, Ino. Por el contrario, creo que el chico de aquella mesa está más interesado en ti.

La chica de los moños hizo un gesto hacia donde se encontraban los cinco amigos de la mesa ocho, y efectivamente, uno en aquella mesa la miraba atentamente.

-Bueno, -dijo la rubia, Ino, descartando el comentario de la otra chica- pero aún si él estuviera interesado, Hinata ya tiene a Naruto, ¿verdad, Tenten?

Hinata se ruborizo como nunca antes e incluso hiperventiló un poco. ¿Naruto? ¿Su Hinata ya tenía a alguien? Sasuke quería sangre. Su lobo, antes tranquilo, ahora pedía retribución, salir y cazar a la amenaza que se cernía sobre su futura relación con la de ojos perlados.

"¿Pero qué más me da que esa muchacha ame o no a otro? No es pareja, es una humana, por el amor de los Dioses, ¡humana!"

Su lobo no estaba de acuerdo, quería salir y hacer sangrar a alguien, podía sentirlo gruñir y moverse de un lado a otro en su interior, gruñendo amenazadoramente.

-Vaya, un grupo que aprecia mis habilidades y a la cafetería además de a ti.

Susannah interrumpió sus pensamientos y la distracción hizo que el lobo se calmara en cierta medida. Vestida con una camiseta y pantalón blancos y su pelo pelirrojo recogido en un moño, la mujer no aparentaba más de cuarenta y pocos años, cuando estaba cerca de los noveinta, otra ventaja de la sangre were era envejecer más lentamente a partir de los veinte años. La mujer le sonreía, sabiendo que el lobo había estado cerca de la superficie y necesitaba distraerse.

-Si, ciertamente es una refrescante novedad. ¿Crees que debería sentirme celoso? Mi ego ha disminuido.

Sasuke no solía bromear, por lo general era frío mientras trabajaba, pero había algo en esa muchacha de pelo oscuro que lo había conseguido relajar hasta un punto donde no le importó que estuviera en la cafetería, su ánimo estaba ligero y juguetón, podía jurar que el lobo parecía un cachorro de golden retriever moviendo su cola ante otro cachorro para jugar. "¿Qué me está pasando si sólo el mero pensamiento de esa muchacha valorando a Susannah ya me hace ser así? Ugh, ¿cómo me puede estar cambiando tanto esto? Maldito lobo, no estés tan feliz con ésto."

-Oh, Dioses. -Susannah tuvo una pequeña expresión de asombro cuando Sasuke bromeó, conociendo y habiendo criado al muchacho, sabía cómo era el carácter de Sasuke pero aún así, le siguió el juego con rapidez- Menos mal, ya ocupa medio local, sería una desgracia echar a los clientes para hacer espacio para tu ego si creciese más.

Él gruñó sin malicia, el olor a satisfacción y diversión de la mujer era más que evidente, sabía que a la mujer le divertía molestarlo y lo peor era que lo conseguía.

-Como si eso fuera lo que más te preocupase, pero han hablado, actualmente, de mi. Para tu información.

Ella le devolvió un sonido divertido que se parecía a una risa.

-¿Hinata? –la llamó Tenten, haciendo que Sasuke volviera a parar atención a aquella mesa y sus ocupantes- Son las seis y cuarto ya.

La cara de la chica pasó al blanco enfermizo en cuestión de segundos y un olor a preocupación y sumisión se mezcló con su excitante olor, golpeando su agudo sentido del olfato, incluso Susannah pareció alterarse por el súbito cambio. Su lobo volvía a estar intranquilo con la necesidad de relajarla, quitarle ese olor y hacerla sonreír. Las tres se levantaron y fueron hasta el mostrador, él fue hacia ellas, les dio la factura de lo suyo y tras pagar las chicas salieron de la cafetería.

-Saluda a Neji de mi parte y dile que le veo mañana -Se despidió la morena de pelo recogido- Ánimos, Hinata.

-Aquí nos separamos, supongo que tú vienes conmigo entonces, Tenten ¿verdad? -La que se llamaba Tenten asintió a la pregunta de la rubia. -Pues nos vemos mañana en el campus de la universidad, Hina.

La rubia y la morena se encaminaron hacia una dirección contraria a la de la de su amiga, la de pelo negro empezó a correr y se perdió de su vista.

