Dificultades De Una Maldición.

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Dificultades de una Maldición

Capítulo 1

=En Busca De Una Solución=

* * * Los amigos y la familia están para ayudarte en situaciones difíciles; para mi desgracia con éstos amigos no necesitó enemigos. * * *

(Sakura)

Después de tan torpe presentación por parte del príncipe y mía; dos de los guardias que están bajo el servicio de los Li escoltaron a mi familia y a mí, hasta las que serían nuestras habitaciones provisionales.

De que esto sucedió ya ha transcurrido un día y desde entonces, no he vuelto a saber nada de su majestad el príncipe Xia... Xiao... ¿Shaoran? Creo que su nombre no es así, pero dada la dificultad para pronunciarlo lo tendré que llamar de esa manera, solo espero que no se moleste.

Gracias a la ausencia del que será, no, corrección del que es mi prometido, ha provocado que la estancia en el castillo Li sea tranquila, lo cual hasta cierto punto resulta beneficioso para mí.

Sin embargo Shaoran Li, no es el único que ha estado ausente últimamente, pues esta mañana, uno de los sirvientes del castillo me informó una dolorosa verdad.

Me dijeron que Nadeshiko y Fujitaka Kinomoto —mis padres y reyes de nuestro reino— salieron de diligencia con los Li, dejando así a su única hija completamente sola y encerrada en un castillo que desconoce. Lo que significa, que la lista de desgracias de Sakura Kinomoto va en aumento.

Es injusto, lo sé. Aún así no pude hacer nada para evitarlo.

Además, debido a la soledad y el encierro para evitar morir del aburrimiento, solo me queda observar el exterior desde el balcón que mi habitación posee.

Estando aquí en el balcón, se puede apreciar los extensos jardines que rodean el castillo Li. A esta distancia, todo se ve hermoso y bien cuidado, aún así no es suficiente. No para alguien como yo que adora sentir la cálida brisa del viento chocar contra mi rostro, mientras doy un paseo por el jardín.

Por ello, el tener que alejarme de lo que más adoro hacer, es una tortura... Una vil tortura que alguien tendrá que pagar.

Mis padres.

Al instante, la imagen de mis progenitores se hizo presente en mi cabeza, pues los reyes Kinomoto fueron los que me arrastraron hasta este punto en primer lugar; no obstante, por el amor que les tengo a ellos, es obvio que no les pienso hacer nada, lo que llevaría al segundo culpable:

Mi prometido.

A él si le puedo hacer daño, bueno, no haré daño del todo, pero al menos quiero que sufra un poco. Sus abandonos tendrán consecuencias, porque en vez de desaparecerse, tendría que hacer lo que sea necesario para conocernos, o es acaso, ¿qué no tiene los modales de un caballero?

«Claro que los tiene, pero prefiere huir de ti.»

Mi conciencia me jugó una mala pasada, dándome una respuesta para nada grata. Hecho que ignore, porque dudaba que fuese así.

—Tal vez, ¿fue a resolver una emergencia? —apunté para mi misma estado no muy convencida, pues de Shaoran no conocía nada como para meter las manos al fuego por él.

Y es que, existía una mínima probabilidad de que el cuento de que él es un príncipe responsable por su reino, fuera un simple espejismo que me dijeron para que aceptara ser su prometida.

Aunque quería continuar con mis razones para dudar de él, debido a que alguien llamó a la puerta.

Por un segundo, creí que invoque a Shaoran con mis pensamientos. Por lo que, sin perder tiempo, fui a averiguar si mi teoría resultaba cierta.

—¿Q-quién? —El nerviosismo me hizo, responder entre contado y rogué porque la persona al otro lado no se diera cuenta.

—Princesa, soy yo.

Una voz bastante chillona y conocida para mi, se dejó escuchar al otro lado. Así que sin perder que tiempo abrí la puerta para recibir con los brazos los abiertos a alguien muy especial para mí.

Me arroje a los brazos de la recién llegada, como si mi vida pendiera de ello. Aunque al ser ella más pequeña, estuve a punto de asfixiarla debido al abrazo de oso que le di, pero ¡no me culpen!, ya que mi actual acción se debía a una cosa:

El compromiso.

Ese aspecto deprimente de mi vida, estaba haciendo que la cordura que poseo se esfumara rápidamente.

Por ello, es por lo que actúe de manera casi desesperada.

—¿Qué sucede, princesa? —preguntó curiosa, en cuanto la liberé de mi agarré.

—No sucede nada, Ruby —mentí para que no se preocupara—. Simplemente me alegre de verte.

