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¡Y sigo con las historias! Realmente quiero agradecerseles por su apoyo a todas y cada una de ustedes. Esta vez vuelvo con una historia que me parece y aclaro es un libro o algo así, no tiene nada que ver con el mismo porque ni lo he leído, ciertamente hay la función de un contrato pero no se parece en nada al mismo. Aclaro antes de que suceda un accidente. Me parece que el título es el mismo pero aclaro de nuevo que no es un adaptación ni nada, es completamente Mi idea. Gracias.

Volviendo al tema, es una historia hecha para Clarii, espero realmente te guste y cumpla tus deseos. Espero tu apoyo y espero a todo el mundo les guste.

Gracias por su apoyo.

Gracias por leer.


Disclaimer:

Prince Of Tennis no me pertenece.


Resumen:

Él busca una esposa de un solo año, ella solo busca el verdadero amor aunque por el momento no puede enforcarse en ello, Sanada nunca espero que en una agencia de casamenteros encontrara a alguien como ella pero en su situación es la indicada, solo espera no lastimarla porque se nota que es especial, solo espera poder con el contrato el cual es necesario en esos momentos en su vida personal, Sakuno luchara contra todos por el amor que siente por ese
hombre, el hombre del cual sin darse cuenta se ha enamorado mientras que Sanada buscara por todos los medios no enamorarse de ella... ¿puede nacer el amor bajo reglas?, ¿pueden florecer sentimientos en un "negocio" como el de ellos?... es momento de que se apueste el todo por el todo para encontrar la felicidad deseada... es momento de luchar por aquello en lo que se cree...


El Contrato

Capítulo I

- Me importa poco Seiichi, no pienso contraer matrimonio con tu hermana aunque sea solo para un año, la estimo pero ambos sabemos que lo de nosotros en su momento fue solo tontería adolescente así que dejalo por la paz - señalo el pelinegro con cansancio, Dios, su amigo de verdad que sabía como sacarlo de quicio mediante una llamada.

- Es mi única opción Sanada, tienes que contraer matrimonio en una semana o de lo contrario perderas todas tus empresas a no ser que quieras ir con la casamentera - señalo su amigo con un deje de burla, como lo estaba odiando en ese momento - Tengo una cita con ella mañana así que te dejo, tengo una reunión en una hora - dicho esto colgo mirando por el vidrio del auto en el que viajaba, su conductor iba a una velocidad tranquila lo cual le servía porque de esa manera podía pensar claramente en su situación.

Estaba más que enojado porque a su querido tío le había dado por creerse el heredero legítimo de las empresas de su hermano que en esta situación era su padre solo porque el testamento no había sido terminado pero lo gracioso del asunto era que nunca había ido durante el tiempo en las cuales las mismas estaban casi en quiebra, sin embargo, ahora aparecía cuando estaban en la cúspide del poder teniendo contrato con empresas grandes en las ramas que se enfocaba.

Dio un leve suspiro mientras se acomodaba en el respaldar del asiento, solo quería llegar a su junta y después hablar con la famosa casamentera, la cual le habían recomendado sus más allegadas amistades por dos razones, la primera era que siempre elegía a las perfectas candidatas para sus clientes y la segunda porque las mismas candidatas siempre sabían como desempeñar su trabajo sin mediar emociones como el amor y esas cosas en las cuales él no creía en lo absoluto.

El auto poco a poco se detuvo y tomo aire para bajar del mismo, el imponente edificio de su empresa le provoco una sonrisa, le había costado mucho tiempo llegar a formar un auténtico complejo de negocios entorno a las ramas de la empresa de su padre pero podía decir con seguridad que había valido y mucho la pena, entro por las enormes puertas de cristal notando que los empleados que a esas horas entraban de la hora de su almuerzo lo miraban con respeto y se apresuraban a hacerle una reverencia.

Con paso elegante camino hasta el elevador que solo él podía abordar y cuando las puertas se cerraron se aflojo un poco la corbata, se recargo en el elevador tomando aire para pensar en su vida, el que fuera a contraer matrimonio con una auténtica desconocida lo hacía pensar y mucho.

No era tan jóven, estaba en sus 26 años, sinceramente la edad para enamorarse había pasado hace mucho además de que nunca había creído en ese sentimiento, no después de ella, experiencias pasadas en su vida se lo habían hecho creer y con creces, él no estaba para el amor aunque ahora parecía que era necesario porque los abogados que llevaban el caso vaya que buscarían demostrar que su matrimonio era una farsa así que tenía que estar seguro de la candidata que elegiría.

