Ohya ohya! he vuelto nuevamente, más pronto que nunca.
Es que no me aguanto de esta cosa.
No estoy acostumbrada a escribir cosas explícitas ni nada, ni tampoco es que esto lo sea, pero estos chicos me vuelven loca.
Amo el Kagehina, pero el Daisuga me enloquece de una manera impresionante. Ay, ya, yai.
Sin más estupideces, estos personajes tan ricos le pertenecen a Haruichi Furudate-sensei, así que a él el amor por tantos niños exquisitos.
Gracias por entrar aquí.
Soy Ally, por cierto. Gracias gracias.
Complejos de Adolescente.
No sé si es correcto o no esto de ser virgen a los 17 años. Se supone que debes esperar a que te cases y, lo que sea que tus padres te dicen cuando pequeño, pero eso no ocurre. Aunque, claro, a veces uno tiene tantas cosas en la cabeza que no te das el tiempo para buscar a alguien, sobre todo cuando el tercer año escolar y los campeonatos te consumen el tiempo libre.
No sé cómo será en la ciudad, pero en Miyagi hay todo tipo de chicas. De esas que son tiernas y consideradas con quien les gusta y, de esas que les da lo mismo quién sea el chico. Yo me he topado con varias de las últimas, lo que hizo darme cuenta que no era común que yo jamás lo hubiera hecho. Tampoco es un tema que, como hombre, puedas hablar con tus amigos. Sé que Koushi algo me diría, pero tampoco es que sepa mucho del tema. Nunca ha tenido novia, al igual que yo.
Sé que debería sentirme bien en el ambiente diario. Los chicos de primero son de lo mejor y con los de siempre nos llevamos muy bien. Las chicas nos ayudan en la prácticas y todos mejoramos de a poco, pero es como si algo faltara. La necesidad de conocer la sensación es abrumadora y me molesta todo el día, ¡cómo si jamás me hubiera gustado alguien o, no sé! tampoco quiero estar pensando que tengo la necesidad urgente de tener sexo con alguien. Ni siquiera es algo que me complique demasiado, pero el vacío de telenovela que me molesta tanto no se irá nunca, al parecer.
El conflicto adolecente se resume en algo como eso.
Era bastante estúpido, para ser claro.
Por esos días, aún estábamos a la espera del Campeonato de Primavera. Todo parecía ser normal entre discusiones de Kageyama contra Hinata o Tsukishima, gritos de Nishinoya y Tanaka, mis pérdidas de paciencia y la extraña tranquilidad que causaban las palabras de Sugawara. Quedaban un par de días de prácticas intensivas y las clases se volvían cada vez más pesadas.
Cada noche, volvíamos a casa todos juntos, aunque casi siempre Shouyo y Tobio se quedaban practicando hasta tarde. Yo pasaba cansado y pensando en el tema que nos concierne. Por las miradas de Suga pude notar que ya se había dado cuenta que tenía algo en la cabeza desde hace tiempo ya, como siempre. Me arrancaba cada vez que quisiera tocar el tema, pero esa noche no pude evitarlo. Dijo que se quedaría en mi casa, lo que era muy común desde primer año. Camino para allá, comenzó con el asunto.
- Estás tenso Daichi, ¿qué te ocurre? - me golpeo con su brazo para llamar mi atención distraída. Ahora no podía salir corriendo.
- No me pasa nada. Estoy preocupado por el campeonato, solo eso - no sonaba muy convincente, como se suponía que debería.
- ¿Crees que soy tonto o algo? - sonreía tan brillante, como siempre. Nunca le he podido mentir.
- ¿De verdad quieres saber tanta estupidez? no es nada especial, en serio - estábamos cerca de mi casa y me detuve a sacar una bebida de una máquina. Le saqué una a él también y seguimos caminando.
Me miraba algo preocupado.
- Lo que sea que te preocupe me interesa saberlo, lo digo en serio - recuerdo esas palabras cursis de niño y me siento igual que en ese momento. Nunca me había dicho eso tan directamente ya que Koushi no era de esos. Tú sabías que todos le importaban demasiado, pero no te lo decía directamente.
Sentí que mis orejas estaban rojas y que Suga lo notó. Sonrió, como si fuera normal. Supe que no me podría zafar.
- Koushi, tú no has tenido sexo con ninguna chica, ¿cierto? - se atragantó un poco con el sorbo de bebida y me miró sonrojado. Él quería saber, que se lo aguantara ahora.
Tampoco era como si se burlaría de mí.
- N-no que yo sepa - bajó el tono de voz un poco y yo me reí ésta vez.