Ruby me miró incrédula, pero no emitió queja alguna.

La pequeña guardiana mágica familiar, cuya apariencia asemeja a la de una pequeña gatita de pelaje castaño rojizo, hizo uso de sus alas y voló hacía adentro de la habitación.

Por mi parte, antes de regresar hacía adentro, cerré la puerta de la habitación. De ese modo, tendría mayor comodidad para entablar una conversación decente con Ruby.

—Tranquila, princesa. —Ruby inició la conversación con su voz chillona.

Yo me sorprendí por su declaración. Debido a que ella fue capaz de descubrir que «algo» andaba mal conmigo, tan solo con una mirada que me dirigió.

Así que, ignorado los modales y protocolos con los cuales he sido educada, me dirigí en dirección a Ruby para dejarle en claro mi descontento.

Ruby Moon, se había pasado en la baranda que está en el balcón, en el que minutos antes, yo había estado.

—¿Cómo quieres qué este tranquila? —explote, en cuanto llegué hasta ella—. Si sabes bien, que yo no quería este compromiso.

Con la guardiana perteneciente a los Kinomoto, tengo una buena amistad, por ello, declarar que me negaba a contraer matrimonio con el hijo primogénito de los Li, no venía siendo ningún secreto.

—Lo sé, princesa —anunció—, pero, también usted debe entender que es por el bienestar del reino.

Bufe molesta. Me enojaba de sobremanera que nadie de mi familia se diera cuenta que no quería comprometerme sin conocer al afortunado. Después de todo, yo no pedí ser parte de la realeza y al igual que toda chica, deseaba tener un buen matrimonio.

—¿Bienestar del reino? —pregunté con clara ironía reflejada en cada una de mis palabras— ¿Y mi bienestar a caso no cuenta?

Le cuestione para ver si Ruby comprendía mi situación; pero al ver su reacción, todo me indicó que no se podría de mi parte.

La guardiana mágica, se colocó en una posición que denotaba que analizaba la inquietud que le dije; sin embargo, de antemano sé que Ruby Moon adopta esa postura cuando defenderá las decisiones de mis padres.

—Por eso mismo, princesa —volvió a hablar luego de un rato—, por su bienestar es qué escogieron al príncipe Xiao Lang.

—Supongamos que tienes razón —acepté, a sabiendas que debatir sobre el compromiso, era una batalla perdida por ahora—. Pero, eso no les da ningún derecho a abandonarme, mientras mis padres se van de paseo con los Li.

De nueva cuenta, Ruby volvió a meditar su respuesta, envolviendonos a ambas en una atmósfera de tensión.

—No la han abandonado —indicó, rompiendo la fina atmósfera de tensión—. Lo que sucede es que...

Al percatarme que las intenciones de la guardiana era las de defender a los reyes Kinomoto, no me quedó más remedio que hacerla guardar silencio con un movimiento de cabeza.

El sermón «defiende a los reyes», ya me lo sabía de memoria como para tener que escucharlo una vez más.

A la guardiana pareció no gustarle mi reacción, pues antes de irse a alguna parte de la habitación lanzó un largo suspiro. Mejor para mí, ya que por ahora prefiero estar sola para perderme en la infinidad de mis pensamientos.

Con ganas de pensar un poco, me alejé del balcón para arrastrar los pies hasta llegar a la amplia cama que hay en el centro de la habitación. En donde sin elegancia alguna, me dejé caer sobre ella.

(Shaoran)

—Tranquilo y cuenta hasta diez.

Trate inútilmente de darme ánimos para poder enfrentar de la mejor manera, la situación en la que estoy involucrado.

Pero todo parecía indicar que contar hasta diez no tendría el resultado esperado, lo que significa que tal vez, debía aumentar la cuenta hasta cien o un número aún mayor como... ¿mil?

En efecto, para lidiar con mi molesto hermano y con mi mejor amigo, necesito de un plan mejor que limitarme a contar, y la idea que comenzaba a sonar demasiado tentadora es el golpearme con la pared más cercana.

Juro por lo más sagrado que poseo —lo cual es mi magia—, que ni desesperación es tanta que en estos momentos me arrepiento el no haber seguido los consejos de mi padre.

El buen y sabio rey Hien, siempre suele decir frases tales como: A veces nos dejamos llevar por la opción que más atractiva ante nuestros ojos; y en consecuencia de nuestras imprudencias, la decisión que tomamos suele ser errada, trayendo con ello una reacción en cadena.

