REAPARICIÓN

I: PRÓLOGO 1

Fuerte Inglés, Jamaica

Dieciocho años antes de la guerra santa del siglo XVIII

Las dos mujeres, Anne y Mary, se abrazaron entre ellas cuando las dejaron solas en su celda, tras escuchar sus veredictos. Ambas culpables del crimen de piratería, ambas condenadas a morir en la horca. Pero las dos mujeres tenían una ventaja que sus camaradas masculinos no podían tener para al menos aplazar la condena.

-Mary Read y Anne Bonny- había dicho el juez a las aterrorizadas mujeres- ambas fueron encontradas culpables de Piratería, Robo y Asesinato. Han sido condenadas a colgar del cuello hasta morir, sin embargo, la ejecución se aplazará hasta después de que las criaturas hayan nacido-

El sonido de las trompetas fuera de la prisión hizo que ambas temblaran de terror. Mary se ovilló, escondiendo su cabeza entre las rodillas, y Anne, haciendo acopio de los pocos rastros de su legendario valor, se puso de puntillas y se asomó por la ventana. Los amantes de ambas mujeres, así como el resto de su tripulación, estaban de pie, uno junto al otro, sobre el patíbulo, con sogas alrededor de sus cuellos. Los tambores estaban sonando también, pero Anne los ignoró. Solo captó la mirada de Jack, quien le devolvió una mirada horrorizada.

-Me apena verte así, Jack, pero si hubieras peleado como un hombre, no te ahorcarían como a un perro…- susurró la mujer que miraba a través de la ventana, sacudiendo la cabeza con una expresión de falsa compasión.

-¡Anne!- dijo Mary- ¿cómo puedes ser tan cruel? Era tu amante, después de todo, ¿no?-

-Fue su culpa- dijo Anne- toda la tripulación estaba borracha cuando nos atacaron. Si no fuera por nosotras dos…-

-Pero eso no significa que merezcan morir- dijo Mary.

Anne la ignoró, pero cerró los ojos al escuchar el sonido de la trampilla del patíbulo accionándose, que marcaba la ejecución de los prisioneros. La mujer se alejó de la ventana y se volvió a sentar junto a su compañera, que había comenzado a sollozar.

-Están todos muertos…- dijo Mary- de toda la tripulación a bordo de The Revenge, solo quedamos nosotras dos-

-No llores, Mary- le dijo Anne en un susurro- tenemos cuatro meses para que nazcan cualquiera de nuestros hijos. Recuerda el plan. Al iniciar el trabajo de parto, nuestros aliados en Jamaica se infiltrarán con el grupo de parteras, y saldremos de aquí disfrazadas. Tendrán listo un bote para nosotras, y…-

-No, no, no podrá ser- dijo Mary, sollozando y haciendo gestos de dolor. Anne miró, gracias a la luz de la luna, la sangre que fluía entre las piernas de su compañera.

-Oh, no- dijo Anne, palideciendo. Mary iba a perder el embarazo. Y si lo perdía, la ahorcarían igual que a los demás. Tragó saliva y se puso de pie- tenemos que pedir un médico, no lo negarán si…-

-No- dijo Mary, tirando de ella para hacerla sentarse y evitar que llamara para pedir ayuda- por favor, no digas nada, si llegan a saber que el bebé no existe, mañana yo también estaré colgada junto con Jack y los demás…-

Pero el ruido de la celda abriéndose hizo que ambas dieran un respingo. Mary se cubrió de manera que la sangre no se notara. El soldado que abrió la puerta iba acompañado de un hombre que parecía oriental.

-Tienen visitas, madam- dijo el soldado, haciendo pasar al hombre y cerrando la puerta tras de sí. Ambas se quedaron mirando al recién llegado, quien traía una vestimenta de color negro con un cinturón gris. Se inclinó frente a ambas mujeres.

-¿Quién…?- dijo Anne.

-Mi nombre es Sugita. No tengo mucho tiempo para explicar- dijo el hombre, mirando fijamente a las mujeres- vengo del otro lado del mundo, precisamente de Japón. Ustedes y yo compartimos profesión, yo soy el último de los Wokou, los piratas japoneses. Supe que estaban aquí, y he venido a ofrecerles un trato-

Anne se frotó los brazos. No sabía porqué, pero la presencia de ese hombre japonés la ponía nerviosa. Era fría y escalofriante. Y para que alguien como la temeraria y legendaria Anne Bonny tuviera miedo de alguien, tendría que ser muy peligroso.