- ¡Pero no te pongas tan nervioso! - golpee su espalda - tú querías saber - hice una pausa entre que apurábamos el paso - me pregunto si será estúpido no haberlo hecho ya, ahora que no tenemos responsabilidades con nadie.
- ¿Acaso quieres follar con alguien por eso? - la vergüenza se le había ido de inmediato - tú sabes que no me gusta mucho eso de hacerlo con quién sea.
- Supongo. Aún así, no creo que sea malo. Somos jóvenes, no causaría tanto problema. Menos ahora que tenemos tantas tensiones por el campeonato.
Llegamos a mi casa, la que era un departamento en un pequeño edificio de dos pisos. Koushi se detuvo a mi lado, mientras yo la abría. Las luces estaban apagadas.
- ¿Acaso tienes a alguien con quién desahogarte? - estaba sonriendo, como siempre. Me gustaba de él que solo ese gesto pudiera tranquilizarme. Era mi mejor amigo.
- ¡No! - reí - no es eso, solo es algo que me da vueltas en la cabeza.
Entramos y no había nadie. Encendí las luces y fui a la cocina. En el refrigerador había una nota de mi mamá.
- Koushi, ven - él entró, después de dejar sus cosas en la sala - mi mamá dice que no vuelve hasta mañana, le dieron un turno de noche en el trabajo muy bien pagado y no sé qué.
- ¿Y por qué no te llamó?
- Tenía sin batería el celular, ¿quieres ir al parque a practicar un rato? - no tenía mucho sueño.
- ¡Claro! ¿Tienes la malla?
Instalamos un cordel amarrado a cada lado de la cancha a la altura de una malla común. La mía... no recuerdo que había pasado con ella, pero antes si la habíamos ocupado. Practicamos lanzamientos por una hora más o menos y el cuerpo no nos dio más. La práctica del Club no nos permitía hacerlo por mucho tiempo fuera de ella. Recogimos todo y volvimos a mi departamento. Nos lanzamos al piso, muy cansados. Como mi casa era muy pequeña, tiraríamos los futones en la sala para dormir más cómodos, como siempre. Yo me duché primero para preparar algo de comer. Cuando Koushi salió del baño, nos sentamos en la mesa y él tocó el tema de nuevo.
- ¿Se te ofreció alguna chica, Sawamura? - no era un tema que me emocionara mucho. Me quedé callado por unos minutos.
- No pude hacerle nada. Me sentía muy avergonzado - intenté no mirarlo mientras me acababa mi plato, pero sabía que Suga tenía la mirada fija en mí - la traje a casa y, aún así, no pude hacer nada.
Él también había terminado y recogió la mesa.
Ahora parecía molesto.
Él solo movió la mesa y sacó los futones de mi habitación. Incluso los instaló. No me dijo nada. Ya habíamos salido con pijama del baño, pero hacía mucho calor para eso. Suga se quitó la sudadera y se metió al futón de un golpe, aún mirándome, como queriendo que me moviera, no sé.
- Apaga tú la luz, Daichi estúpido.
Lo hice y me acosté. No sabía qué responderle. Estaba esperando que me regañara o algo así.
- Fue estúpido, lo sé.
- Lo fue, Daichi - se sentó en el futón y me miró - ¿te das cuenta que la puedes embarazar o algo así? tal vez la chica tenía alguna enfermedad o algo, ¿tenías intenciones de protegerte, aunque fuera? - no me permitió responder - se que no. Sé que no sabes mucho del asunto. Por lo menos podrías investigar un poco antes de follarte a la primera niña tonta que se te ofrezca.
No me pude enojar. Tenía razón. Nunca pensé en protegerme esa vez ni nada, había sido algo muy estúpido. Me senté y lo miré. Quería que esa mirada de enfado se fuera y me sonriera tranquilamente, como siempre. Golpee su rodilla y le sonreí.
- No te enfades tanto, no lo haré otra vez. Al menos no tan despreocupadamente.
- ¡Vamos Daichi! ¿siquiera le preguntaste si tomaba pastillas o algo? eres un tonto - al parecer, él si sabía mucho del tema.
- ¿Cómo sabes tanto tú del asunto? - se me había escapado la interrogación.
- No seas idiota, sabes que soy amigo de Yui desde la infancia. Claro que se esas cosas - ella era una amiga de Suga. Eran vecinos desde los 5 años. Lo que más me sorprendía era que él no notara que la chica estaba loca por él desde hace mucho. O eso creía yo.
