Disclaimer:Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de J.K. Rowling. Solo los tomo prestados para divertirme con ellos, no percibo ningún beneficio económico.

Abrió sus ojos un poco desorientado, no recordaba dónde estaba ni que había sucedido luego de la muerte de Lord Voldemort. Movió un poco sus muñecas para percatarse de que se encontraba esposado a una grandísima cama de docel con sábanas de seda color azul profundo, se encontraba desnudo y ese color hacia resaltar su piel y mirada un poco más.

Recorrió la habitación con la vista, no tenía sus lentes pero parecía no necesitarlos. Era lujosa y algo tétrica por sus contrastes nítidos. Sólo había un armario empotrado y era muy espaciosa.

¿Dónde mierda estaba? ¿Lo secuestraron? ¿Estaba todo bien con las personas que le importan? ¿Los mortífagos estaban capturados?. Le desesperaba no saber que estaba sucediendo, él debería estar durmiendo en su cama en la Torre de Gryffindor no ahí. Tiro la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos esperando que esto sea algo bueno dentro de todo.

La tela de las sábanas le hacían cosquillas por su suavidad, lo hacían retorcerse un poco. Suspiró pensando que quizás todo ha terminado. La guerra. Los Horrocruxes. Los Death Eath. Voldmort. Al fin era libre, estaba vivo, podría ocuparse de si mismo y elegir la carrera que se le antojara.

—Veo que el joven amo ya despertó —Una voz a su lado lo hizo sobresaltarse, abrió sus ojos y fijó la vista en la elfina doméstica a su izquierda mientras le tendía por el regazo una bandeja con comida y pociones—. El amo estará feliz, Sosó debe ir a contarle de inmediato.

Harry miró como la elfina desaparecía, movió las manos esperando poder moverlas y así pasó, tan sólo para llegar al plato. Él pensó que la persona que lo tenía cautivo era asquerosamente rico, y, que lo tratara con ese pequeño detalle se le hacía confuso. ¿Estaba esposado, secuestrado lo definía mejor, pero tenía a su servicio a un elfo doméstico?

Comió todo lo que había ahí, luego procedió a oler las Pociones; una regeneradora de sangre, para dormir sin sueños y una para descansar los músculos. Todo era cada vez más confuso, no entendía el porqué era tratado de esa forma. Se bebió dos pociones, dejando la de dormir para después.

La elfina volvió, retirando la bandeja vacía y diciendo que su amo vendría a verlo y luego de eso podría tomar una ducha. Harry se quedó cómodo en su cama, ya nada le preocupaba, estaba aliviado. Pero todavía le dolían las muertes ocurridas, todos los que habían fallecido luchando a su lado siempre tendrían un espacio en su corazón.

La puerta se abrió lentamente, para mostrar a un rubio de ojos grises, alto y esbelto, con un porte de elegancia y superioridad exquisita, Harry admiró lo guapo que se veía. Draco Malfoy acababa de entrar por la puerta, con ese atractivo único e inconfundible.

—Buenas tardes, señor Potter —se acercó hasta los pies de la cama, su arrastre de palabras se le hizo sexy a Harry—. Espero que lo hayan tratado muy bien —recorrió el cuerpo en la cama con una mirada hambrienta, que logró hacer retorcer a Harry por ella. ¿Su secuestrador era ese rubio petulante? ¡Merlín lo ayude!

—Todo lo bien que se puede al estar atado —murmuró con amargura y voz ronca, mirando directo a los ojos de Malfoy. Su enemigo jurado estaba frente a él pero no sentía odio hacia él, más bien alivio al saber que estaba bien, aunque lo había visto junto a sus padres en el Gran Comedor al finalizar la batalla. En esos momentos no se arrepintió de volver por el fuego demoníaco a salvarlo.

—Eso es para que no intentes irte. Eres mío, por lo tanto no podrás salir si yo no te lo permito.

¿Se creía ese rubio que él era suyo? Peor aún, ¿sería tratado cómo un exclavo? ¡Él no quería eso! ¡Ya nadie manejaría su vida, sus decisiones! ¡Menos un mortífago!. ¿Con qué derecho venía a reclamarlo? Él no le gustaba en absoluto Draco Malfoy... Bueno, quizás un poco. Pero muy poquito. Con esas largas piernas, ese culito respingón y firme a la vista, la actitud arrogante y dominante que conseguía todo lo que quería.

