Hola a todos, he aquí una nueva historia y continuación del anterior relato "Las Cinco Varitas". Como siempre advertir que escribo por diversión y sin ánimo de lucro. Todos los personajes del universo de Harry Potter pertenecen a J.K Rowling a excepción de los que he creado yo en el relato.
Capítulo 1.
Era de noche. Una noche despejada, veraniega, tranquila y de mar en calma en el Mediterráneo. La primera semana de Julio casi finalizaba y un barco navegaba en una de las líneas marítimas que iba desde la isla de Creta hacia el puerto de Alejandría. Era un navío de construcción reciente, de tamaño medio, de una empresa de trasporte de mercancías. Se dirigía hacia el puerto egipcio en un viaje bastante rutinario. A pesar de estar en horas de la madrugada, la temperatura era tan buena, que algunos tripulantes estaban en la cubierta admirando aquella increíble velada.
La presencia de la luna llena eclipsaba parte del manto estrellado pero, por otro lado, daba una claridad al horizonte que no se podría haber divisado sin ella; aunque estando en alta mar solo se podía divisar kilómetros de agua.
Diversos marineros charlaban entre ellos en la cubierta. Se reían y planificaban como sería su estancia en el puerto egipcio pero, tras un rato de conversación, uno de ellos se quedó mirando hacia el mar abierto, se quedó perplejo, tan asombrado que los otros a toda prisa miraron hacia el lugar que tan interesado tenía a su compañero.
Al mirar hacia el sur había una persona no identificada sobrevolando las aguas, a tan solo medio metro de la superficie. No se podía divisar nada de aquel personaje, pues estaba bastante en la distancia, si no hubiera sido por la luna llena lo hubieran pasado por alto. El hecho de que también estuviera ataviado con un manto negro le ayudaba a permanecer aun más anónimo y pareciera que se dirigiera a algún lugar concreto.
Sacaban los móviles para grabar aquel acontecimiento pero no tuvieron mucho tiempo para hacerlo pues el mar se agitó de golpe, haciendo zozobrar el barco. Algo le ocurría al Mediterráneo que hizo balancear el navío muy violento y sin control.
Tras sujetarse a lo que pudieran trataban de no perder de vista aquel personaje, que seguía en la distancia y flotando sobre la superficie, pero fue cuando se aterraron aun más al ver lo que acontecía ahora. En las aguas pareciera que hubiera dos barreras sinuosas en ellas, que se aproximaba la una a la otra tomando rumbo de colisión. Sobre las aguas, hacia el cielo, aquellas barreras no parecieran que existieran pero, si se seguía muy atento el surco que dejaba las de debajo de la superficie, se podía distinguir, por los efectos del viento, como ambas murallas ascendían hasta el firmamento.
El radio de efecto, de aquella inminente colisión, serpenteaba de un lado para el otro en el mar y pillaba de lleno al barco. Estaban justo en la mitad de las dos barreras, tan solo bien visibles por la forma que se dejaba ver las aguas. Sin poder evitarlo pareciera que se hubieran metido de lleno en el rápido de un río y navegaban sin control hacia delante, siguiendo el sendero que dibujaba los dos muros intangibles que estaban cerca de chocar.
Los tripulantes gritaban y trataban de buscar refugio en el interior del barco. Pidieron ayuda por radio pero, por algún motivo, las frecuencias habían desaparecido; tanto las emisoras como la cobertura de los teléfonos móviles. Pareciera que ahora estuvieran en un lugar donde solo estaban ellos. Solo uno de los tripulantes se quedó en cubierta, aun arriesgándose a caer por la borda, sin dejar de presenciar todo lo que sucedía. Aquel personaje era el único que iba a atestiguar el momento en el que las dos mitades colisionaran.
Con un tremebundo pánico y pese a todo lo que estaba viviendo, al fijarse hacia el horizonte descubrió como se habían aproximado tanto al individuo no identificado que casi lo tenían a cincuenta metros de su posición. No pudo divisarlo mucho tiempo pues, estando cerca de chocar las dos mitades invisibles, las aguas del mar se abrieron de repente creando un profundo foso que se iba a tragar el barco en un segundo, precipitándolo hacia el fondo.
Sin pensarlo un segundo, su instinto de supervivencia hizo que saltara por la borda, hacia uno de los laterales donde las aguas aun permanecían, aun partidas por la mitad. Nadaba con todas sus fuerzas para no verse arrastrado a la oscuridad que se había abierto. Tuvo la suerte de que no duró mucho tiempo separadas, tan solo fueron unos segundos de división del mar, pero los suficientes como para que el barco desapareciera en las sombras del fondo marino.
Para aquel marinero, que tuvo la fortuna de ver como las dos mitades colisionaron, antes de que se viera arrastrado, con el resto de la tripulación hacia las profundidades, las aguas de ambos lados volvieron a su sitio llevándoselo consigo en un primer momento. Sin entender muy bien lo que ocurría, ahora estaba sumergido a una profundidad de quince metros y luchaba por volver a la superficie.
Aunque fuera de noche, comenzó a ver una luz que llegaba desde la lejanía en lo profundo del abismo. Venía a modo de ráfaga desde más al fondo hacia delante. Con aquella luminiscencia no pudo evitar ver lo que tenía muy en la distancia, era tan grande que si hubiera estado más cerca lo hubiera confundido con una montaña. La colosal cabeza de un león que pareciera fosilizada, como si tuviera un recubrimiento de piedra, que era el responsable del rápido resplandor que cruzó toda su superficie. Estaba tan bien definida y con tantos detalles que pudiera aparentar haber sido construida, pero era tan colosal que no era posible que fuera producto del ser humano.
Aun más aterrado que antes, al ver aquello que se había iluminado durante un instante, desesperado por volver a la superficie nadaba a toda velocidad y llegó hasta ella tomando una bocanada de aire. Miraba hacia todos lados intentando buscar más supervivientes, pero no había ni rastro del barco hundido ni de su tripulación.
Cuando se fijó en la dirección donde estaba la impresionante cabeza del león hundida, por allí estaba aquel personaje que se posaba sobre la superficie del agua caminando sobre ella. Posicionándose justo a su altura, sobre la superficie, se adentró bajo ellas y desapareció de allí.
El naufrago, que se mentalizaba a si mismo diciéndose que aquello tenía que ser una pesadilla, luchaba por mantenerse a flote y trataba de localizar algún resto del navío que le ayudara a flotar, pero durante su búsqueda divisó una nueva luz, más intensa, bajo las aguas. Algo pasaba bajo la superficie pues una luz resplandecía de la zona donde se había sumergido aquel personaje.