-¿Un trato?- repitió Anne, mirando al hombre con algo de miedo-¿qué clase de…?-

-Con todo respeto, Bonny-san- dijo el hombre- realmente vengo a hablar con su compañera. Mary Read-san, ¿no es así?-

Anne sintió un momentáneo alivio, y Mary alzó las cejas y se encogió aún más.

-Estoy al tanto de su predicamento. Si descubren que está perdiendo a la criatura, la matarán de inmediato- continuó el japonés, sacando un vial con una extraña poción de color rojo y mostrándosela- esta poción hará que su embarazo llegue a término, y puedan llevar a cabo su plan para escapar de la prisión antes de que ambas sean ejecutadas-

Anne Bonny abrió los ojos desmesuradamente. ¿Cómo era posible que ese hombre supiera su plan? Sabía que su contacto era de confianza, y jamás las delataría. Mary, sin embargo, se incorporó levemente.

-¿Cómo lo supo?- preguntó Anne, pero Mary tenía otra pregunta mucho más importante que hacer.

-¿Y qué es lo que quiere a cambio?- dijo Mary.

-A la criatura- dijo el japonés.

Mary y Anne se miraron entre sí. No era como que ellas se hubieran encariñado con sus otros hijos. Todos sus hijos anteriores habían sido abandonadas con familias en los pueblos donde hacían puerto. Pero había una pregunta en la mente de ambas mujeres. ¿Para qué quería el japonés a la criatura? Bueno, eso realmente no les importaba. Si Mary quería salvar su vida, tenía que seguir embarazada por al menos un mes más para permitir que los aliados prepararan un bote para escapar, tenía que seguir embarazada como fuera. Y eso no iba a ocurrir si no cerraba el trato con el hombre. No tenía otra opción más que aceptar.

-De acuerdo- dijo Mary en un tono convencido- si lo que dices es cierto y mi embarazo llega a su término, la criatura es tuya-

El japonés asintió, y le entregó el vial a Mary, quien lo bebió hasta el fondo.

x-x-x

Tres años antes de la guerra santa del siglo XVIII

Cinco Picos, Rozan

El nuevo santo dorado de Libra miró su antiguo hogar, respiró hondo y sonrió ampliamente. El Patriarca Sage lo había enviado a liberar las villas junto a los Cinco Picos, que estaban siendo constantemente azotadas y saqueadas por un extraño grupo de piratas que, los reportes decía, contaban entre su número a un feroz bucanero con extraños poderes sobrenaturales. Los locales decían que se trataba de un brujo, pero para los santos de Athena parecía ser un cosmo. El Patriarca le había pedido capturar al pirata dueño del cosmo con vida si era posible, para llevarlo de regreso a Grecia y ver si podían llegar a rehabilitarlo, para que usara su cosmo para bien y no para estar saqueando aldeas.

El calor de esa mañana era casi insoportable, así que tan pronto como llegó, Dohko se quitó la camisa y se arrodilló junto a la cascada, para tomar un poco de agua y mojarse la cara. El chico estaba disfrutando el agua fresca cuando se dio que no estaba solo. Había dos aldeanos con él, que lo miraban con curiosidad. El santo dorado miró de reojo su sombrero, camisa y, sobre todo, la armadura dorada.

-¿Señor Dohko?- dijo uno de los dos aldeanos y, cuando el santo los miró, ambos se inclinaron. Un hombre viejo y un chico. El que había hablado era el viejo- ¿es usted?-

-¿Usted es en serio un santo de Athena?- dijo el chico, ilusionado.

-Sí, soy un santo de Athena- dijo Dohko, sonriendo algo enternecido, y sacudiendo los cabellos del chico. Se volvió hacia el hombre mayor-¿acaso ustedes son mi contacto?-

-Sí, señor- dijo él, inclinando de nuevo la cabeza y haciendo un gesto ansioso con la mano- nosotros fuimos quienes enviamos el mensaje al señor Sage, pidiéndole ayuda. Los criminales tienen en su grupo a una persona muy poderosa-

Dohko asintió y se levantó. Volvió a ponerse la camisa y su sombrero, y tras echarse la caja de su armadura al hombro, los siguió hacia la aldea. Cuando ésta estaba apenas a la vista, Dokho se detuvo, horrorizado. Salvo dos de las chozas, toda la aldea estaba completamente destruída.

