Disclaimer
Higschool DXD, Dark Souls y Hellsing Ultimate, son propiedad de sus respectivos dueños y correlacionados a cargo de la distribución al igual que sus personajes y respectivas tramas, simplemente me limito a utilizar partes de los tres universos para crear una nueva historia en pos de propio entretenimiento y el del público, en definitiva, mis estimados ejecutivos, váyanse a gastar sus putos millones y déjenme escribir en paz.
PROLOGO "EL AZOTE DE DIOS"
–Hagas lo que hagas, mantente lejos.
Decía el enorme caballero de armadura frente a él, lo que otrora era una coraza brillante como la plata más pura, una capa azul que era un símbolo de honor y valentía entre sus compañeros, la gran espada que había combatido a los demonios y caídos con una bravura sin precedentes, todos aquellos símbolos de la grandeza de los caballeros de luz, ahora se veían derruidos, oxidados y desgastados por el abismo.
–Pronto, seré consumido.
Volvió a hablar entre jadeos y una fuerte tos mientras el viento mecía su capa hecha jirones, su brazo izquierdo colgaba como peso muerto, aquella extremidad que había sido el terror en los campos de batalla de la gran guerra, ahora se había transformado en un cacho de carne sin vida envuelto en unos guanteletes decadentes.
–Por "Ellos", por la oscuridad.
Aquello fue un atisbo de los últimos lazos de cordura que le quedaban al desgraciado caballero, pronto su cabeza, cubierta por un magnifico yelmo coronado por una pluma azul ahora ambos en condiciones deplorables, dejo de observar al encapuchado y bajo la vista hacia el suelo antes de que su cuerpo se viera presa de fuertes espasmos y una serie de sonidos guturales y gritos que ahora se oían con voz mecanizada debido al encierro que le daba su casco y la influencia de aquello que lo había abatido.
Con un salto que lo hizo alcanzar decenas de metros, el caballero cayó sobre su oponente con su espada, sin embargo, la figura había desaparecido, haciendo que con su impacto, la poderosa arma destrozase las losas que cubrían el suelo.
A pesar de no poder utilizar su brazo bueno, el ser caído se movía con una fiereza y agilidad increíbles, aparentemente la oscuridad no había entorpecido sus destrezas, aún así, el que alguna vez había sido uno de los paladines de luz más respetables, ahora no era más que un hueco que apenas imitaba los movimientos de su antigua grandeza.
Con fuertes saltos y piruetas, el caballero recorría el campo de batalla en una danza hermosa, su maestría en la lucha se veía en los golpes descendentes que volvía añicos el terreno que tocaban, estocadas que lo hacían recorrer metros en un deslizamiento perfecto, cortes hechos a velocidades inusitadas y giros que con un solo error de cálculo podían partir a la mitad al guerrero más experimentado.
Sin embargo, aquella belleza con el arte de la espada se veía manchada con el espeso y oscuro líquido que su cuerpo dejaba por donde pasase, con la nube de oscuridad que ahora lo rodeaba y con esas explosiones de energía corrompida que emanaba su ser junto con atronador y desgarrador grito haciendo que sus embates fuesen cada vez más violentos y fieros, pero también que el toque que definía tanto a aquel campeón de la luz se fuese perdiendo cada vez más.
Pero a pesar de todo aquello, el caballero no era rival para el sujeto encapuchado, este observaba con tristeza como sus ataques seguían un cierto patrón que hacía que el esquivarlos fuera cosa fácil, era verdad que cualquier error significaría su muerte bajo esa espada, pero aquel no era el hombre que había sido temido por tantos y admirado por muchos más, sino una simple alma en pena atada a las pútridas de cadenas de aquella maldición.
Con mucho pesar, el anónimo desenfundó una gran espada de mandoble desde su espalda, este parecía tener una fuerza extraordinaria ya que a pesar de ser una pesada arma de dos manos, no aparentaba tener problemas con blandirla tan solo con su mano derecha.
Mientras se movía de un lado a otro esquivando los pesados e incesantes ataques del caballero, en su mano izquierda se materializó un trabajado escudo blanco y dorado de estilo romano que prácticamente lo cubría de la frente hasta el tobillo
Ambas armas brillaron con intensidad al momento en que el encapuchado se lanzo al ataque, esquivando con gran agilidad los poderosos embates de su oponente, cada vez que observaba una abertura, atacaba con precisión y contundencia atravesando la gruesa armadura de este, logrando cortes profundos de los cuales se escurría el mismo liquido fétido que dejaba al pasar.
De todas formas jamás subestimó a su oponente, y de hecho eso fue lo que salvó su vida en más de una ocasión, ya que a pesar de sus heridas y las aberturas que dejaba, el caballero aún era capaz de conectar algunas de sus golpes, que de no ser por el escudo, habrían cortado al anónimo como mantequilla.
El combate duro varios minutos en los que el perdido ser siguió atacando con el mismo ímpetu sin importar las masivas heridas que lo cubrían, sin embargo, al chocar ambos de frente, su cuerpo dijo basta.
Con su arma bien a lo alto y dispuesta a atacar, el caballero observó como el mandoble se había clavado hasta la mitad dentro de su pecho, el encapuchado había dado la estocada sin que el pulso le temblase en lo absoluto al darle el golpe de gracia a su antiguo compañero antes de retirarla rápidamente haciendo que este cayese de rodillas manteniéndose sostenido tan solo por su mano sana que agarraba con fuerza su espada clavada en el suelo.
