Disclaimer: Ustedes saben a quién pertenecen los personajes ¿Cierto? ¿CIERTO?

DOS EN UNO

1°La Marca

Era una noche fresca y calma. En el cielo podían verse claramente cientos de estrellas plateadas. Una brisa suave barría la hierba en los terrenos del imponente castillo del colegio de Hogwarts, sin embargo las copas de los árboles del Bosque Prohibido se mantenían apacibles.

Entre los árboles, un chico de cabellos oscuros que se confundían con las sombras caminaba por el bosque. Harry Potter se había procurado no adentrarse mucho, no quería problemas, sólo dar uno de sus paseos nocturnos, ya que no soportaba estar todo el día encerrado.

Luego de caminar un buen rato, llegó a un pequeño claro bañado con la clara luz blanca de la luna que crecía. Sus ojos ya acostumbrados a la oscuridad, tardaron un poco en vislumbrar una figura en el suelo.

-"¿Qué rayos es eso?" -se preguntó acercándose un poco, con cautela. Era una persona, y yacía tirada ahí en la hierba, como sin vida. Se arrodilló al lado del cuerpo y se quedó petrificado al reconocer ese rostro.

-Malfoy...- susurró- ¿Qué demonios haces aquí?

Pero nadie le respondió. El chico parecía estar inconsciente. Tenía varios moretones y cortes en el pálido rostro, como si le hubieran dado una paliza. En su cara había una expresión de dolor, mezclado con horror y algo de odio.

Luego de observarlo un rato, se percató de que el brazo del Slytherin tenía una mancha de sangre que cubría gran parte de la manga de su túnica negra. Se la dobló y se topó con un horrible corte de forma irregular, que recorría su antebrazo que ya se encontraba cubierto de sangre.

-¡Mierda! -exclamó -¿Quién o qué te hizo esto?

Realmente no le importaba. Draco Malfoy era su incondicional enemigo, siempre había sido así. Además, estaba seguro que si él mismo hubiera estado inconsciente y desangrándose el Slytherin no lo habría ayudado. Pero Harry no podía permitirse dejarlo ahí, por más que lo odiara, y Draco lo odiara a él también. No, ya tenía diecisiete años, era lo suficientemente maduro como para dejarlo morirse ahí, ya fuera de frío, desangrándose o comido por alguna de las criaturas que habitaban el bosque.

Tomó el extremo de su túnica y lo rasgó. Luego se dispuso a cubrir con ella el brazo de Malfoy, para evitar que continuara sangrando. Pero cuando la tela hizo contacto con la su piel, Draco abrió los ojos y se incorporó de un salto.

-¡Suéltame! -grito, aunque parecía gritarle a todo lo que lo rodeaba, mas que a Harry en particular.

-Po...¡Potter! -exclamó -¿Qué haces tú aquí? -le preguntó, pero con un dejo de alivio brilló en sus ojos.

-La misma pregunta te hago yo a ti. Aunque si en verdad quieres saberlo, solo salí para tomar un poco de aire fresco y te encontré aquí tirado, y se podría decir que muriéndote.

-No...¿no había nadie más cuando me encontraste? -le preguntó. Harry negó con la cabeza. Notó que Draco miraba hacia todas direcciones.

-¿Malfoy qué fue lo que te sucedió? -le preguntó al rubio, pero sonó más la curiosidad que la preocupación en su voz.

-¡Eso no es de tu incumbencia Potter! -y luego sus piernas que lo habían estado sosteniendo a duras penas flaquearon y Draco se tambaleó hacia atrás, pero Harry logró detenerlo antes que llegara al suelo.

-No seas imbécil Malfoy, dime qué te pasó

-No...no puedo

-¿No puedes o no quieres, Malfoy? -le preguntó Harry ayudándolo a pararse

-¡Maldita sea Potter, no te contaré nada!

-Ok, está bien, te llevaré a la enfermería...

-¡No! -gritó Draco separándose del chico de cabellos oscuros -¡No iré a la enfermería! -y luego de decir esto sacó la varita y dijo nervioso:

-¡Oriéntame! -luego intentó pararse, pero sus intentos fueron inútiles. Harry le tendió una mano y él la miró. Pareció meditar un momento y luego la tomó y dejó que Harry lo ayudara a ponerse de pie.

Harry pasó un brazo de Draco por sobre su hombro, para ayudarlo a caminar, de regreso al castillo. Mientras caminaban, el Gryffindor observó a Malfoy. Su rostro se veía muy cansado, tenía la mirada fija vagamente en el piso y de a ratos se quejaba por el dolor.

-Anda Draco -Harry se sorprendió al escuchar su propia voz diciendo el nombre de su rival -dime por lo menos qué fue lo que te atacó. Porque esa herida que tienes en el brazo no se ve nada bien y si fue alguna bestia me parece que tendrías que desinsfectarte o algo y...

