EL EXORCISTA.

CAPITULO I.

UN EXTRAÑO HOMBRECILLO.

Son las seis de la tarde en Ciudad Gótica y el sol prácticamente ya se ha ido. En la mansión Wayne, Alfred, mayordomo de la familia, se encuentra en la cocina puliendo la plata, pues la noche anterior fue usada en una de tantas cenas sociales (obligatorias, cabe aclarar) que el Sr.Wayne ofreció a algunos cuantos invitados selectos de entre los mas grandes personajes de la Ciudad.

De pronto escucha un ruido y la puerta se abre un poco dando paso a Dick, que se asoma con cuidado, como si se ocultara de alguien.

-Hola… ¿ya llegó Bruce?

-No joven Dick, puede pasar.

-¡Uf!-Exhaló aliviado el joven entrando a la cocina y yendo hacia la barra donde el mayordomo se halla en su labor-¡Menos mal¿crees que exista la posibilidad de zafarme de lo de hoy?

-En lo absoluto. El evento de la Fundación Wayne de esta noche es muy importante y tanto el Sr. Bruce como usted deben estar ahí.

-Lo importante es que se presente Bruce-Protestó el joven sentado a la barra, humedeciendo un paño con el líquido para pulir y comenzando a limpiar una cuchara- Yo no tengo nada que ver en eso.

-Por el contrario joven Dick, como parte de la familia y ya que se encuentra en la ciudad, lo mas lógico y obvio es que usted vaya también.

-Lo más lógico y obvio en estos momentos, ya restablecido como estoy, sería que volviera a Jump City.

-Aun no está del todo restablecido joven Dick. El Sr. J'onn no ha autorizado el alta.

-Estoy despierto, de pie, he ido a cuatro eventos sociales. Creo que estoy más que bien.

-Un evento social no se compara con el tremendo esfuerzo físico que hace en Jump City a diario.

-No…pero me aburro.

En ese momento se escucha el ruido de la puerta, unos pasos y Bruce aparece en el umbral de la cocina.

-Hola.

-Buenas noches Sr. Bruce.

-Hola.

-¿Ya estás listo para la fiesta de esta noche?-Preguntó el hombre acercándose a donde se encontraban Alfred y Dick.

-Eh…precisamente de eso quería hablarte Bruce…-Repuso el chico poniendo cara de afectación-¿Sabes?, creo que aun no me siento bien y…y quizá sería mas conveniente que…que me quedara aquí.

-¿En verdad?-Replicó Bruce con suspicacia-Vaya, que lástima; creo que J'onn se ha equivocado por primera vez.

-¡¿Eh¿Qué quieres decir?

-Vengo de la Atalaya y J'onn me dijo que ya estás bien y te autoriza el alta, que puedes volver a Jump City cuando quieras. Pero, tomando en consideración esta repentina recaída, creo que será más conveniente prolongar tu…

-¿Pero que dices¡no, no, claro que no¡me siento de maravilla!, es más, ahora mismo voy a prepararme para lo de esta noche.-Y el chico sin esperar mas, salió corriendo de la cocina para alistarse, dejando a Bruce y Alfred con la sonrisa en los labios.

Horas después se encontraban en el museo de historia de Ciudad Gótica donde se inauguraba la nueva ala Wayne. Toda la alta sociedad y los personajes más importantes de la ciudad estaban ahí. Como detalle extra para la inauguración, el Sr. Wayne había prestado una serie de artículos del medioevo europeo (pergaminos, armaduras, armas, libros, artículos diversos, etc.) que pertenecían a una colección privada iniciada por su tatara-tatara-tatara abuelo (¡uf!). Dick estaba agobiado. En el rato que llevaba ahí había tenido que estrechar la mano de varios ancianos calvos o canosos, pasaditos de peso, que siempre le echaban el mismo discursito sobre las carreras mas convenientes para un jovencito con su cerebro, ventaja y posición; también debió soportar los pellizcos de mejillas y besos asquerosamente húmedos por parte de las abigarradas y estiradas damas de sociedad, que al verlo soltaban un grito de encanto y decían sin cesar que se había convertido en un apuesto caballerito que pronto (a lo igual que su mentor) se vería asediado por las jovencitas casaderas de Ciudad Gótica.