-Por todos los dioses…- dijo el santo, volviéndose hacia los aldeanos-¿qué sucedió aquí?-

-Los piratas- dijo el hombre viejo- éste fue el resultado de su ataque-

-Oh, los piratas atacaron la semana pasada- dijo el chico- destruyeron todas las chozas y nos saquearon de todo objeto valioso que teníamos-

-Atacaron de noche- dijo el hombre viejo- uno de ellos, el capitán Davis, tenía un brillo extraño a su alrededor, y pareció producir una criatura de luz, un animal salvaje, que fue el que destruyó la mayor parte de la aldea. Fue brutal, dejó a casi todos los hombres heridos-

-Pero algo extraño- añadió el chico- uno de ellos levantó la mano para golpear a la esposa de Chen, pero la misma criatura de luz que produjo el capitán Davis fulminó al pirata-

Dohko entrecerró los ojos.

-¿Qué era lo que querían los piratas?- dijo el santo, sin dejar de ver indignado la destrucción de una aldea tan cercana a Rozan- ¿qué se llevaron?-

-Oro- dijo el anciano- robaron todo el oro que poseíamos-

Dohko pasó sus ojos por la aldea, e hizo una mueca. Se cruzó los brazos con decisión. Así que querían oro, ¿eh? Ya verían lo que les iba a dar.

-Bien, creo que sé como detenerlo, pero necesito su ayuda- dijo Dohko, mirando a los dos aldeanos- esto es lo que quiero que hagan-

x-x-x

Esa noche

Dohko estaba en la base de la cascada de Rozan. Había preparado una trampa para los piratas. Con la ayuda de los aldeanos había esparcido el rumor durante el día de que él, un rico visitante, estaba movilizando una gran cantidad de oro de Rozan hacia Occidente. Aquello no era mentira: Dohko llevaba su armadura dorada y pronto volvería a Grecia. Sabía que, al caer la noche, los piratas atacarían, y pronto se encontraría al chico sensible al cosmo.

Dohko encendió una fogata para atraer a los piratas y para volverlo más tentador, sacó su caja de la armadura dorada junto al fuego, cuyos brillos se podrían ver desde un par de kilómetros.

Esperando pacientemente a que llegaran los enemigos, pronto Dohko escuchó pasos cerca de él. Cerró los ojos. Tres. No, cuatro. El santo dorado sonrió. Solo cuatro de los piratas habían acudido a intentar robar su tesoro. El santo suspiró, decepcionado. Si los aldeanos estaban en lo correcto y el capitán era quien poseía el cosmo, sería mejor que lo llevaran al barco. Pronto supo que era lo que tenía que hacer. Se iba a dejar capturar.

Los cuatro piratas no se hicieron esperar, y rápidamente rodearon a Dohko. Éste se levantó y tomó uno de los leños encendidos de la fogata, que usaría para pretender defenderse. Los piratas se echaron a reír.

-This landlubber- dijo uno de los piratas- pretende resistirse-

Los piratas cayeron a palos, y Dohko pretendió intentar defenderse en vano. Cuando terminó la supuesta pelea, Dohko estaba tumbado en el suelo, boca abajo, y uno de los piratas tenía un pie sobre su espalda, mientras que los otros tres lo rodeaban. Ninguno de los cuatro sospechaban siquiera de que su "prisionero" podía hacerlos papilla en menos de un segundo.

Los piratas, sin embargo, cantaron victoria, y comenzaron a buscar entre las pertenencias del santo dorado para encontrar el preciado oro del que habían escuchado.

-¿Qué te pareció eso, ye half perished swine?- dijo uno de los piratas.

-Déjalo- dijo otro de los piratas, hablando con un tono algo nervioso y preocupado- solo necesitamos el oro. ¿Dónde está?-

Uno de los hombres tomó la caja de la armadura y la agitó levemente, haciendo que las piezas dentro resonaran al chocar unas con otras. Los piratas se miraron entre sí mientras esperaban pacientemente a que abrieran la caja.

-Arggg, ¿cómo se abre esta cosa?- dijo el hombre. Dohko sonrió. Parte de su plan.

