Disclaimer: The lost canvas no me pertenece.
El orgullo me empujó a lanzar un último ataque. La arrogancia te hizo bajar la guardia. Yo di lo poco que me quedaba en aquel momento. Tú perdiste todo aquello de lo que habías abusado desde hacía tanto tiempo.
Recuerdo cómo te reíste antes de deshacerte de las espinas carmesí que me sirvieron como distracción. Te declaraste vencedor, ignorando que aún seguía con vida en el suelo mientras que la tuya se acercaba con rapidez a su inminente final. Supongo que yo ya no era más que polvo en el pavimento para ti. No podía verte desde mi posición, pero estoy seguro de que aquella característica expresión de superioridad no había abandonado tu rostro.
Enseguida te dirigiste a Shion buscando otra persona con la que pelear, un nuevo títere con el que jugar o, simplemente, una nueva victoria que sumar a la cuenta. El caballero de Aries se negó a luchar contra alguien a quien ya habían dado el golpe de gracia y te hizo mirar hacia tu pecho, donde descansaba una rosa teñida con mi sangre. Entendiste lo que aquello implicaba, de eso estoy seguro. No necesitabas la explicación de Shion para saber que eras hombre muerto. Eras arrogante, pero no estúpido.
A pesar de que sabías cuál era tu destino, no fuiste capaz de asumirlo. En tu mente solo había lugar para la victoria, para la celebración, para cualquier tipo de suceso que alimentara tu enorme ego y tu arrogancia. La derrota, la muerte, no tenía cabida en ti. Por eso te enfadaste conmigo, con Shion, con el pueblo cuyas calles fueron el escenario de tu último acto de maldad... Quisiste descargar tu ira contra la circunstancias de tu perdición, como si fueras capaz de borrarlas y darte una nueva oportunidad; otra más.
El guardián del primer templo detuvo tu desesperado ataque. Moriste tras un último intento frustrado de demostrar tu poder. Sin embargo, lo único que lograste fue atraer hacia nosotros los pétalos de las flores envenenadas tan similares a aquella que te llevó a la muerte. Fue, sin duda, un bello paisaje. El primero que pude apreciar y el último que llegué a ver.