"¿La universidad? ¿Se refieren a la Universidad de Konoha o a la Universidad Hashirama Senju?" Sasuke estuvo estudiando en la de Konoha hasta poco después de que Eiji muriera y se pasó a la Hashirama Senju después por su horario más flexible, permitiéndole trabajar en la cafetería en vez de ir a clases, realmente era más universidad a distancia que presencial para él.

"Algo me dice que eso va a cambiar. Pero nunca antes he visto a Hinata en el campus, creo. ¿Irá a la de Konoha? Lo he de averiguar."

Sasuke no se podía sacar de la cabeza a aquella muchacha, quería saber más de ella, quería saber si iba a la Hashirama o a la de Konoha.. Quería saber su relación con el tal Naruto. Quería saber cómo serían sus reacciones a sus avances, si se sonrojaría, si sonreiría, si haría que él fuese cariñoso con alguien, como antes.

Lo mejor de la cafetería, era que era pequeña y entre dos podían manejar a los clientes; incluso en hora punta, cuando había más clientes, no estaban realmente estresados, iban más rápidos, cosa fácil cuando eres un hombre lobo, y ya. También estaban los clientes habituales como el señor Rainpram, a los cuales conocían de años y a veces Susannah o él se quedaban hablando con él cuando el hombre ya había leído su periódico por segunda vez, recordando los viejos tiempos.

En cuanto Sasuke vio que el hombre doblaba su periódico, fue hacia él, en un intento de distraerse de los pensamientos sobre la muchacha que le habían llenado desde que la vió salir por la puerta.

-Aquiles. -Dijo el joven a modo de saludo-

-Dime, -el hombre levantó la cara para ver al Uchiha, tras mirarlo detenidamente le indicó con la cabeza la silla frente a él- ¿no te sentarías conmigo, joven? ¿O estas ocupado?

Sasuke se sentó en la silla frente al hombre, miró hacia Susannah quien solo le sonrió de vuelta.

-¿Qué tal se encuentra?

-Con los dolores de siempre, hijo, con los dolores de siempre. ¡Ay, si mi dulce Aileen estuviese aquí! Mi pobre Aileen, la echo de menos. -los ojos del hombre se enfocaron en Sasuke y sonrió- Encuentra a tu Aileen, Sasuke. Encuentrala y enamorala, no desperdicies un dia sin que le digas cuanto la amas o sin demostrarlo. Decir y mostrar que amas a alguien no cuesta nada, no importa lo que digan los demás. Nunca sabemos cuando esa persona faltará, Sasuke. Nunca des por hecho que alguien estará siempre ahí.

Era el discurso que más oía del hombre, Aquiles Rainpram había quedado viudo hacía ya tres años de su esposa Aileen, ambos habían sido desde hacía mucho clientes de Susannah, incluso antes de que él llegara a la familia. Desde que enviudó, venía igual a la cafetería como lo hacía cuando Aileen vivía y pedía la misma orden que siempre pedían, incluso ahora que ella no estaba a su lado.

-Di, Sasuke. Puedo ver que quieres decir algo.

Sasuke miró al hombre a los ojos, estudiando su cara en silencio. El hombre esperaba a que Sasuke estuviera preparado para decirle lo que sucedía mientras tomaba un poco de su café bombón.

-¿Cómo sabes cuando encuentras a tu Aileen?

La pregunta fue tan sorpresa para el propio hombre como para Aquiles Rainpram. El hombre se quedó mirando a Sasuke sin decir nada por unos minutos (aunque a Sasuke le parecieron horas) para luego echar a reír a carcajada suelta.

"Sasuke Uchiha, esa mujer te ha afectado demasiado."

-¿Algo que queráis compartir, señores?

Rainpram dejó poco a poco de reír mientras Susannah sonreía ante la incomodidad de Sasuke.

-Creo que Sasuke se ha enamorado, pequeña Susan. -El hombre mayor miró a Sasuke y luego a Susannah con cariño. - Respondiendo a tu pregunta, Sasuke simplemente se sabe. Hay una diferencia entre cualquier persona y la que nos completa en su totalidad. Esa diferencia es a veces tan evidente que más de una vez las personas la pasan por alto. Yo tardé tres años en ver que ella era mi mejor mitad. Mira bien a tu alrededor y a esa persona, si miras lo suficiente, encontrarás la diferencia, y a tu única con ella.

