¡Hola! Aquí traigo una nueva historia como pago a mi segunda apuesta perdida en el grupo de facebook "Mis fics Ichiruki" por el asunto de la Copa América. Corresponde al partido de Ecuador contra Bolivia. ¡Confiaba en ti, Ecuador! Jajaja...
En fin, esto iba a ser un one-shot, pero me emocioné demasiado con la historia y como hay una participación masiva de todo el staff de Bleach, quedó demasiado largo. Así que lo deje como Two-Shot y eso equivale a dos apuestas perdidas :P ¡No me juzguen! ¡Debo demasiado! TToTT
Así que... los dejo leer tranquilos. No me pregunten cómo se me ocurrió, porque no tengo la más mínima idea. Solo puedo decir que me reía mucho mientras la escribía.
Debo aclarar algo. La historia está ambientada después de la Guerra sangrienta de los 1000 años y milagrosamente todos están vivos. Tampoco me pregunten cómo pasó eso... aunque ¡vamos, que conociendo a troll de Tite cualquier muerto puede revivir ahora! Ah, menos el viejo Yamamoto q.e.p.d.
En fin, espero que les guste. Dejen sus comentarios, insultos, alabanzas y tomatazos en el buzón.
Los personajes de Bleach no me pertenecen...
CAPITULO 1: ¡HAY QUE REUNIR DINERO!
La sala de reuniones de la Asociación de Mujeres Shinigami estaba en total silencio. Ninguna de las presentes emitía sonido alguno. Todas las miradas estaban fijas en la teniente del primer escuadrón, quien presionaba a gran velocidad varios números en una calculadora y anotaba cifras en un cuaderno.
Una gota de sudor recorrió el cuello y el escote de Matsumoto; Soi Fong tenía el ceño más fruncido de lo normal; Hinamori apretaba los puños por encima de sus rodillas; Isane y Kiyone se veían pálidas; el corazón de Rukia latía acelerado; Yachiru no había tocado los dulces frente a ella y Unohana tenía una expresión sombría, parecía estar a punto de entrar en su modo Kenpachi.
La única que se veía relativamente calmada era Nemu. A ella nada la descomponía.
Después de lo que pareció una eternidad, Nanao cerró el cuaderno y apagó la calculadora.
—¿Y… y bien? —se atrevió a preguntar la presidenta de la AMS.
—¡Es imposible! —chilló la teniente, sobresaltando a todas.
Las exclamaciones de pánico no se hicieron esperar, todas se levantaron de sus sillas para dar su opinión de forma muy escandalosa.
—¡Ya dinos! —exclamó Matsumoto. —¿Cuánto es?
—Demasiado. —respondió la pelinegra. —Requeriría al menos seis sueldos anuales de capitán para cubrir nuestra parte.
—¡¿Qué?! ¡Eso es imposible! ¡Es demasiado! —gritó la rubia, histérica. —¡Cometiste un error en los cálculos!
—¡Claro que no! —se defendió Nanao, ofendida. Ella no cometía ese tipo de errores.
—¿Cómo vamos a lograrlo, entonces? ¡No tenemos tanto dinero!
—Todo esto es culpa de Kusajishi. —señaló Soi Fong.
—¡Eeeeehhhh! ¿Mía?
—¡Claro que sí! —gritaron todas al unísono.
A raíz de la guerra contra los quincy el Seireitei había sido destruido casi por completo. Muchos de los edificios de las divisiones ya no existían, por lo que los shinigamis debieron congregarse y compartir un espacio muy reducido.
Después del tiempo prudente para llorar por todos los caídos en la guerra y cuando las cosas al fin se calmaron, llegó el momento de la reconstrucción. El capitán comandante citó a todos los capitanes y sus tenientes para organizar las tareas.
Kyoraku había dividido el Seireitei en 13 secciones y cada una de ellas sería confinada a un capitán con su respectivo teniente, a quienes se les asignaría un grupo de shinigamis seleccionados al azar. De ese modo todos podrían convivir con gente de distintos escuadrones y afianzar lazos.
Aunque cuando llegó el momento de la repartición se dieron cuenta que no tenían los suficientes hombres, pues la mayoría aun seguían con heridas muy graves en el hospital.
Yachiru entonces tuvo una genial idea. Ella cedió a todos los shinigamis que estarían bajo su mando y pidió quedarse solo con la AMS. Todos se sorprendieron, sería mucho trabajo para ese grupo de mujeres, pero lo hicieron aun más cuando la pequeña aseguró que la Asociación podía encargarse fácilmente de la cuarta parte del Seireitei, dejando de esa manera a más shinigamis disponibles.
Las tenientes se horrorizaron y ni siquiera alcanzaron a protestar cuando Kyoraku dio por aprobada la moción.
Y así llegaron al terrible momento de calcular el presupuesto.
—¡Cómo iba a saber que sería tanto! —se defendió la pelirrosa.
—¡Eso era obvio! —la regañó Nanao.
—Pero tenemos que hacerlo, está en juego la reputación de la AMS. —comentó Yachiru con un dedo en su boca.
