Pues bueno, explicaba en Facebook que la trama de alma gemela se me había bloqueado, cuando eso me pasa, es porque estoy forzando la trama.
Asi que estoy reescribiendo alma gemela, voy a ahondar un poco más en los personajes y la piedra del destino y voy a presentar más como era la relación de SS como amigos.
Espero esta versión les guste más.
Hay un mito, tan viejo como el universo mismo, que habla sobre la creación de la piedra del destino.
Se dice que Venus, harta de las travesuras de su hijo Cupido, decidió quitarle el poder de las flechas que le ayudaban a dictar el destino amoroso de los mortales.
Pero al ya no tener Cupido el poder de juntar a los humanos, tuvieron que buscar una solución para que aquellos predestinados se encontraran.
Junto a su esposo, Marte, y a la diosa, Atenea; moldearon las almas de todos los seres humanos hasta encapsular fragmentos de esta, en pequeñas rocas aparentemente de cristal. Las piedras parecían estar partidas por la mitad, una parte era redonda y culminaba con lados puntiagudos que aparentaban ser parte de un rompecabezas.
Cada mortal tenía su par, y al encontrarse y encajar las piedras, las almas gemelas eran reunidas.
Hicieron las piedras accesibles a los mortales, para que ellos pudieran hacer el trabajo que a Cupido se le había negado.
Cupido, lleno por el odio y rencor ante tal acto, creó seres cuya única tarea era la de interponerse entre los predestinados, les dio el don de ubicar a las almas gemelas, la astucia para manipular a terceros y la sabiduría para crear bebrajes que convertían a una persona en una "alma invasora"
Las almas invasoras eran reflejos del alma gemela, sus piedras se transformaban para encajar con la víctima.
Cupido sabía que cuando las almas gemelas estaban cerca, más no se les permitía estar juntas, una de ellas siempre moría de tristeza, y su venganza hacia sus padres, era tener millones de almas solitarias que jamás encontrarían la felicidad.
Venus y Marte al enterarse de lo que su hijo había hecho, decidieron darle una lección, una que hasta la fecha seguía aprendiendo.
Pues las almas gemelas no solo eran mortales destinados a casarse y procrear... A veces, el alma gemela va más allá.
La primera vez que Syaoran perdió el aliento marcó un antes y un después en la relación con su mejor amiga.
Podía evocar con facilidad ese día, era verano y estaban por ver una película, tenían escasos catorce años.
Syaoran había metido una bolsa de palomitas al microondas, inconcientemente se quedó observando el reflejo en la puerta metálica del electrodoméstico.
Podía ver a su mejor amiga subirse en un banco para alcanzar la puerta de la alacena donde su madre había escondido la bolsa de M&M's, su cabello lacio y castaño claro caía con libertad sobre su espalda, el pequeño short de mezclilla hacia un extraño contraste con su blusa naranja de tirantes.
Observó cada movimiento con detenimiento, ella se inclinó hacia atrás e hizo un sonido parecido al "wooo" mientras agitaba la bolsa de chocolates confitados una y otra vez.
—Te dije que los hallaría —dijo ella girándose de manera experta sobre el banco para luego sentarse.
Syaoran no pudo evitar pasar la mano por su cabello con cierto nerviosismo, no sabía qué le pasaba, de pronto tenía mucho calor.
—Syaoran... Las palomas —La escuchó decir.
No dijo nada, solo abrió el horno y sacó la humeante bolsa y se la entregó para que pusiera el contenido en un bowl.
Su amiga lo vio extrañada pero no comentó nada, dejó la bolsa a un lado y se levantó, luego estiró los brazos y comenzó a atarse el cabello en una coleta.
Su ombligo se asomó con el movimiento y Syaoran se sintió enrojecer así que le dio la espalda y salió rápidamente de la cocina.
«¿Qué demonios me pasa?» pensó con frustración.
Decidió sentarse en el suelo de la sala y tratar de distraerse cambiando de canales en lo que su amiga llegaba, ni siquiera podía recordar qué película iban a ver.
—Gracias por ayudarme —dijo ella con sarcasmo poniendo el bowl de palomas en la mesa ratona y sentándose en el sillón con una cara de enojo.
Él la vio con fingida inocencia.
—Ayudé a calentarlas, Sakura.
Ella bufó y cruzó los brazos.
—Ahora por eso vamos a ver Crepúsculo —exclamó.
