Y aquí voy de nuevo, y vengo con un capítulo extra largo.
Aún es mal sabor de boca para mi el capitulo 686 con que acabó el manga de Bleach. Una verdadera decepción para una historia que desde el capítulo 1 se basaba en la conexión de Ichigo Kurosaki y Rukia Kuchiki... pero sin entrar en detalles que mira que me pone de malas! Pero bueno para eso existen los fanarts y los fanfics como aquí es el caso jajajaj
Como la imagen de cabecera indica, este fic tendra bastante Angst, mentiras, secretos, y traiciones. Tenía que sacarme esta idea de la cabeza, que es básicamente el deseo de Ichigo de estar con la persona que realmente desea y ama... porque a mis ojos, siempre ha sido el pelinaranja el prendado de la hermosa y pequeña shinigami, y se ha notado en el manga por sus múltiples caras de tristeza cuando ella se va y ni siquiera vuelve (en 17 meses cof cof) o cuando desea quedarse en la sociedad de almas y no volver con él, geez...
En fin, espero lo disfruten, no olviden dejarme comentarios eso son indicadores si vamos bien o no jajaja nos leemos!
Capítulo 1: En el fondo del corazón
Rukia Kuchiki se dirigió a la cocina de los Kurosaki en busca de más vasos. Aquella noche se habían reunido como lo hacían ocasionalmente los Abarai-Kuchiki con los Kurosaki-Inoue para ponerse al día de sus vidas.
Siempre que la capitana de la 13va división entraba en esa casa, se le venían a la mente las largas estancias que pasó allí hace ya casi 10 años. Cuando fue su casa también.
Apartó esas memorias fugaces de su mente con una negación de cabeza. Habían sido hace tanto... su vida era totalmente diferente ahora.
Avanzó con dos grandes zancadas recordando donde aún guardaban los vasos en aquella cocina: el armario del fondo muy por sobre su cabeza. El ruido desde el comedor la distrajo un momento... podía escuchar claramente la voz fuerte de su ahora esposo Renji Abarai con el padre de Ichigo, Isshin Kurosaki los cuales reían y conversaban en tonos altos y algo ebrios entre sí.
Sonrió y luego suspiró volviendo a lo que venía. Se puso en puntillas bajo el armario intentando alcanzar los vasos que se encontraban hasta el fondo.
"¿Necesitas ayuda?" escucho tras ella de pronto reconociendo aquella grave voz. Miró por sobre su hombro y vio a Ichigo Kurosaki de pie en el umbral de la cocina, tan alto e imponente como siempre, haciéndola sentir un deja vu: Ya habían pasado por esto alguna vez antes, cuando el pelinaranja solo era el shinigami sustituto y ella le había entregado todos sus poderes por accidente.
"No." respondió sin embargo la morena, tan ruda y autosuficiente como de costumbre. "Estoy bien."
Y se volteó de nuevo hacia el armario, estirándose lo que más pudo, poniéndose en las puntitas de los pies, estirando su brazo y el largo de sus dedos hasta el extremo...
Cuando de pronto oyó el par de pasos que los separaban y el cuerpo de Ichigo tras su espalda. Se quedó congelada de la sorpresa, con el pecho de él presionandola contra el mueble quedamente al principio, pero ahora era más notorio.
"¿Que estas-?" alcanzó a murmurar ella mirándolo hacia arriba. El chico estaba con las mejillas muy rojas sin mirarla, abriendo con la mano izquierda el armario por sobre la cabeza de Rukia.
Él detuvo sus movimientos quedándose quieto en su lugar y Rukia sintió entonces el aliento ardiente y alcoholizado de Ichigo que le cosquilleo la piel descubierta en su ligero vestido primaveral de aquella cálida noche.