Las demás la miraron con deseos de asesinarla. Fue por su culpa que ahora estaban metidas en ese problema. Si bien la cantidad de trabajo sería muchísima, lo que más le preocupaba era el dinero que necesitarían.
—¡Lo tengo! ¿Y si vendemos limonada? —propuso Kiyone levantando una mano.
Matsumoto volteó a verla con expresión furiosa y la tercer oficial se cubrió la boca. Sus compañeras también la miraban como si hubiera dicho la estupidez más grande del mundo libre.
—¿Y cuánto tenemos ahora? —preguntó Hinamori. Estaban a mediados de mes, así que ninguna pudo dar mucho dinero.
Nanao hizo los cálculos y escribió la cifra en un cuaderno que luego enseñó a sus compañeras.
Una nube de depresión apareció sobre todas ellas. Esa cifra era el 0,000001% de todo lo que necesitaban.
—Pero si tenemos a dos capitanas con nosotras. ¿Eso no debería aumentarnos un poco? —preguntó Isane con timidez.
—¿No oíste? Dijo que era el monto anual de un sueldo de capitán. Y necesitamos seis de esos. Haz la cuenta. —gruñó Soi Fong.
Unohana solo asintió.
—¡Arrrghh! ¡Noo! —Matsumoto se sujetó la cabeza con desesperación. —¡¿Por qué?! ¡¿Por qué tuviste que hacerme pobre?! —gritó levantando los brazos al cielo, como si culpara al Rey Espíritu o a quien sea que estuviera arriba.
—Pero no eres pobre, Rangiku-san. —corrigió Hinamori tratando de levantarle el ánimo.
—Es cierto, tu sueldo es muchísimo más alto que el de un shinigami promedio. —agregó Nanao.
—Sí, pero tampoco soy rica. —rebatió. —Y ahora tendré que gastar todo mi salario en esto. ¿Con qué compraré cosas importantes, como maquillaje o sake?
Las shinigamis la miraron con una gotita cayendo por su cabeza. ¿Eso era lo más importante para ella? Ni siquiera había mencionado la comida o el agua.
—¡Hmp! Debiste pensarlo antes de nacer en la miseria. —soltó Nemu con su inexpresiva voz y las demás la miraron con incredulidad.
Matsumoto frunció el ceño y volteó para encararla. Ella estaba en la misma situación que todas, ¿entonces por qué actuaba como si fuera superior?
—Esa frase no te queda. Más bien suena a algo que diría el capitán Kuchiki.
Y entonces una bombilla imaginaria se encendió sobre su cabeza. La rubia golpeó la palma con un puño y con una gran sonrisa volteó hacia Rukia quien sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
—Rukia, ¡tú nos ayudarás!
—¿Eh?
—¡Tú serás nuestra salvación! —exclamó apuntándola con un dedo.
—¿Yo?
—¡Sí! Solo debes ir donde el capitán Kuchiki y suplicarle que nos preste dinero.
Las shinigamis la miraron con sorpresa. No era una mala idea.
—¿Qué? N-no puedo hacer eso.
—¿Por qué no? —ella arqueó una ceja. —Es tu hermano y te ayudará si te ve en problemas.
—¡Buena idea Ran-chan! —exclamó Yachiru. —Kia-chan solo debe poner ojos de cachorrito y Bya-kun le soltará el dinero.
—¡No le pediré dinero a Nii-sama! —respondió Rukia avergonzada. Ese problema era de ellas y tenían que arreglárselas por sus propios medios, aunque aun no se les ocurría nada.
De pronto vender limonada no le sonaba tan mal.
Fue así como se armó una discusión entre las que apoyaban la idea de pedir dinero a Byakuya y las que no. En el último grupo solo estaban Rukia, Unohana y Soi Fong.
—¿Y entonces? ¿Qué podemos hacer para ganar dinero rápidamente? —Matsumoto se sujetó la barbilla. —Necesitamos algo que mueva a las masas.
—Y que sea necesario. Algo que ayude a los demás. —agregó Nanao.
Dos segundos después y una segunda bombilla se iluminó sobre la cabeza de la teniente del décimo escuadrón.
—Tengo una idea, ¡haremos un calendario!
—¡¿QUÉEE?!
—Piénsenlo, no ha pasado mucho desde que terminó la guerra contra Yhwach, la moral de los hombres aun sigue baja y el ambiente todavía se ve gris. ¿Qué se necesita entonces?
Todas la miraron sin comprender.
—Algo que ilumine sus días y les de la esperanza de un mejor mañana. ¡Y nada mejor que doce fotografías de mujeres hermosas para eso! ¡Y desde luego que cobraremos un gran monto! La esperanza no es gratis después de todo.
Una gotita cayó por las cabezas de las presentes.
—El papel para imprimir fotografías es muy caro y las impresiones también. —señaló Nanao, como si ya hubiera aceptado la idea.—Tendríamos que invertir lo poco que tenemos y entonces no habría mucho margen de ganancia.
—Bueno, entonces cobraremos el triple. ¿Así está bien?
