Hello, aqui tengo una nueva historia, a decir verdad esta va a ser una recopilacion de cuentos de hadas pero vistos desde un punto un poco mas moderno y sombrío. He decidido empezar con caperucita roja, pero más adelante iré adaptando otros cuentos.
DESCLAIMER: FT no me pertenece, le pertenece a Trollshima-san, solo la rara y un poco retorcida historia que leeran acontinuación es mía
Caperucito rojo y la gran loba feroz (Part I)
Ella estaba afuera de la universidad Fairy Tail. Caminando sigilosa y lentamente como alguien que estuviese esperando algo. Caminando como a la espera de alguien.
Caminando como una vigilante al asecho.
Lucy se veía preocupada desde hacía un tiempo, casi como si estuviese ocultando algo de la gente, casi como si estuviese sintiendo la culpa de algo muy grave.
Casi como si le desesperase algo de lo que no se puede salir fácilmente.
Ella miró al cielo como buscando consuelo en las nubes. Este día estaba especialmente nublado y gris, lo cual le daba al paisaje una sensación de frío y un toque de tristeza.
A su alrededor veía a las personas pasar juntas. Todas muy felices. Todas en alguna especie de grupo. Ella era la única sola, como una loba solitaria.
Casi nadie nunca se acercaba a ella por ningún motivo, la mayoría le tenía miedo, otro respeto, y algunos, simplemente no les importaba nada fuera de su asqueroso y estúpido mundo de fantasía y eran indiferentes.
Había pasado exactamente un año desde que Lucy había estado en una relación. Ella ya no quería estarlo más, el ultimo novio había sido muy dulce con ella y podría haber jurado que era el hombre de su vida e incluso podría estar a su lado ahora…tan solo, si él no estuviese siendo comido por los gusanos 2 metros bajo la eterna tierra en estos momentos.
Había pasado exactamente un año desde que su Sting murió, un año desde que la policía había entrado en su curso y la había detenido otra vez, solo que esta vez lo hicieron frente al público y no en privado, para preguntarle sobre el asesinato de Sting, que se había producido en horario escolar.
Desde hace exactamente un año que todo el mundo la evitaba, cuando se había escapado la información de que todos sus novios habían muerto por causas No naturales.
En sus cortos 21 años de vida solo había tenido 5 novios… todos ahora estaban enterrados dos o tres metros bajo tierra.
Y todos sabían que ellos habían estado con ella. Los policías siempre la detenían para investigarla y preguntarle cosas de sus noviazgos, como si fuesen viejas chismosas pero nunca encontraban pruebas para arrestarla.
Ella solo tenía pesadillas sobre aquello, solo soñaba que estaba con alguno de ellos y luego todo se volvía negro, un escalofrío recorría su espalda y luego todo era rojo y ensordecedor, después simplemente veía sus manos manchadas de sangre y a su chico totalmente desangrado. Ella tenía esa clase de pesadillas, y luego estaban las "otras" clases de pesadillas, donde pasaba todo exactamente igual solo que, cuando miraba sus manos a parte de sangre, veía que ella misma sostenía un puñal muy afilado… el sonido ensordecedor se convertía en un agudo chillido de un grito, seguido prontamente de una risa. Ella miraba a todos lados para saber quién era el que se estaba riendo, esa risa le resultaba casi insoportable ¿Cómo alguien podía reírse de una situación como aquella? ¿Qué clase de monstruo era? Solo podía mirar a todos lados hasta que, de la nada, delante de ella aparecía un espejo y descubría que ella era la que se reía. Y entonces…
Entonces simplemente despertaba, con la respiración agitada, esas eran las pesadillas que más le asustaban, pero eran a veces muy borrosas y casi no podía ver bien. Estuvo noches enteras a duras penas y sin dormir después de eso. Porque tenía miedo de volver a soñarlo. Porque tenía miedo de volver a sentirlo. Porque tenía miedo de volver a escuchar su risa.
"Porque tenía miedo de volver a verlo".
Ella realmente estaba asustada, jamás supo porque asesinaban a sus novios. Uno pudo haber sido por problemas con alguien, dos por pura coincidencia, tres quizás ya no lo era tanto, cuatro la hacían pensar que las cosas eran en contra de ella, y el cinco la destrozó por completo. Realmente hasta ella empezaba a tener miedo de sí misma, tenía pesadillas noche tras noche con sus novios. ¿Todos los chicos de los que ella estuviera cerca morirían? Eso ella no lo sabía, pero quizás lo mejor era que todos se alejasen de ella, quizá por eso su mejor amigo, Gray, ya no le hablaba desde hace ya algún tiempo.