Un grito mecánico y profundo resonó en todo el lugar mientras la energía oscura salía disparada desde el cuerpo abatido de su portador hacia el inexistente techo del antiguo anfiteatro cubierto por el musgo y el olvido de siglos que había oficiado como su último campo de batalla.
Sin embargo, ahora una pausada y leve risa salía desde el interior de su yelmo, el encapuchado se acercó con cautela al ver que ya no corría peligro su vida y observó erguido los últimos momentos de uno de los más grandes caballeros de la luz que tuvo el placer de conocer.
–Te has vuelto fuerte chico.
Dijo el hombre con su voz natural aunque un tanto forzada por el dolor de la herida y el sentimiento de saber que esos serían los últimos momentos en los que su cuerpo se vería recorrido por el tan perfecto don de la vida.
–Cierto, supongo que algunos son más que caos inmanejable, al fin y al cabo, por algo Elohim hubo de escogerte.
Una fuerte tos azoto el hombre que tuvo que hacer un esfuerzo sobre humano para no desfallecer en ese momento, su hora estaba cerca, pero aún quedaba algo por hacer antes de entregarse a su tan merecido descanso eterno.
–Te lo ruego, la expansión del abismo, debe ser detenida, confió que tu podrás prevalecer donde yo caí, sé que al menos, en ese sentido, puedo irme con la conciencia tranquila.
El encapuchado asintió en silencio, extendió su mano al frente y debajo de ella apareció el espíritu de un pequeño lobo blanco, aquel que en vida había sido el compañero inseparable del caballero de la capa azul, y que hasta la llegada de aquel desconocido, era el carcelero de su prisión, pero tal y como lo había hecho con su dueño, el guerrero sagrado lo había derrotado y liberado de sus cadenas, ahora en su forma original y en una actitud un tanto sumisa, el animal fue con la cabeza gacha hasta donde su amo y se poso sobre una de las rodillas de este.
–Ah, Sif, ahí estas compañero… Perdóname.
Dijo con algo de pesar mientras acariciaba delicadamente la cabeza del animal que agachaba sus orejas con tristeza, nuevamente la tos volvió atacar, solo que esta vez, una importante cantidad de sangre se escurría de entre los orificios de su yelmo hasta el suelo.
–Perdóname amigo, ya que no te he ayudado en nada.
Ahora el hombre observó al encapuchado antes de decir las últimas palabras que pronunciaría en este mundo.
–Te saludo caballero… Y muchas gracias… Por todo.
Finalizo negándose a desfallecer sobre el suelo como muestra cabal del orgullo que aún poseía para que luego, tanto su cuerpo como el espíritu del lobo, se conviertan poco a poco en unos copos blancos que emitían una tenue luz, las partículas fueron atrapadas por una suave brisa y elevadas en conjunto hacia lo alto hasta perderse en los cielos.
El anónimo se quito su capucha, mostrando a un joven muchacho no muy lejos de los veinte, de tes un tanto morena, cabello negro ligeramente corto cuyos mechones caían sobre su frente ocultando su rostro, una leve lagrima bajó por su rostro antes de que el chico levantase la mirada observando seriamente con sus ojos dorados hacia donde los restos del caballero habían volado el cielo.
Puso una rodilla en tierra, agachó la cabeza y cruzó su brazo derecho por sobre su pecho en señal de respeto, sus dientes y ojos estaban apretados con furia tratando con toda su fuerza de voluntad el no entregarse al llanto.
–Sir Artorias, el Caminante del Abismo, has sido el terror de tus enemigos y un ejemplo para tus aliados, además de ser un gran amigo para todo aquel que haya sido merecedor de tal regalo, la orden de los caballeros de la luz te agradece los servicios prestados, y como su heraldo, prometo solemnemente que tu sacrificio y honor no caerán en el olvido… Yo, Marcial Augustus, caballero de la luz y aquel que porta el título del Azote de Dios, juro ante tu tumba, que no descansare hasta haber aniquilado al mal que te ha corrompido, aún si la vida se me fuese en ello... Que la luz te guíe hasta tu merecido descanso eterno, hermano mío.
Una vez despedido, el joven volvió a ponerse de pie y hurgó dentro de sus ropas hasta sacar una pequeña botella, una leve energía sacra fluyó de su mano hacia el recipiente para luego arrojarlo hacia el centro del anfiteatro, como si de una granada se tratase, el objeto exploto en el aire inundando con su luz todo el lugar y erradicando los restos de oscuridad que había quedado en el.
Nuevamente de entre sus ropas, el pelinegro tomo otro artilugio sacro, solo que este fue colocado delicadamente en el suelo frente a él, lo que parecía ser un pequeña caja de música, fue abierta por el chico para luego tomar un poco de distancia.
Cuando estuvo en posición, la caja dejó salir una segadora luz blanca de la cual el guerrero sacro no se resintió ni un poco, una vez la luz se esparció, formando junto a él un círculo alrededor del objeto, tres figuras holográficas aparecieron frente al joven.
–Caballero Ornstein, El Asesino de Dragones, presentándose.
Dijo el primero de ellos mientras hacía el saludo de rigor cruzando su brazo derecho sobre su pecho, se trataba de un hombre de mediana estatura investido completamente en una armadura dorada de placas, su rostro estaba cubierto por un yelmo cuyo diseño imitaba a la cabeza de un león el cual se veía coronado por un abundante y largo penacho rojo que caía por su espalda, en sus piernas una capa, también roja, colgaba desde su cintura hasta la altura de sus tobillos, y por último, a la vez que se presentaba, se podía observar como este portaba una larga lanza dorada que emitía esporádicamente unas leves descargas eléctricas.
