Overdrive: Gracias, mi salvadora

Solía mirar las nubes avanzar lentamente en el cielo, observarla de lejos. Sólo respirar para no morir, eso era todo lo necesario. De casa al colegio, y del colegio a casa, sin nada que me distraiga de esta rutina agobiante. Pisoteado por los alumnos mayores, ignorado por mi misma clase; incluso mi propia familia me veía como una persona en la que no se podía fiar.

Pero de pronto algo paso, aquella persona que siempre me gustó, me hablo por primera vez desde que ingresamos al colegio, pese a haber ingresado juntos como niños pequeños. No sé qué fue lo que vio en mí en ese preciso momento, pero era algo que yo ciertamente desconocía. La primera persona en decirme que podía haber más en mí de lo que saltaba a la vista, la primera persona que de alguna manera depositó su fe en mí.

Y así, por obra de la persona que hoy amo, conocí el ciclismo, mi pasión. Es gracias a ella que llegué hasta donde estoy ahora. Solía sentarme y esperar que de alguna forma las cosas cambien, aunque sabía que eso no pasaría si sólo me quedaba sin hacer nada. Quisiera poder decir que hice algo para cambiar esa realidad que tanto me disgustaba; quisiera poder decir que fui lo suficientemente valiente para provocar el cambio, que dio nuevo curso a mi vida.

Pero no me importa lo que digan. No puedo evitar sentirme feliz porque haya sido ella quien me tendiera la mano, y me ayudara a ayudarme. Espero algún día poder devolverle el favor de darle a mi vida un nuevo significado, pero supongo que por ahora eso deberá esperar.

Si estoy aquí es por ti, mi fuerza es tu fuerza; y mientras mi corazón siga latiendo haré todo lo necesario para cumplir mi promesa. Tal vez no llegue a ser el mejor, pero si el mejor que pueda ser.

Y eso es pura y exclusivamente por ti. Después de todo, lo que quiero decir es… Gracias

Gracias de verdad.