La idea fue finalmente aceptada y al día siguiente todas estaban preparadas para la ocasión.
Y como no podían contratar a un fotógrafo le dejaron el trabajo a Yachiru, quien al ser una niña no podía aparecer posando ni vistiendo de la manera que Matsumoto quería.
- o -
Al día siguiente Nanao abrió el enorme sobre que contenía las imágenes impresas, listas para anillar y luego vender.
La pelinegra las dejó sobre la mesa y todas quisieron matar a Yachiru.
¡No había enfocado en lo más mínimo! La mayoría de las fotos salían sin cabeza o con la mitad del cuerpo cortado.
¡Habían perdido todo su dinero por nada!
Resultado de "Primavera escarlata; calendario AMS 2015": Fracaso absoluto - Números rojos.
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La siguiente opción fue realizar cortes de cabello, pero eso tampoco resultó.
A pesar de toda la publicidad que hicieron, solo cinco personas aparecieron ahí; Renji, Hisagi, un noble ebrio y ansioso por ayudar, un sujeto tacaño que pedía un corte gratis y un shinigami de cabello largo y sedoso, quien solo había pedido un rebaje en las puntas y terminó con un corte similar al de Bazz-B.
Ikkaku también había ido, pero se fue de inmediato cuando todas comenzaron a burlarse de él diciéndole que para qué iba si era calvo y que no tenían los materiales para poder pulir su cabeza.
Resultado de "AMS; corte y masaje": Fracaso y posible demanda.
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Al día siguiente, ya un poco desesperadas, decidieron escuchar a Kiyone y vender limonada. Era algo sencillo y económico, pues el agua era gratis y los limones también.
El problema era que ya no había limones. La mayoría de los árboles frutales habían sido destruidos y los pocos que seguían en pie no daban la suficiente cantidad de frutos.
—Yo me encargaré de conseguirlos. —dijo Yachiru.
Todas supieron que debían detenerla, pero el pánico ya se estaba apoderando de ellas. Los días pasaban y aun no conseguían dinero, solo lograban endeudarse más.
Mientras Yachiru conseguía los limones, las demás construyeron un improvisado puesto fuera del 10mo. escuadrón.
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—¡Limonada, lleve su rica limonada! —gritaba Kiyone emocionada, mientras su hermana trataba que fuera menos escandalosa.
—¡¿Por qué una limonada cuesta tan caro?! —se quejó Hitsugaya después de ver los exorbitantes precios.
El capitán y tres tenientes estaban frente al puestito de ventas.
—Porque es hecha con amor. —sonrió Matsumoto. —Y el amor es el ingrediente más especial.
—Si fuera por eso debería ser gratis.
—No seas tacaño, Renji. —lo regañó Rukia. —Ahora si no vas a comprar, deja pasar a los demás clientes.
—¿Qué clientes? Si aquí no hay nadie más aparte de nosotros.
—Y solo pasamos por casualidad. —dijo Kira a un lado del pelirrojo.
—Con todo lo que cobran espero que al menos sea buena. —dijo Hisagi cruzándose de brazos mientras Yachiru asentía con muchas energías y revolvía un enorme y sospechoso recipiente de color negro. Parecía un caldero.
De pronto varios shinigamis aparecieron en el improvisado puesto, se veían agotados y sedientos. Tenían muchísima calor y deseaban una limonada fría.
Yachiru servía en vasos de colores mientras que Nanao recibía el dinero.
Renji también compró una solo para no contrariar a Rukia, al igual que los otros dos tenientes. Y como si fuera algo coordinado, todos los shinigamis se la bebieron de golpe.
—Hitsugaya-kun, ¿no vas a querer una? —preguntó Hinamori con una sonrisa.
El la miró fijamente y terminó aceptando. Claro que a diferencia de los otros, él miró al interior del vaso antes de beber.
—¡¿Por qué diablos es verde?! —gritó.
Y en ese momento todos los que bebieron la limonada cayeron desmayados y botando espuma por la boca.
—¡Waaaa! ¿Q-qué sucede? —gritaron todas.
—¡Renji, Renji, reacciona! —chilló Rukia sacudiéndolo por los hombros.
—¿Por qué está cosa es verde? ¡Se supone que es limonada! —exclamó Matsumoto revisando el caldero.
—¡¿Qué fue lo que le puso, Presidenta?! —Nanao estaba histérica.
—¡Eeehhh! Pero… pero, lo que Mayurin me vendió se suponía que era más delicioso que los limones.
Todas voltearon a verla con espanto. ¡Cómo se le ocurría pedirle a Kurotsuchi algún tipo de sucedáneo de limón! Y peor, ¡se lo había vendido! ¡Quién sabe cuánto le habría cobrado por ese veneno!
Aunque claro, ellas también tenían la culpa por dejar a Yachiru encargarse de eso y por no molestarse en revisar el brebaje extraño que preparó la pelirrosa.
Resultado "AMS y la fábrica de limonada": Fracaso absoluto – Números rojos e intoxicación masiva.
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Varios días después y al ver que ya no habían nuevas ideas, la moción de pedir dinero a Byakuya nuevamente salió a colación, originando una nueva y acalorada discusión.
