Hola chicas, este es mi primer fic largo sobre Inuyasha y Kagome que he hecho exclusivamente con mi imaginación, ojala les guste y por favor comenten.

Disclaimer: los personajes de esta serie son de Rumiko Takahashi pero la historia es mía.

Deliciosa Venganza

Ah el verano, época de descanso colores y deliciosa comida fresca y manjares varios, el aroma de los frutos dulces, la frescura de la miel y el agua rebosaban el aire, la suave brisa meciendo las verdes copas de los arboles invitaban al descanso y la serenidad, y para un pequeño gustillo dulce quizá, mas no se puede engañar pues en las llanuras un mal carácter en dos corazones tendrá que gobernar.

-¡ABAJO!-

-¡ay!- (entienden a qué me refería)

-¿y ahora que he hecho Kagome?- rugió el medio demonio con su rostro bien enterrado en la tierra.

-¡¿y todavía lo preguntas?!- exclamo furiosa la miko con ambas manos en la cadera.

-¡me he partido la espalda cocinando ese curry y lo tiraste todo!- gruño con el ceño más que fruncido señalando la olla volcada y derramando el existo guisado.

-¡feh! ¿Es por esa basura que estas tan enojada?- murmuro con desprecio levantándose después de que acabo el efecto del collar.

-¿basura?- pregunto Kagome escondiendo sus ojos bajo su flequillo.

-¡si es una basura! Mejor hubieras traído algo de ramen- explico Inuyasha cruzando sus brazos tras la cabeza.

-ramen, ramen, ramen ¿es que solo piensas en el ramen?- pregunto una miko cada vez más y más furiosa.

-pues claro- Kagome tuvo que tragarse las lágrimas que se le resbalaban del rostro.

-¡eres tonto Inuyasha! ¡Kagome se esfuerza mucho para prepararnos la comida!- gruño Shippo saltando hasta el hombro de la azabache para tratar de consolarla.

-pues para como es el resultado no hace lo suficiente- gruño despectivamente.

-vamos Inuyasha no seas cruel, la señorita Kagome tiene uno de los mejores sazones que hemos probado- secundo el monje Miroku sonriendo.

-además siempre se toma muchas molestias al cocinar para nosotros- tercio Sango. Inuyasha gruño molesto.

-pues cómanse ustedes lo que prepare, yo prefiero mil veces el ramen- eso hiso que Kagome se enfadara todavía más.

-¡perro tonto! ¡La comida de Kagome es mucho más rica que el ramen! ¡Y hasta Koga piensa que es una delicia!- gruño Shippo desde el hombro de Kagome, solo para acabar tumbado en el piso con un enorme chichón en la cabeza.

-¡no vuelvas a mencionar a ese pedazo de sarnoso enano!- le grito Inuyasha apretando los puños.

-y además si a ese lobo le gusta Kagome debe guisar espantos, pero en fin ese lobo tiene tan mal gusto con todo que no es de extrañar y peor aún para decir que Kagome es hermosa…- murmuro despectivamente.

El hanyou se cruzó de brazos de manera relajada hasta que una corriente helada le recorrió la columna, algo no andaba para nada bien, volteo cuidadosamente a sus espaldas y ahí la vio, Kagome desprendía un aura mortal y peligrosa que era capaz de erizarle los pelos hasta al propio Sesshomaru.

-¿K-Ka-Kagome?- pregunto el hanyou temblando como gelatina.

-I…nu…ya…sha…- gruño Kagome su flequillo cubría la mitad de su rostro y con sus hombros temblando de pura furia. Y fue peor cuando ella levanto los ojos para verlo con una mirada asesina que lo dejo pálido.

-¡ABAJO!- se escuchó la estruendosa palabra seguida rápidamente de la habitual queja de Inuyasha.

-¡ABAJO! ¡ABAJO! ¡ABAJO! ¡ABAJO! ¡ABAJO! ¡IDIOTA! ¡IDIOTA! ¡IDIOTA! ¡IDIOTA! ¡IDIOTA! ¡ABAJO! ¡ABAJO! ¡ABAJO! ¡ABAJO! ¡ABAJO! ¡TORPE! ¡TORPE! ¡TORPE! ¡ABAJO! ¡ABAJO! ¡ABAJO! ¡ABAJO!- grito la azabache con todas sus fuerzas obligando al hanyou a enterrarse en el piso.

-¡Kagome ya no! ¡Basta por favor Kagome! ¡PIEDAD!- gruñía Inuyasha desde el piso poco después de llegar a l metro y medio de profundidad.

Paso cerca de una media hora hasta que Kagome se quedó sin aire y sin voz, fue entonces y solo entonces que dejo en paz al pobre medio demonio, tomo sus cosas y se marchó en su bicicleta directo al pozo devora huesos. Dejando atrás a un monje, una exterminadora y un demonio zorro pálidos de terror y un Inuyasha quien yacía inconsciente de dolor a 8 metros bajo tierra.

-la… señorita Kagome…- empezó a decir Miroku.

-da mucho…- tembló Shippo.

-miedo…- finalizo Sango, e incluso Kirara tembló asustada.

