Disclaimer: Tanto Hakuoki como sus personajes no me pertenecen (lamentablemente T-T) sin embargo armare mi propia versión de algun personaje femenino.
Notas iniciales: ¡Hola a todos! ^o^ esta historia surgio gracias a mi loca imaginación y mil preguntas por responder sobre Saito :3 no se centra sólo en su infancia sino también su llegada al Shinsengumi (drama, drama y romance!)y... no les cuento mas :P espero lo disfruten S2 y me dejen muchos reviews :D love yah~
El palacio de nieve: Hajime's Himitsu
Capítulo 1: La bufanda de Hajime
La familia del pequeño Hajime era una de las más prósperas de Kyoto, su padre, Takeshi Goketsu era un poderoso Daimyo, famoso consejero del Shogun así como el capitán de su ejército.
Goketsu-San, era una persona exigente, anteponía la razón a los sentimientos, su vida militar y política era más importante que su propia familia y por supuesto nadie podía ganarle en cuanto a manejar una espada, él era el mejor.
La madre de Hajime, Miyuki-San, era la mujer más dulce que pudiera existir, era la primogénita de la familia Saito y no está de más decir que su matrimonio fue concertado al nacer, algo muy tradicional entre los nobles, a pesar de que su vida como esposa de un Daimyo nunca fue fácil jamás dejo decaer su espíritu bondadoso. Takeshi-San no era una persona sencilla y mucho menos alguien que pudiera transmitir amor, sin embargo ambos tenían dos hermosos hijos: Ichiro y Hajime.
Ichiro, era el hijo mayor, el orgullo de su padre y su sucesor. El parecido entre ambos no era sólo al nivel de personalidad sino que físicamente eran como dos gotas de agua.
Hajime, en cambio tuvo la mala suerte de ser igual a su madre, la cual era una frase frecuentemente utilizada por Goketsu-San. Él solía recordarle a menudo que jamás sería merecedor de llevar su honorable apellido.
Miyuki-San siempre protegió al menor de sus hijos, hizo en cuanto pudo para salvar el corazón del pequeño de las garras de su padre, pero no lo logró por mucho tiempo.
Cuando Hajime cumplió cinco años, Goketsu-San ordenó trasladar a su hijo a una instancia alejada de la principal, donde según él lo convertirían en un hombre, lejos de la mirada sobreprotectora de su madre.
A pesar de la corta edad del pequeño, comprendía lo solitaria que era su vida, su única compañera era su espada, la misma que usaba todos los días para entrenar arduamente, su maestro, el cual fue enviado por su padre con el propósito de verlo fracasar, no era el mejor espadachín del mundo, sin embargo lo que Takeshi-San no sabía era que había enviado una persona muy noble y sabia para guiar al menor.
Miyuki-San iba a visitar a su pequeño en cuanto se le presentara la oportunidad, a pesar de la prohibición de su esposo, ella haría lo imposible por ver a su hijo.
Habían pasado seis años y en ese tiempo Hajime había dominado todas las enseñanzas de su maestro en cuanto al arte de manejar una espada, la senda del guerrero, literatura y escritura. Ocasionalmente, cuando habían reuniones de extrema importancia le ordenaban regresar a la instancia principal, él odiaba esos momentos a pesar de que era la única forma de saber de su madre y hermano.
Esta vez la reunión era para celebrar el compromiso de Ichiro, quien para esa época ya tenía 15 años, con la hija menor del Shogun. Cuando el festejo terminó, Miyuki-San organizó un encuentro secreto con el menor de sus hijos, pues quería entregarle un cofre que contenía el tesoro más preciado de su familia, éste estaba envuelto en una larga tela blanca.
Lamentablemente fueron descubiertos por Ichiro, quien a pesar de los ruegos de su madre corrió a informar a su padre lo sucedido.
Los subordinados del jefe de la estancia capturaron a Hajime y a Miyuki-San para que éstos no tengan la oportunidad de escapar.