Sintiendo una detonación bajo la superficie, como si se hubiera producido un hueco espontáneo en el fondo marino, una gran masa de agua comenzaba a caer en mitad del mar. Sin más remedio, aquel torrente, se llevaba por delante al marinero que, pese a luchar por su vida con todas sus fuerzas, no podía hacer frente a la fuerza del mar que iba a tragárselo en unos instantes. Más cuando todo parecía perdido sintió que alguien lo sujetaba del brazo y lo mantenía sobre la superficie.
Pareciera que la cabeza fosilizada hubiera explosionado y dentro estuviera hueca pues la cantidad de agua que se tragó era suficiente como para provocar un terrible efecto rebote. Si todo seguía así se iba a producir un tsunami que arrasaría gran parte de todas las costas a su alrededor pero, en lugar de provocar una ola reflectante, cuando terminó de tragar agua el mar, el Mediterráneo, se quedó tan tranquilo y calmado como estaba antes de que todo se viera alterado.
El superviviente no daba crédito de quien le estaba sujetando el brazo. Aunque él no conociera la existencia de los elfos domésticos del mundo mágico, un asistente de orejas picudas, que flotaba levitando sobre las aguas, era el responsable de evitar su fatídico final. "La forma en la que han muerto tus compañeros nos da lo mismo, pero por la que ibas a morir tú: no." Eso fue lo que le dijo. Sin dejarle opción de preguntar, ni agradecer la ayuda, fue elevado sobre las aguas e introducido en una distorsión espacial. En un instante pasó de estar en mar abierto a encontrarse en la orilla de la costa norafricana, donde estaba al borde de un ataque de nervios.
La noche continuó como si nada hubiera pasado. No quedó rastro del barco, ni de ninguno de los tripulantes que desaparecieron con él, ni de la impresionante estructura que había bajo las aguas, ni del elfo doméstico, como tampoco se supo nada del personaje que se había sumergido antes de la detonación.
La Bestia de Cuatro Cabezas.
Los titulares de prensa, de todas partes del mundo, hablaban de lo mismo. Era el tema de conversación del momento: MaInPol tomaba forma. Todo estaba sucediendo tan rápido que, algunos despistados, no sabían que significaba ese nombre y en algunos periódicos lo explicaban en profundidad.
Magical International Police. Después de los recientes acontecimientos, que habían asolado el mundo mágico en los últimos meses, el mismísimo Harry Potter insistió fervientemente en la necesidad de afrontar un problema común que afectaba a todo el globo. Aprovechando el estado de colaboración internacional, en el que estaban las naciones a finales de la primavera, se tomó muy a pulso la rápida construcción de un nuevo organismo mundial del orden para enfrentar una futura amenaza y, por algún motivo, quería que estuviera operativa antes del primer día de Septiembre.
Harry necesitaba una escusa para la vertiginosa construcción y como, entre diversos problemas que todos conocían, muchísimos magos oscuros habían sido liberados, en la destrucción total de todas las cárceles mágicas, ahora estaban esparcidos por el mundo con intenciones aun desconocidas. Era necesaria la coordinación global y el lugar escogido para centralizarla fue Bélgica, en el corazón administrativo de toda Europa. Hubo muchos lugares, de todos los continentes, que se prestaron voluntarios para la administración de aquella nueva entidad policial pero fue el padre del proyecto quien seleccionó el país escogido.
Multitud de voluntarios se presentaron para pasar las pruebas de ingreso en aquel nuevo organismo. Estaban ansiosos por formar parte de aquel momento histórico y venían aspirantes ya formados de todos los países a intentar hacerse con un puesto entre sus filas. No solo civiles y agentes estaban interesados, la mayoría de los Ministerios más importantes del mundo se sumaron a la iniciativa del mago que acabó con la amenaza, que había estado cerca de acabar con todo lo que conocían.
Como de costumbre, las naciones más poderosas, trataban de obtener un "quid pro quo" en la que entre ellas serían las más beneficiadas por los acuerdos de protección y colaboración. Aunque se les adelantaron a sus propios intereses pues Harry Potter, con un nivel de popularidad nunca antes alcanzado, aprovechó toda su fama para sellar bien los acuerdos y nadie pudiera evitar ayudar a los más necesitados por insignificantes que fueran.
Nadie pudo oponerse, era un suicidio político obviar la opinión del comandante inglés, los tratados estaban bien atados y eso conllevó que Potter no cayera en gracia a importantes líderes mundiales, que lo veían más como un estorbo para sus intereses que como un conciliador entre naciones.
Conspirando en las sombras, mediante bulos y noticias falsas, trataban de mostrar a la opinión pública que Harry solo quería la fuerza de aquel organismo para beneficio personal. Una mentira bien contada que, aun siendo una vil patraña, convencía a muchos ignorantes que llegaron a pensar que comandando MaInPol podría hacerse con un poder suficiente como para derrocar gobiernos. Aunque su arriesgada maniobra de descrédito se vio truncada casi al instante. Esos mismos jefes de estado y personajes influyentes agradecieron que el mismo Harry no tuviera intención de dirigir ese cuerpo internacional; aunque si participaría en el proceso de selección de su máximo dirigente.
Con el creador del proyecto fuera de escena, el juego de poder estaba servido, todos querían poner una persona de su confianza y simpatizante con sus ideas políticas a la cabeza de aquel nuevo organismo. Se presentaron multitud de voluntarios, de muchos países, y ahí comenzó el juego político que más se suele utilizar en la lucha por el poder: el de la manipulación.
Tergiversar declaraciones, sacar cosas de contexto, remover mierda del presente y el pasado por remoto que fuera. Si no había trapos sucios directos trataban de encontrar indirectos, familiares cercanos y lejanos que se hubieran visto implicado en cualquier chanchullo aun en su juventud. La veda se había abierto y todo estaba permitido; el ser humano demostraba que en realidad era una bestia más de la naturaleza y entre más hiriente fueran las puñaladas políticas mejor.
Con esa salvaje maniobra se quitaban del medio a personajes no deseados para sus intereses. La lista disminuyó hasta el punto de quedar seis candidatos, de los cuales cuatro eran intencionados y dos se habían librado de la quema de participantes porque nadie los tomaba en cuenta como ganadores. Como no eran los que caían en gracia a los poderosos, se veían inmersos en el siguiente nivel del juego de poder: la falta total de apoyos y promoción a sus candidaturas. Por supuesto que el remate final era la completa marginación de los medios de comunicación pues, si eran invisibles para la prensa, no encontrarían la manera de hacer llegar el mensaje a la ciudadanía que era bombardeada por las bondades de los "idóneos". Aunque hubieran seis opciones, los ciudadanos y muchos de los encargados de encontrar un digno dirigente a MaInPol, solo conocían cuatro; los otros dos habían sido obviados por la potente maquinaria de la manipulación.