-Ya escuchaste a Jennings, ye swine- dijo el otro pirata, quitando su pie de la espalda del santo dorado y lo tomó del cabello para hacerlo levantar la mirada- ¿cómo se abre la caja?-

Dohko siguió sin responder, intentando poner una expresión asustada y, a la vez, obstinada, para verse convincente. Tras un par de veces que el hombre repitió la pregunta, sin conseguir respuesta del santo.

-Bueno, peor para ti si persistes en tu silencio- dijo el pirata llamado Jennings- captain Davis va sacar la verdad de ti-

Los ojos verdes de Dohko brillaron. Justamente eso era lo que quería. Jennings se llevó la caja con la armadura, mientras los otros tres ataron las manos de Dohko a su espalda y lo arrastraron hacia la playa, donde el barco pirata lo estaba esperando.

x-x-x

Camarote del Capitán, The Revenge

Los piratas abrieron la puerta del camerino y dejaron caer a Dohko en el suelo sin mucha ceremonia, y salieron, cerrando la puerta tras ellos. El santo dorado suspiró, paciente y decepcionado de no haber visto al capitán de inmediato, pero respiró hondo, esforzándose por ser paciente. Sonrió levemente: la paciencia no era una de sus virtudes: a Shion se le daba mucho mejor.

A pesar de tener las manos atadas a la espalda, Dohko se incorporó sentado en el suelo y miró a su alrededor. El camarote tenía un precioso escritorio de madera, estaba lleno de mapas y objetos de navegación, un sextante, todo iluminado por un trío de velas sobre el escritorio. La pequeña cama era bastante austera para ser de un capitán, y no parecía que alguien hubiera estado durmiendo ese día. Las ventanas estaban abiertas, dejando que la agradable brisa nocturna entrara.

"¿Porqué tarda tanto?", pensó Dohko.

La puerta del camarote se abrió, y entró un chico rubio que no parecía mayor de doce o trece años. Dohko lo observó con cuidado. El chico no podía ser el capitán, ¿o sí? Era extraño. El chico tenía cabellos un poco largos amarrados en una cola, una camisa blanca, pantalones negros y un cinturón rojo brillante. Sobre sus hombros una casaca azul.

Mientras el chico caminaba hacia él, Dohko podía escuchar sus pisadas resonando en el pequeño camarote. El santo dorado se preguntaba si aquello era una broma. Cerró los ojos y buscó algún indicio de cosmo en el chico, pero no encontró ninguno. Ese no era el capitán.

El recién llegado se acercó y lo tomó del cabello para hacerlo levantar la vista.

-Así que tú eres el que tenía esa caja dorada y se rehusa a abrirla- dijo el chico- esta es tu última oportunidad, antes de que Captain Davis venga a sacarte la verdad-

Dohko guardo silencio y el chico sonrió, ilusionado, como si realmente quisiera ver al capitán en acción.

-Jamás- dijo Dohko, para agregarle drama al asunto. El chico le dio una patada en el rostro, haciéndolo caer boca abajo hacia un lado.

-Más vale que cuides tu lengua frente a Davis, ye scurvy dog- dijo el chico, caminando hacia la puerta.

Dohko, que estaba tumbado boca abajo, escuchó la puerta abrirse y cerrarse. Alcanzó a escuchar al chico salir del camarote y a alguien más entrar. Mientras que se acercaba podía escuchar el sonido de sus zapatos. El santo volvió a cerrar los ojos y se concentró. Oh, ahí estaba. La persona quien poseía el cosmo era quien se estaba acercando. Sonrió.

Tan pronto como escuchó que el capitán se detuvo junto a él y se estaba inclinando, decidió atacar antes de que volvieran a tirar de su cabello, cosa que para ahora ya lo tenía fastidiado. Encendió suavemente su cosmo, rompió las amarras y se lanzó contra el capitán, tumbándolo al suelo donde él había estado previamente, cubriendo su boca con una mano y poniendo su rodilla en su abdomen. Cuando lo vio, Dohko casi deja escapar una exclamación de sorpresa.

Era una mujer.

Dohko la miró. Sí tenía botas y una casaca de capitán, pero traía puesto un vestido bajo la casaca. Su cabello era castaño, casi rubio, y sus ojos imposiblemente negros lo miraban con una mezcla de sorpresa y miedo. La chica quiso empujar a Dohko y quitárselo de encima, pero éste la inmovilizó con relativa facilidad con su mano libre. Finalmente, encendió su cosmo, pero Dohko encendió el suyo, por mucho superior, y esto no hizo sino asustarla más, y desistió de sus intentos.