Ahora el ojo de Malfoy estaba puesto en él, ¿o siempre fue así?, y, estaba seguro, trataría todo por cumplir lo que tiene planeado para él. Un futuro castigo con crucios era la probabilidad. Sin mencionar a Lucius Malfoy participando en esto, un Malfoy era insoportable, ver a dos Malfoy creyéndose lo mejor hacia ver suaves a los crucios.

—No te pertenezco, Malfoy —dijo con todo el veneno posible, él no sería tratado como un vulgar objeto. Suficiente tenía con la Orden, gracias—. Así que te pediré que me desates y me dejes ir —sus ojos brillaron en desafío, retándolo a que intente algo—. Tengo que ir con los Weasleys —sonrió encantadoramente, no había razón para insultar a Malfoy. Las cosas han cambiado y por más que hayan estado en el bando oscuro a Harry no le importaba eso. Si él tuviera una familia que proteger y estaría en sus manos hacerlo, sin pensarlo dejaría todo para cumplir.

—¿Para qué? ¿ir a verte con la comadrejilla? —su rostro era impasible, sus ojos mostraban celos en estado puro, su cuerpo estaba rígido comenzando a enfadarse. Nadie debía tocar a Potter, había aguantado tantos años para tenerlo así, a su merced, y nadie se lo arrebataría—. Ya te he dicho que me perteneces, todo tú —conjuro una carpeta y se la tendió a Harry, que se mantenía tranquilo y se estiró para agarrar la carpeta, haciendo que la sábana se le resbalara un poco más. Malfoy lo miró sorprendido, él había encantado las esposas para que no se movieran, pero ahora parecían tener una soga invisible que le permitía a Potter moverse—. Es nuestra acta de matrimonio —susurró con voz entrecortada, mirando más intensamente el abdomen, olvidando el asunto de las ataduras, frente a sus ojos y deseando ver hacia dónde le guiaba esa mata de cabello negro que se perdía hacia el sur. El cabello negruzco estaba más revuelto de lo usual, dando un aspecto de recién follado a Potter, y daba la impresión de ser terriblemente sedoso al tacto. Deseó poner las manos en ese chico, que odio por años.

Harry leyó todo, se le hacía un poco más fácil entender por los libros que sabía leer mientras estaba en la búsqueda de horrocruxes. El contrato establecía que Harry sólo podía tener relaciones sexuales con Malfoy, viviría donde Malfoy estableciera, compartirían cama, debía aceptar todas las muestras de cariño de su parte, no podía tener amantes porque éstas morirían al paso de las horas. Eso estaba bien dentro de todo, era legal y es como funcionaba, suspirando porque ese papel era legitimo y original. Él pediría un abogado para que cambié algunas cosas cómo las pertenencias y herencias. Todo lo que pueda dentro de eso.

Lo que Malfoy y él tenían era un vínculo, algo irrompible y sagrado. Las personas que llegaban a tener un vínculo mágico era porque se amaban profundamente, era una bendición porque significa que estabas destinado a esa persona. La magia veía a través de ti para decidir si son compatibles o no y si sus sentimientos son reales, al vincularte pasas a pertenecer a la otra persona en todo sentido, compartirían magia, emociones y pensamientos. Algunas personas optaban por un matrimonio al no saber si el vínculo se completaría. Cuando dos personas estaban vinculadas un brazalete de color dorado aparecía en su muñeca. Su nombre, actualmente, era Harry James Potter de Malfoy.

—No tengo el brazalete —le dijo a Malfoy, quizá se equivocó de Harry Potter—. ¿pensabas que no me había dado cuenta? Muy delatador este papel, sinceramente.—bufó por la cara atónita de Malfoy. Él no era un estúpido ignorante, sabía exactamente todo eso. Tanto tiempo en Grimmauld Place tenía que servir de algo, ¿no?

Malfoy sí la tenía y la mostraba orgullosamente.

—Snape me ayudó a esconderla —explicó el rubio—. Estamos vinculados desde 1996, no sería bueno que los dos tuviéramos el brazalete si ninguno había tenido pareja antes. Mi padrino y yo hicimos un hechizo para que a ti y a todas las personas en las que confías no la viesen. Sólo podrían verla las personas que tenían un interés romántico y sexual contigo, cómo advertencia. También logramos evitar que pudieras sentir el vínculo mental pero yo lo sentía todo —sonrió de lado, algo que sorprendió a Harry. Nunca lo había visto siquiera reír realmente, siempre había sido forzado—. Sólo quiero que lo intentemos —murmuró, mordiendo sus labios.