"Había querido hacer esto toda la noche." susurro el pelinaranja acercándose más a la ojivioleta, la que permanecía aún sin reacción a lo que pasaba, más allá de la sorpresa y los latidos desbocados que saltaban en su pecho. Cuando el shinigami se agacho un poco y ella sintió el roce de los labios de él en su frío y níveo hombro entendió en un segundo lo que significaba. Reaccionó rápida y avergonzada a aquello, pegando un fuerte codazo al estómago del joven hombre, quitándole el aire y escapando de su agarre.
"¿Qué rayos estás haciendo?" le reclamo Rukia furiosa alejándose un paso, intentando no alzar la voz y que le escucharan desde el comedor, viendo como Ichigo se tomaba el vientre y tosia quedamente. "¡Alguien podría habernos visto!"
El pelinaranjo se enderezó, en todo lo alto de su extensión y la miró seria y fijamente.
"No me importa." respondió simplemente, y en cuanto la pequeña shinigami escuchó aquello, pasó junto a Ichigo sin siquiera mirarlo y salió de la cocina, dejándolo solo sin posibilidad de decir más.
El joven Kurosaki la vio marcharse sin hacer nada, solo apretando los puños con frustración. Se cuestionó por un momento revolviéndose el cabello si se había pasado con lo que acababa de hacer. Había llegado más lejos que nunca... pero tenía los pensamientos tan enturbiados por todo el alcohol que había bebido esa noche, que no estaba seguro.
'Y además...' pensó tapándose la boca con su mano, aun ardiente por el reciente contacto con la piel de Rukia... a través de la delgada tela del vestido de ella, había sentido sus delicadas formas... deseando haber seguido, haber descendido...
"¿Ichigo-kun?" escucho de pronto la voz de su esposa que había entrado a la cocina, sacándolo de sus pensamientos. Verla fue como un balde de agua fría en aquellos momentos, justo con lo que estaba imaginando, deseando...
Inoue le miró desde la entrada preocupada. El shinigami se veía totalmente ausente y le conocía tan bien, que sabía que algo ocultaba su extraña mirada. Se acercó un paso más, pero su esposo simplemente se volvió hacia el estante en el que solo hace unos momentos había tenido a Rukia atrapada por su cuerpo y lo abrió sacando un par de vasos.
"No, nada." respondió evitando su mirada, pasando a su lado y saliendo de la cocina.
Rukia paso junto al comedor directo a las escaleras, sin los vasos que le había pedido traer su esposo, el cual de todos modos estaba demasiado alegre hablando con Isshin para darse cuenta.
Subió los escalones rápidamente de dos en dos, escapando de lo que acababa de pasar.
'¿Qué rayos?' Pensó deteniéndose frente a la puerta del pequeño Kazui Kurosaki, la cual estaba cerrada. Apoyó su frente en la madera tibia, avergonzada aun por los sucedido en la cocina. ¿Qué demonios estaba pensando Ichigo? ¿Qué había sido todo aquello? La pelinegra intentó normalizar su respiración sintiendo el corazón desbocado en su pecho.
Hace algún tiempo el ex shinigami sustituto había comenzado con estas extrañas actitudes.
Al principio Rukia no lo había notado, pero en ciertas ocasiones Ichigo se le quedaba viendo fijamente sin motivo alguno. A veces en medio de un grupo (como estas mismas reuniones) y cuando ella ni siquiera estaba hablando, sentía por el costado la ardiente mirada del joven Kurosaki, fijamente, quemándola, atravesándola... pensaba que sólo eran ideas suyas, pero aquellas miradas se volvieron constantes.
En un comienzo ella se volteaba para comprobar aquello, encontrándose con Ichigo mirando hacia otro lado, reafirmando sus dudas. Pero con el pasar del tiempo, cuando lo miraba de vuelta, él tenía la mirada fija en ella y la enfrentaba directamente.
"¿Qué?" decía fastidiada, pero él se volteaba al frente y respondía un escueto. "Nada."