En el Ministerio Mágico Belga se iba a decidir todo y este se ubicaba bajo la superficie de Bruselas. Era tan importante como su homólogo muggle y aprovechaba toda la atención mundial para posicionarse como centro organizativo de todo el mundo mágico. Era un lugar subterráneo magnífico e impresionante, pareciera una ciudad bajo la capital de Europa; que soportaba sin problemas el peso de la que tenía encima. Bonitos edificios completos a modo de columnas, grandes espacios abiertos para pasear, parques ajardinados, áreas comerciales de toda índole, diversas fuentes y estatuas repartidas por todos los espacios abiertos. Todo muy acorde con la estética belga conservando un entorno estético digno de visitar.
Durante la mañana del doce de Agosto había llegado el momento de la designación del que se encargaría de dirigir a los nuevos policías internacionales y, si por lo general el Ministerio de aquel país estaba concurrido, durante aquella jornada estaba a reventar. Se había ampliado la seguridad y muchos espacios habían sido vetados para personal no autorizado. Para obtener una autorización en aquellos días había que codearse con la alta sociedad y los mejores líderes del mundo mágico. Era tan exclusiva que no había forma mágica ni muggle de falsificación de una acreditación, ni de transformarse en otra persona por medio de conjuros ni pociones pues tenían potentes detectores mágicos.
Harry Potter hacía una aparición en el edificio de la Guardia Mágica Belga, era uno de los principales jueces en aquel circo mediático, y se presentaba acompañado de diversos Aurores, entre ellos Ronald Weasley. Aunque los agentes vistieran su uniforme más solemne, Harry Potter llevaba el atuendo de mayor honor del Ministerio Londinense.
Habían preferido aparecer por allí pues hacerlo en un lugar público serían al instante el centro de todas las miradas y no era conveniente en aquellos momentos. Tras saludar a sus homólogos autóctonos y sacarse algunas fotografías con ellos, tuvieron que firmar el libro de entradas pues, por importantes que fueran, todo el que entrase y saliera de allí tenía que pasar por el registro. La seguridad en aquel subterráneo era del más alto nivel.
La comitiva inglesa descendía hacia la salida del edificio. Pero nada más salir y antes de que la prensa se fijara que habían llegado algo pasó, pues Harry miraba directo a Ronald Weasley y este se alejaba de su lado. El resto de los Aurores sabía que pasaba pues cubrieron su hueco al instante. Fue una maniobra bastante astuta, nadie se percató de su separación al coincidir con el momento en el que, todos los que andaban por ahí fuera, divisaron al mago más famoso y gritaran aplaudiendo como locos.
El pelirrojo se distanciaba y al primer descuido, en el que nadie lo presenciara, cambió por arte de magia su indumentaria por una diferente. Ahora llevaba una gabardina oscura y su aspecto facial cambió bastante, lo suficiente como para pasar desapercibido y que nadie lo reconociera al instante. Seguía teniendo rasgos propios pero, si alguien quisiera reconocerlo como tal, tenía que estar un buen rato mirándolo.
Harry se adelantaba a sus hombres, quedando a merced de la prensa internacional que al verle enloqueció como el resto del público. Muchos lo saludaban y le agradecían que hubiera acabado con la amenaza, el mago no se sentía un héroe pues no había sido del todo él el liberador; había recibido ayuda solo que no sabía de quien. Pero ese dato casi nadie lo conocía y por eso todo el mundo lo volvía a ver como el único salvador de todos.
Fue una revolución para toda la prensa, que se agolpaba a su alrededor, nadie sospechaba que Ronald Weasley se dirigía de incógnito hacia otro lugar de aquel Ministerio en forma de ciudad. El pelirrojo caminaba aparentando normalidad hasta que escuchó la voz de alguien que le llamaba.
—Aunque tu tapadera sea bastante buena no lo es lo suficiente como para engañar a un metamorfomago. ¿Por qué tanto secretismo? —Teddy Lúpin aparecía de entre una de las calles anexas, estaba vestido por el estilo y sin esperar respuesta se puso al lado de su ex suegro—. Me habéis sacado de la academia de entrenamiento de los Aurores sin darme explicación. Mi instructor se va a cabrear, espero que sea importante.
—Te firmaremos una nota para que no te castiguen —le comentaba gracioso—. Te necesitamos. Creemos que en este lugar se guarda información vital para una de las ramas de nuestra investigación —Con toda la prensa centrada en Harry y el personal de guardia ocupado en el edificio donde se celebraría la selección, ambos podían moverse con total libertad por las zonas no acotadas.
—Pero parece que estemos haciendo algo ilegal. Si sabéis que aquí se guarda algo: solicitadlo y ya está. No creo que nadie niegue información a Harry —Notaba que iban a un edificio robusto que se trataba del departamento de registros patrimoniales mágicos; una impresionante edificación con forma de alta biblioteca.
—Aun eres muy joven y no entiendes lo complicado de la burocracia. Esto es Bruselas, el centro de toda Europa. Aunque Harry solicitara un archivo de manera prioritaria, por muy héroe que sea, no podría escapar de los trámites que se podrían extender de seis meses a un año y no disponemos de ese tiempo —Llegaban a los aledaños del edificio y se separaban del para organizarse mejor—. Por ponerte otro ejemplo más dramático: si un meteorito callera sobre el planeta en dos días y aquí estuviera la única salvación de la tierra, no te dejarían sacarlo hasta cumplido el riguroso plazo de varios meses.
—Vale, los vas a sustraer ilegalmente, hasta ahí llego… pero: ¿qué pinto yo en todo esto?
—Para empezar eres metamorfomago, pasas los controles de seguridad adoptando la forma de los visados que te hemos proporcionado sin que te detecten. Sacarás de aquí lo que hemos venido a buscar sin levantar sospechas. Conoces bien las artes oscuras y pasas por un Mortífago a la perfección, así quedaran solo indicios de un robo perpetrado por magos tenebrosos. Este registro está muy lejos del centro del Ministerio y estará bajo mínimos de seguridad, tal vez pueda ser víctima fácil de un robo por parte de algún mago oscuro que quiera algo de información.
El pelirrojo lo miraba intenso dejándole entender cuáles eran sus intenciones. Aunque después se fijó que, sobre la fachada del edificio donde se encontraban cobijados, algo serpenteaba. Era una pequeña culebra amarilla y verde la que andaba por allá arriba que, al ver que la habían detectado, se introdujo en una de las grietas del tejado. "Cambiemos de ubicación antes de empezar". Fue lo que dijo, poniéndose en movimiento a otro lugar seguro y discreto desde donde podrían esperar a entrar en el edificio cuando llegara el momento
—A las doce en punto comienza la selección y será ahí cuando entremos.
—Vale, no me opongo, pero: me forzáis a ser Auror, un miembro de la ley, y a la primera de cambio me forzáis a hacer actos ilegales —Gesticulaba aparentando hacer cálculos profundos sin resultados—. Aquí hay algo que no me encaja.
—Yo tampoco me siento orgulloso y aunque duela decirlo, pues no soy partidario de esa frase, el fin justifica los medios. El problema principal al que nos enfrentamos no se ha resuelto y es el que puede volver a ponerlo todo patas arriba.