Era la única opción que les quedaba, ya que no podrían estar con nadie más. Harry suspiró y aceptó, acordaron que iban a presentarse ante la Sociedad Mágica cómo esposos aunque su relación recién estuviera comenzado. Malfoy le había asegurado que él organizaría el listado de los eventos y funerales a los que debía asistir. Primero harían sus obligaciones como ciudadanos y luego se darían el tiempo de conocerse.

Pero aún seguía pensando en cómo había llegado ahí, los vínculos eran rituales mágicos muy importantes que se llevaban con el consentimiento de ambos. En este caso, él no tenía idea de que algo así había sucedido. No sintió cambios, más allá de sentirse con demasiado poder acumulado en sus venas, no se dio cuenta de que sus pensamientos estaban atados a los de otra persona. Entendía, mas o menos, porque Malfoy se había puesto celoso de Ginny, en ese año escapando y buscando almas oscuras de Voldemort, él había tenido uno que otro sueño húmedo ocasional.

Luego de todo lo acordado, Malfoy por fin lo soltó, escribió una breve carta a los Weasleys, diciendo que todo estaba bien, que él estaba seguro y que asistiría al funeral de Fred Weasley con su... pareja, aún así no la presentaría por respeto a la memoria de todos los caídos en batalla.

*

—¿Estás seguro de que quieres que te acompañe? —dos semanas habían pasado desde la guerra, todo están listo para comenzar con los funerales masivos. Malfoy acomodaba su corbata gris y prendía los botones de su saco. Llevaba un traje negro, pulcramente planchado con una camisa del mismo color.

—Eres mi pareja ahora, no tengo intenciones de esconderlo —respondió simplemente Harry.

La primera semana que pasó en Malfoy Manos fue muy tensa, Lucius lo trataba cómo si nunca se hubiesen visto antes y Narcissa le sonreía, diciéndole que su deuda de vida la pagara haciendo feliz a su único hijo. Él había pasado bastante tiempo aprendiendo sobre leyes, aunque le interesaba más la economía, también sobre los modales y posturas. Estaban haciendo de él un digno Malfoy, sin olvidar sus valores, sólo aprendía lo básico como por ejemplo llevar a cabo una velada de la alta sociedad sin problemas, temas triviales que a él le parecían aburridas, las posturas del cuerpo. Había entrenado su físico esas semanas, a pesar de que había desistido en la idea de ser auror. Por las noches sufría unas extrañas pesadillas que le dejaban horas angustiado y sin poder dormir, enviando esos sentimientos a Malfoy a través del vínculo. El rubio solía aparecer con un vaso de agua, velaba su sueño y es algo que a Harry le creaba una exasperante sensación en el estómago.

No abandonó la mansión para nada más que para ir al Ministerio a testificar en el juicio llevado a cabo a la familia de su consorte. Lucius recibió arresto domiciliario y limitación a su magia, Narcissa era libre como una blanca paloma ya que ella no había participado en nada relacionado al Señor Oscuro ni llevaba la Marca, Draco solo tuvo que pagar una suma monetaria por los daños a un establecimiento. La noticia salió en El Profeta, dónde se insinuaba que los Malfoy habían salido bien parados gracias al irresistible Salvador del Mundo Mágico.

Ron y Hermione le mandaban una que otra carta casual mostrando su preocupación ya que él había cerrado el paso a Grimmauld Place a todos y ellos pensaban que estaba sumido en depresión, cosa totalmente incierta porque no se sentía así, dolido y un poco culpable sí pero Draco Malfoy se preocupaba de mantenerlo ocupado para que no se perdiera en sus pensamientos, además de que siempre estaba en los momentos donde el se levantaba pensando que todavía estaban en el bosque, escapando. Tampoco había sido muy revelador en sus cartas.

Con Malfoy habían comenzado a conocerse sin querer. Por las tardes, dependiendo del humor de Harry ese día y luego de las clases diarias, salían por los jardines a conversar o jugaban quidditch en un partido de buscadores, se dieron cuenta de que él otro no era cómo habían pensado todos esos años y mantenían largas charlas de lo que pensaban. A Harry le gustaba ese Malfoy, si bien antes se había fijado en su físico que era hermoso, ahora su mente le atraía como abeja a la miel. Le había sacado el hechizo y practicaban juntos para mejorar sus habilidades de pareja. Draco se comportaba excelentemente con él, estaba cortejándolo sutilmente, confiaba más en él de lo que alguna vez confió en Granger o Weasley. A sus amigos los quería y confiaba en ellos pero a veces sentía la necesitad de ocultar su personalidad o pensamientos en su presencia, con Malfoy eso no sucedía. Era arrogante, egoísta, antipático, sarcástico, cariñoso, intenso, apasionado, posesivo, rudo, veía amor, veía odio, y eso le volvía loco.