–Caballero Gough, El Ojo de Halcón, presentándose.
Con voz profunda, aquel enorme gigante de piel ligeramente rojiza imitó el movimiento del anterior miembro, su armadura parecía un tanto más burda en comparación a la de su compañero, pero aún así la sola presencia del ser bastaba para decir que no era un sujeto que tomarse a la ligera. Una coraza de un hierro un tanto desgastado cubría su gran pecho y abdomen, desde esta caía una falda de grandes y gruesas tiras de cuero, todas las partes se veían como una sola pieza unida entre sí mediante cadenas y distintos huesos y tendones de dragón, tanto sus botas como sus guanteletes eran de cuero enfundado en huesos de dragón y su cabeza estaba coronada por un gran yelmo de acero.
De su espalda colgaba un arco ridículamente grande para alguien que no fuese de la altura del propio gigante, el arma en cuestión estaba también formada por huesos y tendones de dragón, y las flechas que este portaba se asemejaban más a las municiones de las antiguas ballestas de asedio que a simples flechas en sí.
–Caballero Ciaran, La Espada del Señor, presentándose.
Saludo a sus compañeros de la misma forma que los anteriores, particularmente este era el más menudo de los presentes, ya que a diferencia de las armaduras de los otros tres caballeros, la suya era más pegada al cuerpo revelando una figura más fina y delicada que la de sus compañeros, sin embargo, fácilmente era la que más meritos había hecho para conseguir su puesto, al fin y al cabo, es bien conocido el machismo reinante en ese tipo de grupos militares, y el que una mujer haya alcanzado un lugar dentro de la orden de los caballeros de la luz, era tanto un orgullo para ella como para sus compañeros al tener tal eficaz y poderosa aliada y gran amiga.
De un completo negro a excepción de unas ornamentaciones doradas, su armadura era ligera pero de cuerpo entero, aunque no poseía hombreras vistosas o símbolos heráldicos como los demás, la mujer se hacía notar con una capa de seda azul opaco que se enrollaba en su cintura y caía hasta la mitad de sus piernas además de otra igual en su pecho cruzada a modo de bufanda que caía hasta la mitad de ambos brazos, aunque lo que verdaderamente destacaba de ella era la máscara de blanca porcelana enfundada en la misma seda azul que sus hombros y piernas a excepción de la zona del rostro, la pieza cubría su cabeza por completo a excepción de un orificio para su boca, otro par de agujeros de apariencia rasgada desde los cuales se podrían apreciar sus ojos color miel y una abertura en la parte posterior desde la cual su cabello rubio caía en forma de trenza hasta la mitad de su espalda.
La mujer portaba un par de dagas largas en ambas manos, en la derecha portaba el arma conocida en el grupo como el trazador de oro, el cual era de un amarillo brillante como el sol y que tenía el poder de cegar al oponente y realizarle heridas cuyas hemorragias eran casi imposibles de detener, mientras que en la izquierda, por otro lado, empuñaba el trazador de plata oscura, una bella hoja negra con bordes de un blanco resplandeciente como la luna en la noche, cuyo filo era portador de los más ponzoñosos venenos y el poseedor de la capacidad de inducir a sus enemigos a la locura mediante visiones con solo cortarlos.
–Caballero Marcial, El Azote de Dios, presentándose.
El muchacho fue el último en presentarse con su brazo derecho sobre su pecho, al ser el único que estaba sin su uniforme como caballero a la vista, en señal de respeto abrió el sobretodo que lo cubría por completo dejando ver una resplandeciente armadura blanca debajo de este, una coraza blanca con detalles amarillos y la figura trabajada de un sol de igual color en medio de esta era la pieza principal, unas vistosas hombreras con el mismo diseño de su pecho le daban un aire de cierta imponencia a su joven cuerpo, sus brazos y piernas estaban protegidos por secciones de placas ubicadas en sus antebrazos y muslos separadas de los guanteletes y botas respectivamente, de la coraza surgían dos trozos de tela a cuadros de color blanco y amarillo, y por último, debajo de las piezas de protección, el muchacho utilizaba una camisa gris azulado por fuera del pantalón y unos jeans negros.
Al igual que sus compañeros, Marcial portaba en su mano derecha el mandoble cuyo diseño poseía un juego de colores similar al de su armadura además del mismo escudo con el que había combatido contra el caballero caído en desgracia.
–Bien, mis hermanos, el trabajo está hecho, nuestro querido amigo Artiorias, quien cayó corrompido por el abismo, fue purificado.
Dijo el muchacho con vos seria y firme, sin embargo, le era imposible expresarse sin el pesar que acarreaba este hecho, y más aún, con el efecto que produciría.
Un leve quejido femenino se escucho al oír aquella noticia, la caballero llevo una de sus manos hacia su pecho, aunque no paso de aquel gesto, sus otros tres compañeros sabían bien lo que significaba para Ciaran ese hecho.
–Déjenme decirles, que a pesar de estar corrompido, Artorias luchó con el mismo ímpetu que tuvo en vida, ciertamente un combate digno él, me hubiera gustado decir lo mismo de su apariencia, pero ciertamente el abismo corrompe todo lo que es bueno si se le da la oportunidad.
Un silencio profundo imperaba tras cada palabra del muchacho, a fin de cuentas, se trataba de uno de sus hermanos de armas, los cinco técnicamente había estado juntos desde siempre, y ahora, por primera vez, la tragedia les tocaba la puerta.