Sasuke se levantó de la silla mientras Susannah se sentaba a la izquierda de Rainpram. Ambos empezaron a charlar mientras Sasuke iba a la barra tras coger uno de los libros de la estantería.

-Realmente ha crecido desde que la primera vez que lo vi. Dentro de poco deja el nido.

Apenas había gente ya, faltaba media hora para cerrar y la mayoría de los clientes ya se habían marchado. Sólo quedaban Rainpram hablando con Susannah y dos chicos que habían entrado diez minutos antes y pedido dos cafés.

El tiempo pasó volando mientras Sasuke leía El Código Da Vinci, cuando llegó la hora de cerrar, Aquiles se marchó despidiéndose hasta el día siguiente. Susannah y él empezaron a recoger y limpiar la barra, las mesas y el suelo. Pusieron los libros de la estantería en orden, rellenando los huecos en los que faltaban libros porque habían sido adoptados.

Cuando terminaron de dejar la cafetería en perfecto estado, ambos subieron por la escalera de la cocina al piso de la mujer. Sasuke fue directo a su antigua habitación para cambiarse de ropa a la normal mientras Susannah hacía lo propio. Cuando Sasuke salió, la mujer ya estaba empezando a preparar la cena en la cocina del apartamento.

-Te hubiera preguntado si querías quedarte a cenar, pero siempre dices que no. -Tras no escuchar respuesta del muchacho, pero oyendo que estaba en la estancia, se giró a mirarlo- ¿Sasuke?

-Susan, he encontrado a mi pareja.

-¿De eso hablabas con Aquiles?

-Así es.

-¿Por qué lo crees? -Susannah había dejado ya la comida abandonada y con un movimiento de cabeza, le indicó a Sasuke que se sentara mientras ella hacía lo mismo- ¿Estás seguro?

-Hoy ha sido la primera vez que el lobo se ha comportado así, con ninguna otra mujer lo ha hecho, las ignoraba, no tenía interés alguno, pero esa muchacha, esa muchacha es diferente…

-¿Quién?

-Diría que tiene mi misma edad, la chica que ha alabado tus rollos de canela: Hinata.

-Oh. -suspiró aliviada la mujer- ¿Por qué crees que ella es tu pareja?

No podía decir a la mujer que le había criado que su pelo negro como la noche y sus ojos, redondos blancos como la más pura luna llena, provocaban en él ganas de aullar, que su femenino aroma a campos de flores y bosques de otoño era como una droga para él que lo impulsaba a querer salir de la ciudad e ir a las montañas para correr, que su risa le daba ganas de sonreír y hacerle cosquillas, que cuando escuchó que ella tenía a otro le daban ganas de acurrucarse en lamentación e ir a buscar al bastardo y ponerlo en su sitio, que cuando le llegó el olor de su preocupación quería destruir la fuente de su preocupación, quería protegerla a cualquier coste, que el lobo en su interior ya le había dicho que quería que fuese... no, que era suya, que permaneciera a su lado, que deseaba conservar esa pureza que la rodeaba tanto como la quería destruir, que quería marcarla con su olor, hacer que se mezclarán hasta que no se supiese cuál era el de ella y cuál el de él, que ningún otro macho, humano o no, la tocase o se le acercara.

-Sasuke… -ante la silenciosa respuesta de Sasuke, decidió continuar- ¿Qué harás?

-Empezaré por la universidad. Han dicho que van a una universidad, no se si la de Konoha o la Hashirama. Estoy en la Hashirama, empezaré a ver si está ahí. ¿Podrás manejar la tienda tú sola?

-Claro. Lo hice antes de… Eiji…

Sasuke asintió, sabía que la mujer estaba deprimida al pensar en cómo cambió su vida tras conocer al hombre, pero Sasuke no sabía tratar con sentimientos así, no después de lo que sucedió hace ya dieciséis años. No sabía cómo tratar los sentimientos de pena, esos habían muerto con su familia. Su pena era su ansia de venganza, su ansia de venganza era su pena. Eran iguales y no podían ser separadas.

-Bueno, como sea. Felicidades, Sasuke. Espero que ella te acepte. Realmente quiero que lo haga. -Susannah se levantó y fue hacia él, abrazándolo fuerte como cuando era un niño pequeño- Te quiero, Sasuke, eres mi único y más querido hijo, aunque yo no sea tu verdadera madre. Sé feliz.

-Me marcho ya.

