Un anillo

Capítulo 1: Caminos

Galopaba con la mayor rapidez que aquel caballo podía permitir, sentía la sangre agolparse en mis sienes, y un nudo se formaba en la boca del estómago, tenía un mal presentimiento, y no era para bromas, nunca me fallaban, y para mal de males me encontraba sola, en medio de la nada, pero no era la soledad lo que me preocupaba, sino no poder avisarle a nadie que algo malo pasaría, pude percibir a la distancias las lejanas siluetas de grandes construcciones en el valle, estaba amaneciendo, y aún quedaba un trecho de camino, tal vez Elrond supiera algo de todo esto.

Pocas horas después Rivendel me recibió con esa maravillosa frescura de un día de otoño, al parecer las cosas no estaban bien, como me lo confirmó el semblante del Señor de la casa

"Es extraño verte por aquí sola Isilwen- me comentó- mataste a tu tutor en una de sus tantas discusiones?"- preguntó con una sonrisa intentado aligerar la situación

"No, él me dejó solita en medio de la nada, y se fue a chuparle las medias al mago Blanco"- bufé- "Tengo un mal presentimiento Elrond- el medio elfo me contempló atento- Gandalf debería haber partido hacia la Comarca hace unos días y aún no lo ha hecho, iba a encontrarse con Frodo, el sobrino de Bilbo por el tema..."

"cálmate, probablemente Saruman lo haya retenido con alguno de sus debates, ya sabes como son los magos"- intentó calmarme, pero podía ver el temor en sus ojos

"Nunca confié en Saruman, y no voy a comenzar a hacerlo ahora"- le anuncié con recelo- "Yo misma viajaré a la Comarca en busca de ese hobbit, las cosas están muy graves como para permitir que viaje solo"

"Es muy peligroso, Gandalf nunca lo autorizaría"- me recriminó- "Aragorn, el Heredero de Isildur está en Rivendel en este momento, lo enviaré de inmediato, conoce mil veces mejor que voz la zona y es un viajero experimentado"

"Gracias por lo que me toca"- comenté con sarcasmo, mientras el Señor del Imladris me contemplaba serio

"Lo mejor será que te cambies- me aseguró contemplando mi desastroso estado- Arwen y Tinwel estarán deseosas de verte"- lo contemplé cansada, no tenía ganas de discutir, y el extraño brillo en sus ojos me dijo que de nada serviría, suspiré, e hice una pequeña reverencia antes de retirarme a mi cuarto

En aquella habitación todo estaba tal cual lo había dejado la última vez, en mis continuas idas y venidas con Gandalf o sin él solía parar en esa casa de tanto en tanto, por lo que Elrond tenía la habitación siempre perfecta por cualquier inconveniente, como mi tan afamado protector, nunca sabía como o cuando podía llegar a visitarlos, una de las elfas de la casa entró en ese instante, para preparar el baño, una vez que se retiró y terminé de higienizarme, partí en dirección al jardín, donde sabría encontraría a las medias elfas

Los días pasaban uno tras otro, mientras las expresiones de los que nos encontrábamos en aquella casa se agravaban, Elrond y yo no podíamos dejar de preocuparnos por las demoras de Gandalf, y Arwen no dejaba de pensar en el Heredero de Isildur, quien había partido a cumplir la misión a la cual el mago parecía haber olvidado. Suspiré con pesar, saliendo en dirección a los jardines, podía soportar que a Mithrandir le ocurriera algo, pero lo que no terminaba de aceptar era tener que quedarme allí y no hacer nada, al fin y al cabo, era una elfa de acción, y de mis escasos 77 años, 70 los había pasado viajando de un lado para el otro junto al mago gris, y no había mucha diferencia entre eso y la vida que había llevado ese montaraz al que habían enviado a la Comarca.