—Prometo ser un buen esposo y no decir nada hiriente frente a tus amigos —concluyó, y prometió, Malfoy. En esas semanas también se dio cuenta de que al rubio no le molestaba para nada estar casado con él, siempre se mostraba altanero y orgulloso del título. Ambos habían prometido adaptarse uno al otro, pero no había hecho falta porque se complementaban de una manera excelente. Harry sentía que podía sacar todo su lado Slytherin escondido en su interior. Veía la forma hambrienta y excitante en la que el rubio lo miraba.

—Vamos, idiota —rió Harry, posando su brazo por sus hombros y desapareciendolos en Hogsmeade.

El funeral se llevaba a cabo en Hogwarts. Caminaron hasta el límite de las protecciones de la escuela que aún estaba en construcción. Un poco nervioso, Harry deslizó su brazo hasta tomar la mano de Malfoy entre la suya. Era su primera aparición pública, el brazalete brillaba en dorado más que nunca.

Entraron a paso lento, en silencio, al llegar se separaron. No querían llamar mucho la atención, los protagonistas eran los héroes y salvadores que habían dejado la vida para que la comunidad mágica sea mejor, no ellos. No Harry Potter y Draco Malfoy.

El rubio se colocó al final, mientras observaba a Harry dirigirse al Ministro de Magia saludándolo cálidamente para luego ir a abrazar a una llorosa Molly Weasley que se aferró a él. Vio cómo todos lo abrazaban y retaban un poco. Ginevra Weasley quedó al final y le dio un beso cerca de los labios, él rodó los ojos y envió su advertencia a Harry a través del vínculo.

Harry se sentía un poco incómodo, Ginny lo abrazaba y lloraba en su hombro, sentía su respiración en su cuello y no era correcto. Cuándo todo hubo terminado y todos estaban tranquilos estiró su mano izquierda un poco para que el traje dejara ver su brazalete, con la clara intención de que la vieran. Éste brillaba, sentía el confort de Draco por él, apoyándolo en esto que sería muy difícil.

La primera en notarlo fue Hermione, cómo siempre, pero ignorante a lo que significaba.

—¡Qué hermosa joya, Harry!—susurró encantada, tomando su mano para visualizarla mejor, llamando la atención de todos los Weasleys—. ¿Te la ha regalado tu pareja?

Ron, que estaba al lado de ella en ese momento, ahogó un gemido. Arthur y Molly se miraban confusos y preocupados entre ellos, George no tenía expresión alguna, Charlie y Ginny lo miraban incrédulos, Bill y Fleur encantados.

—Sí, es un vínculo, Hermione —explicó él, ella le dio una mirada de compresión y, ala vez, confusión—. Soy, legalmente, un hombre casado.

El silencio se hizo sobre ellos, mientras las otras personas abandonaban el lugar. Ninguno dijo nada, así que él decidió romper el silencio.

—Realmente lo estoy desde hace dos años, aproximadamente —negó un poco —, la persona con la que estoy vinculada cuidó de ambos perfectamente. Evitó que me preguntaran cosas ocultando la unión.—no pensaba explicar nada más, él no se las tenía que dar a nadie.

Todos fruncieron el entrecejo desconfiados.

—Es una excelente broma, Harry —rió nerviosamente Ginny, sus ojos se empaparon un poco porque muy dentro de ella sabía que con la magia no se podía jugar.

—No lo es —escuchó una voz a su espalda, casi pegada a su oreja y reprimió sus ganas de sonreír mientras inhalaba el dulzor de la colonia de Draco—. Es auténtico.

Ron rodó los ojos, molesto de que esa sabandija tuviera cara para aparecerse en algo así, no notó el brazalete en la muñeca derecha.

—Nadie pidió tu opinión, sucio hurón entrometido —dijo con voz cortante y cansina, sólo quería que ese mortífago se fuera.

Draco le sonrió abiertamente, sorprendiendo a todos los presentes menos a su esposo, se arremangó un poco el saco dejando ver su unión y un reloj de oro, mirando la hora contestó al fin;

—Ha sido una charla placentera, pero nuestro tiempo es limitado —tomó la mano de Harry, sin mirar a los demás—. Quizás nos reunamos a hablar sobre esto —dijo con evidente desgano, viendo como Ginny dejaba escapar lágrima tras otra mirándolos—. ¿Nos vamos, amor?