El elevador se detuvo por lo que se dispuso a salir del mismo y caminar a la sala de reuniones, tenía que elegir a la candidata perfecta cuanto antes porque su tiempo se estaba agotando.


Estaba cansada pero no podía quejarse, era para pagar las deudas que su familia le había dejado, sus padres habían muerto hace más de siete años en un accidente, ella tan solo contaba con 17 años cuando todo eso había sucedido, su abuela en esos momentos residía en un asilo por dos razones, ella iba en el accidente de sus padres, había salido viva pero no en buenas condiciones.

Su cadera había salido dañada dejandola invalida por lo que tenía que tener cuidados especiales los cuales ella no podía dar cuando estudiaba su licenciatura en administración de empresas, cuando trabajaba para pagar la hipoteca de la casa, cuando pagaba el asilo de su abuela, eran muchas cosas las cuales tenía que
pagar cada mes por eso había preferido dejar a su abuela en el asilo aunque la visitaba cuatro veces por semana porque después de todo era la única familia que le quedaba.

Camino con paso más calmado hacía las puertas principales del campus de su universidad, sus clases por el día de hoy habían terminado, acomodo correctamente su bolso para pasar una mano por su cabello sujetandolo al final en un moño del cual cayeron algunos mechones, su celular sonó por lo que se apresuro a buscarlo en su bolso, empujo algunos cuadernos, lapices y golosinas a un lado para tomarlo finalmente.

Dio un jadeo ahogado cuando observo el número de una de sus jefas pero era de la que menos esperaba una llamada justo en ese momento puesto que por lo general recibía el dinero en un sobre que uno de los empleados de la misma llevaba personalmente a su casa, contesto de inmediato porque a ella no le gustaba que se tardaran tanto, era un tanto temperamental pero una buena persona en definitiva.

- ¡Sakuno, al fin contestas! - se sorprendio por el tono de la misma ya que siempre sonaba calmada - L-Lo siento - se disculpo escuchando un leve suspiro del otro lado de la línea - El candidato perfecto ha llegado cariño, necesito que en media hora estes en el distrito comercial cercano a tu universidad, veras a mi conductor el cual te traera al lugar en el cual quede con tu candidato - abrio los ojos sorprendida por esa noticia.

En los cuatro años en los cuales había estado como una candidata en la agencia de matrimonios arreglados "La Esposa Perfecta" nunca había sido seleccionada para conocer a un candidato, es decir, si ganaba dinero porque la agencia pagaba cada vez que un candidato pedía su "currículum" por eso es que hasta el momento no tenía más problemas de dinero pero si era raro que por primera vez fuera a conocer a un candidato.

- E-Estare allí - escucho una respuesta breve y colgo pero en ese mismo momento miro su vestimenta, no estaba vestida para la ocasión por lo que tomo su celular, era necesario llamar a su jefa y explicarle lo necesario pero justo en el momento en el cual lo iba a hacer su celular sonó de nueva cuenta siendo la aludida.

- Ven como te encuentres, es una imagen perfecta cariño, no demores por favor Sakuno, nos vemos - dicho esto colgo y miro el aparato, eso si que era algo realmente extraño puesto que por lo general las candidatas siempre eran vestidas de forma opulenta pero al parecer ella no, no dijo nada y solo apresuro el paso, si de verdad era tan importante como para que fuera justamente como estaba vestida entonces no tenía que demorarse demasiado así que comenzo con su caminata.


Entro en la sala de conferencias donde la famosa casamentera Kuzunoha Akira lo esperaba, la mujer era la mejor en lo que hacía sinceramente, amistades de su círculo social siempre acudían a ella, solo en dos ocasiones había escuchado que las candidatas elegidas terminaban con un "final feliz" con el candidato perfecto, abrio la puerta y vio a la mujer sentada donde supuestamente él tenía que estar sentado, vaya que era especial la mujer en ese sentido.

- Buenos días Sanada-san - saludo con una inclinación de cabeza sin hacer el intento de levantarse de donde estaba por lo que contra todo pronóstico se encamino hasta una silla de enfrente - Buen día Kuzunoha-san - saludo igualmente con una leve inclinación de cabeza mientras tomaba asiento y veía un solo expediente sobre la mesa, según sabía siempre señalaba tres candidatas no solo una.