—Ya dije que no le pediré dinero a Nii-sama. —sentenció Rukia. Suficiente había sido la vergüenza de tener que explicarle el por qué su teniente estaba moribundo como para ahora tener que soportar tener que pedirle prestado.
—¡Algunas no han aportado mucho! —acusó Yachiru a las capitanas.
—Prefiero no decir nada a decir algo estúpido. —se defendió Soi Fong mirando fijamente a Kiyone.
—¡Eehh! Pero si mi idea de vender globos es muy buena.
—No creo que alguien aquí quiera comprar globos, Kotetsu-san. —dijo Unohana con los ojos cerrados. —Lo mismo con tu idea del algodón de azúcar.
Y ahí se armó otra discusión. Nadie tenía la solución para el problema y solo gritaban cosas sin sentido.
—¡Arggh! No puedo pensar así. ¡Me voy! —dijo Matsumoto levantándose.
—¿A dónde vas? —preguntó Hinamori.
—Daré un paseo por ahí, necesito ventilar mi cabeza. Volveré apenas se me ocurra algo.
Y salió de la sala despidiéndose con la mano. Nadie dijo nada, pero estaban seguras que la teniente iría a consultar con su viejo amigo, el sake.
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Aunque para sorpresa de todas, Matsumoto no fue a beber ese día. Ella quiso alejarse de todo así que se escapó al Mundo Real.
Mientras caminaba por ahí pasó cerca del instituto de Ichigo y como ya era el horario de salida se encontró con los muchachos.
Ellos la saludaron con alegría y luego fueron a una cafetería del centro para actualizarse un rato, aun cuando había pasado apenas dos semanas desde que se vieron por última vez.
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—Y ese es nuestro problema. —terminó de contar la teniente.
Ichigo revolvía su jugo con la pajilla y comenzó a pensar en la situación del Seireitei. Si faltaban hombres para trabajar, tal vez podría ir a ayudarlos un rato.
—¿Y por qué no le piden dinero a Byakuya-san? —preguntó Inoue. —Kuchiki-san podría…
—Rukia nunca hará eso. —la interrumpió Ichigo. —Seguro que piensa que es su problema y ellas mismas deben solucionarlo.
Matsumoto sonrió divertida.
—Como esperaba de Ichigo; conoce a la perfección el corazón de Rukia.
El pelinaranja se sonrojó y miró en otra dirección.
Después los cuatro humanos comenzaron a dar ideas sobre cómo juntar dinero, pero ninguna era buena. Lo que necesitaba era cantidades enormes y en poco tiempo.
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La teniente se despidió de sus amigos y fue al centro comercial. Al menos buscaría distraerse viendo las tiendas o algo así.
Ella caminaba con la cabeza baja, así que dobló en la calle equivocada. Al darse cuenta levantó la cabeza y miró en todas direcciones para ubicarse.
De pronto un local llamó su atención, se acercó para verlo y sus ojos celestes brillaron emocionados. El nombre del local, la descripción que daba de sus servicios y el escandaloso precio que cobraba era la solución para todos sus problemas.
Con una resplandeciente sonrisa digna de promotora de dentífricos, la rubia corrió hasta la casa de Urahara.
Necesitaba su ayuda para su plan.
Al día siguiente.
—Esto no funcionará. —susurró Nanao parada tras la puerta de la oficina de Kyoraku.
El resto de la AMS también estaba ahí y cuchicheaban entre ellas.
—Nadie querrá participar. —dijo Hinamori con pesar, pues conocía a sus compañeros, sobre todo a cierto peliblanco malhumorado.
—Lo harán si el capitán comandante lo ordena. —los ojos de Matsumoto brillaban con determinación.
—Ni siquiera Kyoraku permitiría eso. —señaló Soi Fong con voz dura. —¿Cómo piensas convencerlo?
—¡Ja! La respuesta es muy simple; llegar gritando, sembrar preocupación y evitar dar explicaciones. ¡Rukia, dame el papel!
La pelinegra le entregó la hoja en la que habían escrito la propuesta.
—¿Listas? —todas negaron con la cabeza y la rubia frunció el ceño. —Nanao, abre la puerta.
Kyoraku escribía tranquilamente sobre un pergamino cuando las puertas de su oficina se abrieron de golpe. El pelinegro se sobresaltó y manchó de tinta los documentos.
—¡Capitán Kyoraku! —gritó Matsumoto corriendo hacia él. Las demás la seguían. —¡Necesitamos su ayuda! ¡Firme aquí por favor!
—¿Eh? ¿Pero qué…?
—¡No hay tiempo, la salvación del Seireitei está en juego! ¡Rápido, rápido!
—Señor, creo que…—Okikiba estaba detrás de su capitán e iba a sugerirle que leyera primero, pero una mirada furiosa de parte de la teniente fue suficiente para que callara.
Y tal como predijo Matsumoto, con sus gritos de histeria y toda la presión que le impuso, el nervioso Kyoraku firmó el papel sin siquiera leerlo.