Cuando pudo escabullirse del grupo de morsas con smokin (los hombres de negocios) y la parvada de cotorras (las damas de sociedad), tomó una copa de jugo (era lo que servían a los invitados mas jóvenes, de los cuales, por cierto, también se evadía) y se fue a un rincón a beberlo mientras veía con ansias la hora en su reloj de pulso, esperando el momento de volver a casa.

-¡Sabía que te encontraría aquí!

Dick levantó la vista al saberse descubierto; frente a él, ataviada con un elegante vestido azul se encontròa…

-¡Bárbara¡hola!

-Hola¿huyendo tan pronto?

-Ya sabes, no soy muy afecto a estás cosas.

-Ni yo, pero qué quieres, papá fue invitado. ¿Cómo has estado?

-Mucho mejor. Acaban de darme de alta, mañana volveré a Jump City.

-¿De verdad¡me alegro por ti! Supongo que estás ansioso por volver.

-Sí, ya me conoces.

-¡Agh!, es una lástima que los problemas de mi colegio se hayan resuelto ya; ahora que he vuelto a clases no podré zafarme tan fácilmente. ¡Me encantaría poder ir contigo a Jump City!

-Bueno, sabes que en cuanto tengas oportunidad eres bienvenida. Eres un miembro honorario.

-Sí, lo sé… ¡oh, por cierto!, ya que vuelves allá¿podrías hacerme un favor?

-¿?

-Antes de que te vayas pasa a mi casa. Necesito que le llevè algo al Chico bestia-Dijo en voz baja.

-¿Qué es?-Preguntó Dick intrigado.

-Ayer me llamó al borde de la desesperación y me pidió que le buscara la nueva película de Ronnie Wilder-Dick suspiró. Ronnie Wilder era uno de esos comediantes sosos que siempre hacía películas sobre actuadas, exageradas, absurdas y de pastelazo; pero que por alguna extraña razón se estaba poniendo muy en boga últimamente-Dice que recorrió todas las tiendas de Jump City, pero se había agotado y pensó que quizá yo podría conseguírselo aquí¿y que crees¡por suerte aun había algunas copias en existencia!

-¿Por suerte…?

-Sí, se agotan rápido. Yo por eso me procuré la mía apartándola antes de su salida, pero veo que el verde no es tan previsor…

-Un momento Babs¿te gustan las películas de ese tipo?

-¡Por supuesto¿Qué a ti no?-Replicó la joven y quitándole a Dick su jugo, se lo bebió.

Dick miró hacia otro lado y dijo.

-¡Vaya!, y yo que creía conocerte bien-Luego se dio cuenta que le habían quitado su jugo-¡Oye¡eso era mío!

Ambos chicos comenzaron a pasearse por el ala admirando las antiguas e impresionantes piezas exhibidas.

-¡Que tétrico!-Murmuro Bárbara ante una maquina de tortura de la inquisición-¿Cómo es que has podido dormir en la misma casa donde guardaban esto?

-Con el tiempo te acostumbras y lo ves como parte del mobiliario.-Contestó Dick con naturalidad.

Luego llegaron ante una vitrina donde se hallaba un grueso libro empastado en piel negra y de hojas amarillentas, cerrado con una correa y un sello de plata.

-¿Y esto que es?

-Deja ver si me acuerdo...-Dijo Dick haciendo memoria-Este libro perteneció a un viejo grupo de seudo hechiceros medievales, parece que es del año

-No, es de -Dijo una voz de hombre que sonaba algo tímida y ansiosa a la vez.

