Desde que Spencer vio a Griffin siendo sometido por un policía, después de robar su motocicleta, no pudo resistirse a él. Y con cada golpe que Griffin daba al cubo metálico, algo en los pantalones de Spencer comenzó a crecer. Se sentía como si fuera de mantequilla, derritiéndose antela pasión y la energía que Griffin desprendía en cada golpe del mazo.
"Por favor que se quite la camisa", rogaba para sus adentros Spencer. Viendo como gotas de sudor escurrían por el rostro del chico malo.
La puerta del apartamento se abrió.
"¿Qué hace él aquí?", dijo Carliy arruinando tan sublime momento.