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—¡¿QUÉEEEEE?! —fue el grito que se escuchó en todo el Seireitei.
Hitsugaya miraba con furia el colorido afiche pegado en lo que quedaba de la fachada de su división.
Era de color rojo brillante, con letras negras y grises y tenía varias imágenes de todos los oficiales del Gotei 13, los chicos humanos e incluso…¿Grimmjow?
"¿Pero qué carajos…?
"NUEVO SITIO DE CITAS: SHINIGAMI SENSUALÓN"
Se invita a todas las gatitas solteras de Karakura que quieran intentar conocer el amor o pasar un corto pero excelente momento con nosotros, acercarse a nuestro nuevo local ubicado en la calle nº15 del Barrio Rojo de la ciudad.
Cinco minutos con cada uno en los que podrás tocar el cielo. ¿Te atreverías? O mejor… ¿podrás soportarlo?
No te pierdas la oportunidad de interactuar con hombres cuyo atractivo está fuera de este mundo, cercano a un lugar llamado Sociedad de Almas.
Las diferentes personalidades de nuestros shinigamis te harán volver a creer en el paraíso. ¿Nos permitirás tocar tu alma?
La entrada es por orden de llegada y el precio será cobrado en la puerta del local.
Las fotografías están prohibidas, pero contaremos con un stand de ventas en las mediaciones del local.
Por medidas de seguridad, se recomienda llevar medicinas para la presión arterial y los sangrados compulsivos de nariz. También contaremos con auxiliares preparadas para tratar cualquier desmayo.
¡Atrevéte! Podrías conocer a tu dios de la muerte.
La cara de Hitsugaya estaba completamente roja, con cientos de venitas palpitando en su cabeza.
Con furia, quitó el afiche y lo arrugó.
Casi de inmediato uno de los agentes de Soi Fong apareció frente a él para entregarle un papel.
"Comunicado especial:
Mediante la presente se ordena la colaboración de los capitanes y tenientes del Gotei 13 en el nuevo proyecto de la AMS a realizarse en la ciudad de Karakura en el Mundo Real. Los detalles de dicha actividad serán informados hoy a las 17:00 hrs durante la reunión de capitanes.
Esta tarea es sumamente importante en la recaudación de fondos para la reconstrucción del Seireitei. Se encarece puntualidad, buena presencia y disposición para seguir las órdenes de las encargadas del evento.
Es importante recalcar que se trata de una orden. No hay derecho a apelaciones ni a reclamos y mucho menos a posteriores represalias contra las organizadoras.
Saluda atentamente.
Kyoraku Shunsui, Capitán Comandante del Gotei 13."
Bajo el nombre del capitán estaba su sello y su firma.
—Fue una orden, capitán Hitsugaya. —dijo el shinigami de las Fuerzas Especiales y luego desapareció.
- o -
Fuera del sexto escuadrón, Renji y Byakuya también miraban ese llamativo cartel.
—Están pegados por todo el Sereitei, dicen que es una cosa del capitán Kyoraku para recaudar fondos. —comentó Renji con la cara pálida.
Byakuya solo miraba el afiche con el ceño fruncido. Ni loco participaría en eso. ¿Y de dónde sacaron esa foto suya? ¿Acaso había cámaras ocultas en su baño? Por suerte tenía una toalla amarrada a la cintura.
—Tonterías. —respondió el pelinegro cerrando los ojos y volteando para irse. No creía que Kyoraku fuera tan idiota como para organizar algo como eso. Debía ser algo de alguien más y no tenía la mínima intención de participar.
—¿Capitán…?
—Me niego. —dijo con su voz grave. —Si necesitan dinero se los daré, pero no seré parte de algo tan trivial.
Y otra vez dos agentes de Soi Fong aparecieron frente a ellos.
"Si ven cualquier negativa o señal de reclamo ante ese afiche, quiero que se acerquen y les refrieguen el papel de autorización en sus caras."
Esas habían sido las duras palabras de Soi Fong. Obviamente sus hombres fueron mucho más educados y después de entregarles el papel con las órdenes de Kyoraku, se retiraron.
Byakuya tomó la hoja, la leyó en silencio y luego se la entregó furiosamente a Renji. El pelirrojo también la leyó y su cara pasó del blanco al rojo.
"La AMS" gruñó Byakuya en su interior. Esas mujeres siempre causando problemas.
Los dos shinigamis se alejaron de ese afiche en silencio y maldiciendo internamente. Al doblar una esquina se encontraron con Rukia, quien iba a reunirse con las chicas. Ella iba a saludarlos, pero al ver sus caras furiosas, recordó que había olvidado la plancha encendida y se alejó de ellos lo más rápido que pudo.
Al parecer ya se habían enterado de las buenas nuevas.
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Los reclamos podían escucharse por todo el Seireitei y los subordinados de Soi Fong tenían problemas en controlarlos a todos.
Kyoraku se había encerrado en su oficina, estaba seguro que en cualquier momento aparecería una turba furiosa con antorchas y picos para vengarse de él por firmar cosas sin leerlas.
Al día siguiente.