Esperaron pacientes a que llegara su momento. El pelirrojo estaba atento a todo lo que reptara por la zona, pero no había nada por allí por el momento y fue entonces cuando se concentró en lo que debían encontrar.
El lugar donde se iban a realizar la ceremonia de selección era el Palacio Ministerial, un edificio con forma de pulcrísimo palacete, rodeado de frondosos jardines. En uno de sus impresionantes salones, que había sido acondicionado para albergar los alegatos finales de los participantes, la comitiva, el público y la prensa autorizada. Pero Harry aun no había llegado hasta allí pues atendía a la prensa.
—Señor Potter: ¿Por qué tanta prisa para la construcción de MaInPol? Hace más de un mes que todo parece haber vuelto a la normalidad y la escusa de que es para localizar a todos los magos oscuros fugados no parece del todo creíble. ¿Qué es lo que teme?
—Casi durante nueve meses hemos estado navegando en terrenos desconocidos en la coordinación entre naciones mágicas. Si queremos tener ventaja sobre nuestros enemigos debemos llevar siempre la iniciativa. Necesitamos un cuerpo de acción contundente, de alcance global, para afrontar y coordinarnos mejor para defender todo aquello por lo que hemos luchado —El Auror trataba de estar atento a todo lo que le envolvía; pareciera buscar cualquier elemento extraño entre la multitud que lo rodeaba. Fue entonces cuando se fijó que, sobre una de las esculturas decorativas, algo serpenteaba tratando de mantenerse oculto; pero no le prestó mucha atención pues podría ser una culebra del lugar, que se hubiera subido a una de las estatuas huyendo de toda la gente que había en el suelo—. Si vuelve a pasar algo por el estilo quiero estar preparado —al terminar su respuesta un sinfín de nuevas preguntas surgieron de todos lados.
— ¿Por qué no se ha presentado para liderar MaInPol? ¿Ya tiene elegido al candidato idóneo que podría hacerlo con igual eficiencia, o esperará a escuchar su exposición final?
—No he querido llevar las riendas pues creo que mi lugar ahora está en Londres. Pero tanto yo, como los Aurores de mi país, estaremos a completa disposición para ayudar a nuestros compañeros internacionales. Con respecto a la elección: se hará llegado su momento —Harry mentía, pero siempre muy veraz, pues ya había hecho su elección y tenía un as en la manga para que los otros miembros del jurado llegaran a su misma conclusión.
— ¿Dónde está Hermione Weasley? Se sabe que no está en Gran Bretaña. ¿Por qué no ha venido si es una de los artífices de este proyecto? ¿No debería estar aquí en estos momentos?
—Hermione está ahora inmersa en asuntos del Ministerio y no ha podido acudir; eso es todo lo que tengo que decir.
Sin más dilación se adentraron en el palacio que era el punto de corte de muchos reporteros. Todo el mundo estaba tan atento a las celebridades, que tenían permiso para acudir a aquel importante acto, que no se dieron cuenta de que diversas culebras, al menos tres, ascendían y se adentraban por los huecos en la fachada. Aunque los accesos estuvieran protegidos por conjuros, aquellos pequeños seres se adentraban por donde no cabía una persona, accediendo al interior por los conductos de ventilación o bien huecos y grietas, siempre manteniéndose en lo alto de los amplios pasillos sin que las divisaran.
El comité estaba listo y tenía los informes de los seis candidatos, cuatro de ellos amplios y detallados hasta los topes y dos bastante escuetos en comparación con los otros. Un participante era estadounidense, el otro alemán, un candidato ruso y por último uno japonés. Esos cuatro formaban la comitiva de la élite y eran cuatro magos varones, de reputación intachable, cuyo expediente se podía rebuscar hasta la generación familiar que se tuviera registro y no habría ni una mota de polvo que lo ensuciara. Su expediente era tan intachable que resultaba descarado que lo habían adornado para que resultara tan llamativo.
Por parte de los dos de carácter independiente había una bruja islandesa: Sólrún Valtýsdóttir. La única representante femenina que había soportado el incesante acoso por parte de los medios y filtraciones de pasado sucio o turbulento, al menos por el momento. Para su desgracia era ignorada por la prensa y su opinión no era tomada en cuenta. Como no habían encontrado la forma de tumbar su candidatura y siendo tan, o más, capaz para llevar las riendas de la organización, entró en el juego del desprestigio. Le quitaban mérito haciendo creer al público que solo era el cupo femenino necesario, que les obligaban a tener la opinión pública minoritaria, para que aquella selección no fuera algo exclusivo de hombres.
El otro candidato era Sigurd Jacobsen. Un hombre de entre los 35, de pelo castaño claro y corto, con barba recortada y ojos azules muy serios. Era atractivo, de complexión definida, de 1,85 metros de altura. Originario de Noruega, muchos decían y opinaban que solo había llegado hasta la selección final gracias a lo sucedido en su país. Los que querían a otros más selectos dieron la imagen de él que solo estaba allí para ganar impulso y reponer el Ministerio de la península escandinava.
De los seis, Harry, se había decantado por la representante islandesa. Era la que proyectaba una imagen más sincera y realista al postureo de los cuatro "elegidos" por parte de los otros Ministerios. Pero tenía que convencer al resto de seleccionadores para que la eligieran a ella y no a los otros. Eso sería una tarea complicada pues se sabía que algunos votos ya habían sido comprados con anterioridad. La política internacional era un tema muy complejo y no podía imponer una idea pues sabía que lo podrían utilizar en su contra.
Sin demorarlo más se introdujo en el graderío semicircular, en el que estaban los sesenta componentes de aquel organismo seleccionador. Uno a uno irían entrando los candidatos y dispondrían de veinte minutos para exponer su proyecto y argumento final. La seguridad en la sala era tremenda pero ninguno de ellos se percató de que algunas culebras estaban en lo más alto de la estancia y se quedaban quietas allí como observadoras.
La asamblea comenzó y primero pasó el representante de Japón, que venía preparado y acompañado con un séquito de al menos treinta ayudantes, para hacer una minuciosa representación gráfica de cómo pensaba dirigir el cuerpo y sus planes de acción. Todo estaba detallado y especificado al milímetro, sin dejar escapar nada. Empezó desde el segundo 1 y concluyó en el último segundo disponible.
A las doce en punto dio comienzo la selección y justo a esa hora, mientras Ronald esperaba fuera, Teddy, adoptando la forma de otra persona, se adentraba en el edificio donde guardaban cantidad de registros de propiedad históricos no muy relevantes. La seguridad no era alta por allí y menos aquel día, que parecía que todos los guardias estuvieran alrededor del Palacio Ministerial.