Y ahora, considero que ese razonamiento es muy cierto; no obstante, gracias a la estupidez de la que he sido víctima en la última semana, cometí el gravísimo error de decirle mi problema a Eriol.

La maldición...

¿Por qué gravísimo error?

Simple. Porque Eriol —y Touya—, se las ingenian para joderme la existencia.

Aunque debo aceptar que no todo es tan malo. Ya que aprendí a desconfiar de los demás, porque si tu familia y amigos no te apoyan, el resto de las persona no se detendrán a brindarte ni su lastima.

Una reacción, aprendida de la manera difícil.

Unas voces me trajeron de vuelta a la realidad. Así que con la mirada busque a los causantes de hacer escandalo, encontrándome a mi amigo y hermano, hablando y riendo por lo bajo.

Hastiado de que Touya y Eriol continuaran mofándose de mis desgracias —porque puedo jurar que por eso tanto «secretismo»—, los hice callar sin remordimiento alguno.

—¡Pueden parar de reírse! —sentencie con tono de voz fúnebre.

Después del llamado de atención que le hice a ese par, logre captar su atención; y podía apostar que en los ojos azules de Eriol y en los marrones de Touya, se apreciaba la incredulidad.

—Xiao tiene razón... —declaró Eriol, en cuanto recobró la compostura— estamos aquí para ayudarlo. —dijo esto ultimo acomodándose las gafas en signo de seriedad.

Para evitar sonar tan desesperado, evite gritar el ¡al fin! Que amenazaba pronunciar.

—Tienes mucha razón Eriol —secundó Touya igual de serio que Eriol—, además no queremos que el heredero al trono, nos lance una maldición, ¿Verdad?

Debí haber imaginado que la mirada cómplice que ese par se dirigió, venia con trampa... o en este caso burla incluida.

—¡Quieren dejar de joder! —todo tiene un límite, y el mío esta por llegar.

—¡Hermano! ¿Que son esas formas de expresarte? —gritó Eriol asustado por la mala palabra.

Ahora si quería golpearme y terminar con el sufrimiento. Pero como yo solo me metí en este embrollo, significaba que no podía librarme de la forma y lo único que termine haciendo fue volver a los ejercicios tranquilizantes.

Xiao Lang respira hondo y recuerda que ese cuatro ojos es tú hermano menor. Por ende —y aunque quieras— no puedes hacerle daño. Me repetía mentalmente.

—Xiao Lang —Touya rompió las risas del comentario anterior, mientras se acercaba hacia mí—, esas no son palabras de un príncipe.

Y aquí vamos otra vez...

Recuerda que él es tú amigo y tampoco puedes hacerle daño.

Me repetí nuevamente. Sin embargo, eso no evitó que lo alejara de mí lado.

—No queremos que madre venga a lavarte la boca con agua y jabón por grosero, ¿Cierto?

Aprovechando el estate quieto que le di a Touya, Eriol cerró con broche de oro los insultos en contra de mí persona.

Bien. Admito que no debí contarles que a mí madre no le agrada que diga palabras impropias de un príncipe.

Pero ¿¡Que!? No estaba en mi mejor momento de lucidez.

Cansado de los comentarios burlones de ese par de traidores, decidí que por el propio bienestar de mi orgullo, debía de alejarme de este lugar lo antes posible.

Así que con la furia recorriendo en mis venas salí de la habitación, azotando la puerta en símbolo de enojo.

—Xiao...

Entre el sonido de las risas de ese par, pude apreciar que llamaban. Aún así no regresé, pues ya había tomado una decisión y seria firme en ella.

(Sakura)

—¡Vamos Sakura! ¡Tú puedes!

Traté inútilmente de darme ánimos para poder cumplir con la misión que me auto-impuse; sin embargo, por más palabras de aliento que me dije, parecía que no daba el resultado esperado, aún así no me rendiría tan fácil con mi misión.

La misión que me impuse, era sencilla y hasta cierto punto absurda, ya que esta consistía en lograr salir de mi habitación para conocer mejor el castillo.

Además, opté por salir de tour turístico por los alrededores Li para de ese modo, evitar morir de aburrimiento y continuar riñendo con Ruby; no obstante, todo indicaba que esta misión se tornó complicada, pues al llegar a la puerta de la habitación mi valor se esfumó.

Desapareció sin darme cuenta, por ello no me quedó más remedio que animarme a mi misma, de lo contrario el temor que me da enfrentarme a lo desconocido me cegaría.

Sí, me da miedo salir de mi habitación, pues existe la posibilidad de que me pierda, encuentre algo feo, sea secuestrada o algo peor.