No es que no se esperasen tal cosa, el mismo Artorias fue el que dijo que en caso de caer en las influencias del abismo, alguno de ellos se hiciese cargo de él, se envió al pelinegro con tal objetivo, y a pesar de que estuviese aliviados de que este haya salido victorioso, la perdida de tal preciado hermano era simplemente desoladora.
–Sin embargo, en sus últimos momentos, Artorias pudo volver en sí al liberarse de la oscura influencia que lo azolaba, con sus últimas palabras él me delegó su tarea, además de haber podido reencontrarse con el espíritu de su fiel compañero Sif, definitivamente nuestro amigo tuvo un final pacífico y sin remordimientos.
Los cuatro agacharon ligeramente la cabeza, ninguno tomaba la palabra, algunos por evitar el quebrarse allí mismo, otros porque simplemente entendían que no había nada más que hablar, sea cual fuese el motivo, aquel funeral improvisado terminaba de acabar en aquel preciso instante, de ahora en más, cada quien tenía enfrentar su dolor a solas de la manera que creyese más adecuada.
–Con su permiso, hermanos míos, quiero hacer honor a la última voluntad de Artorias, quiero sucederlo en su cruzada contra el abismo, sé que a fin de cuentas aquí nadie está a las ordenes de nadie, pero me sentiría mejor si tengo su aprobación para esto.
Los tres caballeros restantes se observaron entre ellos, ya uno de sus miembros había caído enfrentando aquel abismo maldito, por primera vez desde la era de la gran guerra una amenaza real aparecía en su camino, y pensándolo bien, no sería muy inteligente enviar al más joven de sus miembros a enfrentar aquello que había acabado con el luchador más habilidoso que haya estado al servicio de la luz.
Sin embargo, las ansias de venganza y la determinación en el rostro de Marcial daban a entender que lo haría sin importar lo que ellos dijeran, pero para su suerte, la lucha de Artorias si había hecho retroceder al abismo y posiblemente este tarde su buen tiempo en aparecer de nuevo.
Además, el muchacho había demostrado su valía con creces al encargarse del problema por sí solo, así que no estaría de más darle alguna especie de recompensa a este.
–Está bien, realmente no creo que alguno de nosotros piense que lo que quieras hacer este bien, Artorias nunca dejó que sus sentimientos nublasen su juicio, y aún así el abismo lo consumió sin importar la pureza de su noble alma, así que no es algo que solo la presencia de la luz pueda resolver, quiero que tengas eso en claro, sin embargo, tus ansias de combate son las de un verdadero caballero y lamentablemente yo no puedo hacer nada contra ello.
Inicio Orsntein con voz calmada pero sin que por ello sus palabras perdiesen su dureza, mientras tanto, Marcial escuchaba atentamente las palabras del caballero a la vez que se encontraba al pendiente de las reacciones de los demás.
–Eres el más joven e inexperto de nosotros y aún así fue el mismo Artorias el que te encomendó esta misión, el nunca fue un insensato, por lo que deduzco que el confiaba mucho en ti, y yo lo apoyo, tienes un potencial que nunca había visto pero aún así tienes un largo camino por delante, Marcial, yo te ayudare en tu cruzada cuando lo precises, solo si prometes no precipitarte y estar consciente de tus limitaciones.
Siguió el gigante arrodillándose para que su cabeza quedase más cercana a la altura del muchacho, este sonrió ante ese gesto antes de cruzar su brazo sobre su pecho y hacer una ligera reverencia la cual fue correspondida.
–Esto me parece una locura, acabamos de perder a uno de nuestros hermanos ¿Y ya quieren enviar a otro hacia una muerte segura? No es que no confié en el potencial de Marcial, pero esto simplemente excede nuestra capacidad como individuos, están muy equivocados si creen que voy a abalar semejante irresponsabilidad.
Dijo la única mujer del grupo, a pesar de que realmente estaba molesta por lo que decían sus compañeros, aún la noticia la estaba afectando, sabía que su espíritu se quebraría si dejaba salir sus sentimientos, por lo que aquellas palabras habían salido en un tono de voz completamente neutro.
–Escúchame bien Marcial, llegó a enterarme de que intentas hacer esa insensatez que estas planeando, y yo en persona me asegurare de detenerte, no importa cuántas leyes de la orden rompa, no permitiré que otro de mis amigos muera de forma estúpida.
Aún con una voz tan calmada y delicada, aquella advertencia cayó con particular fuerza sobre la psiquis del pelinegro, harta de todo aquello, Ciaran hizo el saludo de rigor y dio media vuelta mientras su holograma comenzaba a deshacerse desde los pies lentamente hacia su cabeza.
–Me despido hermanos míos, que la luz nunca os abandone… Y el uso de razón tampoco.
El silencio impero nuevamente entre los tres caballeros restantes, por su parte, Marcial comprendía la reacción de su compañera, a fin de cuentas, no era secreto para ninguno de los de la orden que la relación entre Artorias y la Hoja del Señor iba muchísimo más allá que la de amigos, pero de todas maneras, que la comprendiera no querría decir en lo absoluto que acataría su petición, a él le habían encomendado una última voluntad y había jurado que la cumpliría sin importar lo que costase, lo lamentaba por Ciaran, pero si ella se entrometía en su camino, no le temblaría el pulso a la hora de enfrentarla tal y como lo hizo con el caballero caído.