- Eres tú el idiota que no quiere aceptar que esa chica está loca por ti, no seas ingenuo - Koushi se sonrojó un poco. O, al menos, lo que se alcanzaba a ver entre la oscuridad - ya lo sabías...
- ¡Claro! ella me lo dijo, tonto. Solo que no quiso que se lo dijera a nadie porque estaba muy avergonzada. Sabía que yo no sentía lo mismo.
Ese tipo de comentarios me hicieron sentir muy lejano a él. Era mi mejor amigo, pero parecía no saber mucho sobre lo que fuera que le pasara.
- Es una chica hermosa, Suga. No seas tonto - puse mi mano en su cabello y se lo revolví. Quería quitarme esa sensación del pecho.
Sugawara jamás sería lejano a mí, eso estaba claro desde hace mucho. Se preocupaba tanto por mí que hubiera sido estúpido creerlo de ese modo.
- Que lo sea, no me gusta. Ella ya lo sabe y el asunto está arreglado - me quitó la mano y me agarró del brazo - eres tú el imbécil. Si quieres follarte a alguien, mejor a quien conozcas o algo así. Eres muy ingenuo y van a jugar contigo, estoy seguro.
- Gracias por tu confianza en mi criterio - reí, también lo tomé del brazo. El mismo que Koushi me tenía fuertemente tomado.
Se me vino una locura a la cabeza que intente desaparecer en seguida.
No pude.
Sin pensarlo, puse mi mano libre sobre su abdomen. Ahí, una sensación agradable me recorrió por completo. Estaba claro lo que quería hacer, no podría aguantarme. Fue desbordante de un segundo a otro, como si siempre hubiese estado ahí.
Ahora, antes de que yo hiciera cualquier cosa, Koushi fue el que me soltó y puso una de sus manos en mi pierna. Me dio escalofríos. Lo peor es que fue muy evidente porque el cuerpo completo me tuvo que haber temblado. Vi que él se mordió el labio o, tal vez, lo imaginé. Solo sentí como se abalanzaba sobre mí y me botaba al futón de un golpe. Tenía su boca pegada a la mía mientras se acomodaba en medio de mis piernas.
Fue como si todo lo que creía de mi mismo hubiera caído a la basura.
Me esforcé por levantarme y lo tomé del cuello y la cintura para apegarlo a mi cuerpo. Era una sensación exquisita, digna de alguien como él. Estaba claro que Suga era un chico popular en la clase, pero nunca le vi darle tanta importancia. En esos momentos sí que se aprovechó de su talento natural. No despegaba sus labios de mi cuello y respiraba agitadamente, mientras me quitaba la sudadera. Sin que pudiera detenerlo, se sentó sobre mis caderas y se comenzó a mover lentamente, casi al ritmo de sus besos. Yo estaba completamente inmovilizado y dispuesto a lo que fuera que quisiera hacer. Sentía nuestras erecciones rozarse y quería arrancarle el pantalón. Él se encargó de bajar el mío en seguida después de acostarme en el futón. De paso, él se quitó los suyos y me besaba el pecho.
Casi agarro su cabeza y la pongo en medio de mis piernas, pero no podía. A pesar de todo, seguía sintiendo esa barrera entre lo que podríamos hacer o, al menos, en lo que yo podía hacer con él. No sé si era un respeto que sentía, o algo, pero no pude hacerlo, siquiera sugerirlo. Dejé que él hiciera lo que quisiera, sin pensar en nada más que en las acciones abrumadoras. No quería pensar en qué pasaría después.
Me volvió a levantar y se volvió a poner sobre mis caderas. Gimió tan fuerte que tuve que taparle la boca. Al hacerlo, creí que el corazón me explotaría o tendría que morderlo para aguantarme las ganas de hacerle cualquier otra cosa.
Vi cuando una de sus manos bajó por su espalda hasta quizá dónde. Oh... yo, quién jamás había tenido sexo con nadie, ahora tenía a mi mejor amigo masturbándose sobre mí. Fue un impacto realmente impresionante. Sabía lo que hacía, gemía en mi oído. Se movía, de arriba, hacia abajo. Mi erección sentía cada uno de sus movimientos como si ya estuviera dentro de él, pero no me la ganaría. No me vendría hasta que él me lo pidiera. No me atrevía.
Tomó una de mis manos y la puso sobre su erección. La misma que me estaba enloqueciendo en ese momento. Todo tipo de razón se me escapó.
- ¿En verdad no te vas a mover, no harás nada? no puedes hacerme eso, Daichi.