Como estaba bastante desierto de ciudadanos, primero lanzó un poderoso conjuro de oscuridad que cegó a los guardias y personal de oficina que había en la entrada. Dejando a todos sorprendidos por la velocidad de aquel acto, sin dudarlo un instante, lanzó diversos y rápidos "Desmaius" que los neutralizó casi a la vez sin que llegaran a dar la voz de alarma. El conjuro del joven era mejor de lo esperado, desde fuera, a través de las ventanas, no se divisaba nada extraño pero cuando la recepción estuvo despejada y el pelirrojo entró se vio envuelto en las sombras. No veía nada pues la oscuridad aun estaba vigente, el joven fue el que le sujetó el antebrazo y lo guiaba entre la penumbra.
Tenían que llegar a las zonas más profundas del edificio y comenzaron a descender. Como habían tomado la pastilla en forma de golosina, invención de George Weasley, que los disimulaba ante los hechizos detectores nadie los presentía llegar y si había seguridad allí abajo Teddy se encargaba, oculto en sus sombras, de dejarlos fuera de combate antes de pudieran reaccionar. Planta a planta al muchacho no le hacía falta ayuda para neutralizar sus defensas sin oposición.
— ¡Eres bueno! —expresó el pelirrojo al ver que en un momento dejó el edificio sin seguridad.
—Se hace lo que se puede —Habían llegado a la colosal sala de archivos que les interesaban—. ¿Qué tenemos que buscar?
—En la sección de patrimonio mágico. Todo lo que guarde relación con el apellido Dwende.
— ¿Dwende? —Buscando en el listado de archivos, para facilitar la búsqueda, preguntaba el joven a la vez que localizaba los diferentes puntos donde tenían registros de propiedad aquel apellido—. Supongo que no me vas a explicar el porqué buscamos ese apellido pero: si nos llevamos solo eso puede que lo relacionen con Harry cuando hagan una investigación. Es que resultaría muy curioso que Harry solicitara estos registros y ante un retraso burocrático los roban, quedaría muy sospechoso.
—Harry se ha adelantado a esa posibilidad y no ha solicitado nada; tenemos experiencia con la burocracia de este país. Lo que nos llevemos no tendrá relación alguna con nuestro Ministerio y cuando encontremos todo lo que necesitamos lo devolveremos.
A toda prisa se dispersaban por la inmensa biblioteca de archivos en busca de lo que querían. Teddy estaba a unas estanterías de distancia de su compañero y recogía, siempre sin dejar ninguna huella, los documentos y los metía en una bolsa hechizada para guardar más capacidad de la que podía.
El joven, entre tanta carpeta y archivo, se fijó como llegaba hasta él una pequeña culebra serpenteando por lo alto de las estanterías y se quedaba fija mirándolo. No sabía que Ronald había visto una igual antes, por eso no sospechó nada, la dejó como un bicho de por allí y continuó a lo suyo.
Cuando ya lo tenían todo, lo habían logrado en un tiempo record, se volvieron a reunir para marcharse de allí pero antes quisieron hacer una última comprobación de que lo tenían todo. Mientras revisaban que no se les hubiera escapado nada, en el silencio de aquella biblioteca escucharon un ruido, como si algo se hubiera caído de su estante y ambos apuntaron con las varitas en su dirección.
— ¿Qué ha sido eso?
—Espera aquí —Ronald le ordenaba que permaneciera quieto en el sitio mientras él iba hacia el lugar donde se había producido el ruido.
Caminando entre los estantes, lejos de la zona donde habían recuperado toda la información sobre aquel apellido familiar, entre unas estanterías descubrió como había una gruesa carpeta en el suelo. Al pelirrojo le habían puesto tantas pistas delante que ya ni se preocupaba en preguntar si había alguien por allí.
"Si querías que encontrara esto, podrías haberlo tirado antes y así me evitas estar buscando información inútil." Murmuraba muy bajito al aire, a la vez que recogía la carpeta que tenía relación con unos terrenos en oriente medio. Sin preguntarse qué guardaría allí dentro, prefería primero salir de allí y cuando estuvieran en lugar seguro cotillearla.
Con todo listo se disponían a salir del edificio tan discretos a como habían entrado pero, para su desgracia, había guardias patrullando las calles exteriores y esperaban que, con suerte, no se percataran de que pasaba algo extraño dentro pues sería nefasto. Teddy se colocaba al lado de una ventana para preparar una huida a la desesperada si llegaba el momento.
A las afueras del edificio, un trío de guardias patrullaban cuidando que todo estuviera bien por allí y se acercaban hasta el departamento. Ronald le ordenaba que desde que entraran los dejara fuera de combate pero el trío se separaba, uno de los tres se quedaba en mitad de la calle hablando con un ciudadano y los otros dos se aproximaban al edificio.
Preparados para lo peor, los dos intrusos estaban listos para enfrentarse en duelo a las fuerzas de seguridad, sin darse cuenta de que en aquella recepción les estaba observando la misma culebra que había estado por la zona de los archivos.
Los dos guardias hubieran entrado a comprobar que todo estuviera bien por allí de no haber surgido un pequeño alboroto en la distancia. "¡Culebras! ¡Qué asco!" Gritaban algunos ciudadanos al encontrarse con algunas de aquellas criaturas por la vía anexa a donde estaban los dos infiltrados. El griterío, los lanzamientos de conjuros y la gente contagiándose el miedo requirieron de la policía para que la situación no se tornara en estampida por histerismo. Lo cierto es que la policía llegó cuando aquellos seres se ocultaban en los jardines o bien recovecos entre los edificios.
Aquel golpe fortuito de fortuna dio la oportunidad a los dos fisgones para salir de la edificación sin ser detectados y tenían la intención de dirigirse hacia la primera chimenea de trasporte disponible.
El joven Teddy, que se había quedado extrañado del por qué de tanto reptil por la zona, mientras caminaba tratando de asegurarse de que nadie les seguía, le pareció ver algo en uno de los callejones de entre las vías. Una joven, de tez oscura, caminaba dejándose divisar ante él con descaro, de un lado para el otro del callejón. Todo ocurrió muy deprisa que no tuvo tiempo de fijarse bien en ella y pareciera que lo hubiera hecho intencionado, pues por allí no pareciera que hubiera una casa o algo hacia dónde dirigirse.
Aunque tuviera curiosidad de averiguar quién era, la misión era más importante. Al llegar cerca de la chimenea custodiada por una multitud de policías mágicos, Ronald le dio toda la información que llegó a recopilar y, antes de que sonaran todas las alarmas del robo, le ordenó que se marchara a Londres y esperara su regreso.
El joven hizo lo propio y, para que nadie lo reconociera, volvió a cambiar de aspecto físico al de la acreditación de seguridad que le habían dado, entraría con la misma forma con la que saldría y así no se levantarían sospechas. Pasando todos los controles de seguridad pues, la forma por la que cambiaba de aspecto, era producto de una magia natural. Los detectores de hechizos y pociones, que pudieran detectar intrusos, eran inútiles en su contra. Como su pase era legal, nadie le registró ni se imaginaba que el ahijado de Harry había estado por allí.