Y todas aquellas veces, la chica deseo tomar la mesa más cercana y estamparla en la naranja cabeza del Shinigami. ¿Qué diablos le pasaba?¿Qué rayos quería?
Hasta que cierta vez enfrentándolo, el pelinaranja le respondió simplemente: "Me gusta... el color de tus ojos."
Aquello la descolocó completamente y muy furiosa le gritó: "¡¿Me estás tomando el pelo?!"
"No." Respondió mirándola intensa y fijamente sin un ápice de estar jugando ni bromeando, dejando a la más pequeña aún más en blanco.
"¿D-de qué estás hablando subnormal? ¿Por qué me dices esas cosas de la nada?"
"Lo siento... Siempre lo había pensado, pero nunca te lo había dicho."
"¿Qué?" dijo ella con las mejillas de un furioso rojo. "¿Eres acaso Kon?"
"¿Qué?" respondió él molesto. "Por supuesto que soy yo, tonta." Y aquello le confirmó que sí era Ichigo: Sólo él la insultaba de esa forma. "Nunca había sido capaz de decírtelo." Continúo con las mejillas sonrosadas también. "Sólo quería decírtelo desde ahora..."
Y antes de que pudieran continuar, alguien los interrumpía siempre. Ya sea Orihime o Renji apareciendo de pronto o los pequeños Kazui e Ichika llamando la atención de ambos.
Y desde esa vez, Rukia le ignoraba totalmente. Lo dejaba mirarla sin enfrentarlo, sintiéndose tan incómoda y confundida en esos momentos, que no se atrevía a hacer ni decir nada. Pero la mirada de Ichigo siguió allí.
Agito la cabeza nuevamente espantando esos recuerdos y entró a la habitación del más pequeño de los Kurosaki.
El cuarto olía mucho a niño pequeño, entre suave y sudoroso. Caminó entre la penumbra hasta llegar a la pequeña cama junto a la ventana. Los rayos de la luna se filtraban por el vidrio iluminando la tierna escena que Rukia miró con una sonrisa.
El pequeño Kazui Kurosaki estaba hecho un ovillo en una parte minúscula de su propia cama, durmiendo en posición fetal siendo aplastado por Ichika Abarai, que estaba de brazos y piernas estiradas, roncando suavemente y ocupando gran parte de la cama del menor de los Kurosaki.
"Vaya, hija..." susurro la pelinegra riendo suavemente. Se arrodillo junto a los niños, y tomo con delicadeza a su pequeña juntando sus brazos y enderezandola para que ocupara el lugar correspondiente a su tamaño. Luego tomó a Kazui y lo estiro para que quedara de espaldas, apoyando su cabeza en la almohada. El niño hizo pequeños gestos de puchero pero no despertó.
Rukia entonces le acarició el suave y delicado cabello. Era puro Orihime. Aunque tenía el color naranjo de su padre, el tono era más claro, más cercano al de Inoue. Su expresión también era diferente a la de Ichigo: era muy inocente, tímido y dulce. Un niño muy mimado, que siempre andaba a las faldas de su querida madre.
Y por otro lado estaba Ichika, que aunque tenía gran parecido a Renji en colores, su personalidad fuerte y orgullosa era más cercana a la de Rukia. Compartían la misma mirada también, de ojos grandes y expresivos.
La beso en la frente y sonrió a ambos niños, comprobando que estaban bien, y que aún eran inocentes a los problemas de sus padres, afortunadamente.
Ichigo volvió a su puesto, sentándose con un mal sabor de boca por lo sucedido. Dejó los vasos sobre la mesa de centro, ignorando el incesante parloteo de su padre y Renji.
Tomó una de las latas de cerveza y la vació en uno de los vasos que había traído. Aprecio el líquido dorado burbujeando frío y lo probó. Perdió la cuenta si era la octava o décima lata que se acababa aquella noche. Se sentía oficialmente ebrio, mareado, pero no podía ni quería detenerse.