Lo agarré de la cintura y lo lancé sobre su futón. No sabía cómo lo haría, pero puse mi cabeza entre sus piernas y abrí mi boca. Lamí como pude. Mordí un poco, creo. Traté de pensar en cómo me gustaría que él me lo hiciera, pero sus gemidos ahogados con mi mano no me dejaron meditarlo demasiado. Sabía que faltaba poco para que él me pidiera lo que fuera que esperaba que le hiciera y me mentalicé en eso.
En un segundo, lo tenía sentado otra vez sobre mis piernas y me besaba como jamás creí que él sabría besarme. Bajó el ritmo. Rozaba su erección con la mía y se apegó a mi cuerpo. Mientras sentía cómo me apretaba, él me besó de nuevo sin poder notar yo si le dolía o no. Yo actuaba como por instinto, pero él parecía saber todo lo que hacíamos.
Eso se impregnó en mi cabeza, el hecho de que ya lo hubiera hecho antes.
Dejé de besarlo.
- Ya lo habías hecho antes, Koushi. No me mientas - él se había detenido, esperando acostumbrarse. Casi no podíamos respirar.
- Una vez casi lo hice - se le escapó un gemido que casi me hizo botarlo y hacerle lo que se me ocurriera - pero no pude. Siempre vienes a mi cabeza en momentos así.
Se detuvo. Una de sus manos fue hasta su boca, lucía sorprendido. A mí me dejó con la mente en blanco y casi me vine dentro de él. Era tan intenso y solo éramos unos adolecentes.
- ¿Quieres matarme Koushi? - reí - ¿tienes idea de lo exquisito que eres? - eso también se me había escapado.
- Cállate Daichi - rió, pero comenzó a moverse. Logró hipnotizarme de inmediato. Arriba, abajo. Arriba, abajo.
Él se movía sobre mí como si lo hubiera hecho miles de veces.
Intenté callar nuestros gemidos con besos o lo que intentaba darle en los labios, pero era inútil. Le tapé la boca con la mano y mordí casi todo su abdomen. Él, por su parte, dejó toda mis espalda rasguñada. Realmente, no parecíamos chicos en su primera vez. Menos yo, que nunca había tenido una experiencia con nadie.
Mi estómago estaba apretado y, al venirme, apoyé mi frente sobre la suya y lo miré a los ojos. Ya sabía que eran brillantes y atractivos, lo que fuera, pero allí hicieron pedazos mi cuerpo. Salí de su cuerpo lentamente y bajé mi boca hasta su erección. Estaba al límite. Lo lamí, igual que antes, después de botarlo sobre su futón otra vez. Cuando se vino, todo cayó sobre su pecho.
Sin pensarlo demasiado, lo lamí por completo. Koushi parecía sorprendido, pero era exquisito. Todo lo que había ocurrido era delicioso.
Me apoyé sobre su cuerpo sin dejar de mirarlo y sentí que sus manos me empujaron desde el pelo. Me volvió a besar por un buen rato, mientras me volteaba y quedaba sobre mí. Era imposible no querer hacerlo otra vez.
Allí, fue cuando la barrera estúpida que tenía en frente de él explotó y desapareció. Koushi bajó su cabeza hasta mi cadera y comenzó a lamer, pero no como yo lo hice. Él ocupaba toda su boca y sus manos a una velocidad que me hipnotizó. De nuevo. Me vine casi en seguida y él no se quitó. Se tragó todo. Teníamos 17 años y él me había hecho una de las mamadas más excitantes que me han hecho nunca, no podía haber algo normal entre nosotros. Me miró a los ojos en todo momento y sonreía. Yo creo que al ver la satisfacción que me hacía sentir y el cómo me dejó exhausto.
Después de esa noche, todo tipo de complejos adolecentes se fueron.
Nos quedamos dormidos, creo, él sobre mí. Así despertamos. Su rostro estaba rojo y yo me tapé los ojos con una mano, pero ninguno se movía. Era una comodidad que siquiera el despertador pudo quitarnos. Antes de darme cuenta, ya lo estaba besando de nuevo y le estaba desordenando el pelo. Me reía y le mordía el cuello, la oreja. Él me abrazaba, después de que antes de esa noche no lo había hecho nunca. Pegué mi cuerpo al suyo y no quise decirle nada. Lo levanté, casi en mis brazos y lo tomé de la mano directo al baño. Lo metí a la pequeña ducha y abrí la llave del agua. No sabía qué estaba pasando entre nosotros, pero no quería separarme de él. No paraba de besarlo, tocarlo. Quería que gritaba como anoche, quería que me besara así siempre. Quería que nos quedáramos así todos los días.