Cuando el joven se marchó, el pelirrojo se quedó por el Ministerio pues debía volver con Harry y firmar el libro como que había entrado con él y salido con él al mismo tiempo. Como todo el mundo estaba atento a lo que pasaba dentro del Palacio, no le costó mucho pasar desapercibido entre la multitud. Desde que pudo cambió de atuendo a uno más corriente y menos oscuro. Caminaba por allí notando como, lo ocurrido en el departamento se destapó, pues muchos agentes iban en su dirección. Para evitar que lo identificaran se agrupó con toda la gente que estaba frente al palacio, sin sospechar que no era el único por allí que quería pasar inadvertido.
Casi al mismo tiempo, a las afueras del palacete presidencial, alguien caminaba entre la multitud sin llamar mucho la atención. Era una personita bastante joven, podría tener los doce años de edad, nadie se fijaba en él o ella y se agolpaba junto con el resto de espectadores que aguardaban a las afueras, esperando el anuncio del elegido. Aunque nadie supiera lo que pasara dentro, a aquella personita le hacía gracia escuchar como los que estaban a su alrededor hacían apuestas sobre cuál de los seleccionados sería el designado para comandar MaInPol o como ellos se habían encargado de reducirlo aun más: El MIP.
Aquel personaje jovencito, al que nadie prestaba atención, al ver como las puertas del palacio se abrían, en uno de sus múltiples cambios de guardia, comenzó a moverse entre los asistentes y al paso de unos y otros, con la mirada fija en la entrada, desapareció en un parpadeo sin que nadie se diera cuenta.
La edificación por dentro era majestuosa, digna de ser visitada, pues era un lugar de impresionante belleza. Escaleras señoriales, lámparas de metales valiosos, recubrimiento de oro en muchos de sus elementos decorativos, una obra de arte al completo.
En una de las zonas más seguras estaban el pasillo de los amplios despachos, donde aguardaban los candidatos hasta que les tocara el turno de exponer su proyecto. Era un pasillo en forma de ele, sin salida, ni ventanas, con seis puertas. Al inicio había muchísima seguridad para evitar que nadie entrara a curiosear ni molestar a los aspirantes, pero desde el puesto de control solo se veían las cuatro puertas donde estaban los "favoritos". La de los dos menos famosos estaban justo a la ele del pasillo, en un ángulo muerto, pero no había forma humana para atravesar el cordón de seguridad y no era necesario tener que poner vigilancia allí.
Aunque no hubiera forma de atravesar los controles, ni los conjuros defensivos y las barreras mágicas colocadas por todos los espacios vetados, de aquella edificación, bajo un manto negro completo que cubría su identidad, aparecía aquella persona jovencita que había estado curioseando fuera. De alguna manera podía moverse por donde quisiera sin que lo detectasen y ahora estaba en el ángulo muerto de aquel pasillo de despachos.
Se encontraba justo delante de la puerta de uno de los aspirantes: Sigurd Jacobsen. Entre sus manos tenía una figurita del ajedrez: una torre de oro blanco de líneas curvas y sinuosas. Dejándola en el suelo, justo a la entrada, se preparaba para llamar a la puerta pero no lo hizo al instante, esperó al menos un minuto por algún motivo. Trascurrido ese tiempo fue entonces cuando llamó golpeando tres veces con los nudillos y desapareció, por arte de magia, de allí en un parpadeo sin que saltara ninguna alarma.
Al abrir la puerta aparecía el susodicho; el interior de la sala era un caos de papeles tirados por las mesas, los sillones e incluso el suelo. El aspirante, entre sus muchos atributos estaba la valentía y la estrategia entre otras cualidades. Podría tener muchos dones pero el orden no era la mejor de sus aptitudes, pues había un desastre a la hora de presentar su proyecto. Puede que el de los demás estuviera en iguales condiciones, si no tuvieran un séquito de veinte a treinta asesores, milimetrando todo a su alrededor, para que todo saliera perfecto y según lo previsto. Pero en su caso, su presentación solo dependía de él. Al desaparecer el Ministerio Noruego no contaba con apoyo logístico que le ayudara a permanecer organizado.
El hombre, que vestía un elegante traje con el que iba a presentarse ante el comité, al no encontrarse con nadie, a las afueras del despacho, se fijó en la figurita que le habían dejado justo a la puerta. Al verla pensó en que se trataba de una broma o algo peor, un último intento por parte de sus rivales por descalificarle. Aunque tenía asumido que solo estaba allí para ganar fama internacional para recomponer la administración de su país, pensaba llegar hasta el final a la hora de su exposición.
Había oído hablar de los Tótem en forma de peones de ajedrez de los enemigos, que azotaron el mundo mágico, sabía muy bien su forma y su posible composición. La que le habían dejado en la puerta era diferente por completo. Para empezar no era un peón sino una torre, además del hecho de que era blanca y no negra, su forma era opuesta a la de los otros pues estas eran de bordes afilados y cortantes; la que le habían dejado era de líneas curvas.
No sabía qué hacer con ella y dispuso de muy poco tiempo para pensarlo pues el tiempo de exposición de su rival Ruso terminó y la comitiva venía en busca del siguiente aspirante. No podía permitir que la divisaran en su puerta. Aunque podría haberla puesto justo delante de la de uno de sus rivales, ni se le pasó por la cabeza, pues no era de esa clase de personas que perjudicaría agrede a un compañero o competidor de forma tan deshonesta. Lo único que pudo hacer fue sujetarla, aferrándola en la mano, cerrando la puerta y aguardar con la oreja pegada a esta para esperar que los que vinieran en busca del tercer aspirante en exponer se marcharan de allí.
Con la figurita en su mano, al estar tan atento a lo que ocurría fuera y sin que se diera cuenta, esta se disolvió en energía trasparente introduciéndose en la extremidad del candidato sin provocarle la menor sensación. Cuando pasó un rato, en los que el séquito del representante estadounidense se fuera de esa zona escoltándolo, fue entonces cuando se dio cuenta de que la figurita había desaparecido.
Pensó en que aquello tenía que ser una clase de broma o novatada que les hubieran gastado a algunos candidatos, o bien una estratagema para hacer que no se presentara al final. Pero llevaba los últimos veinte días escuchando de todo en la prensa y no pensaba caer en el juego de sus rivales.
Volvía a su mar de carpetas y archivos esparcidos por todo el despacho pero, por algún motivo, comenzó a ordenarlos muy rápido sin percatarse de ello, lo hacía y punto. Por alguna razón ahora el desorden le molestaba, acelerando el movimiento, lo colocó todo en su sitio sin ayuda de una comitiva a su alrededor.