Syaoran la vio feo.
—No, me llevaste al estreno y fueron los noventa minutos más largos...
—No me importa —dijo tratando de quitarle el control pero él lo puso detrás.
Los ojos verdes de su amiga parecieron destellar, inmediatamente se abalanzó sobre él tirándolo al suelo.
—Trae acá, yo voy a escoger.
—¡No! Odio a tus vampiros —alegó él tratando de mantener el control fuera de su alcance.
—¡Syaoran! —gritó exasperada intentando agarrarlo.
No se dieron cuenta de cuando ella quedó sobre él a horcajadas, Syaoran agarraba con ambas manos el control mientras ella trataba de quitárselo.
Cuando ella logró jalar el control, Syaoran los giró de tal manera que ella quedó debajo de él, Sakura agarraba el control con una mano y él había atrapado sus muñecas con sus manos.
Ambos respiraban de manera ajetreada, pero ella veía el control en su mano con una sonrisa triunfal.
Y ese fue el momento, al estar tan cerca de ella, con sus ojos verdes brillando de emoción y su cuerpo debajo del de él... Que el aire abandonó sus pulmones y sus ojos se concentraron en cada pequeño aspecto de la chica a la que llamaba mejor amiga.
Pocas veces había notado lo hermosa que era... O como sus ojos brillaban y el color cambiaba de intensidad según las emociones que sentía.
Su cabello castaño claro se había soltando en algunas partes pero hacia un hermoso contraste con su piel blanca, sus labios de color rosa habían formado la sonrisa más bella que había visto en su vida, y parecían estarlo tentando a hacer algo, a cerrar un espacio.
Y el olor que emanaba de su cuerpo era una mezcla entre fresa y cereza...
—Syaoran, no puedo respirar —Escuchó.
Parpadeó varias veces, soltó las muñecas de Sakura con lentitud y se incorporó.
—¿Estas bien? Pareces... Atribulado.
Syaoran tragó saliva y se sentó una vez más en el suelo, suspiró y puso la cabeza sobre el sillón.
—Pon a tus cosas esas, pero dame las palomitas, te dejaré sin M&M's.
Sakura hizo girar los ojos pero le dio el bowl, finalmente puso el Dvd de Crepúsculo y se acostó en el sillón donde Syaoran había recargado la cabeza.
—Andas medio raro, Syaoran —susurró mientras comenzaba la película.
Él solo metió una palomita a su boca, prefirió no decir nada.
«No tienes idea» pensó repasando lo que había sucedido hace unos momentos.
«Ni yo tengo idea» concluyó cuando la mano de Sakura lo rozó para tomar un puñado de palomitas... Y un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza.
Sakura jamás olvidaría la primera vez que sintió que se ahogaba.
Curiosamente, fue en la primera fiesta de jóvenes/adolescentes a la que la invitaron.
Syaoran llevaba días huyendo de ella de manera muy obvia; la notaba en el pasillo y se metía a la primera puerta que veía, si estaban en la zona de casilleros, se daba la vuelta y corría al lado contrario.
Al principio se sintió desconcertada, luego la tristeza la inundó, pero para el fin de semana estaba más allá de furiosa.
Era increíble que ni sus llamadas contestara, no se habían agregado a la lista de números gratuitos de la telefonía para ignorarse.
Asi que cuando Tomoyo le preguntó —sin muchos ánimos porque sospechaba la respuesta— si asistiría a la fiesta de Kaori, la chica nueva, aceptó inmediatamente.
Recordaba ese día con claridad, Tomoyo la había ayudado a maquillarse ligeramente, se puso un vestido de mezclilla que era pegado de la cintura para arriba pero que de la parte de la falda, era ampona.
Le quedaba arriba de la rodilla pero su amiga no le había permitido cambiarse.
Tomoyo era su mejor amiga, de cabello negro y largo con unos ojos amatistas que te podían dejar callado si la hacías enojar.
Era totalmente contraria a ella y cuando Tomoyo le contó sobre la extraña actitud de Syaoran, la chica decidió que saldrían a divertirse sin chicos de por medio.
Tomoyo y Syaoran se llevaban muy bien, pero ese día pensaba ayudar a su amiga a olvidar al chico de ojos ambarinos y cabello color chocolate que estaba empeñado en mantener su distancia.
—No sé Tomoyo, este vestido me hace ver...