Entonces, si lo mejor era que todo el mundo se alejara… ¿Por qué Natsu Dragneel se le seguía acercando? Tal vez porque él no estaba bien informado, quizá porque era nuevo, o podría ser que si lo supiese y le importara una mierda.
Natsu era nuevo en la universidad Fairy Tail porque se había cambiado de la otra universidad, Blue Pegaus. Él nunca le tuvo miedo. Él se acercó a ella en la primera oportunidad. Él nunca se sintió asustado de que alguien pudiese asesinarlo. Él, en sí, era muy raro.
Y también era muy feliz y a veces un poquito molesto. Siempre tenía una sonrisa tonta en la cara que dejaba ver lo ingenuo que era. Él tenía como costumbre llevar consigo una bufanda a cuadros, eso era algo infaltable al parecer, aunque también por costumbre tenía que llevar siempre algo rojo. En ciertos casos, la mayor parte del tiempo era un abrigo, y en otros tiempos, cuando hacía mucho calor llevaba cualquier otra prenda del mismo color. A Lucy eso le causaba gracia, era como si tuviese que llevar algo rojo por regla. Como si el color rojo y su bufanda fueran ambuletos de la suerte. Como si tuviera una especie de tabú. Como un Trastorno obsesivo compulsivo.
Como si el color rojo y su bufanda le ayudaran con alguna tarea en específico o simplemente con esas cosas puestas se le hiciera más fácil el día a día.
Quizá simplemente le gustara demasiado vestirse de ese color.
Pero de alguna manera, la inocencia y la sonrisa tonta de Natsu la hacían pensar inevitablemente en un famoso cuento que le encantaba cuando niña: "La Caperucita Roja". Bueno en el caso de Natsu sería "caperucito rojo", mas ella no se lo diría nunca, probablemente él se molestase si ella lo andaba comparando con algo así, pero el lucía tan feliz todos los días, que se le hacía imposible imaginarlo triste o enojado si quiera.
A veces, ella deseaba preguntárselo, pero nunca lo hacía. Probablemente jamás lo hacía porque había momentos en los que él miraba su bufanda como la cosa más importante del mundo y ella no quería preguntar por un algo que parecía un tema demasiado profundo. Tenía miedo de que él se alejase si le preguntaba algo muy personal. Lo cual sonaba demasiado tonto ya que él, como ya anteriormente había mencionado, era a veces alguien molesto. Sin embargo, también era la única persona que se le acercaba para hablarle en todo el instituto, y en todo el barrio en general. Ella era a veces muy introvertida, pero serlo no significa que no te guste estar de vez en cuando con alguna que otra persona.
A veces… solo a veces, sentía que él sería el único contacto real con otro adolescente que podría tener en años; la soledad era algo que es vital para ciertas personas, pero no en exceso, la soledad completa puede llegar a ser algo muy desesperante. Casi como sentirse cayendo en un mar oscuro y vacío, donde no hay peces, aire, o alguien que te ayude a nadar de regreso y si logras por lo menos salir a la superficie y poder respirar un poco de aire, te das cuenta de que lo único que vez es agua, agua, y más agua. Quizá haya algo más que agua pero aunque lo busques hay momentos en los que te cansas y simplemente das por sentado que no lo encuentras.
Solo que esta vez ella sí encontró un punto de apoyo.
Natsu, desde su punto de vista, era como la única boya que pudo encontrar. Realmente él hacia cosas muy lindas por ella y al poco tiempo empezó a agradarle. Ella sabía que debía agradecérselo de algún modo, ya que él no era una persona que se guiaba por lo que decían los demás, estaba realmente agradecida por eso ya que casi ni tenía contacto con sus compañeros, y tampoco interactuaba tanto con su madre. Desde que su padre murió en un incendio en su vieja mansión. Debido al incidente se tuvieron que mudar de casa. Layla ya ni siquiera le hablaba, al principio fue solo desplazarla de su tiempo libre, alegando que ella tenía mucho trabajo porque era una mujer que desde ahora se tendría que mantener sola, luego ya ni la saludaba en la mañana, después pasaban días sin hablarse, y simplemente empezó a alejarse más y más hasta que casi fueron completas desconocidas. Ella no siempre fue así, ella era una mujer dulce que le prestaba atención cuando su padre vivía, pero al parecer eso ya no volvería a ser así.
Layla últimamente estaba bebiendo mucho y se estaba volviendo más violenta de lo que solía ser, primero fueron unas copas al mes, luego cada dos semana, y luego cada cinco días. Lucy ya sabía que pronto iba a llegar a beberlas diariamente. Ella no se haría como que era la primera vez que sabía de personas que ahogaban su depresión en alcohol, era plenamente consciente que desde que su padre murió su madre entro en una tristeza enorme, Layla tenía diagnosticada la depresión desde antes, pero para ser sincera lo que a Lucy le sorprendió fue que su madre hubiera empezado a beber recientemente hace un año, ella pensaba que su madre empezaría desde mucho antes, quizá ella esperaba que su madre se pusiera a beber desde el momento del entierro de su amado padre.