Luego dirigieron su mirada al enorme y profundo cráter que solo unos minutos antes era parte del verde y fresco césped del claro cercano a la aldea de la anciana Kaede.

-¿creen que siga vivo?- pregunto Shippo trepado al hombro de Miroku.

Los tres amigos volvieron a acercarse al agujero donde comenzaba a gruñir el peli pateado, dando señas de que aún no había encontrado su camino al cielo. Sango y Miroku negaron con la cabeza.

-diría que esta vez a Kagome se le paso la mano- dijo impresionada viendo la profundidad del agujero.

-otro poco más y podría haber hecho un segundo pozo- medito Miroku.

-pues yo creo que se lo tenía merecido por decirle esas cosas feas a mi mama- gruño Shippo alisándose su esponjosa colita.

-no seas cruel Shippo, incluso para Inuyasha esto fue demasiado duro- murmuro Sango con acariciando a Kirara sobre su regazo.

-mi Sangito tiene razón Shippo, incluso un tonto como Inuyasha merece un poco de compasión- tercio Miroku acercando peligrosamente sus manos a la castaña.

-¿de cuándo acá soy su "Sangito" excelencia?- murmure ella palmeándole su escurridiza mano.

-¡sí que se lo merecía! ¡Le dijo fea a Kagome y además dijo que cocina mal! En mi opinión Kagome se quedó muy corta con el castigo para ese perro tonto - interrumpió gritando Shippo.

-te estoy escuchando pequeña rata- gruño cierto hanyou medio escalando, medio arrastrándose fuera del enorme agujero con su forma.

-¡Inuyasha! ¿Sigues vivo amigo mío?- sonrió Miroku acercándose mientras Inuyasha se sacudía furioso la tierra de entre su cabello y orejas.

-¡Feh! Cállate monje libidinoso- ladro intentando reacomodar un poco los huesos de su espalda, de todas las veces que Kagome lo había sentado esta en definitiva era y por mucho las más dolorosa.

-eso no suena muy bien- murmuro sango al escuchar el horrible tronido producido por los huesos del medio demonio.

-¿quieres que Kirara te lleve a la cabaña de la abuela Kaede Inuyasha?- le ofreció, quizá de tanto golpe podría haberse lesionado la espalda.

-¡Feh! No soy tan débil como ustedes- gruño intentando ponerse de pie y después de unos tres intentos lo consiguió sin volver a caer.

-kami, ¿Qué le pasa esa loca de Kagome?- pregunto molesto.

-nunca cambiara ¿cierto?- pregunto Miroku viendo al ojidorado que solo se dedicaba a maldecir entre dientes sin prestar atención a nada en su entorno.

-si después de semejante paliza no ha entendido nunca lo hará- negó Shippo. Los tres asintieron de acuerdo, definitivamente Inuyasha era el ser más inmaduro que hubiera pisado el Sengoku jidai.

Mientras tanto en la época moderna…

Pov Kagome

¡Estúpido tonto torpe cara dura y egocéntrico Inuyasha! ¡¿Quién se creé para decirme esas cosas tan feas?! Ojala le haya partido la espalda de tanto abajo, se lo tendría bien merecido. Además con lo que me costó reparar el curry, estuve cerca de dos horas probando con las especias para lograr un sabor existo pero no picante, y todo para que ese bruto no se le quemara la lengua.

-ojala se lo trague un yokai cubierto de baba- murmure entre dientes pasando por una raíz de un árbol, el bote solo me hizo enojarme mas.

Cuando divise el pozo no lo pensé dos veces y me arroje dentro, ojala que sota, mama y el abuelo no estuvieran porque estaba peor que agua para chocolate de hecho mi coraje era el suficiente para ahorrarle la calefacción a mi mama por todo el otoño, el invierno y buena parte de la primavera. Ande a grandes zancadas hasta la puerta, a menos que no quieran uh homicidio más vale que no haya nadie.

-¡Kagome hijita!- "definitivamente kami me odia" pensé intentando aunque sea fingir que mi desagradable mueca era una sonrisa a la mirada risueña de mi mama.

-hola… mama…- ella me abrazo pasando desapercibida mi fuerte enojo esto debía ser grande.

-mi niña ¡¿a que no adivinas que paso?!- me pregunto casi brincando de la emoción.

-¿el abuelo por fin tiro su colección de partas de cocodrilo disecadas?- fingí adivinar mientras trataba de respirar pues mi mama me estaba apretando mucho el abrazo.

-¡no son patas de cocodrilo son garras auténticas del demonio que tienen siglos de antigüedad!- gruño mi abuelo desde la cocina.

-¡papa vas a arruinar la sorpresa!-lo regaño mi madre, para volver toda su atención a mí.

-¿Qué sorpresa?- pregunte perdiendo la paciencia, dios mío debo estar realmente mal si estoy pensando en empujar a mi propia madre.

-¡a tu hermano le toco la rifa del instituto y gano unos cupones para carne de primera en todas sus presentaciones por un mes y el abuelo gano un premio especial de la compañía Sapporo ramen y tenemos una dotación de un año de sus mejores sabores y varios de edición nueva!- chillo feliz.

