Luego de todos los problemas que habíamos tenido con Jules, o mejor dicho Chauncey, las cosas continuaron extrañamente normal. La policía como siempre, me seguía tomando de loca y no hicieron nada al respecto en cuanto al desastre que había hecho Dabria. Mi madre seguía con su trabajo que le tomaban varias horas del día. Y por otro lado, mi compañero de biología, era ahora mi ángel custodio.-Buenos días, ángel. -Saludó Patch con su típica sonrisa misteriosa y secreta, que sólo yo podía entender. Estaba sentado en el borde de la ventana de la habitación. Sólo verlo me daban miles de olas de calor.-Sabes que no me gusta que vengas cuando esta mi madre en casa. Si te encuentra nos matará a ambos.-Respondí disimulando ignorarlo, aunque ambos sabíamos perfectamente que estaba mintiendo. Patch sonrió ante mi comentario.-Tu madre salió hoy temprano. -Dijo bajando de la ventana. Dio unos lentos pasos hacía mí, quedando en poco tiempo a una corta distancia. Hizo una cara pensativa por unos segundos. -Podría enseñarte a hacer tacos. -Sonrió de lado a lado.-Tus intenciones en esos momentos no me traen los mejores recuerdos. El rió en un en tono casi como un susurro, que si no hubiera sido por la corta distancia que teníamos, no lo hubiese escuchado. Patch se acercaba más y más. Su respiración se sentía más cercana con cada segundo. Por instinto cerré mis ojos. Sentí un leve roce en mis labios por poco tiempo. Insatisfecha, abrí mis ojos. Patch rió al adivinar mis pensamientos.-¿Insatisfecha?-Demasiado. -Mordí mis labios. El sonrió ante mi respuesta, me tomó de la cintura, logró subirme a una mesa que había allí. Sólo podía ver sus profundos y atrapantes ojos negros que me hipnotizaban.-Yo también. -Terminó por decir. Lentamente comenzó a marcar pasos en mi cuello con suaves besos. Por cada uno sentía que me desmayaría ahí mismo. Mi respiración ya no era normal, era cortada y débil. Patch poco a poco subió con un roce de sus labios a los míos, y en poco tiempo, ese roce se hizo cada vez más y más profundo. Estiré mis brazos y los envolví en su cuello. Patch me tiraba hacía él, haciendo que me bajara de la mesa. Aun así estaba perdiendo el equilibrio, y estaba que seguro que no era por la falta de hierro. Me apoyé en algún rincón de la pared y Patch me siguió el ritmo. En ese instante, el celular comenzó a sonar.-Debe ser Vee. -Dije entre cortadamente. Pero Patch me ignoraba. Seguía besándome ahora nuevamente mi cuello. -Detente. -Mi respiración no ayudaba mucho, pero él no me escuchaba. Como pude tomé mi celular y contesté. -¿Hola?-Hasta que te decides por contestar ¡Te estuve llamando toda la tarde ayer! -Gritaba Vee.-Se me ha descargado el celular y he olvidado cargarlo. -Respondí disimulando mi mala respiración.-¿Estas bien Nora? Te noto algo rara. -Pregunto Vee, ante mi extraño tono de voz.-Te llamo luego. -Y antes de que pudiera reclamar, corté.-Siempre llama en el momento justo. -Sonrió diciendo Patch, poniendo distancia.-Iba a decir lo mismo.-Como ángel custodio, debería sacarte ese celular. Los celulares ya nos han traído varios problemas.-Si, claro. Patch sonrió con su típica forma de ser. Se acercó nuevamente y volvió a rozar su labios con los míos, al mismo tiempo que el celular volvía a sonar. Esta vez era mi madre.-Creo que si deberías sacármelo. -El sonrió ante mi comentario y dejé que mi celular sonara. Patch me abrazaba y miraba con sus negros y profundos ojos.-Te amo, ángel.