No era bueno con los sentimientos, apenas podía demostrar lo que realmente sentía así que, como era normal, tampoco sabía cómo contestar a la mujer.

-Buenas noches, Sasuke. Ten cuidado.

Sasuke asintió, tenía que regresar a casa y cuidar de que Ernmas, su gata Scottish Fold negra de ojos azules, estuviese bien, con comida en el comedero y el arenero bien limpio, pues era muy majestuosa y escrupulosa, a pesar de que era un gato el hecho de que él fuera un lobo no parecía importarle, es más, cuando él se transformaba, ella solía ir y pedirle caricias antes de que él se marchase durante la noche a la montaña.

Por lo general, Sasuke iba a la montaña después de cenar, sobre las 9:30 o 10 de la noche, hasta ya pasada la medianoche, una o una y media de la madrugada. Pero ese día sabía que no podía ir a la montaña, no cuando su lobo estaba tan obsesionado con aquella mujer. Alejarse de donde ella podría estar no era opción para su otro yo.

El problema era el hecho de que la ciudad estaba dividida entre dos alfas y él: el alfa de la manada del Sur -cuyo territorio ocupaba la parte del río y las afueras sureñas de la ciudad-, el alfa de la manada del Colmillo Blanco -el centro de la ciudad- y él mismo -el territorio de las afueras del norte de la ciudad y las montañas-. Su manada, si se podía llamar así, era compuesta por Susan siendo su Beta -aunque la trataba como igual- y tres lobos normales y su madre con los que había hecho amistad cuando los tres hermanos habían sido cachorros, hace ya dos años. El alfa del Colmillo no era territorial pues comprendía que los lobos de las otras dos manadas necesitaban pasar por su zona para cualquier cosa que necesitasen y sólo intervenía si habían problemas entre miembros del clan o de dos manadas diferentes. Por el contrario, el del Sur era bastante más territorial y se necesitaba permiso para entrar. Si la muchacha vivía en su territorio o en el del Colmillo, Sasuke se ahorraría problemas.

Caminó en su forma lupina hasta la cafetería, donde intentó encontrar el olor de la muchacha pero no lo encontró. Siguiendo el poco camino que había visto recorrer a la muchacha, llegó a un parque donde sólo se podía oler el olor de muchos niños que habían estado ahí y el aroma de algún que otro gato salvaje o abandonado.

Fue por la ciudad dando vueltas, concentrándose en las olores, en busca de aquel aroma tan atrayente pero sin resultado alguno. En el camino se encontró con algunos patrulladores de la manada del Colmillo, a los cuales saludó para que supieran que no era una amenaza a su territorio ni buscaba a su líder en busca de extender territorio o algún otro tema, y siguió su camino.

Cerca de las dos de la madrugada, tras mucho buscar y apunto de darse por vencido al pensar que ella vivía en el sur, Sasuke encontró el tan esperado y buscado olor. Estaba cerca del museo principal, aunque apenas se podía percibir por la cantidad de horas que habían pasado y el montón de personas que acudían allí diariamente, al parecer y supuestamente, ella había sido de las últimas en salir pues si no, no habría habido forma de que hubiera permanecido ni durado.

Siguió la olor hasta la entrada de una casa que estaba casi a las afueras de la ciudad, cerca de su territorio -pero no dentro- y fuera del territorio del Colmillo. Si Sasuke no hubiera estado tan embelesado con la olor, se habría dado cuenta de que la casa, y el barrio en sí, estaban fuera de territorio de lobos. La casa era grande, por la extensión de los muros que la rodeaban se podía perfectamente saber que la muchacha pertenecía a una familia adinerada. Y aunque los muros eran de más de tres metros y medio de alto, Sasuke, que no le dio ni un segundo pensamiento, los sobrepaso en seguida, entrando por fin en la casa.

El interior de aquella casa, no, no sería correcto llamarlo casa, era como una manzana entera, y parecía que el muro lo rodeaba entero. Escuchó a alguien acercándose, y decidió esconderse en el arbusto más cercano

-Oh, sólo eres tú. Hiashi-sama te espera. Ve cuando hayas cambiado de forma. Podrías haber usado la puerta principal.

