Prologo

Estaba ya anocheciendo como era habitual a esas horas en invierno. Apenas se veía gente por la calle, a excepción de algún que otro barrendero que en ese momento se encontraba trabajando en sus tareas. Hacia ya tiempo que no había altercados en la ciudad de Nueva York desde que los famosos Vengadores aparecieron para salvar la ciudad y por que no mencionarlo, al mundo entero de una inminente invasión alienigena provocada por el dios asgardiano llamado Loki el cual fue llevado como preso de guerra para ser juzgado a Asgard escoltado por su hermanastro Thor, dios del trueno y heredero a la corona en el reino de Asgard. La ultima aparición en la tierra del dios del trueno fue para salvar una vez mas a la tierra de, esta vez de la amenaza de Malekith. Thor regreso al reino de Asgard creyendo a su hermano Loki muerto tras ayudarlo a salir con vida de un primer enfrentamiento con Malekith, aunque aun le quedaba comprobar cual astuto podría llegar a ser el dios timador, el cual, le esperaba ya con un aire de superioridad habitual en el, en el trono de Asgard para hacerle saber a su hermanastro la noticia de que seguía vivo y aspirante al trono que por ley le pertenecía al viperino príncipe.


Capitulo I

Era ya bastante tarde, apenas se podía ver las estrellas a causa de la iluminación que la ciudad encendida provocaba en el cielo de nueva york, la luna estaba redonda y la noche fría, las nubes anunciaban tormenta. Despertó lentamente, confuso y con la mirada un tanto perdida, sin saber muy bien a donde mirar ya que todo aquel paisaje que sus ojos contemplaban le resultaba totalmente nuevo y desconocido. Trato de hacer memoria de que había ocurrido pero antes de que pudiera concentrarse apareció por la puerta de la habitación una joven muchacha con aire despreocupado que se quedo mirándolo con una bandeja en las manos la cual parecía contener algún alimento.

-Al fin al despertado, pensé que te quedarías durmiendo durante toda la noche, incluso pensé si debía de llamar a un doctor para que te examinara, no tenias buena pinta. La muchacha procedió a dejar en la mesilla que se situaba al lado del joven muchacho la bandeja para así poder apoyarse contra la pared que daba en frente del atónito joven.

No hubo respuesta por parte del muchacho, que empezó a examinar la habitación con detenimiento como tratando de descifrar algún tipo de enigma que le tenia preocupado, la habitación no era especialmente grande, estaba dotada de armarios , la cama donde el se hallaba en esos momentos, una cómoda también de color blanco que sostenía sobre ella unas flores que parecían ser reales aunque bastaba fijarse un poco para determinar que no lo eran, un espejo sobre la cómoda bastante grande y quizá algo antiguo, paredes lilas claro y algunas fotos de personas que no conocía de nada. La chica seguía esperando respuesta un poco preocupada por el silencio del joven asgardiano que empezó a comprender que había dejado los dominios de Asgard y por lo que podía observar a su alrededor debía de haber parado en Midgard.

Cuando por fin era consciente de donde se encontraba situó su mirada en la joven muchacha que tan tranquilamente lo miraba desde la pared de la habitación en la que ambos se hallaban . La muchacha iba vestida con lo que parecía prendas de dormir compuesta por pantalón de algodón y camiseta abrochada con botones en la parte delantera, bastante infantil de echo. Lucia esbelta, con el pelo suelto, el cual caía por sus hombros hasta llegar a su espalda, su cabello era castaño claro, y sus ojos de un color miel profundo de largas pestañas. Por fin se decidió a pronunciar palabras.- ¿De donde has salido y en que lugar me hallo?.- La doncella de ojos color miel sonrió levemente entreviendo que el hombre que ante ella se hallaba debía de estar bastante aturdido.

- Mi nombre es Aeryn, estas en mi apartamento, en nueva york. Te encontré desmayado en el tejado de mi edificio cuando salí para tomar un poco el aire. ¿Como llegaste ahí? No es que me moleste pero si eres del vecindario quizá podría avisar a tu familia.- El joven asgardiano tardo uno segundos en contestar, pues le parecía imposible que la joven no recordara la cara del hombre que estuvo a punto de tiranizar la humanidad y convertirse en su líder indiscutible.- ¿No sabes quien soy?.-Pregunto crédulo.

-Debo reconocer que en algo me suena tu rostro, pero soy bastante despistada y tiendo a imaginar cosas, quizá te haya visto por el auditorio, es donde paso la mayor parte del tiempo.- La muchacha comenzó a caminar lentamente por la habitación como intentando no entrar en un momento de silencio incomodo. - Y bien, ¿cual es tu nombre?.