-¡Mujer! ¡Te atreves a desobedecer mis órdenes!- Alzó la voz un hombre de cabellos negros y mirada autoritaria
-Lo siento, Goketsu-San fue mi culpa- Sollozaba Miyuki mientras se colocaba delante de Hajime para protegerlo
-Jamás volverás a ver a éste débil hijo tuyo ¡Enciérrenla donde jamás pueda ver la luz del sol!- Sentenció el hombre sin ninguna clase de remordimiento
-Por favor Goketsu-San, sienta piedad de la madre de sus hijos- Rogaba desconsoladamente Miyuki mientras se colocaba de rodillas frente a su esposo
-¡Llévensela!- Gritó el líder de los Goketsu tras patearla para pasar sobre ella
-No lo permitiré…- Sentenció Hajime colocándose frente a su padre
-¡Pequeño inútil! ¿Intentas desafiarme?- Cuestionó el hombre mientras sonreía con sarcasmo
El padre de Hajime ordenó a uno de sus sirvientes traer dos katanas, padre e hijo tendrían una batalla.
El menor de los Goketsu tomó la espada con ambas manos y apuntó hacia su padre, ambos corrieron al encuentro del otro y tras un certero corte uno de los dos cayó al suelo.
-¿Viste eso mujer? De no ser por tí, tu pusilánime hijo aún viviría-
Los sollozos de la madre resonaron en toda la habitación mientras era arrastrada a su celda, el padre había apuntado a matar, directamente sobre el cuello de Hajime.
Había sangre en el suelo, sin embargo Goketsu-San subestimó la agilidad de su hijo, quien esquivo la muerte con un pequeño movimiento, el corte sólo era superficial. Por supuesto que, el padre en toda su vanidad y orgullo jamás hubiera imagino que su hijo sobreviviría a tal ataque.
El niño permanecía allí, sin mover un solo músculo pero consiente de lo que sucedía a su alrededor.
-Señor, encontramos esto en las manos de Miyuki-San- Dijo uno de los sirvientes entregando el cofre envuelto al hombre de mirada altiva
El líder de los Goketsu tomó el objeto en sus manos tras tirar la tela que lo envolvía al suelo, al abrirlo y ver su contenido sonrió para sí abandonando el lugar.
Al percatarse que la habitación había sido abandonada, el niño se puso de pie con dificultad mientras su pequeña mano intentaba detener la sangre que corría a través de su cuello, recogió la tela que yacía en el suelo y cubrió con ella su herida. Había encontrado el tesoro más preciado de la familia de su madre, pues de ahora en adelante él sería Saito Hajime.
No fue difícil para él escapar de la estancia de su padre, pues todos lo creían muerto, excepto su maestro, quien al escuchar lo sucedido lo buscó desesperadamente hasta encontrarlo, curo la herida y volvió a envolverla en la larga tela blanca, finalmente le entregó el dinero que le pertenecía por parte de la familia de su madre pues sabía que Hajime jamás podría volver.
Varios meses pasaron desde aquel incidente, el invierno había llegado nuevamente a saludarlo y traía consigo frías capas de nieve. Cada vez que este fenómeno ocurría el observaba los copos caer con nostalgia pues el nombre de su madre, Miyuki tenía los prefijos "Mi" (bella) y "Yuki" (nieve).
A pesar de que caminaba sin rumbo buscando nuevos rivales para probar su fuerza, su pequeño cuerpo de 11 años no resistía los golpes como el deseaba, aquella noche durmió en la interperie de un hermoso campo. La mañana llegó rápidamente y los verdes pastizales se habían transformado en un blanco sendero.
-¿Estas perdido?- Cuestionó con preocupación una niña de ojos marrones
-No- Respondió Hajime mientras sus ojos azules le dedicaban una gélida mirada
La pequeña sonrió tímidamente mientras parecía buscar algo alrededor, tomó un puñado de nieve, un par de hojas y dos pequeños frutos silvestres, al final acercó su creación a Hajime.
-Es un conejo de nieve- Dijo la menor mientras extendía sus brazos -Es para tí-
Hajime se quedó congelado unos segundos y por inercia extendió sus brazos para recibir la curiosa creación de la niña, las manos de ambos rozaron con suavidad sin saber que muchos años despúes sus caminos volverían a cruzarse.
Notas finales: Eso es todo por hoy! T-T lo sé, pobre Hajime~ es el trágico comenzar de muchas cosas locas que pasaran después xD cuantos triángulos y enredos esperan! en fin~ gracias por leer S2 espero sus reviews :D