–Bueno, supongo que es hora de que nosotros también nos marchemos, aunque antes de hacerlo, a mí y a Gough nos gustaría darte algo como regalo por tu iniciación frente a un enemigo tremendamente poderoso, y aunque quizás resulte un poco ofensivo para Ciaran, que recibas un pequeño incentivo ante la cruzada a la cual tarde o temprano tendrás que lanzarte.
Ambos caballeros extendieron sus brazos derechos hacia adelante concentrando energía sacra en la palma de sus manos, luego de unos segundos, aquella energía salió disparada hacia el muchacho para luego comenzar a orbitar alrededor de su cuerpo.
A medida que pasaban los segundos, poco a poco el color de la armadura y armas del muchacho comenzaban a cambiar, el blanco se veía sustituido por un profundo azul marino y los detalles amarillos pasaron a ser de color plata, la armadura que antes carecía de yelmo, ahora la pieza faltante aparecía sobre la cabeza de un sorprendido Marcial al ver que esta era casi una réplica del usado por su hermano caído, solo que con la zona del rostro al descubierto.
–Ahí tienes, tu armadura de caballero de la luz, un diseño similar a la que tenía Artorias, por tu cara veo que te gusta, en fin, la blanca queda para que la uses en los asuntos de la iglesia, a veces no puedo creer como un chico como tú sea parte de esta orden a pesar de las cosas que haces trabajando para una institución que hace mucho tiempo se alejo del verdadero camino de luz.
–Que puedo decir, es un trabajo divertido, pero sí, me asegurare de no mezclar las cosas tal y como siempre lo he hecho, aunque muchas gracias hermanos, de verdad estoy honrado con este regalo.
Respondió el muchacho sonriente y encogiéndose de hombros antes de retomar su porte de caballero, saludando a ambos compañeros y siendo correspondido con el gesto el joven dio por finalizada aquella reunión, poco a poco la imagen holográfica de los otros dos guerreros se fue deshaciendo en pequeñas partículas de luz mientras se dedicaban unas últimas palabras los unos a los otros.
–Hermanos, que la luz nunca os abandone….
Dijo el muchacho con voz firme mientras mantenía su puño derecho cerrado sobre su pecho.
–Y que siempre os ilumine en vuestro camino.
Completaron los otros dos antes de desaparecer por completo entre la ligera brisa que corría por entre las abandonadas gradas de aquel anfiteatro.
Una vez solo, Marcial observo con satisfacción el nuevo uniforme que lo investía, sin embargo, pronto su mano derecha comenzó a emitir nuevamente energía sacra, con todo el dolor del mundo, movió esta ligeramente haciendo que sus armas y armadura retomasen su otrora blanco aspecto.
Recogió su sobretodo del suelo y hurgo entre los bolsillos de este hasta tomar un pequeño teléfono celular, solo basto con teclear un número sin conversación alguno de por medio, para que al cabo de unos minutos el sonido de los motores de una aeronave inundase el ambiente.
Volvió sobre sus pasos hacia la puerta por donde había ingresado a aquel olvidado lugar solo que esta ahora estaba cubierta por una densa niebla gris, aún así, poca atención le prestó a este curioso hecho y cruzó con parsimonia aquel portal.
Solo cuestión de dar unos pasos para que la niebla se disipase, sin embargo, ahora se encontraba en un lugar completamente diferente al campo de batalla de hacia unos momentos.
Frente a sus ojos se extendía una tranquila planicie surcada por un antiguo camino de piedra que se dirigía hacia la contemporánea y bulliciosa ciudad de Roma, sobre él, un helicóptero de doble hélice descendía con lentitud hasta posarse con suavidad en el verde césped.
La puerta se abrió revelando la figura de uno de los miembros del vaticano vestido con una sotana negra y unos lentes oscuros cubriendo sus ojos.
–Anda, no pensé que vendrían tan rápido.
Comentó el pelinegro un tanto sorprendido al encontrarse frente a frente con el clérigo.
–Casualmente traigo un mensaje para usted señor… La santa sede solicita su presencia.
Dijo el hombre mientras realizaba una ligera reverencia.
–Ni modo, al menos no tendré que ir caminando el trecho que falta hasta Roma, dile al piloto que se apresure, me muero de hambre.
Respondió el muchacho con gesto aburrido mientras subía y se acomodaba dentro de la aeronave.
–Perdone mi atrevimiento señor, pero hoy se lo ve más solicito que de costumbre.
Decía el hombre de lentes mientras el helicóptero comenzaba a remontar vuelo causando que el chico agriara un tanto el gesto.
–Digamos que hoy estoy con ganas de liberar estrés, así que un encargo de la iglesia para enviarme a matar a vaya saber uno qué cosa viene de puta madre.
Contesto sin demostrar mayor entusiasmo, aunque el brillo en sus ojos y sus manos abriéndose y cerrándose constantemente eran fiel reflejo de sus ansias de sangre, parte de su mente le decía que deshonraría la memoria de su amigo caído si se lanzase de casería el mismo día de su muerte, pero por más uso de razón que haga, la idea de segar la vida de lo que fuera con sus manos siempre excitaba su parte más abominable.
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– ¿Cómo que un ataque?
Preguntaba un tanto confundida la futura cabeza del clan Gremory y presidente del club de ocultismo, Rias Gremory, usuaria de un poder destructivo con un potencial inigualable en el mundo demoniaco y dueña de un par de pechos de escándalo.
Frente a ella, un pequeño holograma de la reina del Maou Lucifer, GrayfiaLucifuge, asentía condescendientemente.