Dick y Bárbara se voltearon y junto a ellos llegó un hombrecillo un poco mas alto que ambos chicos, cuya apariencia desentonaba con la del resto de los invitados, pues en lugar de usar un smokin traía un pantalón algo grande para él, color café deslavado a lo igual que el saco, zapatos del mismo color, muy gastados, camisa gris, sin corbata, en la muñeca traía un reloj barato con aspecto de caro (una mediana imitación). Era de complexión angulosa, como de alguien que hubiera perdido mucho peso en poco tiempo, su rostro redondo y algo alargado, presentaba una barba de dos días, nariz levemente ancha, ojos pequeños, gafas de armazón gruesa y negra, cabello corto y despeinado, traía bajo el brazo izquierdo un portafolios tipo bolsa de piel negra, que por lo gordo que se veía denotaba estar lleno, quizá, de papeles. En conjunto, el hombre parecía el mal pagado profesor de alguna universidad.

El hombrecillo miraba el libro con ansia y nerviosismo, como si deseara que sus manos pudieran atravesar el cristal para poder tomarlo. Absorto en su contemplación, continuó su explicación.

-Este libro perteneció a la cofradía de los Malaquìas, los cuales eran unos hechiceros negros. Se dice que su líder, Malaquìas Canterville vendió su alma al demonio para hacerse de conocimientos en magia negra, los cuales guardó aquí. Luego fundó un grupo de aprendices y servidores, que para pertenecer, debían venderse igual que su líder, pues solo así tendrían derecho a las enseñanzas oscuras; cuentan que sus almas les fueron arrebatadas y transformadas en demonios que quedaron encerrados en este libro. Es una verdadera joya…una pieza muy valiosa…si yo pudiera…sería tan útil…

-Eh…bueno…gracias por la explicación-Dijo Bárbara comenzando a empujar a Dick en dirección contraria al sujeto (pues ella había quedado en medio de los dos)-Fue fascinante, adiós, cuídese. ¡Vamonos!-Le dijo a Dick en un susurro. Los dos se alejaron del lugar.

Cuando la fiesta termino y volvieron a la mansión, Dick contó a Bruce lo ocurrido. Ambos estaban intrigados con el extraño hombrecillo.

Al día siguiente, (después de las debidas y emotivas despedidas con Alfred y Bruce, y de pasar con Bárbara por el paquete para Chico bestia, mas repetir la despedida), Dick volvió a Jump City y a su amada Torre de los Titanes. Al llegar todo estaba muy tranquilo, tanto que incluso creyó que habrían salido a alguna misión. Pensó en ir al salón principal para averiguar con la computadora la ubicación del caso y unírseles, pero al aproximarse a él pudo escuchar por fin el ruido causado por sus compañeros.

Chico bestia veía la televisión mientras Cyborg y Starfire tenían su clase de tamaraniano, Raven por su parte, leía uno de sus viejos libros. La puerta se abrió y robin entró en el salón.

-Hola.

Al verlo los chicos, muy felices abandonaron lo que estaban haciendo y se abalanzaron sobre él en una calida bienvenida. Starfire lo estrujaba, como si pretendiera sacarle el esqueleto, Cyborg y Chico bestia chocaron sus manos con las de él y Raven con una sonrisa le dijo lo bueno que era tenerlo de vuelta. De inmediato lo llevaron al sillón para sacarle toda la información de su recuperación y su actual estado de salud; Robin contestó a todo y agradeció el interés.

-…Hasta que por fin, ayer en la noche me notificaron el alta y pude volver hoy… ¡Ah!, por cierto, Bárbara les envía saludos y me pidió que te entregara esto-dijo lanzándole el paquete al Chico bestia, el verde lo atrapó, lo miró y exclamó.

-¡¡Genial¡pudo encontrarla¡la nueva película de Ronnie Wilder!

-Mejor habría sido que enviara arsénico-Dijo Raven.

-Maravilloso-Comentó Starfire-¿Quiere decir que será noche de películas?

-¡Así es!-Afirmó el verdecito-¡Llamaré a Bárbara para darle las gracias, prepararé palomitas y nos divertiremos en grande!

-Sí, yo la pasaré en grande tratando de sacarme los ojos.-Agregó Raven.

-La verdad, yo preferiría que me pusieran al tanto de lo que haya ocurrido en la ciudad durante mi ausencia.

-Cuando quieras.

-Sí, sí, eso, pero no nos tomará toda la noche, así que se aguantan¡¡está noche es de cine, Ronnie Wilder es algo que solo puede verse en familia!!