Tenía su exposición preparada y anotada en unos papeles, tenía unas aspiraciones para el cuerpo internacional de carácter muy noble, pero tenía poca experiencia en exponer un proyecto ante tanta presión internacional y trasmitirlas a otros le costaba más, por eso lo tenía todo por escrito. En ámbito nacional se movía como pez en el agua en cuestiones de dirección, pero entrar en el terreno internacional era como pasar de un lago acotado al océano abierto y eso era lo único que se le hacía cuesta arriba.
Pero ahora miraba su discurso y lo rompió en diversos pedazos. Por algún motivo prefería hablar con el corazón e improvisar su discurso y no solo eso, sino que comenzó a buscar en su equipaje un atuendo en el que se encontrara más cómodo que el solemne traje que llevaba puesto ahora.
El tiempo trascurría y llegaba el momento de las dos últimas presentaciones. En el salón de la selección habían escuchado maravillas de las exposiciones de los cuatro primeros candidatos. Si todo lo que prometían se cumpliera era posible que por fin se alcanzara la paz mundial, pero lo que no sospecharon fue en la increíble maniobra de Harry Potter, pues había colocado dos legeremandes entre los asistentes y estos les informarían a todo el comité de las diferencias entre lo que decían y lo que pensaban los aspirantes.
Fue una jugada muy astuta pues destapó la hipocresía de las candidaturas, que solo querían llegar al poder para favorecer a su propio país. Por fin llegó el turno a la Islandesa y todos se quedaron impactados por la sinceridad en sus palabras y en su proyecto para MaInPol. Un discurso moderado y realista de cómo afrontar futuros problemas ayudando a todos por igual. Ni los capacitados para leerle la mente encontraron nada en contra de sus afirmaciones y daban completa validez a su exposición y al término de esta consiguió que, el público autorizado, se pusieran en pie aplaudiendo su proyecto.
Los miembros de la comitiva no podían hacerlo pues estarían dando a entender que habían tomado la elección antes del término y faltaba uno más por exponer. Harry Potter se tranquilizaba y sonreía al ver que, en el último momento, la que él esperaba que fuera la dirigente lo consiguiera por méritos propios sin tanto merchandising detrás.
Por desgracia aun faltaba una exposición para anunciar al elegido, e inclusive muchos de la comitiva pensaban lo mismo que la prensa: que Sigurd Jacobsen había llegado hasta allí para promocionarlo como reconstructor del Ministerio Noruego y necesitaría de aquel impulso mediático para lograrlo. Pero tenían que escucharle para poder proseguir con la formación del cuerpo internacional.
Cuando las puertas del salón se abrieron, dejando entrar al susodicho, este acudía solo y sin papeles. La anterior al menos tenía a dos asistentes que la acompañaban y le ayudaban a presentar su proyecto pero, en el caso del último, venía solo y sin un solo esquema, ni gráfico.
Venía vestido con un atuendo más de guerrero que de burócrata. Pantalón negro con una funda para poner su varita en el muslo, camisa con chaleco estampado ajustado del mismo color, una gabardina con recubrimiento extra, a modo de grebas, en sus antebrazos. No era como los otros, que venían de gala para exponer sus argumentos y tampoco era su primera opción, pues su intención era vestirse como el resto, pero por algún motivo prefirió el atuendo de guerra.
Su presencia imponía y desde que entró en la sala todos se le quedaron mirando. Los legeremandes, los primeros en oír y ver sus pensamientos, les faltaba poco para llorar de la emoción, pues veían grandeza y nobleza en sus pensamientos que rugían como un león envuelto en llamas en su mente.
Todos querían escuchar lo que hubiera venido a decir y la expectación pasó de tibia a intensa. Colocándose justo en el centro de exposiciones, le permitieron exponer su propuesta. Tras unos segundos mirando a todos los asistentes empezó a hablarles a todos.
—Es un placer saludarles —su tono de voz era firme y decidido—. Supongo que estarán cansados de tanto esquema, tantas estimaciones y tanto palabrerío banal. Mis predecesores piensan en MaInPol como en algo que puede ser previsible y analizable. Piensan en decirles a los componentes de esta nueva formación como deben actuar y proceder, pero en el fondo somos personas y no autómatas. Normas y pautas sacadas de un libro, pensando que para llegar de la A a la C hay que pasar por la B sin dejarles razonar el porqué, diciéndoles que es lo que hay y punto. Que alguien superior ha decidido que la B es lo que va entre ellas y no necesita que piensen demasiado.
— ¿Qué propone exactamente? —Harry Potter se percataba como los otros seleccionadores sentían cierta admiración al que hablaba, pues sus ojos brillaban al escucharle.
—Un ideal. MaInPol ha sido creado para dar ilusión al mundo mágico, uno que ha sido compuesto para protegerlo de futuras amenazas. Dar a nuestros soldados un móvil por el que enfrentarse a la adversidad, que quieran entender y no obedecer porque se toma cada decisión.
—Es un pensamiento esperanzador pero, presuponer que todo el mundo lo entendería de la misma manera, sería caer en el error que antes ha dicho pues los ha etiquetado bajo una sola condición.
—Lo sé, pero quiero ser el idealista del ideal. Prometo entregarme en cuerpo y alma para ser un ejemplo de verdadera justicia y honor en el que se puedan fijar todo el que se aliste en el nuevo cuerpo internacional —elevaba el tono en su voz—. He llegado aquí sin el apoyo de ningún Ministerio, el mío ha sido arrasado hasta los cimientos, no tengo intención de apoyar a unos más que otros. Para alguien que ha sido testigo de lo que es perder su patria, sabe mejor que nadie lo que se siente y no quiere que ningún otro país pase por lo mismo; dando la vida inclusive si fuera necesario. No me escudaré detrás de un despacho jugando con vidas de valientes agentes, me emplearé a fondo con ellos, pues no aspiro a ser un simple comandante, quiero ser un General para luchar contra la injusticia y las desigualdades.
Aunque Harry quisiera formular más preguntas, las palabras de Sigurd estaban cargadas de tanta fuerza emocional, que muchos de los asistentes se levantaron aplaudiendo al aspirante y no lo hicieron solo ellos, los encargados de leerle la mente lo hacían también llorando de la emoción y la gran mayoría de los seleccionadores no pudieron evitarlo y se pusieron en pie aplaudiendo.
No había dicho nada de cómo pensaba organizar MaInPol pero a nadie, que no fuera Harry, parecía importarle. Les dio algo más valioso que argumentos: fe y confianza en su persona, les dio un líder y un ideal por el que luchar. Daba igual lo que quisiera hacer con la organización, todos pensaron que lo haría bien y no necesitaban escuchar bonitos esquemas organizativos.