—¿Por qué tengo que hacer esto? —gruñó Ichigo mientras Yoruichi le acomodaba el cuello de la camisa blanca.
—Dijiste que querías ayudar, ¿no? —le recordó la morena con una sonrisa malvada.
Ichigo no dijo nada más y solo frunció el ceño. ¡Él y su gran bocota! Y solo porque Yoruichi, una cómplice de Matsumoto, dijo las palabras clave: "ayuda, Rukia, urgente, Seireitei, proteger"
—¡¿Y yo por qué?! —Ishida también estaba ahí, con la cara muy sonrojada mientras Inoue trataba inútilmente de atarle el nudo de la corbata. —¡Yo no me ofrecí para nada!
—¡Cállate! —le gritó Ichigo, quien lo había anotado sin su consentimiento. Ni loco haría eso solo. —¡Además todo esto es por tu culpa! ¡Tus estúpidos quincys causaron todo ese desastre así que ahora te aguantas!
—¿Qué? ¡Eso no tiene sentido!
Los dos comenzaron a gruñirse mientras Urahara los veía divertido.
Él ya estaba listo, pues obviamente pensaba participar. El anuncio promocionaba hombres guapos, ¿no? ¡Eso lo incluía automáticamente en el proyecto! El rubio vestía un elegante traje negro y una camisa verde con los botones superiores desabrochados. Definitivamente se veía muy guapo, aunque su sombrero no encajaba mucho.
Incluso Chad estaba ahí. Yoruichi lo había convencido diciéndole que lo que más necesitaban era diversidad.
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—¡Listo! ¡Ya estamos todos! —se escuchó la enérgica voz de Matsumoto y todos voltearon a verla.
Ella encabezaba el grupo y a su lado iban las mujeres de la AMS.
—Todos… todos están aquí. —murmuró Ichigo incrédulo.
—Fue una orden. —dijo Renji con la cara muy roja y mirando el suelo.
—Y no pueden negarse. —agregó Unohana con una sonrisa.
Entonces Ichigo reparó en que ella iba en su forma shinigami al igual que Soi Fong y que también habían muchos hombres de las Fuerzas Especiales.
"Los están rodeando para que nadie escape" pensó Ichigo con un escalofrío. ¡Esas mujeres estaban locas!
—Bien, comencemos ya. Todo esto es a beneficio de la reconstrucción del Seireitei así que debemos esforzarnos.
Los hombres la miraron con ganas de golpearla. No podían creer que los hubieran obligado a hacer algo tan ridículo como eso.
Kensei quiso alejarse disimuladamente, pero al voltear se encontró con la mirada asesina de Unohana y de inmediato desistió de su plan. Zaraki sonrió, tal vez si intentaba escapar tendría que pelear con ella otra vez. No le sonaba mal.
—¡Tú no harás nada, Matsumoto! ¡Así que cierra la boca! —le gruñó Hitsugaya acercándose a ella.
—¡Wow! ¡Te ves muy bien Toushirou-kun! —exclamó Inoue con una sonrisa.
El peliblanco vestía un conjunto casual pero muy estiloso; unos jeans azules, un sweater verde oscuro que dejaba ver el cuello de una camisa blanca, una corbata negra que usaba y finalmente una chaqueta del mismo color.
—Causará sensación. —sonrió Yoruichi, logrando que el pequeño se sonrojara.
Matsumoto también comenzó a alabarlos uno por uno hasta que ya fue hora de abrir el local. El ambiente estaba cargado de tensión, pero ella no les prestaba atención.
Se sentía confiada.
Había sido muy hábil en ponerle esos parches supresores de reiatsu que Urahara les dio así que no podrían hacerle nada. Tampoco podían transformarse pues las píldoras Gikongan habían sido requisadas por completo y como medida extra de seguridad, tenían a Unohana, Soi Fong y sus subordinados.
Todo estaba perfectamente planeado.
—Bien, avancen todos. —ordenó la rubia.
Ichigo negó con la cabeza. No podía estar sucediéndole eso, aunque por fortuna no estaba solo. Al menos sería una vergüenza compartida.
—Lo siento. —escuchó la voz de Rukia cerca suyo.
—No te preocupes. —respondió él. —No creo que haya sido…
—Lo siento mucho, Nii-sama. —Rukia hizo una reverencia ante su hermano y una venita furiosa apareció en la cabeza del pelinaranja. —Esto debe ser muy desagradable. —sus ojos violetas brillaron con tristeza. —Para ti también, Renji.
El pelinegro solo cerró los ojos y Renji se encogió de hombros.
—¡Oye! ¿Y yo qué? —le reclamó Ichigo, girándola de un hombro.
—Ah… ehh… bueno, tú debes estar acostumbrado, ¿o no?
La cara de Ichigo fue un poema.
—¡Claro que no! ¡Nunca he hecho algo así!
—¿En serio? ¿Por qué?
El chico frunció el ceño.
—¡Porque no estoy desesperado como estas personas! ¡Y no necesito conocer chicas porque ya tengo una que…!