- ¿Solo una? - pregunto con una ceja encarnada esperando la respuesta de la misma - De acuerdo a sus especificaciones es la perfecta candidata - aseguro tranquilamente lo que si se le hizo extrañamente raro, no podía creerlo, sus especificaciones eran demasiado para una sola candidata - Si es la perfecta candidata, ¿porqué no esta en este momento con otro candidato? - pregunto con calma y la castaña señora encarno una ceja mientras en sus labios aparecía una sonrisa irónica.

- Esta mujer es alguien muy especial para mi, no, no es mi familiar es algo más por esa simple razón nunca, absolutamente nunca le he dado un trabajo como este, por supuesto que hay más personas como usted que han leído su hoja de vida pero reitero, nunca le he dado un trabajo como este... hasta ahora - se sorprendio por lo segura que había sonado con referencia a la que podía ser su futura esposa, al menos por un año.

- ¿Por qué yo? - pregunto porque al parecer esa era la pregunta del millón de dólares - En su caso Sanada-san es necesario que sus abogados crean que al menos de entre tantas conquistas que ha tenido eligiera a alguien que no tiene nada que ver con las mismas, Riuzaky Sakuno es completamente diferente a ellas, puede verlo - le señalo el expediente y lo tomo de inmediato.

Al lado del mismo estaba el contrato que ella tenía que firmar el día de hoy si o si porque no había tiempo para buscar más candidatas, tomo el expediente observando una foto de la chica, sin embargo, parecía una niña, dudaba que tuviera más de 20 años, es decir, no le molestaba tener una esposa jóven pero no demasiado, miro un poco más abajo, bien, no era tan jóven, tenía 24 años era solo que no los aparentaba en lo absoluto y eso si que era realmente extravagante.

Desde los 18 años era una candidata en esa empresa, se sorprendio levemente cuando miro que durante ese tiempo hasta el presente 200000 candidatos habían leído su expediente, la empresa de la señora Kuzunoha era mundialmente conocida por lo cual no era extraño ver que todas esas personas vieran a la que podría ser su futura esposa pero si que era sorprendente que entre todas esas personas nadie hubiera tenido el privilegio de tenerla aunque fuera por un año.

Pensaba decirle algo pero justo en ese momento la puerta se abrio, la castaña delante de él sonrió con suficiencia a la persona, giro en su asiento esperando ver a su futura esposa cuando quedo prendado completamente de la misma, de alguna manera entendía las razones de la casamentera para no dejar que nadie tuviera un contrato con la famosa Riuzaky Sakuno.

Por unos segundos de verdad penso que estaba en prescencia de un ángel, facciones finas, la ternura de una niña combinado con el candor de una mujer, cabello cobrizo sujeto en un moño que dejaba caer varios mechones sobre su fino rostro, labios delgados y finos, nariz perfilada sin ninguna imperfección, ojos con un brillo único, completamente puros, apostaba lo que tenía a que nadie había tenido el privilegio de besar sus labios, lo sentía así, sus ojos de color caoba dejaban ver la sinceridad de la chica frente a él.

Descendio un poco más su vista, su cuello perfecto, clavículas definidas, busto normal, ni muy grande ni muy pequeño solo normal, caderas maternas al menos él tenía esa impresión, piernas torneadas y delgadas, no usaba ningun vestido fino solo vestía cómodamente pero aún así estaba en prescencia de una mujer recatada y simplemente hermosa.

- ¿Y bien señor Sanada? - giro un poco la cabeza, en el tono de la casamentera había un deje de burla y obviedad, entendía un poco el porque nunca le había dado un trabajo como el que él proponía justo en esos momentos - ¿La señorita sabe de que va el contrato? - pregunto en tono calmado aunque aún no salía del trance en el que se encontraba - Prefiero que sea usted quien tenga ese privilegio, los dejare durante una hora aunque se perfectamente cual sera su decisión - aseguro colocandose de pie.

La noto caminar hasta la chica que evitaba mirarlo a los ojos, linda al menos esa era su primera impresión, la casamentera saludo con un beso a la mejilla a la cobriza que le sonrió, el sonido de la puerta hizo eco en su cuerpo, miro a la chica que seguía de pie mordiendose ligeramente el labio, era el primer momento desde hace mucho tiempo que no sabía como comenzar y eso era algo digno de especificar y recordar.


