Es una idea alterna a la saga de Macross conocida; he agregado detalles, personajes y otros de acuerdo a las necesidades de la historia.
Resumen :La fortaleza espacial SDF-2, al mando de la Almirante Lisa Hayes, dejó la tierra en el año 2012, sin embargo, algo sucedió en el espacio que le trasladó treinta años en el tiempo, a un punto sin retorno.
SDF-2; Perdidos en el Tiempo
Historia basada en "Robotech-Macross"
Capítulo 1
La celda de Ethan estaba a oscuras cuando se incorporó de un salto. No tenía claras nociones del tiempo; no sabía si habían pasado horas o días. Durante algún tiempo estuvo oyendo entre sueños lo ruidos emitidos por sus captores en el exterior, como si estuvieran arrastrando algo metálico que rozaba el piso de un material similar al concreto, que provocaba un ruido agudo muy molesto a sus oídos que finalmente lo terminó por sacar de su estado de inconsciencia.
Todo el ruido cesó después de un breve tiempo de espera, cuando comenzaba a maldecirlos por aquella tortura. Entonces se puso de pie, aún muy débil por el golpe recibido cuando su nave fue derribada; le dolía mucho la cabeza y la espalda, y a veces le costaba un poco mantener el equilibrio. Observó el pasillo a través de una rendija en la puerta sin lograr ver a nadie, sus oídos tampoco percibían ni los más mínimos ruidos de pasos. Aquella era su señal para intentar huir, por ello se concentró en empujar la puerta con todas sus fuerzas. Nada sucedió. Después de varios intentos en vano se rindió, entonces sucedió lo inesperado; algo o alguien manipuló el mecanismo interno de la cerradura y la puerta se abrió hacia adentro con un suave clic.
Ethan retrocedió un par de pasos creyendo que se trataba de sus captores, sin embargo, nadie se presentaba en frente.
Salió con cuidado al pasillo.
— "Ésa mujer, debe estar en unas de estas celdas" —se dio cuenta que sus pensamientos eran aún muy confusos -Debería salir, contactar a mi escuadrón… ¿Pero si al hacerlo se la llevan a otro lugar?
Se reprendió en silencio por haberse dejado derribar. Tendría que haber sido más cauteloso a la hora de hacer el reconocimiento.
— "Ian, Robert, espero que puedan encontrarme"
Unas pisadas interrumpieron sus pensamientos. Se volvió a toda prisa al ver al ver a tres de sus captores acercarse, los cuales se detuvieron un segundo al verlo fuera y la puerta de la celda abierta.
—¡Detente ahí! —gritó uno de ellos apuntándole con su arma. Sus pasos y los de sus compañeros resonaron por el pasillo al retomar el andar.
Era una locura intentar huir con tres hombres detrás o intentar enfrentarlos cuando se encontraba desarmado y débil. Se mantuvo quieto, limitándose a levantar las manos, rendido. Nada más podía hacer.
Mientas la distancia entre ellos se acortaba mas, se oyó el sonido de un disparo. Uno de los soldados se estrelló contra el suelo con una herida abierta en su espalda, otro más le siguió segundos después sin que comprendiera que estaba pasando.
Al final del pasillo se encontraba Robert.
El soldado que quedaba se volvió para enfrentarse al piloto. Ethan se aprovechó de la confusión para empujar al hombre contra la pared evitando así el accionar de Robert que iba a dispararle a matar.
—Lo necesito vivo-señaló tras haberse apoderado del arma del captor, apuntándole con ella a la altura de la cabeza mientras éste mantenía su cuerpo pegado a la pared
Robert bajó el arma, sin perder la guardia, muy atento a la posible presencia de nuevos soldados.
Ethan se concentró en la persona que tenía arrinconada. Su respiración se había vuelto agitada, presagiando que el piloto lo sometería a un interrogatorio.