-¿eh?- pregunte sin entender, ¿por eso tanto alboroto? Por mucha carne y varios paquetes de ramen.

-si hija ¿no te da gusto? Ahorraremos mucho durante meses- sonrió ella soltándome por fin.

-eso es genial mama, pero ahora estoy agotada ¿podemos hablar después?- le pedí frotándome los ojos, bueno lo de cansada no era una mentira del todo.

-claro mi hijita, te llevare un rico té y una rebanadita de un pastel delicioso que acabo de comprar- me sonrió alejándose a la cocina, solté un suspiro.

De todas las veces que me había peleado con Inuyasha era la primera vez que me duraba un coraje y aun así tan fuerte, dios santo. Y apuesto a que ese pedazo de tonto ni siquiera se le pasara por la cabeza venir a disculparse, ¡uy! Tengo tantas ganas de lastimar a alguien. Si tan solo hubiera una forma de darle una lección…

Iba de camino a mi habitación cuando un horrible y pegajoso aroma llego flotando burlonamente hasta mi fina y refinada nariz. Conocía ese aroma, lo detestaba era asqueroso, y completamente repugnante, un aroma que solo aumento mi mal humor, fui a la sala y ahí estaba ese traidor de mi hermano comiendo un bowl repleto de esa cosa mientras veía las caricaturas.

-¡SOTA!- grite haciéndolo saltar.

-¡he- hermana! Dios casi me matas de un susto- suspiro intentando tranquilizar el golpeteo de su corazón, si no estuviera tan enojada lo había compadecido.

-¿Qué se supone que estas comiendo?-gruñí señalando acusadoramente el plato.

-e-es solo mi cena- murmuro temblando, mi cara debía ser aterradora.

-¡pero es papaya! ¡Sabes que odio la papaya!- le estepo.

-¿hija que pasa?- pregunto el abuelo entrando al salón, seguramente alarmado por mis gritos.

-¡ese traidor de Sota está comiendo papaya!- dios ¿que nadie lo entendía?

-¿Qué tiene eso de malo hija?, de pequeña a ti también te gustaba la papaya- me preguntó.

-¡pero ya no! ¡Es asquerosa!-le explique explotando pobre abuelo, creo que está apunto de mojarse del susto.

-calma Kagome, no trates así a tu abuelo- intervino mi mama trayendo una bandeja con té y pastel de chocolate con moras.

-mejor me retiro- gruñí intentando calmarme.

-y tu- señale a Sota.

-más te vale no volver a comer eso en mi presencia- le advertí tomando la bandeja y caminando hasta mi cuarto.

-que miedo- escuche murmurar a Sota y al abuelo.

-hija ¿tú sabes porque esta así?- pregunto mientras se sentaba.

-supongo que se ha peleado con Inuyasha otra vez- explico mi madre en su normal tono tranquilo.

-dios casi me da un paro y todo por mi plato de papaya- suspiro Sota recuperándose del susto por lo que escuche de su tono de voz, pobrecillo.

-pero no entiendo porque le disgusta tanto si antes devoraba platos enteros- murmuro mi abuelo pensativo.

-fue por eso mismo papa, recuerda que a sus 6 años se comió un pastel entero de papaya ella sola- se me revolvió el estómago al recordarlo, puaj ni se porque se me ocurrió comer ese pastel, pase toda una semana en el baño.

-vaya es una lástima- murmuro el abuelo, decidí mejor alejarme de ahí, con cuidado entro a mi cuarto y coloco la rica merienda en el escritorio.

-ah dios mío, y con todo este coraje ni siquiera le di las gracias a mama por el pastel- murmure después de unos minutos que me logre tranquilizar.

-si pudiera tan solo, por una vez desquitarme de lo que me hizo Inuyasha quizá me sentiría mejor- pensé comiendo un poco de pastel.

-pero no algo muy cruel, tal vez si sufriera por una semana, creo que sería lo justo- suspire y lo peor de todo es que habíamos prometido ayudar a la anciana Kaede pues se había roto la pierna y no podría hacer las cosas sola por una semana, y ahora por culpa de Inuyasha ya no llegue a apoyarla hoy. Entonces algo me vino a la mente.

"hubieras traído algo de ramen"

"¡odio la papaya!"

"pero si de pequeña te encantaba"

"yo prefiero mil veces el ramen"

"fue hasta que se comió un pastel entero de papaya sola"

"pues cómanse ustedes lo que prepare, yo prefiero mil veces el ramen"

"pasar un mes en el baño"

"una dotación de un mes de carne"

"ramen para seis meses"

"una semana en la aldea de la abuela Kaede"

Como piezas de rompecabezas cada frece fue formando un plan en mi cabeza, uno con el que por fin le daría una lección a Inuyasha obtendría mi anhelada venganza. Sonreí de tal forma que cualquiera podría asociarme con el gato de Alicia en el país de las maravillas.

-ojala disfrutes esta noche Inuyasha, porque mañana empezara mi venganza y puedo asegurarte que será absolutamente deliciosa- prometí mirando por la ventana la luna llena. Ese pobre medio demonio no sabe la que le espera. Sip, definitivamente será una deliciosa venganza.

Continuara…