–Así es mi lady, dentro de unas horas, a unos cuantos kilómetros de la ciudad de Kuoh, se abrirá una fisura dimensional, aparentemente, un numeroso grupo de demonios renegados han adoptado la capacidad de aprovecharse de las energías del ambiente, y para empeorar las cosas, estos han escapado recientemente de las prisiones del inframundo, en resumen, robando energía de la gran barrera mágica que protege sus dominios escaparan desde allí hacia el mundo humano.
Explicaba la mujer con total calma, cosa extraña, a fin de cuentas, un ejército demoniaco estaba a punto de azotar en la puerta de los dominios de la hermana pequeña del satan rojo y este aún no había ofrecido su ayuda.
–Si así están las cosas, supongo que tendré que prepararme para recibir a mi hermano ¿Verdad?
–En lo absoluto mi lady, ningún demonio se verá incluido en este asunto, ni siquiera usted.
Aquello sorprendió bastante a la joven aumentando aún más su confusión.
– ¿Están esperando que deje que un grupo de demonios renegados ande a sus anchas por mis dominios? ¿Qué clase de broma es esta?
Respondió un tanto enfadada, ya más de una vez había demostrado su competencia y la de sus súbditos y aún así seguían subestimando su capacidad de acción.
–Discúlpeme mi lady, pero fueron ordenes directas de los cuatro Maou, a pedido especial de las fuerzas celestiales se ha decidido dejar a cargo de este asunto a los exorcistas con motivo de lograr una mejor compenetración entre las tres facciones, a fin de cuentas, un acto de buena fe por parte del cielo.
Volvió a hablar con tranquilidad, calmando la incipiente molestia de la joven y explicando del todo la situación en el proceso, sin embargo, de un momento a otro, el rostro de la peli platino adopto un gesto completamente serio.
–Aún así, el Maou Lucifer le recomienda que tenga especial cuidado mi lady, la iglesia enviará agentes particularmente poderosos, pero lamentablemente, es bien sabido la pérdida de control sobre algunas facciones dentro de esta que ha estado sufriendo el cielo, procure no involucrarse con ellos a no ser que sea estrictamente necesario, no sabemos cómo reaccionarían frente a un elemento político y militar tan importante como lo son usted y sus súbditos.
La joven acato la advertencia sin palabra alguna de por medio, aquello se trataba de un gran paso en la relación entre el cielo y el infierno, un importante avance en el camino hacia la paz definitiva entre las tres facciones, un objetivo mucho más grande que cualquier deseo personal de reconocimiento que ella pudiera llegar a tener, quizás fuera una actitud un tanto extraña para una demonio, pero si aquello traía un beneficio mayor para todo el mundo, pues que así sea.
–Me alegro que lo comprenda mi lady, con su permiso, me retiro.
–Muchas gracias por el aviso Grayfia.
Respondió a modo de despidida la pelirroja generando una sonrisa en la sirvienta, la cual realizo una reverencia antes de cortar la comunicación.
Por su parte, la muchacha dejo escapar un profundo suspiro antes de arrojarse en la silla de su escritorio personal en el salón del club de ocultismo, con gesto un tanto cansado, volteo a observar hacia el gran ventanal que había dejado abierto de par en par.
El sol se encontraba dando sus últimos rayos de luz mientras las primeras estrellas comenzaban a hacer su aparición, hacía tiempo que había enviado los demás miembros de su sequito a casa, incluso le había dado la tarde libre a su inseparable reina, necesitaba un poco de soledad, no es que se viera molesta con alguno de sus amigos, simplemente quería un momento a solas consigo misma.
Apenas se habían marchado todos, la muchacha se dispuso a tomar un baño para luego salir simplemente vistiendo un camisón, sonrió para sí misma imaginando el rostro de su lindo sirviente de haberla podido ver en tales prendas, sin embargo, aquello no fue suficiente incentivo pero tomar sus cosas y salir de allí.
–Quizás debería de dormir aquí por hoy.
Se dijo a si misma mientras observaba hacia el techo, ni siquiera el hecho de dormir junto a Hyodo Issei la hacía despegar de su cabeza la idea de estar sola, un suspiro cansino salió de su boca mientras se dejaba caer en su asiento de una forma que mucho distaba de la de una muchacha aristócrata como lo era ella.
Era por un diminuto lapso de tiempo, pero por más pequeños que fuesen, esos momentos en los que se sentía y actuaba como una chica normal la satisfacían enormemente, quizás no había usado su criterio demoniaco a la hora de aceptar la decisión de los Maous, pero ahora ¿Qué motivo la detenía para poder mantener aquel pequeño capricho?
Quizás causaría un poco de revuelo por esa noche, sus sirvientes la buscarían de aquí a allá desesperados por no poder encontrarla, si su padres se enteraran se verían bastante preocupados, hasta incluso se podría llegar a armar gran revuelo en todo el inframundo, pero aún así…
– ¿Qué caso tiene ser una demonio si una no peca de vez en cuando?
Dijo al aire con una sonrisa un tanto picara en su rostro mientras estiraba sus brazos aún más en aquel cómodo sillón.
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–Me van a tener que dibujar la raya del culo con un marcador cuando bajemos de esta puta cosa.
Decía un fastidiado Marcial mientras movía ligeramente sus caderas con un gesto de incomodidad, este se encontraba usando su armadura sacra blanca y sentado al borde de la puerta abierta de un gran helicóptero, sus piernas colgaban en el aire mientras se sostenía por una agarradera soldada en el interior de la aeronave.