—Vas a contestarme unas preguntas—dijo Ethan con aspereza—,si no me respondes no dudaré en dispararte. Dime dónde se encuentra la mujer.
El hombre mantuvo la boca cerrada.
El arma en la mano de Ethan hizo un sonido que resonó en los oídos del soldado, que luego sintió que esta descendía, seguido del estallido y un agudo dolor provocado por el disparo en su muslo. El soldado soltó un grito sordo
—Tu respuesta ha sido equivocada—dijo Ethan con brusquedad—Por cada vez que no me respondas voy a disparar y vas a sentir dolor, mucho dolor antes de morir—se detuvo para que su amenaza surtiera efecto—A menos que me digas lo que quiero saber.
El soldado tenía el rostro contraído por el dolor, pero continuó con su silencio. Ethan en tanto, apuntó con su arma en la otra pierna.
—Creo que después de esta pierna seguiré con tu brazo. Y puedo entretenerme con cada parte de tu cuerpo todo el tiempo que yo quiera—señaló con indiferencia cual torturador.
—¡Está bien, sólo no dispare! —gritó el soldado—La mujer está en la última celda.
Ethan recibió lo que quería y le golpeó en la nuca con el arma. El hombre se desplomó inconsciente.
—Capitán, se ha precipitado.
Ethan miró a Robert que estaba a pocos pasos de distancia reprochándole un actuar que se consideraba indebido.
—Era necesario, hay alguien más aquí y parece ser de los nuestros.
— ¿De los nuestros? Es imposible, nadie más aparte de nosotros ha venido a este planeta.
Robert corrió por el pasillo siguiendo a su capitán.
—Es un señuelo, debemos marcharnos—quiso advertir.
Ambos se detuvieron delante de la celda señalada. Ethan puso la llave en la cerradura, que había extraído de uno de los guardias caídos.
Apenas un tenue rayo de luz entraba por las aberturas en los muros iluminando el rostro de la mujer. Ésta miró a Ethan de manera intensa, con los ojos abiertos como platos, como si en él hubiera visto un fantasma. El joven piloto sintió como si esa mirada profunda quemara.
La mujer sostuvo la mirada unos cuantos segundos solamente antes de que se desplomara. Ethan la alcanzó antes de que su cuerpo tocara el suelo. Su cuerpo era liviano, dándole a suponer que su cautiverio había sido bastante tiempo
—Necesitamos salir de aquí, ¿puedes cargarla? —preguntó Robert, Ethan negó con la cabeza—Entonces la llevaré yo—señaló mientras cargaba a la mujer en sus hombros.
Corrieron por el pasillo, llegaron a las escaleras y subieron por ella cautelosos. Robert sabía que había más soldados en el exterior, la cuenta exacta de cuantos vio cuando pudo colarse al interior de esa construcción no podría aclararla, pero si sabía que eran en un número superior a veinte.
Llegaron hasta un extenso pasillo en el piso superior, avanzaron por el hasta alcanzar una nueva puerta donde se introdujeron. Era una habitación bastante espaciosa, con una mesa en el centro sobre la cual aún permanecían los restos de la última comida de los soldados. Parecía seguro por el momento.
Ethan se acercó a la mesa, despejando un sector con sumo cuidado y en susurro le habló al teniente:
—Déjala aquí. Con cuidado.
Robert recostó a la mujer que aún permanecía inconsciente. Se veía en mal estado, su cabello un poco desgreñado, sucio, al igual que su uniforme blanco en que se enfundaba su delgado cuerpo que ahora mostraba un tono café des uniforme. Su rostro no se quedaba atrás, bajo una capa de polvo se encontraba la suave piel de una mujer de tez blanca. Robert limpió su rostro con avidez tratando de reconocerla.
—Es hermosa—dijo al acabar con su labor.