-¿Qué herida? -preguntó el chico de los ojos grises y en su rostro apareció una expresión más de horror que de curiosidad.

-La de tu brazo izquierdo, mira -y Harry hizo que pararan un momento en un lugar por el que se escurría algo de luz de luna.

Draco abrió los ojos horrorizado y luego dijo con desesperación

-¡Noooo!!! - Gritó - Maldición, no puede ser. ¡Mierda, esto no puede estar pasando! -y comenzó a frotarse la herida que comenzó a echar más sangre.

-¡Maldita sea, Malfoy, no hagas eso! -le dijo confundido y a la vez molesto Harry, pero el chico rubio parecía fuera de sí.

En ese momento el inconfundible ruido de ramas que rompían llegó a los oídos de los dos chicos. Se sentían pasos, pero no parecían humanos, sonaban más bien como un...

-¡Corre Potter! -le gritó Malfoy que no se había quedado a ver quién era el que había aparecido detrás de los arbustos. -¡Corre, él todavía está aquí, no se ha ido!

-¡Draco espera!!! -le gritó Harry -¡Ven aquí, es un centauro, no nos hará daño! ¡No puedes correr así como estás!

Y en efecto, Draco se encontraba tan débil, que tan solo corrió unos metros y su cuerpo cansado y dolorido cayó al suelo, inconsciente una vez más. Harry corrió hacia donde se encontraba el rubio, seguido del centauro de cabellos claros y ojos azules.

-Que bueno volvernos a encontrar, Harry Potter -lo saludó el centauro mientras Harry intentaba poner de pie al cuerpo inconsciente del Slytherin

-Lo mismo digo, Firenze. Oye, ¿podría pedirte un favor?

-Claro, pero con tal de que salgas del bosque, este no es un lugar seguro para ti y hoy no es la gran excepción.

-¿Podrías cargar a este estúpido hasta el límite del bosque?.

El centauro aceptó y luego se encontraba caminando al lado de Harry, con un Draco inconsciente arriba.

De a ratos, el Slytherin susurraba cosas en sueños, como: "El dolor, ¡no! ¡Quiero que pare!", "¡No lo haré!". Harry lo miraba con preocupación.

-¡Qué estúpido! -dijo -¿Por qué tuvo que salir corriendo así? Parecía que estaba muy nervioso o algo...

-Bueno, no sé que esperabas de alguien que acaba de ser "marcado" -le respondió Firenze mirando las estrellas.

-¿Marcado? -pregunto Harry confundido. -No, nadie lo marcó ni nada de eso, sólo lo atacó alguna criatura, y al parecer le hizo algún daño grave para que él quedara tan nervioso. Me pregunto qué lo atacó.

-Bueno, no sé qué esperabas, todos quedan así luego de haber sido sometidos al maleficio Cruciatus.

Harry abrió los ojos de par en par

-¡El maleficio Cruciatus! -exclamó el Gryffindor -¡No puede ser! Firenze ¿acaso tú viste quién atacó a Draco Malfoy??? ¿Quién fue? ¡Dime!

-Venus hoy está mucho menos brillante de lo normal, si no me equivoco estamos por entrar a la primavera. El sol tiene que estar mucho más cerca, sin embargo Venus no refleja tanta luz como debería. Mmmmm, tiempos fríos se avecinan, es por eso que Harry Potter no debe andar a estas horas en el Bosque Prohibido.

-¡Respóndeme Firenze! ¿Viste quién atacó a Draco??? -casi le gritó Harry

-Draco es un traidor, merece la muerte, sin embargo el Señor Oscuro quiere que él sea marcado también. -le respondió el centauro -Eso dijo el humano

-N...no...no entiendo ¿Qué hizo Draco? ¿Quién lo atacó?

-Un humano con varita, dijo que por traidor morirá, sin embargo que la Marca irá con él al infierno.

Luego Firenze sin siquiera despedirse de Harry, se agachó para dejar caer suavemente a la hierba a Draco y luego se perdió en el bosque nuevamente.

Harry tenía la boca muy abierta, no podía creer lo que había escuchado. Inmediatamente, se acercó a Malfoy y con mucho cuidado observó la herida que tenía en su brazo. La sangre aún no se había secado por alguna extraña razón y ya no seguía saliendo. Harry que aún llevaba en el bolsillo el trozo de túnica que se había rasgado para ayudar a Draco, lo sacó y pasó la tela con cuidado sobre la herida.

Se quedó helado, no podía creerlo. Bueno, si podía, pero...

La sangre se limpió fácilmente del brazo de Draco, como si no fuera una herida, y dejó al descubierto una mancha, que comenzaba a marcarse y hacerse visible. Era el tatuaje de una serpiente. Era La Marca de los Mortífagos.