El viento se escuchaba ligeramente entre mis oídos, tan cálido, tan frio. Recostada en el sofá de mi casa miraba caer la gotas de lluvia una a una. La lluvia podría contar una historia al unísono de mi tristeza, tantos años alejada de ti y lo único que puedo recordar de esa visita fue
"¿Por qué nunca regresaste?"
Mis energías habían sido succionadas por los recuerdos, mí aliento era débil, pareciese ser un enfermo terminal, postrada en el sofá sin ningún aliento de seguir. La culpa me malcomía lentamente, ver el rojo carmesí manchando a la perfecta e impecable alfombra cobrizo. Las flores de aquella tarde aún seguían en el florero, sin agua, sin vida, los pétalos secos caían con el viento.
"Aki Izayoi, ¿Porque nunca regresaste? Yo te amaba…"
-ya no puedo más con este dolor-susurraba hacia la brisa que entraba por el ventanal a medio abrir -Yusei, ¿Qué debí hacer?
Había perdido la noción del tiempo, los días pasaban sobre mí. El departamento que había ocupado ya hace más de 10 años se estaba mojando poco a poco justo como lo hacia el interior de mí. Las lágrimas eran interminables, el llanto se hacía cada vez más suave, cada vez más apagado. No había asistido al hospital, "¿Cuántas vidas se habrían perdido en el camino?". El teléfono dejo de sonar ya hace días. Mi voz ya se había marchado con él.
-Yusei…Yusei…yu…
Fue allí donde perdí el conocimiento.