Ichigo se detuvo justo a tiempo, pero no pudo evitar que todos los presentes lo miraran con una sonrisa divertida, a excepción de Byakuya, Renji y Rukia, quien fue la única que no comprendió nada.
—Como sea, ¡comencemos ya! —gruñó el chico.
—Sí, sí, supongo que la declaración de Ichigo tendrá que esperar. —bromeó Matsumoto. —Ahora, ya saben que hay que hacer; deben hacer sentir especiales a las clientas y si es necesario… aguantar lo que sea que ellas quieran hacerles.
Algunos palidecieron. Los pervertidos como Hirako o Rose parecían complacidos y los demás parecían a punto de estallar.
Kyoraku sentía que se encogía y procuraba estar junto a Nanao para que ella lo protegiera en caso de cualquier cosa.
—¡Espera, espera, espera! —gritó Ichigo con la cara roja. —E-esto es un sitio de citas, ¡no es un host club!
—¿Eh? ¿Qué no es lo mismo?
—¡Claro que no! —gritaron Ichigo e Ishida.
—Se supone que aquí hay varias estaciones en donde espera una persona y las mujeres deben ir circulando cada cinco minutos, hablando de cualquier cosa.
—¡Ooooohhhh! —dijeron todos al unísono.
—Mmm… pero eso no suena muy divertido. —se lamentó la rubia. —Supongo que podríamos agregarle algunas atenciones extra. Después de todo estamos cobrando un precio muy alto. —una sonrisa pervertida adornó su cara.
—¡Rangiku-san quiere hacer de proxeneta! —reclamó Ichigo. —¡Por eso está vestida de esa manera! —agregó apuntando el conjunto de la rubia; un elegante vestido negro, una bufanda de cola de zorro, un sombrero rojo y un gran abanico de encaje.
Ishida y Chad palidecieron al darse cuenta que Ichigo tenía razón.
De pronto se imaginaron a sí mismos atados con cadenas, semidesnudos y rodeados de mujeres golosas, mientras la rubia los miraba desde una escalera y reía escandalosamente detrás de su abanico de encaje. Y por alguna razón, también imaginaron a Urahara junto a ella, recogiendo el dinero y sonriendo también.
Matsumoto sonrió divertida y le guiñó un ojo al sombrerero. Tuvo razón al sugerirle aquel conjunto que demostraba que era la madame del lugar.
—Cambiando el tema, ¿qué sacan con ganar dinero aquí? Eso no les sirve en la Sociedad de Almas, ¿o sí? —preguntó el quincy, tratando de ignorar las imágenes de su cabeza.
—No, pero Urahara-san tiene una máquina que lo transformará al dinero que usamos nosotros.
El rubio se acomodó el sombrero y sonrió misteriosamente, de una manera que simulaba a un gánster y su negocio de lavado de dinero.
"¿Qué rayos…?" se preguntó Ichigo. De pronto se imaginaba a todos como criminales.
—¡Waaa! ¡Se hace tarde! ¡Todos a sus lugares! —ordenó la rubia.
Soi Fong chasqueó los dedos y sus hombres empujaron a todos al interior del local; un gran salón de color rojo, cortinas negras y luces tenues.
Ishida e Ichigo se miraron espantados. Ese lugar les recordó a cierto cuarto de cierta película a la que Chad los obligó ir a ver; la que tenía el título de un tipo con muchas sombras.
Claro que el moreno se había confundido de película, la que quería ver se llamaba "sombras tenebrosas". Sin embargo no se dieron cuenta hasta que ya había comenzado y vieron que no aparecía ningún vampiro sino un tipo de lo más pervertido y entonces ya era demasiado tarde. Y también ese momento se percataron que eran los únicos tres hombres en toda la sala.
Los chicos salieron traumados del cine aquel día, sintiendo que su inocencia se había roto.
—Cada uno estará en una mesa. —dijo Matsumoto sacando a los chicos de sus recuerdos.
El interior ya estaba ordenado. Había veintidós mesas con dos sillas cada una, una frente a la otra, y dos tazas en donde las shinigamis repartirían el té.
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—Capitán Kurotsuchi, capitán Komamura, ustedes por aquí. —ordenó Matsumoto llevándolos a la mesa 1 y 2. Komamura usaba un gigai de humano normal, aunque muy alto y peludo.
—Esto acabará, ¿lo saben? Y me encargaré de diseccionarlas a todas después. —las amenazó el científico, pero Matsumoto ni siquiera le prestó atención.
—No se enoje Mayuri-sama, también tendremos dinero para los laboratorios. —le dijo Nemu, y el capitán solo soltó un bufido.
—Muguruma, muévete. Ese es tu lugar. —gruñó Soi Fong apuntando a la siguiente mesa. El peligris frunció el ceño y obedeció. —Omaeda, mueve tu trasero hasta aquí.
—Ya voy, ya voy. —respondió el gordo, rascándose una oreja.
—Tsk. Matsumoto, ve por una silla más grande. —ordenó la capitana al ver que su teniente no cabía en ella.
—Capitán, usted en la mesa cinco. —dijo Hinamori llevando a Hirako hasta su puesto.