Si bien no era la primera vez que escuchaba sobre personas depresivas que recurrían alcohol, era la primera vez que se enfrentaba a eso y no era tan sencillo de afrontar como en las películas donde salían este tipo de casos, donde el o la hij tomaban la bendita decisión de confrontar al alcohólico este como por milagro reaccionaba, y venía el vientecito de la rosa de la virgen de Guadalupe y en la siguiente escena ya había salido curado de alcohólicos anónimos. Las series o películas nunca le hicieron justicia a los sentimientos que se obtienen de este tipo de situaciones.
A veces era tristeza y furia de no poder hacer nada. A veces era resentimiento con aquella mujer que no dejaba de ignorarla.
A veces era un agudo y constante sentimiento de ansiedad que la hacía estar siempre alerta y a veces no la dejaba dormir pensando en si su madre vendría borracha hoy a casa.
A veces era un miedo que solo se lograba quitar si hacia algo en lo que se pudiese concentrar mucho pero pronto los malos pensamientos entraban de forma intrusiva en su mente, otras veces simplemente era la sensación de asfixiarse con todo lo demás.
Ella tenía miedo de quedarse a solas con sus pensamientos porque sabía que no la dejarían en paz, que su mente siempre estaría dispuesta a hacerle malas jugadas, por eso agradecía la compañía de Natsu, él era alguien que la salvaba de volver a ahogarse aunque sea por unos minutos de charla.
Quizá debía invitarle algo como agradecimiento. Lucy no era muy abierta con la gente, ella no podía decirle sus problemas a todo el mundo, y casi le era imposible mostrarse agradecida, pero Natsu había sido bueno con ella y tenía que reconocérselo.
Marcó el número de Natsu en su celular y escribió un corto mensaje:
"¿Tomamos un helado pasado mañana en la heladería Saberthoor, cariño?"
Lucy realmente no sabía cómo decirle un "gracias" a Natsu, ella había aprendido a ser alguien reservada con sus emociones, y no la dejaba salir fácilmente. Mucho menos las dejaría salir mientras ella tuviese secretos que podrían revelarse si se abría mucho a una persona. Esa era una de las razones de porque no conversaba con mucha gente en general, aparte de que esa "gente" no quisiera hablarle.
Ella intentó no mostrar su lado amargo ni con Gray, su ex-mejor amigo, no quería que él se alejase como los demás, no quería que él tuviese miedo, no quería que él le tuviese asco, y sobretodo no quería que él pensase que era dañina… pero al final igualmente lo terminó haciendo. Aun sin saber nada de nada, Gray se terminó alejando.
Al recordar esto Lucy suspiró, miró al cielo. Ya se estaba haciendo tarde.
Sacó unas pastillas de su mochila, cogió algo de agua y se las tomó.
Ella era la única persona que estaba fuera de la escuela, todo el mundo se había ido a su casa.
O eso había pensado ella. Ya que entre las sombras de un callejón, alguien silencioso la miraba discretamente. Sonriendo, aquella persona se sumergió entre las sombras sin más.
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Natsu estaba en su casa, en su habitación, y en su cama cuando leyó el mensaje.
"¿Tomamos un helado pasado mañana en la heladería Saberthoor, cariño?"
Lo leyó unas 5 veces más. Se tiró a la cama, saltó en ella, se cayó de la misma, luego se volvió a subir, y abrazó su almohada para ahogar un grito de felicidad dando vueltas sobre su propio cuerpo, todo eso para después simplemente ver nuevamente su teléfono celular y responder el mensaje con lo que, según él, era un muy elaborado:
"Ok :D"
Él mismo lo admitía, simplemente parecía una adolescente enamorada, ¡pero qué diablos importaba!
¡Lucy lo estaba invitando a salir!
Aunque fuese solo a tomar un helado, era de suma importancia, ella realmente no era muy emotiva, mucho menos detallista o regaladora. Así que supuso que un helado era algo muy bueno.
Y adoraba que ella lo llamase cariño, desde que lo conoció solo lo llamaba por su nombre pero con el tiempo fue tomando ese apodo.
No hace falta decir, creo yo, que Natsu está muy enamorado de Lucy. Realmente al principio pensó que no le importaba solo tenerla cerca, pero después se dio cuenta de que quizás eso no sería suficientemente bueno. Él quería llegar a ser algo más importante en su vida, pero había veces en las que él notaba que a ella le incomodaba un poco su presencia, eso era un poco abrumador ¿Cómo decirle a una chica que la quieres como algo más que una amiga si no estás segura de que, para empezar, sean amigos de verdad?