Habían transcurrido seis semanas desde que el renombrado Aragorn, hijo de Anathor, partiera en dirección a la tierra de los medianos, la verdad era que en mi vida había visto al montaraz mas que de lejos, cada vez que mi tutor partía con él en alguno de sus tantos viajes, me encerraba a mí en una de las múltiples bibliotecas de los distintos reinos para buscar toda la información posible sobre el bendito anillo, no era justo.

Miré a mi alrededor, la pareja que se encontraba un poco más allá parecía bastante preocupada, vi a la distancia como Glorfindel se despedía Tinwel, para partir al igual que la mayoría de los poderosos Señores de Rivendel en búsqueda del portador del anillo y su grupo, la media elfa lo contemplaba con consternación, su esposo partía en un viaje peligroso, los nueve habían cruzado el Anduin y aquel noldo era uno de los pocos que tenía suficiente poder como para luchar con alguno de ellos.

"solo espero que todo esto salga bien"- me comentó Tinwel llegando a mi lado con una triste sonrisa, mientras veíamos partir al pequeño grupo de elfos que se separarían poco después

"No termino de entender porque Elrond me mantiene encerrada aquí- comenté- yo podría ir en lugar de Glorfindel, pero el señor de la casa me lo ha prohibido, muchas cosas están cambiando y no tolero la quietud que me imponen"

"Si Elrond decidió que tu lugar es este, por algo será"- concluyó luego de que las puertas se cerraran –" sé que Glorfindel estará bien, él regresará"

"pero como..."- pregunté confundida

"Muchos de los dones de mi padre se fueron manifestando en mí con el tiempo- me explicó- es por eso que aun sin que Elrond me lo diga puedo saber que tu destino es mucho más importante que andar espantando Nazgûl para dejarle paso al portador del anillo, es por eso que debes permanecer aquí hasta que llegue tu hora"- la miré con escepticismo, mientras nos encaminábamos hasta los jardines en los que paseaba Arwen

"Hay noticias de Gandalf?"- preguntó cuando llegamos a su lado, suspiré

"Nada de nada, Gandalf nunca se demora, esto es grave, muy grave- murmuré con pesar- no entiendo que es lo que lo retiene"

"Y no pensaste que tal vez el...- susurró la Estrella de la Tarde- que tal vez..."

"Haya muerto?"- concluí entre risas, mientras las mejillas de Arwen se teñían de rojo al momento que asentía, Tinwel la miró escéptica, sin terminar de creer lo que había dicho su hermana – "Ese mago no da el brazo a torcer con tanta facilidad, él está vivo, eso no lo dudo"

"Como decían en mi aldea- dijo Tinwel con una sonrisa melancólica- hierba mala nunca muere"

"Los extrañas?" quise saber, mientras se encogía de hombros

"A veces, lo que más me duele es que sus rostros, sus recuerdos, poco a poco van perdiendo la forma, cada día los idealizo más y son menos reales, murieron hace ya mucho tiempo- me explicó, sus ojos brillaban de una forma extraña, llenos de recuerdos- de mi familia humana no queda nada, ni los nietos de los nietos de quienes vivieron conmigo, mi aldea ya no existe, es lo que ahora llamamos tierras ásperas"- la tristeza reflejada en aquel rostro era increíble

"Mira el lado bueno"- la abrazó Arwen con una sonrisa señalando a una elfa que venía con un bulto en sus brazos

"Este pequeñin no vale acaso todas esas tristezas?"- pregunté sonriendo, cuando Tinwel tomó al bebe en sus brazos

"Esas y mil más- susurró, para luego dirigirse al pequeño- Tu padre nos ha dejado solos, ahora eres el hombre de la casa"

"Gil-mallen va a proteger a su madre por que es un elfo fuerte como su padre no es cierto?"- comentó Arwen acariciando la cabecita del niño

"Por supuesto que sí- comenté observándolo - tiene tu cabello y los ojos de Glorfindel- susurré a Tinwel quien sonreía- espera a tener unos años más y tendrás a todas las elfas detrás de ti!"