—¡Jaja! Como nuestro número de división. Eso nos traerá suerte. —sonrió el rubio. —Momo, quiero que anotes cuantas chicas quieren salir conmigo al final. —agregó confiado y ella asintió.
—Hitsugaya-kun, por aquí. —lo llamó ella y al ver que el capitán no se movía, se acercó a él para tomarlo del brazo y llevarlo a la posición número seis.
—Hinamori… —él la miró fijamente, logrando que se sonrojara. No podía negar que se veía muy guapo. —Es capitán Hitsugaya. —agregó con una leve sonrisa que ella le devolvió.
—Usted aquí, señor. —dijo Nanao acomodando a Kyoraku en la mesa siete.
—Nanao-chan, no te pongas celosa, ¿sí?
La expresión molesta de su teniente respondió por si sola.
—Capitán Ukitake, por aquí. —el peliblanco obedeció a la chica de lentes y llegó al puesto ocho, a un lado de su amigo.
—¡Ken-chan, aquí! —lo llamó Yachiru. El aludido caminó hasta la mesa nueve. —¡Y ustedes a un lado de Ken-chan! ¡Mesas diez y once! —ordenó a Ikkaku y Yumichika respectivamente, quienes aun no sabían por qué estaban ahí siendo que la invitación solo era para capitanes y tenientes. Claro que Zaraki tampoco les dejó opción de negarse.
Matsumoto tomó a Hisagi de un brazo y a Iba con el otro y los sentó en los puestos doce y trece.
Nanao hizo lo mismo con Rose y Kira, acomodándolos en las mesas 14 y 15.
—Nii-sama, por aquí por favor. —pidió Rukia educadamente, llevando a su hermano hasta la mesa nº16. —Renji, tú aquí. —lo llamó con la mano y apuntó la mesa 17.
Y como se estaban tardando demasiado, Yoruichi sentó a Urahara, Ichigo, Ishida y Chad en los lugares 18, 19, 20 y 21 respectivamente.
—Sobra una mesa. —señaló Matsumoto. —¿Por qué?
—¡Falta el gatito azul! —exclamó Yachiru.
Ichigo soltó una carcajada burlona. ¡Como si Grimmjow fuera a participar en algo así!
Pero grande fue su sorpresa al ver al arrancar semi reformado entrar al salón con su usual expresión fiera. Él también usaba un gigai. Ahora el cómo lo había obtenido, nadie lo supo.
—¿En dónde me siento? —preguntó con su voz grave.
Ichigo tuvo un ataque de tos. ¡Él se veía más resignado que todos los presentes!
—Oye, enana, ¿en dónde diablos me siento? —preguntó a Rukia.
El pelinaranja frunció el ceño. ¿Desde cuándo le decía así? Él era el único que podía llamarla de esa forma.
—¡No me llames así! —respondió ella con molestia. —Y es obvio que en el único lugar vacío que queda, idiota.
"Esto no me gusta" pensó Ichigo su interior.
—Solo espero que cumplas tu promesa, Kurosaki. —sonrió el arrancar e Ichigo se estremeció. ¿De qué rayos hablaba?
Él ignoraba que Matsumoto le había prometido a Grimmjow que lucharían juntos después que los ayudara con eso.
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Finalmente el sitio de citas "Shinigami sensualón" abrió sus puertas. Las clientas casi se agarran a golpes para entrar primero, pero solo pudieron pasar veintidós afortunadas.
Matsumoto comenzó con un teatral discurso de agradecimiento y luego explicó las bases de la reunión, mientras que los hombres no dejaban de sudar, preguntándose qué clase de loca les tocaría. Por lo menos tenían un botón de pánico y cuando lo presionaran tenían que gritar "tiempo" para que así la chica los dejara.
Afuera, Kiyone, Isane y Yachiru vendían fotografías de los hombres en situaciones bastante comprometedoras.
Soi Fong y Unohana patrullaban la sala, con sus zanpakutou listas en caso que algún ingenuo tratara de escapar. Y como medida extra, la única salida estaba custodiada por seis miembros de los Ejecutores.
Hinamori y Rukia eran las "enfermeras" en caso que alguien se desmayara y Nanao tenía un pequeño escritorio en una esquina, desde donde anotaba los resultados que las mujeres debían escribir en un papel, señalando a su favorito.
Nemu solo estaba parada a su lado, sin tener un trabajo en específico.
Inoue era la encargada de las fotografías y Yoruichi debía servir el té constantemente, aunque ella solo pensaba hacerlo una vez.
Matsumoto caminó hasta el centro de la sala, se acomodó el cabello y miró a la fila de mujeres frente a ella.
—Cinco minutos desde ahora… ¡Ya! —apretó el cronómetro y el tiempo inició.
Y aquí el primer capítulo. Ojalá les haya gustado. En lo personal muero imaginando a las shinigamis vendiendo limonada.
¡Y qué buena idea tuvieron! En lo personal yo gastaría hasta mi último peso con tal de ir a ver a Byakuya 3 /
Aunque al final quede como Rangiku gritandole al cielo por ser pobre XD jajaja