—Ella es…-dijo Ethan contemplando el rostro, tenía la ligera impresión de que le parecía algo familiar, sólo que no podía recordar donde lo había visto. Descendiendo su mirada, observó su uniforme—Es de los nuestros…Es…es el uniforme antiguo usado por la RDF…No entiendo—murmuró confundido viendo al teniente.
—Ni yo, capitán—respondió Robert
—Y se ve mal, necesita atención médica.
—Tenemos que llevarla con nosotros y averiguar de quién se trata. Es el uniforme de un oficial de alto rango, el almirante Hunter querrá saber de quién se trata—dijo Robert. Ethan asintió con la cabeza.
—¿Cómo vamos a salir de aquí sin que nos vean los soldados? —preguntó de pronto Ethan.
—En silencio no saldremos—aseguró Robert.
Aquella respuesta disipó los temores de Ethan, quien podía asegurar que el teniente tenía algo en mente, seguramente estaba de acuerdo con el resto del escuadrón. Aún se preguntaba cómo había dado con él y cómo se había colado en una instalación bien vigilada por aquellos soldados que derribaron su nave. No era el tiempo para hacer ese tipo de preguntas, ni hablar demasiado ya que no era tiempo de cometer ruidos algunos teniendo una carga con ellos. Ella debía salir con vida de ese sitio.
—¿Puedes contactar al escuadrón?
Robert sonrió extrayendo de su uniforme un transmisor, luego miró el techo, como queriendo asegurarse que podría ser roto con facilidad. Ethan comprendió el mensaje.
—Cederá con facilidad—murmuró conforme
—Diles que no podemos esperar.
Se oyeron sonidos en el pasillo de los soldados corriendo presurosos, al parecer a esas alturas ya se habían dado cuenta de la huida.
—Ya tienen nuestra posición, es seguro para una extracción. ¡Ahora! —señaló Robert al notar que la puerta se abría dando paso a varios soldados que les apuntaban directamente con sus armas.
— ¡Levanten sus manos y ríndanse, no tienen escapatoria! —gritó uno de esos soldados.
Ambos pilotos dejaron caer sus armas, con toda la tranquilidad del mundo. Antes de que uno de los soldados diera el primer paso para acercarse, el techo retumbó y estalló con fuerza. Robert se hubo lanzado sobre el cuerpo de la mujer para cubrirla de la nube de polvo gris que se levantó y de uno que otro escombro que pudiera lastimarle más de lo que ya estaba.
En lo alto se oían los sonidos de los motores de las naves y los estallidos de las armas; uno tras el otro, los soldados fueron cayendo muertos en el piso. Entonces cuando la nube se fue desvaneciendo, se pudo ver sobre el techo un Veritech sobrevolando en modo guardián.
— ¿Está todo bien allí capitán? —se oyó la voz del piloto a través del comunicador de Robert, quien en ese momento permanecía inconsciente, había sido alcanzado por unos de los escombros del techo.
Ethan dirigió la vista hacia su teniente, él también se había lanzado al suelo, protegiéndose de los disparos. Se puso en pié lo más rápido posible y cogió el radio.
—Sácanos de aquí, Robert está herido y tenemos a alguien más con nosotros.
El ruido de otros estallidos no había cesado en el exterior, por lo visto la batalla con los resquicios de esa tropa no había terminado del todo, aún era muy inseguro para el escuadrón.
—No te distraigas, Perry—reprochó Ethan, tomando en consideración que su subalterno a veces era demasiado confiado.
—Claro que no, capitán— fue la respuesta.
Inmediatamente el Veritech comenzó el descenso por la abertura en el techo, considerablemente grande como para permitir su acceso.
La cabina del piloto se abrió y Perry se bajó de un salto para ayudar a Ethan quien quitaba de encima de la mujer, el cuerpo del teniente. Sin mucha dificultad y entre ambos, dejaron el cuerpo de la mujer en el interior de la cabina, con cuidado en el asiento del copiloto. Luego regresaron por Robert a quien acomodaron en una de las manos mecánicas de la nave.