–Deja de quejarte ¿Acaso pensabas que Japón estaba a la vuelta de la esquina?
Sentado en el interior de la aeronave, un muchacho de pelo ceniza le respondió antes de darle una profunda calada a su cigarrillo, sus ojos se veían ocultos tras unos gruesos lentes de vidrio mientras el viento mecía la gabardina por sobre su traje de cura a la vez que su voz denotaba una molestia similar a la del pelinegro.
–Pero al menos nos podrían haber traído en un avión, esto de ir con los helicópteros de la división aerotransportada del vaticano es una mierda.
–Los siervos de Dios jamás buscan los lujos, siéntete afortunado de no haber venido a pie y agradécele al señor que estés aquí y ahora.
Ahora la que había hablado era un muchacha ataviada con un uniforme de monja de pie al lado del joven de cabello gris, su denso cabello negro junto al sombrero característico de las siervas de Dios apenas dejaban ver la mitad de su rostro, aún así lo que se veía era suficiente para deducir su origen japonés, eso y la imponente katana que colgaba de su cintura.
–Tsk, ni siquiera el volver a tu país te quita esa actitud tuya de fanática religiosa.
Respondió el chico mientras enfocaba su vista en el oscuro cielo estrellado sobre el mar de Japón causando que la joven posase una mano en la empuñadura de su espada.
–Sabes que de ser cualquier otro ya te habría cortado la cabeza ¿Verdad Marcial?
Dijo de forma amenazante mientras los primeros centímetros del filo de su arma salían de su funda.
–Y tú sabes que si se te ocurre hacer tal estupidez te quedas sin mano ¿Verdad Yumie?
Contestó el muchacho con desinterés a la vez que seguía observando al exterior mientras que en la frente del joven cura surgía una pequeña vena a punto de estallar.
– ¡Ya basta los dos! ¡¿Acaso el padre Anderson no está y ustedes automáticamente se vuelven unos mocosos?!
– ¡CIERRA EL CULO HEINKEL!
Respondieron en un grito y al unisonó el caballero sacro y la samurái dejando de piedra al joven cura que simplemente se limito a encender otro cigarrillo disimulando lo más posible el susto de muerte que ambos le acababan de dar.
Por su parte, el convoy compuesto de cuatro helicópteros de doble hélice con el logo de la santa sede en sus costados, seguía su camino hacia el país del sol naciente cuyas costas ya eran apreciables a simple vista, e irónicamente, se veían iluminadas por la gran luna llena que carnia sobre aquella tierra en el horizonte.
Fue cuestión de poco más de una hora más para que las aeronaves llegasen hacia su destino, una vez aterrizaron, más de una veintena de hombres y mujeres ataviados con uniformes de sacerdotes descendieron de ellas, luego de que el caballero sacro les diera unas cuantas direcciones al jefe de los pilotos, estos despegaron para luego perderse en la oscuridad de la noche.
Aquel pequeño ejército eclesiástico se encontraba en la cima de una barranca que daba directo a lo que antes era un frondoso prado verde rodeado de multitud de tierras altas, y digo antes, porque ahora este se encontraba sumido en una densa putrefacción, como si una fétida enfermedad hubiese atacado aquel lugar dejando a la tierra estéril y a cada ser vivo que hubiese estado sobre ella, muerto y sumido en la mas asquerosa descomposición.
No fue mucho lo que tuvo que esperar el joven para que varias grietas oscuras y profundas se abriesen, rajando de par en par aquella tierra maldita y dejando salir grupo tras grupo de criaturas una mas repulsiva y abominable o terrorífica que la otra, casi como si aquella escena fuera la representación de alguna especie de dios lovecraftiano de la maternidad dando a luz a sus enfermizos vástagos.
Sin embargo, frente a tal dantesco espectáculo, Marcial ni se inmuto, simplemente observó hasta que cada uno de aquellos engendros salió de allí sin mostrar interés aparente hasta que tres demonios que resaltaban de los demás por su enorme tamaño y una fealdad proporcionales a este se presentaron ante él.
El primero de ellos era un ser mórbidamente obeso de un color de piel que parecía ser un verde muy sucio y oscuro, una gran cornamenta coronaba su cabeza y varias parte de su espalada la cual también poseía unas pequeñas alas que difícilmente lo harían volar por más de unos segundos, este caminaba erguido sobre sus enormes patas traseras bamboleando una huesuda cola de un lado a otro y portando una enorme maza de piedra con ambas manos mientras su asqueroso rostro repleto de colmillos gruñía al enfocar con sus ojos rojos al caballero sacro.
El segundo era un gran minotauro con unas grandes garras en sus patas, pelo cubriendo todo su cuerpo a excepción de su rostro el cual era una gran calavera de toro con ojos amarillos, además de su cola y manos también hechas de huesos, este portaba una enorme hacha de piedra cuyo mango parecía ser una columna vertebral ridículamente grande.
El último de estos y el cual parecía ser más fuerte, tenía una apariencia que se asemejaba más a la de un hombre, aunque de más de unos tres metros de altura, su cuerpo era de piel negra como el ébano cubriendo un cuerpo musculoso, un par de pantalones muy roídos cubrían sus piernas, su cabeza era un enorme cráneo de cabra, con un total de cuatro ojos rojos y un par de largos cuernos hacia los costados, y portaba unas grandes cuchillas de piedra en cada mano además de estar acompañado de dos sabuesos no muertos.