El hombre se marchó, dejándolo atrás. Sasuke se preguntaba con quién lo habrían confundido pues él no conocía a ningún Hiashi. Sacudiendo la cabeza, decidió seguir buscando a la mujer. No tuvo muchos problemas localizando de nuevo la olor de Hinata. Le atraía de una forma que no podía ser descrita con palabras. Era como una polilla a una llama. Tan vibrante, brillante y hermosa era esa mujer que sola e inevitablemente podía acercarse a ella.

El aroma lo llevó a una habitación apartada del edificio que parecía ser el principal. El estilo tradicional japonés le recordaba tanto a la casa donde antes vivió él que no pudo evitar una punzada de dolorosa nostalgia. Podía imaginarse presentándole a Hinata a sus padres. Su madre se habria llevado tan bien con ella, su madre lo habria avergonzado frente a ella con historias de cuando era un niño y podía imaginarse a Hinata riendo suavemente por las anécdotas. Su padre lo habría felicitado por haber encontrado a su pareja en una mujer como ella.

Se acercó a la ventana. Prefería asegurarse que ella dormía antes de cerciorarse en su totalidad que era su pareja. Había una leve luz abierta en la habitación y pudo distinguir la figura de ella tumbada en una cama occidental. La joven dormía. Abriendo la ventana corrediza tras cambiar de forma a humana, entró. La habitación era… femenina. Y olía tanto a ella que lo había dejado como una piedra. Sobretodo en sus partes más íntimas.

Había una mesa de estudio con diferentes libros de veterinaria. Una estantería llena de libros de diferentes géneros, aunque abundaban los de romántica. Un corcho en la pared con fotos de ella y sus amigos y familiares. En una de las fotos reconoció la universidad a la que iba. Compartían universidad y carrera, pero aún así nunca se habían encontrado. Entonces vio un póster en la pared. No, no era un póster. Al acercarse, lo vió mejor. Era la cosa más hermosa que había visto jamás: un tapiz que mostraba una hermosa joven arquera siendo atacada por una enorme bestia, que llevaba una daga clavada en el costado, y las fases de la luna encima de ellos. No conocía mucho de tapices pero ponía la mano en el fuego que eso costaba más de lo que podía imaginar.

-¿Hmm?

Hinata se revolvió en la cama, medio despertándose. Sasuke volvió rápidamente a su forma de lobo justo cuando ella se incorporó de la cama. Lucía más hermosa que incluso cuando la había visto por la tarde. El pelo lo llevaba recogido en dos trenzas, llevaba un pijama del Rey León, incluso cuando bostezo como un león, era tan hermosa. Y su cara… su cara le provocó un gruñido. Había llorado. Se había dormido llorando. Sin pensarlo, se acercó a ella hasta poner su cara en sus piernas.

-¿¡Huh!?

Hinata sobresaltada se quedó petrificada cuando vio al animal junto a ella para sonreír amablemente poco después.

-Has vuelto… Goofy Doo.

¿Goofy qué? ¿Quién? ¿Cómo? Sasuke se había echado para atrás al escuchar que lo llamaba… Goofy Doo… Definitivamente, la muchacha debía estar muy dormida. ¿Goofy Doo? ¿En serio? No podía creer que lo llamara así. ¿Qué era esa clase de nombre?

Aunque todos los pensamientos del nombre se le fueron en cuanto ella se arrodilló en el suelo y le abrazó por el cuello. Aplastando su cuerpo con el de él. Lo empezó a acariciar, y aunque no le gustaba que lo acariciaran (no era ningún perro), se dejó. Hasta que poco a poco, fue dejando de hacerlo, agarró su pelaje y empezó a llorar. Era inconsolable. Lloraba, y por más que le hubiera gustado cambiar y preguntarle qué sucedía, sabía que no podía. Y eso le desgarraba el corazón.

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Susannah, Aquiles y otros personajes originales están totalmente inventados de la nada, no están basados en nada ni nadie. Únicamente Aileen es la excepción, está basada en mi abuela materna, que falleció hace poco y quise honrar su batalla contra el cáncer poniéndola en el fic como uno de los personajes.

Siento haber tardado tanto en actualizar la historia, pero este último año ha sido muy ajetreado para mí: universidad, trabajo, el fallecimiento de mi abuela, etc.

Hay más misterios, pero más orden que en la versión anterior.

¡Nos leemos en el segundo capítulo!

PD: Me falta alguien que me haga de beta-reader, ¿algún voluntario? Sólo se ha de ocupar de alimentar al gato de Sasuke y ayudarme a no cometer graves faltas e incongruencias.