—Esto va a ser algo incómodo capitán—señaló el piloto refiriéndose al viaje en cuanto estuvo dentro de la nave. Con un cálculo preciso, movió las manos del robot, para tomar mejor de mejor forma y segura a los pilotos.
La nave se elevó de nuevo. Ethan cerró los ojos para protegerse del polvo, los mantuvo así porque luego no podía abrirlos debido a la fuerza ejercida por el viento mientras la nave volaba con velocidad necesaria para permitir el escape.
Llegaron hasta un punto del desierto, un cañón a no mucha distancia de las instalaciones de la que habían huido, y en la que se encontraba oculto el Veritech del teniente que aún no reaccionaba.
Con prisa, tanto Ethan como Ian bajaron de la nave. Llevaron el cuerpo del teniente hacia el VF oculto por una malla de camuflaje. Ian se encargó de descubrirlo, abrir la cabina para una vez más junto al comandante repetir el mismo proceso que hicieron con la mujer.
Una vez el cuerpo de Robert acomodado en el asiento del copiloto, Ethan se encargó de los controles mientras Perry regresaba a su nave, para acto seguido, seguir a ruta de su comandante.
—Escuadrón Skull, repórtense—solicitó Ethan.
—Skull 4, Skull 5, Skull 7, detrás de usted capitán—respondieron casi al mismo tiempo.
—Skull 6, sigo su ruta pero tengo problemas, solo responde uno de los motores.
—Skul 3 a líder, ¿Cuáles son sus órdenes?
—Nos vamos de regreso a la nave.
—Entendido capitán— respondieron los subalternos a coro.
—¿Me perdí de algo? —murmuró de pronto Robert que comenzaba a incorporarse.
—Regresamos al Ventura, debemos llevar esa oficial a la estación espacial para que reciba la atención médica que necesita.
—Como usted diga, capitán—asintió al tiempo que se acomodaba mejor en el asiento, sintiendo un fuerte dolor en la espalda que le doblegó.
—Será mejor que evites hacer movimientos, te golpeaste muy duro, también necesitas ser atendido—aconsejó Ethan, Robert no tenía más que hacer caso, no pretendía sufrir más dolores ingratos.
Estación espacial Libertad.
Se había informado al alto mando de la presencia de una desconocida que el escuadrón de reconocimiento llevó a bordo de la nave Ventura. Desde el SDF-3, el almirante Hunter dejó instrucciones claras de interrogar al oficial apenas recuperara el conocimiento; el hecho que esa mujer llevara el antiguo uniforme de las fuerzas robotech resultaba extraño, tanto, que alteró casi por completo al alto mando.
En unos de los cuartos del hospital, se encontraba descansando la mujer después de haber recibido las primeras atenciones; los exámenes de sangre realizados no mostraron signos de contaminación u enfermedad, también se descartó a través de ellos genes pertenecientes a la raza Zentradie. Su estado actual se debía netamente a haber pasado un tiempo suficiente en cautiverio, se encontraba deshidratada y con pérdida de peso considerable.
Los esfuerzos de los médicos de la estación espacial se concentraron en administrarle sueros para hidratar su cuerpo. Luego sólo quedó esperar hasta que reaccionara por sí misma mientras los más altos oficiales de la estación esperaban casi con impaciencia su incorporación.
Casi tres horas pasaron desde que ella fue internada. Observada por la enfermera a cargo abrió sus ojos lentamente, con señales claras de hacerlo de manera bastante confundida. Su vista viró de un lado a otro del cuarto esterilizado fijándose finalmente con dificultad en la mujer de batas blancas que le miraba con el rostro imperturbable, y que sostenía una ficha en sus manos.
— ¿Dónde…dónde estoy? —balbuceó con dificultad, su voz apenas era apenas audible. Sentía la boca aún reseca y le costaba enfocar claramente a la persona que tenía en frente.
