[Holaaa _

Es mi primer fanfic y no se me da muy bien hacer comentarios de estos xD

Este fic es enteramente de Nico, porque amo a Nico y punto xD y aunque me gusta mucho el yaoi, en este fic no hay xD es que no me imagino a Nico en un yaoi pls xDD

A lo que iba, este primer capi es cortito, como si fuese un prólogo. Es mas que nada para saber si gusta o no (porque si no gusta, para que colgar el resto de capítulos que tengo? TT-TT), asi que si veo que comentáis y tal (acepto todo tipo de criticas. me gustaría que me dijeseis la verdad, para asi arreglar errores y vigilar de no cometerlos en un futuro, y tal xD), seguiré colgando los capítulos y esforzándome por seguir con la historia.

Tengo planeado que ocupe unos 20 capitulos mas o menos, y (CREO) que la historia se hace mas interesante a medida que pasan los capítulos(?) xD

Por último, espero que difruteis de mi fic, y si teneis alguna duda, pregunta, critica u opinión, comentad al final, que aqui se vive de eso ^^ xD

Aliice~]

La mayoría de los personajes son invención mia pero varios de los escenarios y personajes de este fic pertenecen al autor y creador de la saga de Percy Jackson, Rick Riordan, de modo que los derechos son suyos, no mios

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A Nico Di Angelo le gustaba viajar, explorar sitios extraños donde nadie había estado durante siglos, le gustaba investigar mitologías que no fuese la suya, la griega (y la romana, si se ponían tiquismiquis). Tenía la teoría, incomprensible para el resto de semidioses, que los dioses griegos y romanos no eran los únicos que existían. Al fin y al cabo, si estaban ellos no podrían existir también los de otras religiones y mitologías?

Por eso aquel día se encontraba en esa pequeña cueva olvidada en medio de un bosque de Canadá. Era una cueva vikinga de siglos y siglos de antigüedad. ''Ah, es fascinante'' pensaba mientras miraba los grabados de las paredes, los escudos y las espadas antaño esplendidas, ahora oxidadas que estaban colocadas meticulosamente sobre piedras planas y colgadas de las paredes. Estaba seguro que esa cueva fue el hogar de un asentamiento de Vikingos exploradores que llegaron a Canadá en una de las muchas expediciones que hicieron por todo el mundo.

Estaba todo lleno de telarañas y el frio y la humedad entre otras cosas le dejaban claro que ahí no había entrado nadie en mucho, mucho tiempo. Quizá en siglos. Y precisamente por ello no esperaba encontrarse con aquello.

Entró en la siguiente habitación, la cual parecía ser un templo, aunque no sabía exactamente a que Dios estaba dedicado. Y mientras miraba embelesado todo lo que había allí advirtió en un punto de color que llamaba mas la atención que todo lo demás de cueva.
No llevaba linterna alguna, al fin y al cabo ser hijo de Hades debía servir para algo mas que para hablar con muertos. A pesar de eso no es como si lo viese todo como si hubiese un Sol dentro de la cueva o algo así. De modo que tuvo que acercarse para ver que se trataba eso tan rojo que destacaba entre todo lo demás.

''Que raro'' pensaba ''No debería haber nada con tanto color en una cueva abandonada desde hace siglos...''

Pero al acercarse vio que no era ningún objeto ni nada parecido. Allí, encima del altar en el fondo de la sala que hacía de templo, había una chica con el pelo pelirrojo mas espectacular que había visto en sus 20 años de vida, totalmente desnuda estirada boca arriba.
Boquiabierto, Nico se acercó a ella. Dejando de banda su desnudez, ofrecía una estampa preciosa, como si hubiese salido de un cuadro. Su pelo pelirrojo y largo caía en suaves tirabuzones por los bordes del altar y destacaba contra la palidez de la piedra y de la piel de la chica. A Nico le encantaba el arte así que no podía dejar de admirar las cosas bellas y aquello era precioso, sin duda.

Y de repente salió de su ensimismamiento cuando vio que de su boca, la cual estaba ligeramente entreabierta, salía un leve vaho. Entonces su corazón se aceleró y algo en su cabeza se activó. Con el frio que hacía allí una chica que estaba completamente desnuda no duraría mucho y no sabía cuanto llevaba ahí, así que debía comprobar el pulso. Y con cuidado posó dos dedos en el cuello de la chica.

Y justo antes de poder comprobar el pulso, ella abrió los ojos de golpe. Unos hermosos ojos grises que inmediatamente se enfocaron en los suyos.

-Ya era hora- dijo ella -tengo la sensación que llevo meses durmiendo aquí y, si es cierto, es muy malo.

Nico estaba tan sorprendido que no podía articular palabra alguna y la miraba con cara de sorpresa total.

-Deja de mirarme así, anda, y dime quien eres, que no tenemos todo el día- la nota de impaciencia de su voz era totalmente palpable.

-Me llamo Nico Di Angelo- dijo él, aun sorprendido mientras sacaba su manta de la mochila y se la daba- no suele ser muy normal dormir desnudo en una piedra dentro de un templo en una cueva a media montaña- comentó como quien no quiere la cosa levantando una ceja mirándola directamente a los ojos. Se negaba a mirar mas abajo.

-No estoy aquí porque quiera- dijo ella esquivando su mirada- eres un semidiós griego, no? Si, por supuesto, hueles a griego- dijo mientras fruncía la nariz lo cual molestó a Nico. Que un monstruo lo hiciese aun, pero una chica no. El no olía mal, lo tenía muy claro. Ponía su mejor esfuerzo en quitarse el hedor de la muerte cada día.

-Así que ¿Quien has dicho que eras?

-Es que no lo he dicho. Necesito que me lleves urgentemente al campamento mestizo.

Casi se atragantó cuando ella dijo eso. Que se creía, que iba a llevar a cualquiera que se lo pidiese al lugar que consideraba su hogar? Pues lo llevaba claro.

-No pienso llevar allí a alguien que ni siquiera conozco. No sin saber quien eres y para que quieres ir. Y eso suponiendo que te crea, así que ya puedes desembuchar- Y lo cargó todo con una mirada totalmente helada. Ya había perdido bastante en la vida, no iba a poner en peligro estúpidamente lo poco que le quedaba.

Y ahora la sorprendida era ella.

-Tienes razón- dijo bajando la mirada. Parecía estar recordando algo que no le gustaba demasiado - no he empezado bien, lo siento- parecían disculpas sinceras.

-Entonces podrías comenzar explicando quien eres y que haces aquí así.

-Hm, vale, mi nombre es Uriel - hizo una mueca de asco - pero me llaman Uri, y soy hija de Loki. El Dios de la mentira y del engaño de la mitología nórdica. Pero sin que sirva de precedente, por suerte he heredado las cosas buenas de él, que no son muchas pero están ahí.