-Shhh, guarda silencio- dijo Dohko en voz baja, y se volvió a la puerta, para asegurarse de que el chico en la puerta no se diera cuenta- viste de lo que soy capaz, sabes lo que pasará si gritas, no deseo lastimar a nadie-

La mujer lo vio con una expresión llena de miedo. Dohko no sabía que pensar. ¿En serio esa chica era quien había estado causando tantos problemas entre las aldeas alrededor de Rozan? El santo quitó la mano que cubría su boca, pero no la soltó.

-¿Cómo puede ser esto? Eres una chica…- dijo Dohko.

-Mujer- lo corrigió ella, y giró su cadera hacia un lado, para tenerla su rodilla libre, con la que golpeó a Dohko en las costillas. No fue solo un golpe físico, sino cargado de cosmo, que lanzó al santo dorado hacia un lado. Dohko chocó contra la pared, e inmediatamente se puso de pie. Al mismo tiempo que ponía sus pies en el suelo y encendía su cosmo, se encontró con una larga espada sobre su cuello.

-No te muevas, ye swine- dijo la chica, quien era la que estaba deteniendo la espada. Dohko puso las manos en alto, sin dejar de sonreír. La chica lo había atrapado desprevenido, pero aún así sabía que ella no podía ganarle. Y no había gritado.

-¿Está todo bien ahí dentro, captain Davis?- dijo el chico que había entrado antes.

-¿Porqué no estaría todo bien, ye scroundel?- le dijo la chica, aún sin quitar la mirada de Dohko, o la espada de su cuello- pobre de ti si vuelves a interrumpir-

-Por supuesto que no volveré a molestarla- ambos escucharon decir al chiquillo.

Al parecer, el chico se alejó de la puerta, y Dohko pasó su mirada de ésta a la pirata, que seguía amenazándolo con la espada. El santo quiso dar un paso atrás, pero su espalda chocó contra la pared.

-Tú… tú eres como yo- dijo la chica, sorprendida, pero entrecerrando los ojos sospechosamente. Al parecer, la curiosidad de haber conocido a alguien más con cosmo la venció, y prefirió continuar la conversación- ¿quién eres?¿de dónde sales?-

-Yo soy un santo de Athena- dijo Dohko, sin bajar las manos- ¿tú quién eres?¿qué haces con estos piratas?-

-¡Yo soy quien está haciendo las preguntas!- dijo ella, alzando un poco la voz, tensando el brazo que detenía su espada contra su cuello- ¿cómo es posible que tengas esos poderes también?-

Dohko sonrió.

-No son "poderes". Se llama cosmo- dijo Dohko en un tono calmado- en el Santuario de Athena, en Grecia, aprendemos a usar nuestro cosmo para cosas buenas y proteger a la diosa, no para robar como un ladrón común-

La chica parpadeó un par de veces, y bajó la mirada por un momento, algo avergonzada. Dohko creyó que iba a bajar la espada, pero la chica volvió a tensar su brazo, sin separar ni un momento el arma del cuello del santo dorado.

-¿Cómo me encontraste?- dijo ella, entrecerrando los ojos- claramente te dejaste atrapar por mis tripulantes para encontrarme, ¿no es así? ¿Cómo supiste que yo tenía ese… cosmo?-

-Lo sentí- dijo Dohko simplemente, encogiéndose de hombros- con el entrenamiento apropiado, y con tiempo y paciencia, también tú podrías detectar otras personas con cosmo. Entre muchas otras cosas-

-¿Muchas cosas?- dijo ella, algo ilusionada, y Dohko asintió. La chica hizo una expresión entristecida y bajó el arma, al tiempo que el santo dorado también bajó los brazos- sería realmente extraordinario, pero es imposible-

-¿Porqué imposible?- dijo Dohko, frotándose el cuello, justo donde hacía unos momentos había estado la espada.

-El Sōsarā jamás lo permitirá- dijo la chica simplemente.

-¿Quien es el Sōsarā?- preguntó Dohko.

La chica sacudió la cabeza.

-Es nuestro líder- dijo ella- el Sōsarā es un hombre japonés, sabio y poderoso, que nos exige llevar una cuota de oro una vez al mes- y, por primera vez desde que la vio, Dohko notó algo de miedo en sus ojos, y también la notó intentar reprimir un escalofrío.