-No creo que te concierna saber nada acerca de mi ni de donde vengo.-afirmo el joven príncipe haciendo ademan de querer levantarse a lo cual la muchacha reacciono de forma rápida y concisa propinándole un leve empujón que lo devolvió a la amplia cama en la cual estaba recostado.

- ¿Que crees que estas haciendo?.- enuncio el joven príncipe con evidente tono irascible en su voz. Sus ojos se entrecerraron dándole a este un aire siniestro.-No vuelvas a tocarme si no quieres arrepentirte.- La muchacha un poco molesta se sentó a su lado poniéndole un dedo sobre la suave y despejada frente del asgardiano.- ¿Así es como agradeces cuando alguien que no te conoce te ofrece de forma desinteresada su hospitalidad?Ademas ni te has dignado a decirme tu nombre, ¿Es que no te han dado educación alguna?.- La muchacha resoplo levemente tras pronunciar esta ultima frase.

-¿Educación? Es evidente que ademas de ser seres bastante inferiores no tenéis ni idea de diferencia donde esta la clase y el lugar que os corresponde pequeños seres sin dignidad. Dime ahora mismo donde esta mi ropa para que pueda salir de estos aposentos.

-¿Aposentos? ¿Pero de donde has salido tu? Cuando te encontré traías puesto un traje que parecía sacado de una convención de cómics, esta lavando, te deje puesto la camisa y pantalones que traías puestos debajo de tanto traje de piel. En verdad eres un tanto raro y siento comunicarte que tus ropas están en la lavadora y que hasta mañana no podrás ponértelas, así que te tocara aguantarte y pasar aquí la noche, mañana puedes hacer lo que te plazca.- la chica se levanto de la cama súbitamente y se giro.- dadas las horas que son no me parece correcto que salgas a la calle, te he dejado algo de sopa caliente por si te entraba apetito. Espero que no seas peligroso y no trates de acercarte a mi habitación, por que se defenderme.- La muchacha sonrió de forma dulce antes de pronunciar la ultima frase.- pero si decides comportarte como una persona civilizada y hablar puedes acercarte, no tendré problema en conversar si eso te hace bien.

-¡Como osas hablarme así, ni Frigga se atreve a hablarme en esos términos mortal!

-¿Mortal? No se de que zoológico te has escapado pero no estas bien de la cabeza chico, hablas como si pertenecieras a la nobleza y usas términos pasados de moda. Esta claro que una no puede ser amable con la gente.

-Es que pertenezco a la nobleza torpe criatura.- La muchacha no pudo contener una leve carcajada.

-Bien, pues si me disculpa su majestad debo retirarme a mis aposentos, que pase buena noche y esas cosas que se les dice a los nobles.

El joven y demente príncipe se puso en pie una vez la joven abandono la sala, empezó a buscar a su vara, la cual encontró apoyada contra la ventana. Al tomarla hizo ademan de tratar de ponerse su armadura, pero nada ocurrió. El joven comenzó a comprender la situación en la que se encontraba... había sido despojado de la mayoría de sus poderes así como antaño lo fue Thor, su hermanastro y enviado a Midgard a forma de escarnio. No tenia donde ir, no tenia apenas poderes y no tenia manera de salir a la calle sin que los midgardianos le reconocieran por el incidente que propino a la ciudad de Nueva York hace no demasiado.

Lentamente y estudiando el ambiente abrió la puerta de la habitación para salir a la sala común del apartamento, su cara se tornaba serena pero con un ligero aire sombrío, pudo divisar sentada de espaldas a el, en el sofá de color blanco a Aeryn, que parecía estar tocando una instrumento musical mientras tarareaba una agradable melodía. Aeryn no se percato de la presencia del joven hechicero ya que tenia puestos unos cascos mientras tocaba la guitarra. El joven aprovecho para observarla en silencio, como un depredador observa a su presa; Empezó a observar sus manos, sus movimientos y no paso mucho tiempo antes de darse cuenta de que la joven no era precisamente fea. Se deleitaba viendo como los claros mechones de su cabello escurrían desde detrás de sus orejas hasta las mejillas redondas y sonrojadas que adornaban su cara de una forma infantil y coqueta. El pijama apenas le había permito observas esas sinuosas curvas que deleitaban los gustos mas oscuros y profundos del dios, curvas de mujer pero rostro angelical. Una combinación que no dejaba impasible a los hombres y que empezaba a gustar ligeramente al dios mentiroso.

Lentamente y con convicción se acerco a Aeryn y tosió en su espalda para hacerse notar.

La muchacha se sobresalto ligeramente ante este acto que sentía inesperado, se giro lentamente para poder observar que el joven dios se encontraba detrás de el con una ligera sonrisa picaresca dibujada en sus finos labios.

-¿Quieres sentarte? Estaba tocando un poco de música.

El joven sin mediar palabra procedió a sentarse al lado de la doncella y se quedo mirándola, lo cual incomodo visiblemente a la joven adolescente que agacho ligeramente la cara para ocultar el rojo de sus mejillas.