—En la estación espacial Libertad, ¿le es familiar? — inquirió sólo para probarla.
La mujer se llevó la mano a la frente, su expresión se contrajo como si estuviera forzando su mente a hacer memoria. Tenía muy claro quién era, cuál era la función que desempeñaba para las fuerzas de la RDF, pero no, no le era para nada familiar el nombre de esa estación, ni siquiera estaba en conocimiento que existiera siquiera.
Negó con la cabeza. Tenía muchas dudas y necesitaba que la persona en frente se las contestara, sólo que ésta, según las instrucciones recibida por sus superiores, se le adelantó.
— ¿Sabe cómo se llama?,¿cuál es su cargo?
La mujer se incorporó sentándose en la cama, moviendo con dificultad su brazo izquierdo donde le habían conectado a un catéter a través del cual le administraban suero.
—Mi nombre es Elizabeth Hayes—levantó la vista para mirar con suficiencia a la enfermera—almirante al mando de la fortaleza espacial SDF-2…-
Todavía no terminaba de hablar cuando vio como la ficha que la enfermera sostenía en su mano se deslizaba de entre sus dedos, mientras que la mano libre, en forma inconsciente llegaba hasta su boca para cubrir su expresión impresionada. Literalmente ésta se había quedado con la boca abierta a más no poder y sus ojos abiertos como platos.
Lisa se preguntó el por qué, el solo hecho de responder a su pregunta causaba una impresión de singular magnitud.
—¿Me dirá a que se debe todo eso? —inquirió bastante turbada, había tratado de hablar lo más fuerte posible con tal de sacar a la enfermera de ese estado de impresión; por más que ésta movía los labios, no era capaz de articular palabra alguna.
No hubo respuesta. La vio retroceder tres pasos, luego volverse a toda prisa corriendo prácticamente hasta la puerta.
Confundida. Esa era la palabra para definir el estado en que había quedado ante el actuar de la enfermera.
Se sobó ligeramente el brazo, la sensación de las gotas de fluido paulatinas en sus venas era una sensación extraña.
Tal vez habían pasado un par de minutos cuando oyó el ruido emitido secas pisadas de personas acercándose con prisa hacia la habitación. Luego vio la puerta abrirse e ingresar a dos personas, entre ellos un oficial de alto rango. Ambos mostraban miradas serias en sus rostros desconocidos.
Su condición de oficial le hizo llevar su mano a la frente al reconocer en sus uniformes el logo perteneciente a las fuerzas de la RDF, un saludo debidamente correspondido por las personas que luego se detuvieron al pie de la cama, erguidos correctamente, con expresión inmutable y mirada insistente.
—Almirante Elizabeth Hayes, comandante del SDF-2 misión Tirol —se presentó, logrando que los rostros rompieran su expresión impasible.
—Almirante Hayes…—se aclaró un poco la garganta antes de proseguir—, soy el general Marcus Brown de la RDF. —señalando a su acompañante, dijo: —Él es el Doctor Brian Smith. Tengo petición expresa del almirante Hunter de someterla a un interrogatorio-
—¿Almirante Rick Hunter? —Lisa le interrumpió. ¿Qué estaba pasando en este universo? ¿Desde cuándo Rick había sido nombrado almirante?. No sabía que pensar en ese momento. Todo era bastante complicado para su mente confundida.
—Efectivamente—respondió el hombre de forma escueta, mientras sus ojos contemplaban la expresión de la oficial, analizando y comprobando su desorientación.
Lisa calló. Tenía que aclarar sus ideas.
Rick Hunter. Hacía tres meses que no le veía, tiempo mismo en que su misión en búsqueda del planeta de los maestros de la Robotechnología inició, pero en esos tres meses no era posible que él hubiese alcanzado ese rango, tampoco en ese tiempo era posible que se construyera una estación espacial. Cuando dejó la tierra ni siquiera se proyectaba la construcción de uno.