-¿Un hechicero?- dijo Dohko, y la chica asintió-¿él fue quien te enseñó a usar tu cosmo?-

La chica asintió, aún mirándolo con curiosidad y fascinación. Al parecer, aún no podía creer que hubiera alguien parecido a ella, con esas extrañas habilidades, y tampoco sabía que su peculiaridad tenía un nombre: cosmo.

-¿Porqué me querías encontrar?- preguntó la chica, poniendo la punta de la espada contra el suelo, pero aún sin separarse del arma.

-El Patriarca del Santuario de Athena se enteró de los destrozos que hizo tu tripulación. Mi misión era encontrarte- dijo Dohko- y llevarte de regreso a casa en Grecia, para enseñarte a usar tu cosmo para bien, como te dije-

La chica sonrió, pero pronto sacudió la cabeza.

-No, no puedo ir a Grecia- dijo ella- el Sōsarā nos matará a todos si nos desviamos de nuestro deber, y no le llevamos el botín que exige-

Dohko la evaluó con la mirada. Parecía tener miedo de ese Sōsarā misterioso, y quizá sería buena idea investigar al respecto, pero sabía cual era su principal misión, y era llevar a esa chica de regreso al Santuario.

-Lo lamento mucho, chica- dijo el santo de Libra- pero tengo que llevarte a Grecia con el Patriarca a como dé lugar, pero preferiría que fuera voluntariamente-

La chica parecía estar pensando en algo. De pronto, un brillo en sus ojos y una sonrisa que al santo dorado le agradó y disgustó en partes iguales.

-De acuerdo- dijo ella finalmente, para sorpresa del santo dorado- iré contigo a Grecia, con la condición de que dejes ir a la tripulación. No quiero que sufran las consecuencias a manos del Sōsarā-

Dohko pensó en sus condiciones, y asintió. No haría daño dejar a esos chicos sin líder.

-De acuerdo. Empecemos por dejar a un lado las armas y nos presentamos de nuevo, ¿quieres? ¿Cómo te llamas?- dijo Dohko.

-Davis- dijo ella, y sonrió levemente- Tora Davis. ¿Y tú?-

Dohko parpadeó, pero sonrió al notar la coincidencia entre el nombre de la chica y el suyo.

-Me llamo Dohko, santo de Libra-

El chico le ofreció la mano, y ella hizo lo mismo. Notó que le ofreció la mano izquierda, lo que le pareció extraño a Dohko. Se dio cuenta demasiado tarde. Tan pronto como estrecharon sus manos, la chica lo golpeó con el mango de su espada con fuerza en la frente, y Dohko se desplomó en el suelo. Todo se volvió negro.

x-x-x

CONTINUARÁ…

Notas de Autor (esta vez son muchas!)

Landlubber: (slang pirata) amante de la tierra. Alguien que no sirve para estar en el mar.

Ye half perished swine: (slang pirata): cerdo medio muerto

Captain: (inglés) capitán.

Ye scurvy dog: (slang pirata) perro con escorbuto. Escorbuto es una enfermedad por deficiencia de vitamina C, que en el pasado era común en los marineros que no tenían acceso a frutas frescas para obtener la vitamina.

Ye swine (slang pirata): cerdo

Ye scroundel: (slang pirata) sinvergüenza.

Sōsarā: (japonés) hechicero.

Wokou: piratas japoneses.

Mary Read y Anne Bonny fueron un par de piratas famosas que vivieron en el siglo XVIII y cometieron varios crímenes a bordo del barco The Revenge, junto con una tripulación formada principalmente por hombres. Cuando las autoridades los atraparon en Jamaica, la mayoría de los hombres estaban ebrios y no pudieron pelear, y ellas dos pelearon valientemente hasta el final. Durante el juicio ambas declararon que estaban embarazadas, por lo que la sentencia se pospondría hasta después de que nacieran sus hijos. Cuando ambos nacieron, Mary Read murió por fiebre puerperal, y Anne Bonny fue liberada gracias a la influencia de su padre, que era una persona importante en Jamaica.

¡Hola a todos! Regresé mucho antes de lo que tenía planeado. Como vieron, esta historia tiene el prólogo dividido en tres partes. Espero que les esté gustando, a pesar de que dejé a Dohko inconsciente en el primer capítulo. Muchas gracias a todos por su apoyo en mis fics. ¡Les mando un abrazo! Nos leemos pronto.

Abby L.

x-x-x