"¿Porque se casaron?" dijo de pronto lo suficientemente alto para detener la conversación que se desarrollaba, haciendo girar su vaso viendo como el líquido se mezclaba en su interior. Isshin y Renji se callaron mirándolo sin entender."Digo tu y Rukia." aclaro elevando la mirada.
"¿Eh?" Dijo el pelirrojo confundido, sonrosado por la bebida. "¿De que estas hablando estúpido?"
"¿Por qué se casaron tu y Rukia?" insistió el pelinaranja mirando directamente al teniente del gotei 13. "Porque tu y ella, no pegan para nada..."
"Ey, ey, ey" interrumpió Isshin entonces elevando ambas manos en señal de tiempo fuera. "Ichigo, hijo..."
"Tsk pues podría decirte lo mismo." dijo Renji un poco cabreado y bastante ebrio creyendo que solo se estaban fastidiando mutuamente. "Orihime es demasiado buena para ti, maldito idio-"
"Basta." Los interrumpió la dura y estricta voz de Rukia, que descendía de las escaleras."Has bebido demasiado, Renji."
Todos la miraron sorprendidos. A excepción de Ichigo, que miraba ausente aun pensando en las últimas palabras de Renji. 'Demasiado buena para ti.'
En cambio el teniente del sexto escuadrón enfocó su confundida mirada a su esposa y le sonrió poniéndose en pie.
"Vamos Rukia."dijo acortando las distancias y poniéndose junto al pelinaranja que alzó una ceja mirándolo. "Solo estamos jugando." continuó sonriendo y poniendo una mano en el hombro del hombre. "¿No es así, Ichigo?"
"Claro." Respondió el aludido sintiendo ahora el palmar de Renji en su espalda y con la pesada mirada del resto en él, incluida Inoue que volvió desde la cocina. "Saldré a fumar." anunció cortando el contacto, poniéndose en pie y saliendo por la puerta principal.
Ichigo Kurosaki estaba molesto. Enojado. Furioso consigo mismo. ¿Que rayos le pasaba aquella noche? Se estaba comportando como un total idiota, y sentía que no podía detenerse.
Bajo los escalones de la entrada y se sentó en ellos tapándose el rostro con cansancio, sintiendo la cabeza girar sin control por el alcohol en sus venas.
"¿Ichigo-kun?" Escuchó tras él la cauta voz de su esposa de pronto.
'Mierda.' Pensó soltándose la cara y enderezandose, sabiendo lo que se venía.
"¿Estas bien?" Continuó Orihime preocupada sentándose a su lado.
"Estoy bien." Respondió Ichigo con voz cansina, suspirando, mientras rebuscaba en sus bolsillos por los cigarrillos. No podía creer que tendrían esta conversación otra vez. Siempre, siendo una vez al mes por lo menos, se repetía esta charla. Pasaba sobretodo cuando el pelinaranja se comportaba como un total idiota sin motivo. Muy merecida conversación por lo demás, pero no por ello menos fastidiosa. "Solo quería fumar un poco." Continuó sacando un cigarro de la cajetilla que encontró en su pantalón.
Orihime le miró preocupada y triste, sin saber muy bien cómo enfrentarlo. Su esposo hace meses se comportaba de esta manera diferente. Y se acentuaba más cuando bebía. Sobretodo en estas reuniones periódicas con Renji-kun y Rukia-san.
Ichigo por su parte encendió el cigarrillo con torpeza y le dio una buena calada, rememorando el día que comenzó con el hábito de fumar: Desde que muy nervioso e inseguro le propuso matrimonio a su ex compañera de colegio, Inoue Orihime.
Aun no entendía porqué.
"¿Qué fue eso con Renji-kun dentro? ¿Que le dijiste?" Insistió su mujer mirándole fijamente como dejaba salir el humo con lentitud.