Harry lo miro, eternamente complacido del comportamiento esquivo del rubio, poco le importó la cara o la opinión de los presentes. Les sonrió, besó la mejilla de Draco para luego tirar de él alejándose.

*

"Harry;

Me gustaría que me explicaras un poco lo que sucedió hace dos días.

Ginny está destrozada, no ha parado de llorar y de sugerir que Malfoy te ha dado una poción de amor. Ronald dice que eso es imposible, que tu jamás te fijarías en Malfoy.

Harry, nosotros te apoyamos en todo pero no en eso. Esta mal. Terriblemente mal.

Piensa las cosas bien Harry, alejate de Malfoy y vuelve con los Weasleys. Con la carrera de auror y tu matrimonio con Ginny.

Hermione Granger."

Un molesto y tembloroso Harry entró en su oficina en la Mansión tendiéndole la carta. Lo miró a los ojos y pudo ver las dudas en esos hermosos ojos verdes.

—Jamás haría algo así —le susurró, rodeándolo con sus brazos y apoyando su cabeza en la del otro debido a que él era más alto. Sabía que a Harry le gustaba cuando lo abrazaba, desde ese día del funeral habían dormido juntos y terminaban hermosamente acurrucados—. Yo responderé a esto.

Harry asintió y rozó ligeramente sus labios con los del rubio, Draco suspiró, aún no se habían besado y la presión los estaba matando. El moreno se sentó en el sillón que estaba en una esquina, mirando a su marido mientras este cogía tinta y pergamino.

"Granger:

Sigo sin creer cómo has tenido mejores notas que yo y no sabes algo tan básico cómo lo son los vínculos mágicos.

Deberías dejar de ser ignorante e informarte un poco. Pero, ¿qué se puede esperar de una sangresucia con educación muggle? Deberías sugerirle al inteligente de tu novio que te haga una mujer digna, porque careces de educación mágica.

También te exijo que dejes de sugerirle esas ideas a mi esposo, una vez que sepas lo que es el vínculo y lo que conlleva nos sentáremos a charlar sobre mi relación con Harry.

Soy mejor que todos ustedes que lo único que han sabido hacer es sacar provecho de él. Ahora estoy yo y no permitiré que vuelvan a pisotearle y a interferir en sus decisiones.

Cordiales saludos;

Lord Draco Malfoy De Potter."

Se la pasó a Harry para que la leyera y este asintió, satisfecho con la respuesta. De cierta forma ya no le molestaba que su rubio esposo tratara así a sus amigos.

—Me gusta como firmas el final de la nota —sonríe y se sienta frente a él—. Debería usarlo más seguido, mi señor.

Draco le sonrió de lado, mirándolo divertido. A él también le gustaba su nombre, nunca lo admitiría pero siempre había soñado con eso.

Cuándo les contó a Narcissa y Lucius sobre el error en un hechizo y que estaba vinculado a Harry Potter creyó que sería el último día de su vida, pero se sorprendió cuando su madre comenzó a ver el lado positivo, Lucius sólo le advirtió que las cosas no serían fácil.

¿Por qué no usaban, Potter y él, esa intensidad y pasión cuando peleaban en un lugar mejor? Por ejemplo; en la cama, haciéndose cosas sucias mutuamente.

—Trato hecho, Señor Potter-Malfoy —lo miró con intensidad y deseo, fundiéndose en esas esmeraldas brillantes.

Harry se levantó y tímidamente se sentó en su regazo, Draco llevó su mano instintivamente hacia la espalda del moreno acariciándola, se acomodo acercándose a los labios del rubio. Los posicionó sobre ellos, moviéndolos suavemente, Draco no resistió y lo atrajo más hacia él haciendo el beso más rápido y profundo, abrió las piernas de Harry sentándolo a horcajadas mientras con su lengua delineaba los labios de éste pidiendo permiso para entrar a su boca.

Se desató un guerra de lenguas, Harry tiraba del cabello de Draco pegando más sus cuerpos.

Draco presionó el trasero de Harry, logrando sacarle un gemido, sin más se apareció en su habitación y dejó a Harry debajo suyo.

—¿Quieres hacerlo? —le susurró, dejando sus labios y bajando por su cuello. Eran vírgenes, pero Draco sabía como se hacía, después de todo su amigo era Blaise Zabini.

Harry mordió su labio y jadeó.

—Sí.

Draco le sonrió y procedió a meter las manos debajo de la camisa azul que llevaba puesta rozando con sus fríos dedos los pezones de Harry mientras dejaba una hermosa marca en el cuello.