Los tres intimidantes seres se acercaron a paso lento hacia el muchacho el cual los observaba con una sonrisa desafiante, estos también se reían con una espantosa, gutural y fuerte voz el cual rompían los tímpanos de todos los presentes que no fuesen de su misma naturaleza.
–Bien, voy a ser claro, ríndase pacíficamente y les juro que les voy a dejar intacto el recto cuando los mate con mi espada, y si, te hablo a ti, maldita bola de celulitis sobrenatural.
Detrás de él, sobre el acantilado, las fuerzas de la iglesia aparecían formados uno al lado de otro dejándose ver por sus enemigos, Marcial dijo aquello sin tomar muchos reparos mientras señalaba al primero de los demonios, estos se lo quedaron observando en silencio unos segundos antes de volver a estallar en risas.
–Así que ustedes, unos simples humanos enviados por la iglesia, tienen el descaro de presentarse ante sus verdugos de esa manera, maldito niño impertinente ¡¿Quién mierda son ustedes para decir semejante estupidez?!
Preguntó el demonio de las espadas, el muchacho simplemente se lo quedo observando serio, sin embargo, no pudo durar más de tres segundos así, ahora él fue que exploto en risas sin poder evitar la tentación de hacerlo.
–Heinkel, Yumie ¿Escucharon a este idiota? Acaba de preguntar quienes somos.
Esto hizo escapar una sonrisa de ambos jóvenes, aquello era una señal de que aquel conflicto era inminente, y si eso significaba matar todo lo que se mueva para la gloria del señor, bueno, se podía decir que estaban satisfechos.
–Bueno Iscariote, llego la hora de trabajar muchachos, hay que poner a estos bichos no muertos donde pertenecen… Bajo tierra, en caso de que no lo hayan enten….
Dijo el joven antes de que el segundo de los grandes demonios se lanzase al ataque, Marcial hizo aparecer sus espada y escudo en ambas manos y cargo contra su enemigo mientras los otros dos seres impíos observaban fijamente, sin embargo, ninguno de estos se espero la velocidad con la que el chico salió despedido, cuando pudieron notarlo, el joven acababa de caer en picado cortando en dos al demonio Tauro segando su asquerosa vida al instante.
–En caso de que no lo hayan entendido.
Finalizo su frase mientras su armadura sacra se manchaba con la sangre de su enemigo caído y una sonrisa socarrona aparecía en su rostro.
– ¡Mátenlos!
Bramaron los dos demonios jefes restantes haciendo que sus decenas de esbirros empezaran su carga mientras que los exorcistas bajaban a toda velocidad de un salto desde la cima de aquella barranca hacia el pútrido campo de batalla.
– ¿Quiénes somos?
Pregunto el pelinegro a todo pulmón y con una sonrisa mientras se preparaba para la batalla.
– ¡El mal necesario!
Respondieron todos sus compañeros al unisonó manteniendo su carga sin parar.
– ¿Para qué somos necesarios?
Volvió a preguntar mientras sus armas comenzaban a expedir una potente luz sacra.
– ¡Para purgar el mundo de males peores que el hombre!
Nuevamente se escucharon sus voces conjuntas a la vez que le chasquido de una multitud de armas de fuego demostraba que estaban listos para la batalla.
– ¿Y por qué somos los pocos elegidos por Dios, condenados a encargarse de esta impía tarea?
Pregunto por última vez apretando sus dientes por la emoción y con una sonrisa que demostraba una enorme sed de batalla.
–Porque nadie más lo hará.
Contestaron mientras Heinkel apuntaba sus dos pistolas hacia la masa de demonios que se aproximaba hacia ellos y Yumie desenfundaba su katana en un rápido movimiento.
–Y porque es divertido ¡CARAJO!
Termino el muchacho al tope de emoción mientras cargaba, cortando la cabeza del primero de sus enemigos, matándolo al instante, con una estridente risa saliendo de su boca, una potente luz volvió a emerger de él antes de dar un gran salto directo hacia el grueso de las tropas demoniacas gritando un fuerte y estruendoso…
– ¡AAAAAMEEEEEEEN!
PROLOGO "EL AZOTE DE DIOS" FIN
Notas de Autor
No hay mucho más que decir, solo que hace tiempo me empezó a llamar la atención el hacer un fic de DXD, el problema es que no tenia pensada una historia para sustentarlo, después de empezar a ver Hellsing ultimate me dije a mí mismo "hey, hacer algo desde el punto de vista de la iglesia no estaría mal" a fin de cuentas no es una facción que se le dé demasiada importancia a excepción de la parte de las excalibur, sin embargo, todavía le faltaba algo, entonces apareció el mejor puto videojuego que he jugado en mucho tiempo, y listo, DXD más la parte eclesiástica de Hellsing más parte del lore de Dark Souls, algún que otro OC a colación (Perdón, pero para el que no me conozca, soy un friki de los OC) y listo, esta mierda casi se escribe sola, pero en fin, aún quedan detalles por pulir, así que en definitiva aquí está el prologo, un episodio piloto podría decirse, depende como sea recibido decidiré si le dedico más tiempo o no y me enfocare en acomodar mis ideas para ya empezar a formar la historia como tal, espero que lo disfruten y ¿Por qué no? Nos embarquemos todos juntos en este nuevo proyecto.
Sin más que decir, espero poder verlos en los comentarios de los próximos capítulos, dejen reviews, favs, follows y bla, bla, bla, después de todo sus concejos y criticas me hacen mejor escritor y sus ánimos las ganas para seguir haciéndolo.
Saludos, Suerte y Nos leemos.