—Hermosa, harás que todos los chicos de nuestro grado te volteen a ver —dijo su amiga con seguridad mientras se ponía brillo en los labios.
—Pero no quiero que me volteen a ver, solo quiero... —Bajó su rostro y frunció el ceño, ¿qué quería?
Que su amigo le explicara porqué el cambio de actitud tan repentino, ¿acaso ver las películas de vampiros lo había molestado a ese grado?
Sacudió la cabeza, no, era algo más, pero no tenía idea de qué.
Tomoyo la observó varios momentos, también había notado la actitud de Syaoran con su amiga, pero en uno de esos momentos donde el chico prefería meterse a un salón, notó algo curioso en él...
Sus mejillas totalmente sonrojadas.
Y pensaba salir de dudas ese día, afortunadamente no había tenido que usar la tarjeta de "me vas a abandonar" para convencer a Sakura de ir a la fiesta.
La madre de Sakura las llevó hasta casa de Kaori y quedó en recogerlas a las diez de la noche, tener catorce años era algo complicado.
El lugar al que llegaron era grande, la casa estaba rodeada de jardines, como la puerta se encontraba abierta entraron sin problemas.
Varios de sus compañeros estaban bailando o platicando, incluso algunos jugaban Xbox en la enorme pantalla.
Justo donde se encontraba la sala habían unas puertas corredizas de cristal, se encaminaron a ellas y vieron con sorpresa una alberca iluminada por unas luces amarillas que cruzaban de lado a lado por encima de ella.
—Mira, allá está Eriol —exclamó Tomoyo por sobre el sonido de la música.
Efectivamente, del otro lado de la piscina se encontraba el mejor amigo de Syaoran, un chico con cabello negro y ojos azules que tenía una extraña relación con .
Se la pasaban molestándose.
Tomoyo la tomó de la mano y casi la llevó a rastras hasta él, platicaba con otros compañeros mientras bebían de unos vasos rojos.
—¡Eriol! —gritó agitando la mano.
El mencionado las vio y sonrío, pareció disculparse con sus acompañantes y caminó hasta ellas.
—¡Sakura, enana! Pensé que no vendrían —dijo con una sonrisa.
Tomoyo se tensó, entrecerró los ojos y le dio una sonrisa llena de falsa inocencia.
—Pareces tener calor, Eriol, un chapuzón te vendría bien.
El chico le regresó la expresión antes de levantar ambas manos en ademán de rendición.
—Vale; no sabía que vendrían, Syaoran no dijo nada.
Sakura frunció el ceño y miró a su alrededor.
—¿Syaoran está aquí? —preguntó con la voz ligeramente más aguda de lo normal.
Eriol vio extrañado a Tomoyo la cual hizo girar los ojos con irritación.
—Sí, está por allá —contestó girando a Sakura y señalando al otro lado de la alberca, no había notado que había otra puerta corrediza que daba a la cocina.
—Me va a escuchar —murmuró.
—Sakura... —Su amiga la trató de detener, habían asistido a la fiesta para distraerse no para que armara un drama.
—¿Qué se traen? —Sskura alcanzó a escuchar a Eriol preguntar antes de alejarse.
La castaña empuñó las manos mientras se encaminaba a la cocina, ahí estaba, su disque amigo, riendo con la anfitriona.
«Prácticamente no la conoce pero ahí está, riendo como si fueran grandes amigos» pensó con resentimiento.
Entonces se detuvo de golpe, Kaori había puesto una mano sobre el pecho de Syaoran y se levantó ligeramente para susurrarle algo al oído, la mano de él estaba descansando en la cintura de la chica.
Sintió un fuerte tirón en su corazón, parecía que no podía respirar, estaba experimentando una sensación de ahogo ya que hasta sus pulmones parecieron contraerse y sus ojos no podían dejar de mirar a su amigo, el tiempo parecía estar corriendo en cámara lenta.
Syaoran sonrió ligeramente y dio medio paso atrás, entonces giró la cabeza y cruzaron la mirada.
Fue como si le hubieran puesto play a una película, hasta la música volvió a inundar sus oídos, no había notado que dejó de escuchar.
Se giró rápidamente y al tratar de correr chocó contra otro cuerpo, había estado caminando a la orilla de la alberca así que el impacto la desbalanceó y se fue de lado cayendo a la alberca.
Abrió los ojos y dejó escapar aire por la boca que salió en forma de burbujas entonces se impulsó hacia arriba, jadeó con fuerza cuando su cabeza salió del agua.