"Ya las tiene- me corrigió Arwen- no nacen niños todos los días, y siendo el único bebe de la casa es por demás de consentido"- me explicó- "la más pequeña después del niño en toda la ciudad en este momento debes ser vos y después Tinwel"- suspiré, la menor de las medias elfas tenía ya unos 700 años

"Ya, y por eso me meten en una cajita de cristal"- bufé para deleite de las elfas que comenzaron a reír- "Tantos años de viajes, sacrificios y entrenamientos, para que cuando la cosa se pone divertida no me dejen hacer nada, es muy injusto, todos esforzándose allá afuera y a mi me toca escucharlas a ustedes dos escucharlas quejarse de cuanto extrañan a sus amores"

"Hey!"- me espetaron las medio elfas entre risas

"Y lo peor de todo es que ni siquiera eso puedo hacer porque no tengo amor al cual extrañar"

"Ya llegará, en el momento en que menos lo esperes llegará y tendrás alguien a quien extrañar aunque se aleje de ti un solo día"- sentenció Tinwel

"Yo preferiría que me enviaran a la batalla"- bufé, no se me daba muy bien eso de quedarme quietita esperando por alguien

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Legolas marchaba a paso lento, se dirigía al lugar al que menos quería ir, Rivendel. Aquel valle guardaba uno de los mayores tesoros de la Tierra Media, el problema era que le pertenecía a otro, suspiró con pesar, Tinwel, la maravillosa dama que había robado su corazón hace tiempo.

Llevaba unos cuantos años sin verla, unos setenta, desde que la joven fuera a visitarlo al Bosque Negro, poco después de que el Concilio Blanco expulsara el nigromante de Dol Guldur, cuando creían que finalmente habían desterrado la oscuridad de aquellas tierras, pero el bosque se había vuelto un lugar inseguro y triste en los últimos tiempos, tan triste, como el corazón de su príncipe.

A pesar de todos sus intentos por olvidarla, había sido imposible, había conocido a muchas elfas, incluso con algunas llegó a entablar una relación, pero no pasaba de una simple amistad, se había acostado con tantas que ni siquiera recordaba sus nombres, había intentado ahogarse en el cuerpo de ellas, para aliviar la pena de su alma, aquel placer físico, desplazaba la angustia reinante en su corazón y durante un tiempo había funcionado, solo durante un tiempo

Poco a poco fue sintiéndose más culpable, sucio, aquellas elfas se entregaban a él por un supuesto amor, un enamoramiento absoluto, y él las usaba, para olvidar sus miserias, sus derrotas. No sabía muy bien como, pero parecía necesitar aquellos contactos para seguir, por más que se proponía detenerse, frenar su comportamiento, se encontraba una y otra vez enredado en la cama con alguna elfa que poco le importaba.

Su padre estaba horrorizado, y con razón, meditó, sus costumbres sexuales habían llegado a un extremo inconcebible, más aun siendo un elfo, ni que decir de un príncipe, era un monstruo, o al menos así creía.

Se preguntó entonces que ocurriría si alguien hubiera hecho con Tinwel lo que él a todas esas elfas?

"Tendría varias flechas atravesándole el cráneo"- murmuró en voz alta para sí mismo, ahogando un suspiro, no se soportaba, eso era seguro.

Como ven, no puedo quedarme quieta por mucho tiempo, ni hablar, me gustaría saber que opinan de esta nueva historia, como veran nuestro pobre elfito quedó por demás de traumado con lo de Tinwel, pero ya encontrará la orma de su zapato... No se si lo habran notado, pero sí, esta historia va a transcurrir durante la guerra del anillo, por lo que sumaremos a una elfita a la comunidad, ya sé que es algo trillado, pero siempre tuve ganas de hacerlo, y es una forma de contar la historia que tenía en la cabeza hace mucho tiempo, pero necesitaba a un Legolas traumado! por eso creí que este sería el mejor momento:P espero que disfruten mi nueva locura, y si alguien me quiere dejar un review... no me enojo :P Namarië!