RESUMEN: Pequeños instantes en la vida de dos enamorados. R/A
NOTA DE LA AUTORA: Este fic será una colección de fragmentos de diferentes historias que en algún momento he planeado escribir. Aquí están los primeros, en el próximo capítulo pondré unos cuantos monólogos. Disfruten!!
Ah y cualquier review es muy apreciada.
PRIMERA ENTREGA:
Instantes
El parque se sintió travieso mientras el tenue sol de la tarde rió con ella.
-¿Qué?- Preguntó el joven muchacho sentado a su lado, extrañado por la repentina risa de su prometida.
-Oh... nada- dijo ella, apenas conteniendo la sonrisa en el rostro.
-¿Nada?- Insistió él -¿Qué te pasa Akane?
La muchacha respondió agitando su cabeza. La felicidad cosquilleándole el cuerpo no le permitió esconder la risa que urgía con surgir para bailar en el aire.
Ranma frunció el ceño confundido.
Akane lo miró, una gran sonrisa adornando su rostro
-¿Qué?- Insistió el joven fingiendo fastidio. Tarea en verdad difícil, considerando el pedacito de cielo que le estaba sonriendo.
-Ranma- Dijo ella por fin, acercándose para contarle la secreta razón de su risa.
-Mmmm- respondió él, repentinamente nervioso por la cercanía de la muchacha.
Ranma vio la sonrisa de Akane ampliándose justo antes de posarse en sus labios. El leve roce dejó al muchacho en un trance de euforia. "Sabe a primavera" pensó y después se encontró a sí mismo sonriendo como un bobo.
-¿Qué?- Cuestionó Akane con ojos brillantes, buscando juguetona la causa de la repentina sonrisa.
Ranma la abrazó y se sintió completo mientras miraba el parque en todo su esplendor.
-Nada- dijo, con la certeza de que estando con ella no necesitaba una razón específica para ser feliz.
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-¡Espera!- Gritó, pero ella siguió sin titubear.
-¡Por favor!- Insistió -¡No te vayas!- corrió para detenerla.
-¡Akane!- la muchacha se detuvo, pero no se atrevió a mirarlo. Las lágrimas habían comenzado a bajar por sus mejillas.
-No te vayas- suplicó el joven, su voz rota.
-Lo siento... en verdad lo siento- se disculpó él, tratando de enmendar de alguna forma todos los errores cometidos. Errores que él sabía, eran demasiado grandes como para olvidar.
Akane le dedicó su profunda mirada. Sus ojos claros no guardaban más la inocente alegría que los hacía brillar el día en que él la conoció... estaban apagados. Ranma sintió que el alma se le encogía al pensar que era él quien extinguió su fuego.
-Yo también Ranma- La muchacha suspiró y miró al suelo -Yo también
Las lágrimas tocaron sus pies. "No importa" se dijo "Algún día van a secarse" Puso su frente en alto y se fue.
No había nada más que decir.
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Akane no pudo contener su sonrisa.
-¿Qué?- Preguntó con ojos incrédulos, pensando que sus sentidos podrían estar engañándola.
-Te quiero- Dijo Ranma como si nada, inmerso aún en la tarea de atar sus cordones. Tal y como lo había dicho hace un momento.
Akane, lo miró con sospecha... desvaneciendo su sonrisa. "¿Me quiere?" Pensó "¿Cómo que me quiere?" ¿Era una broma? Con Ranma siempre existía la posibilidad de que todo fuera un juego. Y decir algo tan serio de aquella manera. Tan al natural... en medio de la rutina.
Una declaración de ese tipo, no se daba en aquellas circunstancias. ¿Dónde había quedado el momento romántico? ¿Las flores? ¿El nerviosismo? No, definitivamente Akane lo estaba mal interpretando... no había forma alguna de que aquello fuera una declaración romántica.
-¿Cómo?- Volvió a preguntar con el ceño fruncido en confusión y sospecha.
-¿Qué?- Inquirió él, mirándola divertido.
-¿Cómo me quieres?
-¿Cómo que cómo te quiero?
-Me puedes querer de muchas maneras- prosiguió la muchacha, tratando de descubrir que es lo que el jovencito había intentado decirle.
-No, solo te puedo querer de una manera.- dijo él sintiéndose perdido.
-No, me puedes querer muy lejos... o me puedes querer a una distancia aceptable -Dijo la muchacha con convicción
Ranma la miró incrédulo.
-O me puedes querer como una hermana, o como una amiga, o como se quiere a las molestias- prosiguió Akane con nerviosismo.
El joven levantó una ceja mientras sus labios comenzaban a curvarse en una sonrisa
-O también me puedes querer aquí y ahora, o me puedes querer en la tienda, o en la cocina -Ranma sonrió divertido- Aunque eso lo dudo.
-Solo te quiero- Irrumpió el muchacho levantando los hombros antes de que ella pudiera continuar.
-Pero ¿Cómo?- Insistió Akane, asustada y esperanzada.
-Como eres.
Akane lo miró sin decir nada.
-Para mí- Terminó el muchacho inclinándose en un beso.
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Se había ido...
Bueno, no en el sentido literal de la palabra... En realidad, Akane estaba parada frente suyo. Tan cerca que Ranma podía escucharla respirar.