Sep, así de complicado era decírselo, pero él ya había hecho ciertos méritos, ella todavía no lo sabía pero estaba seguro de que cuando los notara ella se daría cuenta de que estaban hechos el uno para el otro.
Necesitaba pensar mejor así que saldría fuera, siempre pensaba mejor cuando un poco de aire le pegaba en el rostro. Cogió su abrigo, porque era de noche y empezaba a hacer mucho frío, su tan amada bufanda, y se puso unos deportivos rojos.
Salió de su habitación, hacía el pasillo que pasaba por la cocina de su casa.
-¿Vas a salir, Natsu?-
"Mierda" Su madre había llegado temprano hoy, ella normalmente tardaba unas cuantas horas más. Casi siempre llegaba a las 12:00 pm.
Ahora si, a inventar una buena excusa para salir.
A su madre jamás le gustó que saliera de noche, porque hace tiempo se habían escuchado que hubo ciertos tipos de asesinatos de jóvenes casi de su edad pero como ella, ni nadie estaban ahí para vigilarlo, la mayoría de veces hacía lo que se le pegaba la regalada gana. Gracias al cielo que su madre no estaba enterada de que tenían como sospechosa a Lucy Hearthfilia porque ella era capaz de prohibirle acercarse a ella, pero él sabía que ella sería incapaz de matar a una mosca.
Ella no siempre llegaba tarde a casa, hace un ella estaba ahí para vigilarlo como una madre normal, pero su situación económica se complicó después del fallecimiento de su padre, lo que hizo que su madre tuviese que trabajar doble jornada. Al recordar eso, su mirada se apagó un poco. Su padre nunca fue bueno con ellos, a veces Natsu creía que lo único bueno que aportaba a la casa ese grandísimo pendejo era el dinero, así que eso era de lo único que se arrepentía de haber perdido, porque Natsu jamás dejaría que le hiciesen daño a su madre de esa manera de nuevo.
-Mamá, solo iré a ver si la panadería está abierta para comprar mi desayuno para mañana, tu sabes que la señora Nina a veces cierra demasiado tarde-
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Desde la muerte de su mejor amigo, Lyon Bastia, Gray estaba sumido en un estado de tristeza. Su padre era el policía jefe de la ciudad, pero jamás encontró al asesino.
La noticia de que Lyon estaba muerto fue chocante para él, y más aun sabiendo que tenían como sospechosa a Lucy, él realmente no quería creer ni una sola palabra de lo que su padre dijo, jamás quiso hacerlo, pero eso no significaba que no investigaría por su propia cuenta a Lucy. A pesar que ya habían pasado tres años desde la muerte de Lyon, Gray no lo superaba quería saber que había en los informes que le enviaban a su padre, Silver nunca le decía nada relacionado con el tema de los asesinatos y no le daba información alguna, pero recién en este momento podía entrar a su oficina. Ya que su padre no descuidaba las llaves de su oficina ni por error, tuvo que "tomarlas prestadas un momento" y sacarles una copia. Así, engañando a los compañeros de trabajo de su padre, entró a la oficina de su padre y busco en los archivos lo que podría encontrar.
Rápida y sigilosamente se puso a buscar en los archiveros una carpeta que dijese: Lyon Bastia y…
¡Bingo! Encontró los datos de su amigo,
En ese informe había fotos que tomaron en el lugar del asesinato. A parte de la sangre no había nada fuera de lo común, eso claro si no contabas con que parecía que había alguien que intentó escapar de lo que sería una dolorosa muerte.
Gray siempre quiso ayudar a resolver esos casos, pero su padre jamás se lo permitió, inclusive a pesar de que podría haber servido como testigo, o como un informante, no lo dejaron ayudar, por el hecho de que su padre no quería involucrarlo en un tema tan delicado como la muerte de su casi hermano. Pero Gray sabía que lo que había hecho Silver era una falta grave, porque en un caso tan serio no podían dejar testigos fuera.
Gray buscaba todo lo que podía servirles, se dio cuenta de que se cayó otra carpeta. La levantó para no dejar sospechas, e iba a guardarla… hasta que vio que había un informe más en la carpeta, lo leyó sin mayor importancia con algo de curiosidad, pero hubieron cuatro palabras que llamaron su atención: trastorno de personalidad múltiple.
Prontamente la idea de volver a poner la carpeta en su lugar abandonó su cabeza.
Guardó la carpeta en su mochila y salió apresuradamente de allí.
Se acababa de dar cuenta de algo que nadie más vio en la foto del lugar de asesinato de Lyon.