Sakuno se mordio ligeramente el labio, no sabía que hacer, era la primera vez que estaba en prescencia de un hombre tan intimidante, su cabello negro estaba perfectamente peinado, sus ojos eran completamente fríos, su expresión digna de ser considera sombría, la veía con calma mientras ella moría de nervios, si esa era la persona con la cual tenía que contraer matrimonio durante un año quería salir corriendo por la puerta, sin embargo, era necesario tomar el trabajo porque la cuota del asilo de su abuela llevaba tres meses de retraso y tenía citatorios almacenados en la mesa de su sala.

- Toma asiento por favor - la voz de ese hombre era completamente fría y seria, nunca había estado tan cerca de alguien como él, con paso calmado camino hasta el sillón más cercano y tomo asiento acomodando su bolso con una sonrisa nerviosa.

- Sanada Genichirou - saludo con una inclinación de cabeza - R-Riuzaky S-Sakuno - contesto colocandose de pie y saludando con una reverencia, al menos tenía clase - Lo dejare en claro Riuzaky-san, necesito que sea mi esposa durante un año, la situación en la que me encuentro es que puedo perder todo mi patrimonio empresarial sino contraigo matrimonio en esta semana, necesito que durante ese año sea una buena ama de casa, que demuestra afecto hacía mi en público porque los abogados que llevaban mi caso buscaran cualquier indicio de que este matrimonio es una farsa, Kuzunoha-san la ha recomendado y ahora que la he visto creo que la decisión es que sea usted mi esposa - la cobriza solo lo miro con una expresión de sorpresa, no podía ser cierto, esposa de alguien como él durante un año era demasiado, no iba a poder con tanta presión pero de verdad necesitaba el trabajo.

- A-Acepto - murmuro tan bajo que una parte de ella esperaba que él no la hubiera escuchado pero desistio de esa idea cuando este se levanto, lo noto inclinarse mientras la tomaba del mentón, un escalofrío recorrio por completo su cuerpo, era la primera vez que su corazón latía tan rápido que pensó que se iba a salir de su lugar.

Ni siquiera con su novio Ryoma se había sentido de esa manera, apostaba que en ese momento un enorme sonrojo se había hecho presente en sus pómulos pero no le importaba - Primero que nada, nunca bajes la mirada ante mí, si he de ser tu esposo no espero que me tengas miedo - se sincero este con una sonrisa algo tranquila, asintió soltando su labio, lo noto separarse un poco y mirar su reloj, se notaba un tanto impaciente lo cual no le gustaba en lo absoluto.

- ¿S-Sucede algo? - pregunto ladeando un poco la cabeza y el pelinegro la miro mientras se despojaba del saco dejandolo sobre una silla, se aflojo la corbata y camino hasta donde ella, de un momento a otro el nerviosismo se apodero de su cuerpo, apreto el agarre en su bolso cuando la puerta se abrio, esperaba que fuera su jefa pero no, no era ella, era un hombre de cabello castaño y profundos ojos negros, la miro con una expresión de intriga pero también de superioridad.

- ¿Está es tu futura esposa? Por Dios que bajo has caído sobrino, no puedo creer que con tan poco te conformes pero es bueno saber que tu patrimonio sera mío porque nunca estarías con alguien como ella y me sera más fácil demostrarlo - señalo este y entonces comprendio que esa era la persona que estaba colocando en riesgo el patrimonio empresarial de su futuro esposo.

- Te pido una cosa tío, no insultes a la mujer que amo - hablo seriamente Sanada tomando desprevenido al que era su tío, hasta a ella le sonó convincente sinceramente - ¿La mujer qué amas? ¿Desde cuándo? - pregunto el castaño altaneramente, Sanada lo miro con furia en los ojos, agradecía que nadie fuera del círculo de candidatos conociera a la señora Kuzunoha porque si su tío llegaba a conocerla estaría en graves problemas.

- No tengo porque darte a ti explicaciones, fuera de aquí, Sakuno y yo tenemos que hablar - señalo como si nada y este le sonrió con calma, giro y la miro, se mantuvo calmada aunque en ese momento no estaba calmada - Me resulta increíble que alguien como tú sea de la familia, perdón, mejor dicho que alguien como tú pueda ser de mi familia - la sonrisa de odio la tomo desprevenida, solto una suave risa que se gano un gesto de furia de parte del tío de su futuro esposo.