"Nada, Orihime. Solo estábamos jugando como dijo Renji." respondió intentando formar una sonrisa fingida.
Ella le miró sin decir nada. Luego miró sus manos que retorcía de los nervios. Intentó relajarse.
"Tenía..." dijo y su esposo la miró. "¿Que ver... con Rukia-san?"
"¿Con Rukia?" repitió desapareciendo su sonrisa y mirando como la ceniza se caía desde su cigarrillo. 'Siempre es ella. Siempre está entre nosotros dos. ¿No es cierto, Orihime?' "Solo tenia curiosidad..." dijo en cambio. "¿Pero tú oíste lo que dijo Renji?" Su esposa lo miró sorprendida. "Que tú eras demasiado buena para mi..." Guardó silencio un segundo. "Creo que Renji tiene razón." Concluyó mirándola con una triste sonrisa antes de ponerse en pie ante su impactada mirada.
"¡No Ichi-!" Dijo la mujer desesperada sujetándolo inesperadamente de un brazo, evitando su retirada. Ichigo sin esperar aquello y aun con la bebida nublando su mente, reaccionó de la peor manera posible: cortando el agarre con un movimiento brusco.
"¡No me toques!" Le dijo amenazadoramente. Inoue quedó de una pieza, mirando el agresivo rostro de su esposo, el cual no reconoció. Nunca le había hablado así, menos tratado de esa manera. La cara de Ichigo de aquella noche no se le olvidaría en toda su vida. Llena de rechazo, de desprecio...
El hombre necesitó pestañear solo una vez, para darse cuenta de su error. Fue una reacción de las entrañas, del fondo de su corazón. Su corazón que ya no quería ser tocado por ella. La que no tenía culpa alguna de aquello.
Los grandes y bonitos ojos de Orihime le miraron con miedo y luego se inundaron de lágrimas.
"¡Lo siento!" añadió rápidamente cuando volvió a ser el mismo, viendo con preocupación como Inoue se sostenía la mano que había rechazado. "¿Te he hecho daño?"
Ella sostuvo su mano con la mirada baja, intentando reprimir el llanto que luchaba por salir. Le había golpeado pero no para lastimarla, aun así, el lugar estaba enrojecido levemente. Y que después de que le haya mirado tan horriblemente, ahora mostrara preocupación la entristeció aun más, porque aun seguía siendo su dulce, amable y preocupado Ichigo el que había reaccionado de esa forma.
"¿Chicos...?" Escucharon a sus espaldas de pronto, rompiendo el tenso momento. Se voltearon sorprendidos viendo a Isshin Kurosaki cerrando la puerta a sus espaldas. "¿Orihime-chan estas bien?" añadió con preocupación al ver el rostro a punto de llorar de ella.
Pero la esposa de Ichigo no aguantando más pasó junto a su suegro, escapando al interior de su casa antes de que las lágrimas afloraran de sus dolidos ojos.
Isshin alcanzo a verlas sin embargo, brillantes y dolidas lágrimas corriendo por las mejillas de su joven nuera. Ichigo también las vio, pero se quedó clavado en el lugar donde estaba, impotente, sin las agallas para seguirla y consolarla después de lo que le había hecho...
"Ichigo" susurro Isshin acercándose a su hijo, mirándolo fijamente. Le recordó entonces dolorosamente a los días en que el pelinaranja había perdido sus poderes de Shinigami y Rukia-chan había desaparecido de su vida, no regresando ni una sola vez en largos 17 meses. El rostro que mostraba Ichigo en aquel tiempo, era exactamente al de esta noche: lleno de dolor, impotencia, tristeza y melancolía. El rostro de alguien que tiene las manos amarradas a su espalda sin poder hacer nada por mejorar su situación actual. "¿Estas bien?"
"No" respondió el más joven de los Kurosaki mirando ausente hacia la calle, con la voz grave y dolida. "¿Quieres un cigarrillo papá?"
Continuará.