- ¿A qué hora llegará tu mamá? - seguía riendo mientras intentaba lavarse el cabello, pero yo no lo dejaba.
- En la tarde, después de la práctica.
- Llegaremos tarde a la de la mañana - intentó ser serio, pero era imposible.
- Tanaka tiene la llave, no lleguemos. Nadie se enfadará por eso - sabíamos que no era así, pero no quería detenerme. Ya tenía una erección con su cuerpo pegado al mío.
- Ahora entiendo cuánto te hacía falta tener sexo con alguien - quedé pensando si es que era así o no. No lo medité demasiado.
- Me hacía falta tener sexo contigo, Koushi.
Dio un respingo y vi sus orejas rojas. Las mismas que mordí en ese instante. Lo voltee y besé su mejilla. Su frente. Su nariz. Su cuello. Agarré sus muslos y los apegué a mi cuerpo antes de notar lo mucho que me avergonzó haberlo hecho. Suga rió al verme rojo, supongo.
- No puedo creer que aún tengas fuerzas para hacerlo otra vez.
- Te culparé a ti toda mi vida.
Me hubiera gustado que hubiese sido así.
Desde ese día, parecía que había comenzado una estupidez que duró nada. Después de eso, el campeonato comenzó y nos enfocamos en ganar. No paramos de ganar hasta terminar nuestro tercer año. Yo no pude dejar de mirar a Koushi de esa manera nunca más. Me había dejado tan amarrado a todo lo que él irradiaba que jamás pude estar con una chica. Nadie parecía ser suficiente.
Nunca volvimos a hacerlo. Jamás. Sugawara se comenzó a alejar de mí, nunca más se quedó en mi casa. En el salón, yo nunca pude dejar de mirarlo. En las prácticas, menos. Seguíamos siendo amigos, pero nunca habló del tema. Lo evitó, una y otra vez, el quedarse a solas conmigo. Fueron unos cuantos meses de incertidumbre al no encontrarlo nunca por el colegio.
Me lanzó lejos, pero yo no quise darme por vencido.
El día de la graduación sentí tantas cosas con todos nuestros compañeros despidiéndonos. Asahi lloró toda la ceremonia. Koushi no me miró siquiera para decirme adiós o, lo que fuera. Llevábamos 3 años jugando juntos y siquiera se atrevía a mirarme. Me enrabié. Lo hice y lo agarré del brazo a la salida del colegio y lo metí a la fuerza al salón del club. Él no decía nada, pero estaba parado firmemente, con una mirada que jamás le había conocido. Me acerqué a él.
- ¡Eres un maldito imbécil, Sugawara! no te perdonaré esto nunca.
Lo tomé de la cintura y no lo solté hasta que me tomó del pelo y me siguió. Toda la rabia que tenía se esfumó por completo.
- No me perdones Daichi - se soltó de mí y me alejó. No me quedó más que soltarlo - he tenido lindos momentos contigo en este tiempo, pero llegarán hasta aquí. No nos veremos de nuevo.
Ahí, quise golpearlo, pero me retuve.
- ¿Acaso te irás o algo así?
Él me miró, inflexible. No dijo nada, solo salió del salón del club y cerró la puerta.
Lo busqué en su casa mil veces, pero jamás me abrieron Ni siquiera en la casa de Yui. No contestó teléfono ni nada. Desapareció. Le pregunté a todos sobre él, pero nadie sabía dónde estaba. En Karasuno tampoco sabían nada.
Estuve meses buscándolo, pero no estuve ni cerca.
Me fui a vivir a Tokio con la ayuda de Kuroo, ya que me aceptaron en una Universidad de allá. Me alejé completamente del voleibol.
Ahora, han pasado ya dos años. Tantos problemas y curiosidades adolecentes parecen ser tan poco importantes, pero él no.
Viví tantas cosas en Miyagi, desde finales de campeonatos hasta barbacoas con el equipo, pero no pude volver nunca. Ni tener contacto con nadie. Es similar a un berrinche de niño, pero no quiero volver nunca si Koushi no está allí.
A pesar de eso, ya lo dejé de buscar hace tanto tiempo.
Quedó como un puto recuerdo que no se irá nunca.
.-.
La relación de ellos es increíblemente hermosa y se presta para tantas cosas... son vida.
Quería dedicarle este fic a la querida Dayfujoshi que me ha traído tantos lindos momentos con sus fics y perversiones. La primera vez que leí un fic Daisuga que me asesinó, era de ella, así que va con cariño.
Gracias por leer y pásense por su hermosa cuenta.
Te lov-, de lector/a a lector/a.