-¿Y entonces que crees?- La muchacha preguntó.
-¿Estás segura?- Fue lo único que Ranma pudo decir.
Ella lo miró y guardó silencio un instante. El joven aguardó por su repuesta... anhelando.
-Claro que lo estoy- Respondió ella al fin.
Bueno... eso fue suficiente para desvanecer cualquier clase de esperanza que Ranma conservara. Su expresión se tornó fría, no le dejaría saber lo mucho que lo estaba lastimando.
-Les diremos mañana. Tienen que cancelar la boda- Dijo él sin traicionarse.
Akane estudió la expresión del muchacho parado frente a ella y llegó a la conclusión de que al menos esta vez, había hecho lo correcto. No importaba si con ello su corazón se ahogara desesperado... ella quería verlo feliz, y su libertad lo hacía feliz... o tanto como podía serlo con el constante caos que era su vida.
-Esta bien- Respondió ella.
-Papá y yo nos iremos tan pronto como podamos, no te preocupes por eso
Al escucharlo la muchacha sintió que el alma se le encogía. Akane no quería que Ranma se marchara... no ahora... ni nunca. Ella sabía que después de romper el compromiso él se iría inevitablemente, quizás a casarse con alguna de sus prometidas bonitas. Pero eso sería algún día... no hoy, ni mañana. Ahora ella lo quería... lo necesitaba cerca.
-Ranma... no... no tienen porque irse. Estoy segura de que a papá no le molestaría que se queden. Esta es prácticamente su casa- Akane se detuvo esperando que Ranma la mirara. Él no lo hizo. -No habrá problema... todos somos amigos ¿verdad? Somos amigos Ranma-
-...Si- respondió el muchacho tentativo y sin mirarla todavía.
-Bueno...- No había nada más que decir... notó Akane. - Buenas Noches.
Y con eso se marchó.
Ranma la vio alejándose lentamente... dejándolo solo en el techo. El lugar que el sabía estaba hecho solo para los dos y para nadie más.
Se había ido...
La noción de su partida lo golpeó como un montón de ladrillos.
Esta vez en verdad se había ido... y nadie se la había llevado. Ningún príncipe en busca de esposa, o enemigo en busca de venganza, ningún problema, ninguna pelea, ninguna herida. Se había ido... lo había dejado.
Akane ya no sería una parte de su vida de ahora en adelante, ella no quería serlo. ¿Porqué había pensado que ella querría casarse con él, de todos modos?
Dios, se había ido.
Y dolía demasiado.
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-Ow- se quejó Akane levemente.
-¿Qué?- Preguntó Ranma viéndola curioso.
La muchacha lo miró directamente a los ojos... notó entonces que sus ojos azules tenían el mismo color del cielo de aquella noche invernal... una extraña mezcla entre gris y cielo.
Ranma sonrió. -¿Akane?
-Mmmm- murmuró ella –Deberíamos bajar- dijo al fin pensativa y mientras miraba hacia abajo.
-¿Por qué?
-Va a nevar... un copo de nieve cayó en mi nariz hace un momento.
-Igual nos podemos quedar- respondió el muchacho, mientras se recostaba sobre el tejado para ver mejor las estrellas.
Akane lo miró perpleja.
-No, no podemos- dijo.
-Claro que sí.
-No Ranma... va a nevar... nos moriremos de frío.
-Claro que no... ¿Tienes frío?- Preguntó el muchacho levantándose.
-No...
-¿Entonces? Vamos a estar bien... ¿No te quieres quedar un rato más?
Akane quería quedarse... eran muy pocas las veces que podían disfrutar de un momento a solas como aquel... Y la noche estaba tan tranquila. La brisa helada había tomado un aire refrescante y la ciudad entera olía a nieve.
-Mmmm- dijo ella, insegura de cómo responder.
-Abajo no nos van a dejar tranquilos.
El viento y los grillos llenaron el silencio que Akane dejó.
-Solo un rato más- pidió Ranma
-Esta bien
Y Akane sonrió... sus ojos, notó Ranma, eran del color del chocolate fundido.
Un pequeño retazo de hielo cayó del cielo... otros no tardaron en seguirlo. Los grillos callaron y en el aire solo quedó el olor a nieve que se paseaba tratando de meterse entre las rendijas de las ventanas... Un humo gris comenzó a abandonar las chimeneas de algunas casas... las luces del vecindario se fueron apagando lentamente a medida que la ciudad comenzaba a dormir. Los copos de nieve bailaban en el aire hasta tocar el suelo como plumas.
-¿Tienes frío?- Preguntó Ranma en un susurro, por miedo a que la fuerza de su voz rompa la magia.
-Si.
Ranma se acercó con titubeo. Akane sonrió.... su sonrisa, notó Ranma, era capaz de derretirlo.
-Gracias- Dijo Akane después de posar su cabeza sobre el pecho de su prometido... y al sentir su brazo rodeando su cintura.
-De nada- respondió él cerrando los ojos mientras percibía la fragancia a viento del cabello azabache de la muchacha.
Brilló la luna.
La nieve cubría la ciudad entera... las aceras se veían blancas... la brisa se paseaba traviesa... y en uno de los tantos tejados... dos muchachos disfrutaban abrazados del silencio.
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