SUMMARY: Draco Malfoy no consiguió que los mortífagos entrasen en Hogwarts porque Hermione consiguió descubrirle. Fue por ello por lo que los seguidores de Voldemort se exiliaron durante un breve tiempo, para, después, acabar con todos los traidores a la sangre. Y, obviamente, consideraban al rubio de Slytherin un traidor. Es por ello por lo que Narcissa aprovecha la ausencia de su marido –al que le ha sido encomendada una misión en Rusia- para poner a salvo a su hijo.

Por otra parte, Dumbledore se debilitó mucho al intentar conseguir el guardapelo. Fue una vez hubieron llegado al castillo, cuando descubrieron que no era el Horrocrux auténtico. Por su grave estado de salud, el viejo profesor no es capaz de seguir con dicha búsqueda, por lo que confía en Harry y Ron para continuarla. A Hermione, en cambio, le encomienda una tarea completamente diferente que consiguió malas caras e incomprensión por parte del Trío de Oro.


CAPÍTULO I

PRÓLOGO

Draco Malfoy no consiguió que los mortífagos entrasen en Hogwarts porque Hermione consiguió descubrirle. Fue por ello por lo que los seguidores de Voldemort se exiliaron durante un breve tiempo, para, después, acabar con todos los traidores a la sangre. Y, obviamente, consideraban al rubio de Slytherin un traidor. Es por ello por lo que Narcissa aprovecha la ausencia de su marido –al que le ha sido encomendada una misión en Rusia- para poner a salvo a su hijo.

Por otra parte, Dumbledore se debilitó mucho al intentar conseguir el guardapelo. Fue una vez hubieron llegado al castillo, cuando descubrieron que no era el Horrocrux auténtico. Por su grave estado de salud, el viejo profesor no era capaz de seguir con dicha búsqueda, por lo que confió en Harry y Ron para continuarla. A Hermione, en cambio, le encomendó una tarea completamente diferente que consiguió malas caras e incomprensión por parte del Trío de Oro.

Allí estaba Hermione de nuevo. Apuntando a Malfoy con la varita, mientras éste la imitaba.

-Venga, Granger, tampoco es tan difícil invocar un conjuro que me desarme. –siseó el rubio.

-Calla la boca, Malfoy. Estás jugando con fuego. –contestó ella, amenazante.

-¿Qué haces? ¿Esperar a que llegue San Potter para que sea él quien intente acabar conmigo? –el Slytherin sonrió son sorna- Con esa actitud, lo único que haces es reafirmar mi teoría sobre tu inferioridad.

-¿Sabes, Malfoy? Me cansas. Siempre recurres a los mismos argumentos. Podrías innovar un poco. –contestó la castaña sin bajar la varita.

-Lo que ocurre es que no quiero desperdiciar mis grandes ideas contigo, sangre sucia. He venido porque tengo una cita con el viejo loco chiflado, pero parece ser que antes tengo que convencerte a ti de que mis intenciones son buenas.

-¿Y cómo piensas hacerlo? Porque tu historial no va por el buen camino.

En vez de contestar, Draco dio la vuelta a su varita, cogiéndola por la punta contraria y, a paso lento, se acercó a la muchacha.

-Vengo en son de paz, Granger.

-¿Y eso por qué?

-A ti no te importa. El caso es que quiero ver ya a Dumbledore.

Harta de sus tonterías, Hermione le cogió por el brazo, apareciéndose con él en el despacho de Dumbledore. El director estaba sentado en su sillón, detrás de la mesa y tenía las manos entrelazadas. La muchacha ordenó a Draco que se sentase en un banco, y éste, por primera vez en su vida, obedeció. Mientras, la castaña dejó la varita del rubio sobre la mesa del director y se apartó de la visión de éste, quedándose al lado de Malfoy.

-Tengo entendido, señor Malfoy, que su padre lleva desaparecido varios meses y que su madre quiere apartarle de la vida oscura.

-Preferiría no hablar de mi vida personal delante de ella. –puntualizó el rubio, señalando con la cabeza a la Gryffindor.

-Me temo que esa no es opción alguna, señor Malfoy, puesto que la señorita Granger va a ser la encargada de protegerle.

-¡¿QUÉ? –exclamó Draco, levantándose de su sillón.

-Tampoco creas que a mí me hace gracia, Malfoy. –contestó ella, tajante.

-El caso es que lo que usted causasó me dejó débil y yo no tengo fuerzas para protegerle. Los señores Potter y Weasley están haciéndose cargo de ciertas tareas que yo no estoy en condiciones de realizar, y la señorita Granger se encargará de usted.

Ante el silencio de ambos muchachos, Dumbledore sonrió y prodeció a explicarles el plan. Ambos vivirían en una pequeña isla del Mediterráneo, protegida con magia avanzada. Era invisible al ojo humano, y estaría regida por un método similar a la casa de Grimmauld Place. Sería una especie de segundo cuartel de la Orden del Fénix. Pero tan sólo sabrían de su existencia las tres personas presentes en el despacho en ese momento, Harry, los Weasley, Tonks y Lupin. Los únicos que habitarían la isla serían los dos jóvenes, mientras que los otros, simplemente se encargarían de hacer una visita de vez en cuando para comprobar que las cosas iban bien.

Cualquier persona habría dado las gracias por estar en una isla del Mediterráneo, con mucho tiempo libre y disfrutando del sol. Pero eso no ocurría con nuestros protagonistas, ya que, además de ser enemigos jurados, ambos odiaban el hecho de estar apartados del mundo real.

Hermione, por su parte, odiaba la idea de no poder participar en la búsqueda de los Horrocruxes junto a Harry y Ron; y Draco, en cambio, odiaba en el hecho de renegar de su padre simplemente porque su madre se lo había pedido. Y es que, si ellos eran algo, era personas de palabra.

En el caso de Draco, era lógico. Él le había prometido a su madre que se apartaría del mundo en el que su padre le había involucrado desde antes de saber hablar. A pesar de que la solución que propuso Narcissa no fue la más acertada, según Draco, accedió a soportar los planes sin sentido de Dumbledore, aunque eso supusiera convivir con la persona que más había odiado durante sus seis años en Hogwarts.

En cuanto a Hermione, siempre había considerado que Dumbledore sabía lo que hacía, aunque, en algunos momentos no lo demostrase. Por eso mismo decidió obedecerle.