Diecinueve

Diecinueve del tres. Un hombre abría el buzón sin esperar encontrar la carta que más veces leería en su vida.

Hola papá,

Te escribo esto porque en el colegio nos han mandado escribir una carta. Algunos les han escrito a sus hermanos, yo no tengo, otros a sus mamás o papás, pero es un poco tonto mandar una carta si viven todos juntos ¿no? Así que te escribo a ti, creo que es mejor.

Eres el mejor del mundo. Mejor que el fútbol, las palomas, las risas de los niños. Mucho mejor que salir cuando llueve y volver a casa mojada, ver dibujos o las galletas de mamá. Mejor aún que ir a la piscina o jugar con el perro de la abuela.

Todas estas cosas existen solo porque tú existes.

Quiero que vuelvas pronto para que no dejen de existir. Me portaré bien, te lo prometo.

Te mando un dibujo que hice de ti.

Te quiero.

P.D: mamá me corrigió las faltas.

Sora Takenouchi

Minutos después de terminar la lectura Sora recibió la llamada que recordaría para siempre. Papá no volvía, pero le pedía que siguiera portándose bien. Fue el primer te quiero que escuchó. Tal vez el último de su boca.

Diecinueve del tres. Mucho tiempo después de la primera vez que sostuvo el papel entre sus manos, esperaba cerca del teléfono tener una de las conversaciones oficiales del año mientras observaba una fotografía antigua. Diecinueve del tres, cumpleaños y Navidad. Podía recitar de memoria cada palabra, podía reproducir la caligrafía en su mente pero, a pesar de ello, tomó la precaución de hacer fotocopias para así no perderla nunca. Una hoja, algo tan frágil como la relación con su hija, quien crecía más rápido de lo deseado.

Diecinueve del tres. Hacía algunos años que se había convertido en el día más duro del calendario. Un mensaje de texto de cuatro palabras le felicitaba, en eso quedaron resumidos los deseos de una niña. Se preguntó si de verdad ese no era su día, si ya era demasiado tarde para tener una hija. Y, por enésima vez, le contestó:

Todavía guardo tu carta.

¡Feliz día del padre!

Yo, como siempre, en mi línea. Si no me conoces, huye insensato, aún estás a tiempo.