Podía escuchar risas y murmullos a su alrededor.
—¡Sakura! —gritaba Tomoyo.
La castaña nadó hacia la orilla donde se encontraban unas escaleras, las risas sonaban más fuerte, subió por ellas tratando de mantener la poca dignidad que le quedaba.
«Estúpida, idiota» pensó abrazándose y girando para encontrar la salida más cercana.
Entonces sintió que le ponían algo en los hombros, una chamarra azul.
—¿Estás bien? —preguntó Syaoran con preocupación girándola para observarla.
Sakura titiriteaba, la noche, el agua fría y el diminuto vestido le estaban haciendo una mala jugada.
Vio con ojos entrecerrados a su amigo y se encaminó a la salida.
—Sakura, espera —la llamó.
Pero ella no se detuvo, quería salir de ahí, la vergüenza y... Algo más amenazaban con causarle lágrimas.
Se dirigió a gran velocidad a un pasillo de piedra en un lado de la casa, aún podía escuchar las risas a su alrededor.
—¡Sakura!
Sintió como tomaban su brazo y la detenían.
—Me quiero ir, Syaoran —exclamó al borde de las lágrimas.
—Ya, me voy contigo.
—¡No! —espetó mirando finalmente esos ojos ambarinos que la miraban con preocupación—. Quédate a hacerle compañía a tu nueva amiga, me voy sola. —continuó enterrando el dedo índice en su pecho.
Syaoran la miró fijamente por unos momentos, sus ojos parecían estar llenos de dudas, finalmente suspiró.
—Vamos, Sakura —susurró tomando su mano y jalandola.
—No, Syaoran, me has estado ignorando todos estos días y de pronto... ¡Vete al diablo!
Él la miró con irritación.
—Te cargaré.
—No te atrevas...
Syaoran agachó su cuerpo y la tomó por la cintura, Sakura se giró y se puso fuera de su alcance.
—Ya, listo, puedo caminar sola hasta la parada —dijo sintiendo un escalofrío recorrerla cuando su amigo la tocó.
Ninguno dijo nada en todo el trayecto.
Syaoran había pedido un taxi, durante todo el camino de vuelta a casa de Sakura ninguno habló o se miró, ella se había puesto bien la chamarra de su amigo cuando no soportó más el frío.
Al llegar a su hogar, Syaoran pagó y la acompañó hasta la puerta.
Antes de que ella pudiera entrar el la tomó del brazo.
—Sakura, espera —susurró.
Ella cruzó los brazos y lo miró, Syaoran tenía la vista clavada en el suelo, finalmente suspiró y la observó.
—Perdón, sé... No somos así, es solo que... —Estaba balbuceando y lo sabía.
Sakura arqueó una ceja en ademán de confusión.
—¿Fue por la película? —preguntó en un susurro.
Syaoran frunció el ceño, pasó su peso de un pie a otro con nerviosismo pero sacudió la cabeza.
—No —contestó—. Cosas mías, necesitaba poner mis ideas en órden y...
—¿Porqué me evitaste? —cuestionó ella.
Syaoran suspiró y sus ojos se clavaron en los de ella, estaban llorosos, había pasado toda la semana huyendo de ella y sus sentimientos, pero... Cuando cayó a la alberca...
Sintió que moría... Casi brincó para sacarla del agua pero ella había salido sin problema.
—Por idiota —contestó con una pequeña sonrisa—. ¿Te ha pasado que quieres estar sola para aclarar tu mente?
Sakura hizo la cabeza de lado y Syaoran se sonrojó, inmediatamente bajó la mirada y frunció el ceño.
—Una semana.
Syaoran levantó el rostro y la miró con confusión.
—Me debes una semana de hacer lo que yo quiera.
Él sonrió y la abrazó.
—Bien, veremos a tus estúpidos vampiros todos los días.
Sakura le regresó el abrazo y lo sintió besar su cabeza, un escalofrío la recorrió y su corazón se aceleró.
—Vamos, debes cambiarte, empezaremos con el maratón de hombres que brillan bajo el sol —dijo él, tomando las llaves de sus manos para entrar a su casa.
Sakura no pudo evitar sentir que algo había cambiado entre ellos... Pero tenía tanto frío que decidió ahondar en ello después.
Y así comienzan estos dos, casi no se verá nada de la otra historia, aún no decido.
Espero les guste :D
