Beth estaba triste, Alison se había olvidado el conejo de la suerte. Los chasqueadores les rodeaban y las balas no les sobraban.

-La próxima vez conduzco yo. – dijo Beth.

-Por mí como si conduce el conejo. – respondió Alison.

-Que nos van a matar.

-Ya.

Pero no, Ellie y Joel, sus amigos de toda la vida que conocieron en ese mismo instante atravesaron la sala y mataron a todos los chasqueadores.

Ellie y Joel discutían como Beth y Alison, pero por otras razones, no por el conejo de la suerte.

- ¿Qué pasa aquí?- Preguntó Joel

- Íbamos a una fiesta del vecindario que estaba a tres metros pero Alison se ha puesto a conducir y hemos acabado en otro sitio que no era el vecindario.- Respondió Beth.

-Bueno, -dijo Ellie.- podemos hacer una barbacoa aquí.

-Pero no tenemos comida ni parrilla. – Dijo Joel confuso.

-Tenemos imaginación.- Dijo Ellie.

Alison y Beth sonrieron, les gustó la idea. Montaron la barbacoa imaginaria entre decenas de cadáveres de chasqueadores. Los cuatro fueron felices.