Sigurd Jacobsen sabía que sería el escogido, las lágrimas y aplausos de los seleccionadores lo dejaban bastante claro. Los legermantes susurraban entre ellos que iba a llegar lejos, el león en llamas que eran sus pensamientos les indicaba que sería capaz de crear un cuerpo capaz de detener cualquier enemigo que volviera a amenazar el mundo mágico. Tras una larga ovación y emoción contenida la sala se volvió a quedar en silencio y fue entonces cuando Harry pudo continuar preguntando.
—Un ideal es muy bonito, pero todos están sujetos a cambios en su interpretación. De la historia tenemos que aprender algo, poderosos imperios han surgido de tan solo un ideal y una persona carismática que sepa trasmitirlo. Pero también de la historia conocemos que escudándose en los ideales se han cometido verdaderas barbaridades. Debemos recordad y tener muy presente que los idealistas o acaban mal o hacen que todo a su alrededor acabe muy mal. Un comandante comedido es lo que necesitamos y no ideales de grandeza —Notaba como sus palabras no caían en gracia a muchos de los otros seleccionadores y que le iba a resultar difícil, por no decir imposible, hacerles entender su punto de vista y que la elección de aquel individuo era desaconsejada—. Desde este momento dejo de ser encargado de la selección del candidato —Soltó semejante bombazo informativo creando un gran revuelo entre los asistentes.
Harry pensaba que tal vez con esa maniobra pudiera hacer entrar en razón a sus compañeros para que optaran por un discurso realista y comedido. Pero su jugada salió mal pues surgió un rápido rumor de que solo había dimitido por envidia; se murmuraba que como había visto a alguien con capacidad suficiente como para hacerle sombra, los celos pudieron con él. Su desesperado intento para hacerles ver que había que actuar con consciencia y menos idealismo, se vio truncado casi al instante.
Algo ocurría en el Palacio Ministerial Belga. Mientras el comandante Inglés se marchaba del salón, Sigurd seguía hablando con el corazón con tanta fuerza que llamaba la atención de inclusive de los que estaban fuera. Los representantes de los otros países acudían curiosos del porqué de tanto revuelo y al escuchar las palabras de su contrincante, no dudaron en retirar sus candidaturas antes de la elección final. Habían desistido de competir contra él y se animaron a aunar esfuerzos en su causa y en su proyecto. El rumor de que solo había quedado un elegido y de la reacción de Harry, se extendía deprisa por el palacio, atravesando los muros de este y llegaba a la multitud que se agolpaba fuera.
Harry Potter y los suyos se marchaban del palacio y tomaban dirección a la chimenea internacional que los llevaría a Londres al instante. Por el camino trataban de evitar las preguntas de los periodistas que lo acosaban para que explicara el por qué de los recientes celos que había manifestado contra el señor Jacobsen, pero no les dijo nada al respecto y prefería volver a la oficina de Aurores.
La situación se volvía de extraña a surrealista, pues la prensa en teoría solía seguir al comandante hasta que se iba de un lugar, pero en aquel caso no lo siguieron, solo le preguntaron cuando pasó a su lado y no se iban de los jardines donde aguardaban la elección del único candidato posible.
— ¿Qué ocurre Harry? —Ronald, ahora que nadie les prestaba atención, acudía a agruparse con los Aurores sin que nadie se percatara de que se había ausentado de ellos durante un lapso de tiempo. Quiso preguntarle a su compañero y este le explicó lo que había sucedido—. Sigurd no ha dicho nada malo, e incluso los encargados de leerle la mente no han encontrado mentiras y se han emocionado como el resto —Al escuchar lo que había ocurrido no dudó en expresar su opinión.
—No era lo que debía ocurrir. El no debería ser elegido: he estudiado a la perfección los seis expedientes y sé que haría mejor trabajo en Noruega. De los seis el proyecto menos fuerte era el suyo. La opción correcta era Sólrún Valtýsdóttir y no este personaje. Yo también pensaba que había llegado al final pues se necesitaba alguien que recompusiera el ministerio escandinavo. Pero que de buenas a primeras se convierta en lo más popular, consiguiendo que los otros candidatos retiren sus aspiraciones, es extraño y no quiero ser partícipe de esto.
—Pero MaInPol es una idea tuya.
—Lo sé. Pero si impongo ahora mi criterio, en contra de la opinión popular, auguro que quedaría aun más envidioso y me excluirían de él por completo. Espero equivocarme y que todo sea especulaciones mías, incluso me alegraría saber que es producto de los celos y no por mi propia intuición —Entrando en el edificio de los de seguridad se dirigían a firmar el libro de salida y quiso cambiar de tema—. ¿Cómo fue lo vuestro? ¿Alguna novedad?
—Creo que esperaba que hiciéramos esto; ha estado aquí y me ha "regalado" una pista.
—Parece que siempre va por delante. Esperemos que solo fuera el responsable de la pista y de nada más. No quisiera verme envuelto en su juego otra vez.
Sin más dilación se volvieron a Londres, dejando al bullicio de personas que celebraba la elección anticipada, por abandono de todos los demás, de Sigurd Jacobsen como nuevo "General" del cuerpo del MIP. Era el notición del momento y nadie quería perderse aquella situación histórica, en el que el primer cuerpo internacional de policía mágica tenía a la mejor cabeza posible al mando.
Las culebras, que habían estado en lo alto del salón, cuando todo finalizó aprovechaban la nueva euforia colectiva de todos por allí para salir del edificio sin ser detectadas y reptando se alejaban del palacio, a través de los jardines, hacia uno de los solitarios callejones que había muy a lo lejos.
Todas aquellas pequeñas serpientes pareciera que se dirigieran al mismo sitio, un total de al menos cien, a medida que se iban agrupando se fusionaban unas con las otras, adoptando la forma de una de mayor tamaño y cuando la última terminó de concentrarse, ahora tenía el aspecto de una boa constrictor de al menos metro y medio de largo.
Aquella serpiente se enroscaba en el brazo izquierdo de la joven de tez oscura no identificada y parecía estar comunicándose con ella. Vestía una elegante túnica femenina oscura, más propia de los magos tenebrosos que de los guardianes de la luz. Medía el metro setenta de altura, de 21 años y complexión normal para su edad, ojos ámbar y pelo negro trenzado en greñas.
La boa, serpenteando por su brazo izquierdo y pasando por el cuello, rodeaba a su dueña dirigiéndose hacia su mano derecha a la vez que, al colocarse en su puño, comenzaba a adoptar la forma de una varita. Pareciera que en todo su trayecto estuviera comunicándose con ella, pero al final toda la boa acabó transformándose en la varita de la chica que, enfundándola en un revestimiento en su muslo, caminaba entre los oscuros callejones más alejados de la zona centro del Ministerio Belga.
Con tanta seguridad por allí no podría salir del subterráneo sin pasar por algún control de seguridad pero, aprovechando un lugar muy lúgubre, pareciera que por allí había una forma furtiva de entrar y salir del Ministerio mediante apariciones. Realizando una, se esfumó de allí en el acto.