Bueno, probablemente con lo del secuestro estoy siendo exagerada, además de que el resto de mis razones son absurdas; sobretodo cuando poseo magia y cuando he notado que la seguridad de los Li es bastante buena.

Aún así, no he logrado que el miedo desaparezca.

Tras respirar hondo y sacar valor de donde ya no lo tenía, comencé con el conteo decisivo.

—Uno. —recite al momento de colocar mi mano derecha en el cerradura de la puerta.

Noté que mi mano tembló al realizar dicha acción, pero preferí ignorar ese hecho y continúe.

—Dos. —De manera sincronizada con mi voz, giré la cerradura de forma lenta y temerosa, hasta que logré escuchar un suave «clic».

Alargando mi tortura, respiré pesadamente antes de por fin dignarme a salir.

¡Vamos, ya falta poco! ¡Sé que puedo!

Me dije a mi misma antes de dar fin al encierro en el que fui confinada.

—Tres. —susurré en cuanto estuve lista.

Salí tan rápido de la habitación que como era de esperarse, tropecé con mis propios pies.

Afortunadamente, alguien de allá arriba tuvo compasión de mí, pues justo en ese momento una persona iba pasando por allí, impidiendo así que tuviera una eminente caída.

Al posar la mirada en mi salvador, me percaté de que unos ojos de un extraño color ámbar me miraban con una mezcla que iba desde curiosidad hasta asombro.

Eso hermosos ojos, pertenecían al príncipe Shaoran, lo que provocó que un sonrojo cubriera mis mejillas y me alejara de él como si quemara.

—¿Se encuentra bien? —preguntó Shaoran, luego de haber recibido las debidas disculpas.

¿Qué si me encuentro bien? Haber, recapitulemos: casi muero de aburrimiento, me enojé con Ruby Moon y por poco caigo al piso.

¡Sí, estoy de maravilla! Me auto-respondí de manera sarcástica.

—Sí, no se preocupe —respondí lo más tranquila que pude, mientras observaba a cualquier lugar lejos de la mirada de Shaoran—. Además, seguido suelen pasarme accidentes de este tipo.

Declaré. Lo que ocasionó que diferentes tonalidades de rojo, cubrieran mi rostro por la vergüenza que sentí al confesar un secreto personal.

¿En qué pensaba al declarar ese secreto?

—Entonces tenga más cuidado. —aconsejó el príncipe, ignorando la torpeza de su prometida.

Aprovechando que tenía toda la atención de Shaoran centrada en mi persona, pensé en pedirle de favor que fuera mi guía turístico para de esa forma conocer mejor el castillo; desgraciadamente cuando me di cuenta, él ya se había ido.

Ante su descortesía, regresé a la habitación, cerrando la puerta con un elegante y refinado azote. Ni modo, Shaoran Li, con este desplante la lista de venganza que haré en tú contra va en aumento.

(Shaoran)

Cuando voy de visita al pueblo, la mayoría de las chicas prácticamente se arrojan a mis brazos, pero de eso, a que en tu propio castillo una chica se lance sobre ti, existe una gran diferencia y más, sabiendo que esa chica es la princesa Sakura... Mi prometida.

Y todo, porque resulta ser que la princesa es un peligro andante.

¿Será normal que una chica se la viva en el piso? No lo creo..., o ¿sí?

Para evitar desquitarme con ella lo vivido con Touya y Eriol. Tuve que sacar paciencia de donde no la tengo para poder comportarme de manera educada, ayudando así a que no cayera al piso.

En ese momento, estaba enojado. Por lo que poco importó que ella confesara que suele ser distraída o lo linda que se veía sonrojada; así que tras confirmar qué se encontraba bien, continúe con mi camino dejando a Sakura con la palabra en la boca.

Sé que con esa descortesía seguro se va a enojar.

Lamentablemente estoy de mal humor y no tengo tiempo que perder con la despistada de mi prometida.

Algo dentro de mí me dice que estos días serán complicados y probablemente en más de una ocasión saldré perjudicado... Ni modo, esto es lo que gano por no estudiar bien el latín.

Sin perder más tiempo, llamando a la mala suerte.

Me dirigí a las ruinas antiguas. El cual resulta ser el único lugar tranquilo de todo el reino.

—Las cosas ya no pueden empeorar. —susurré al aire, mientras dejaba atrás el castillo Li y esperaba que esa afirmación fuera correcta.

»»» Continuará...


* * * Notas de la autora:


1.-Continuación del OneShot La Maldición.