—Almirante Hayes, ¿se encuentra usted bien?
—Estoy confundida, señor—respondió.
— ¿Sabe qué año es? —preguntó. Lisa negó—Es el año 2042—informó, para desasosiego de la almirante.
Lisa negó con la cabeza. Después de todo lo que había pasado, suponía que se encontraba dentro de una pesadilla, era lo único que podía explicar que se encontrara en tal año, sin embargo, todo parecía tan real.
—Se entiende su confusión. Tanto para usted como nosotros existen muchas interrogantes, según nuestros antecedentes la fortaleza espacial SDF-2 fue calificada como perdida en el espacio el día 7 de octubre del año 2012; sólo hubo un registro de un informe que se encontraban siendo atacados por una flota de naves desconocidas, después de eso, todo indicio de las presencia de esta nave en el universo desapareció. ¿Puede informarme algo al respecto?
—Es imposible—murmuró Lisa, aunque no pretendía exteriorizar sus pensamientos.
—¿Almirante? —interrogó el general.
—7 de octubre…, he contado los días desde la fecha en que nuestra nave fue atacada, desde ese entonces y hasta ahora no ha pasado más allá de un mes. Todo lo que usted me informa es imposible. Son casi treinta años de diferencia—señaló con notoria amargura. El de despertar del sueño era ahora o nunca.
Los ojos de la almirante Hayes se tornaron brillantes, mientras miraba de un lado a otro, esperando con impaciencia que despertara en aquel sitio donde había sido recluida por sus captores. Nada sucedía.
Por su parte, el médico que había mantenido el hermetismo verificando con suma cautela los resultados de los análisis realizados a la sangre de Lisa y comparándolos con otro archivo en sus manos, al notar su estado de intranquilidad, decidió intervenir.
—Por favor general, debe suspender el interrogatorio—sugirió. Dio un par de pasos hacia el costado de la cama y presionó un botón para solicitar la presencia de las enfermeras, luego registró a la paciente—Está en un estado de conmoción, no recomiendo que sea sometida a presiones en este momento. Sugeriré la administración de un sedante para tranquilizarla, podrá interrogarla cuando mis estipulaciones lo consideren adecuado—-definió con autoridad sobre su área.
—Comprendido, Doctor Smith.
En ese momento la puerta se abrió nuevamente, dando paso a dos enfermeras que llegaron presurosas antes la presencia del médico.
—Por favor general, tengo que pedirle que abandone la sala para que la paciente sea tratada.
El general asintió, giró sobre sus talones y se dirigió a la puerta.
— "Esto no tiene lógica" —pensó ya fuera de la sala, intentando mantener su compostura que en un momento creyó perder.
Debió esperar unos cuantos minutos la salida del doctor Smith.
—Revisé nuevamente los resultados de sus análisis, comparándolos con los registros en nuestra base de datos—le extendió los archivos a su superior—no hay duda alguna que se trata de quien dice ser, el ADN concuerda en un cien por ciento. —señaló.
— ¿Sabe lo que me está diciendo Smith? —preguntó aún con una cuota de incredulidad.
—Sí, señor—respondió con convicción ante las pruebas irrefutables que él mismo había constatado.
—El almirante Hunter debe ser informado de manera inmediata.
No concluía de hablar cuando ya el general se encontraba caminando presuroso hacia el centro de mando de la estación, seguido de cerca por el doctor Smith, que ya había entregado precisas instrucciones a las enfermeras para tratar a la paciente.
Fin Capítulo 1
Nota de autor: Siento que han pasado siglos desde la última vez que publiqué un nuevo capítulo de este fic, y pues aunque esto se trata solamente de comenzar a subir nuevamente la historia, he logrado retomar y siento que puedo continuar.
No está demás decir que si no te gusta esta historia no sigas leyendo. Las críticas constructivas son bienvenidas, pero esta es mi historia y en mi mundo yo mando, me equivoque o no.