-¿No vas a decir nada?

-No era mi intención conversar.

La muchacha lo miro de reojo como tratando de adivinar sus pensamientos.

-Toca

-No

-¿Por que no? Hasta hace unos segundos lo hacías muy animadamente.

-No hago todo lo que me ordenan, ¿Tu si?- Esto encendió un poco el humor del príncipe que a sabiendas de su situación prefirió respirar hondo y responder.

-De donde vengo, las doncellas hacen todo lo que se les ordena sin mediar palabra.

-De donde yo soy los chicos que duermen en las azoteas en las azoteas se quedan, aun estoy esperando a que te dignes al menos a decirme tu nombre, no se como dirigirme a ti.

El joven respiro profundamente y se dispuso a contestar a la joven.

-Loki, mi nombre es Loki.

La muchacha soltó súbitamente el instrumento que sostenía con sus finos dedos como muestra de asombro... sabia perfectamente a quien pertenecía ese nombre, quizá no recordaba bien su aspecto y su rostro pero jamas olvidaría ese nombre.

-¿Como es posible? Debes de estar bromeando, no puedes ser ese loco que trato de dominar el mundo hace ya casi un año.- La muchacha retrocedió en el sofá lentamente y el dios demente pudo notar como la mirada de la muchacha pasaba a reflejar miedo en sus ojos.

-El mismo, mortal. Y lo abría conseguido de no ser por Thor y su séquito de supermonstruos.- El joven se reclino lentamente para recostarse en el respaldo de blanco sofá.-Pero no es eso lo que me trajo a Midgard en estos momentos, digamos que ahora mismo estoy... de paso.- Y volvió a relajar la cara.

-No se muy bien como debería actuar ahora, si echarte a patadas, llamar a la policía o simplemente dejar que te quedes dadas las horas. ¿Quien me asegura que no trataras de matarme?

El joven arqueo una ceja en señal de jocosidad sonrió levemente, se incorporo y la miro directamente a los ojos. -No mato insectos, no me gusta mancharme las manos con trabajos mediocres, tu muerte no me supondría ningún merito para mi objetivo.

La muchacha se quedo mirándolo sin darse cuenta, fijándose en las suaves facciones del asgardiano que tenia ante el. Sus ojos se maravillaban con aquellas intensas pupilas color esmeralda y esas tez blanca, casi perfecta. No podía creer que alguien con esos ojos hubiera sido capaz de destruír la ciudad en la que vivía.- Ese día se perdieron la vida de muchos civiles, los medios no quisieron dar grandes explicaciones pero lo que esta claro es que fue todo por tu culpa. Solo por que querías gobernar algo. -La muchacha se reclino hacia atrás al darse cuenta de que las facciones del joven se tornaron duras y serias.

-¿Gobernar? Es la verdad tacita que todos los seres vivos nacen para ser gobernados, ellos mismos eligen a sus representantes, ellos mismos se imponen unas leyes y unos limites.- el joven comenzó a levantar ligeramente la voz.- son ellos quienes se empeñan en tener alguien que les subyugue y les diga que hacer, ¡Por que no yo! YO! Soy superior a todos ellos, a todos y cada uno de esos pequeños y frágiles seres...

Atónita por las declaraciones del príncipe comenzó a razonar sus palabras dándose cuenta de que a pesar de lo descabellado de la idea, en parte no había desafinado tanto con la idea...

-¿Estas asustada ya?-Dijo este con aire burlesco y esperando la inminente reacción de pavor que solía infligir en aquellos a los que se acercaba.

-No, en absoluto.

-Hace un momento lo parecías.

-Hace un momento no te había escuchado hablar... es evidente que detrás de toda esta parafernalia hay algo mas, algo que te tiene desquiciado, algo que te tiene consternado. Una sombra.

El muchacho pareció reaccionar a lo que esta le había dicho, como si atisbara el mas mínimo rastro de comprensión hacia su persona, cosa que no había vivido en toda su miserable existencia.

Pero en seguida escupió una sonrisa socarrona ante la sincera declaración.- Bueno no todos somos lo que parecemos.- Su voz volvió a tornarse suave, como acariciando las palabras .

La chica lo miro fijamente a los ojos tratando de entrever sus pensamientos.-Quizá quieras contarme cual fue el motivo que te llevo a tales actos.

-No veo por que debo contar nada.- y aparto su cara fríamente.

-No te obligare, pero a veces hace bien hablar con un desconocido.

-No me trates como si fuera un igual, yo soy un príncipe y no hablo y mucho menos expreso nada a seres inferiores que lo único que tendrían que hacer es agradecerme seguir... viviendo.- Y pronuncio estas ultimas palabras con un ligero grado de satisfacción.