- Y a mi resulta increíble que alguien como usted sea familia de alguien como Genichirou, de verdad que me encantaría saber de donde sale gente como usted aunque me doy una leve idea - termino con una suave sonrisa, el castaño pensaba contestarle pero solo salio de allí dando un portazo, no, no iba a demostrar que le tenía miedo, no cuando su trabajo era estar calmada.

- Me alegra saber que puedes defenderte sola - la voz del pelinegro la saco de su trance, le medio sonrió para tomar asiento en el sillón, era su primer trabajo así que ante todo tenía que tener calma, pensaba contestarle cuando su celular sonó, tomo su bolso y se sorprendio ligeramente al recibir una llamada del restaurant
donde trabajaba, su turno empezaba dentro de dos horas, al menos eso marcaba su reloj.

- ¿B-Bueno? - escucho el grito de su jefe, no le agradaba en lo absoluto pero trabajo era trabajo - N-No puedo ir, mi turno empieza en dos horas, necesito adelantar un trabajo de cálculo - se sincero con este escuchando una suave risa del otro lado de la línea - ¡Me importa poco, te quiero en media hora aquí que estamos cortos de personal! - le dolía la cabeza desde hace unos momentos.

No había desayunado nada hasta ahora más que un simple vaso de leche, además de que de verdad tenía que hacer un trabajo de cálculo, sintio la mirada de su futuro esposo sobre ella lo que la hizo sentir vergüenza porque después de todo él no tenía problemas de dinero como ella que si que tenía - E-Estare allí - dicho esto colgo mientras guardaba su celular y se levantaba con prisas, tenía que darse prisa si no quería recibir un regaño de parte de su jefe.

- Aún no hemos terminado Sakuno - señalo este y ella solo bajo la mirada - E-Es importante que llegue al trabajo, l-lo n-necesito - se sincero y este negó con la cabeza mientras daba un leve suspiro - Si eres mi pareja no necesitas trabajar ahora después de esta aclaración necesito saber dos cosas, ¿cuántos trabajos necesitas y para qué?, ¿qué estudias y qué grado? - le señalo el sillón y ella tomo asiento mientras se mordía el labio, ¿no era más fácil que leyera su informe a que le preguntara cosas como esas?.

- T-Tengo t-tres trabajos, los necesito para pagar las deudas de mi familia y el asilo de mi abuela, estudio administración de empresas, segundo año de universidad - contesto desviando la mirada, escucho un suspiro para verlo pasarse la mano por el cabello, ese gesto según ella era de desesperación, ¿porqué?, no lo sabía.

- Esto no esta bien - murmuro tomando su celular para hablar con una persona, escucho cosas como "¿Porqué no me informo de su situación económica?", "No puedo quedarme con ella", instantes después la puerta se abrio, miro a la señora Kuzunoha que parecia furiosa pero no sabía porque - Es una estúpida razón Sanada-san - señalo ella y la cobriza estaba perdida en medio de esa conversación aunque por lo escuchado se daba una leve idea.

- No, no es una estúpida razón Kuzunoha-san, no se vera bien que la que puede ser mi futura esposa trabaje desde hace quien sabe cuanto tiempo mientras yo nado en dinero, mucho menos que tenga deudas familiares y yo no la haya ayudado - señalo el pelinegro furioso mientras camimaba por la estancia - Creo que se vera bien porque eso demostrara que el "amor" que ella siente por usted va más allá de vivir de su dinero - Sakuno se mordio ligeramente el labio, se había equivocado con el pelinegro.

Había pensado que el que ella trabajara y tuviera deudas familiares no iba a influir en su decisión pero al parecer si que iba a influenciar, de alguna manera lo entendía pero de otra manera dolía un poco que la tomara como menos por el hecho de que trabajaba - No lo creo así sinceramente, creo que lo mejor es buscar una mejor candidata, de mi tío me encargo yo, ahora que cree que ella es la mujer que amo debo de empezar de inmediato con otra candidata, ese descuido ha sido mío... lamento los percances señorita Riuzaky - la cobriza lo miro con una linda sonrisa negando con la cabeza, quería llorar pero no lo haría - N-No hay problema, d-debo irme... e-el t-trabajo espera - hizo una leve reverencia mirando a su jefa que le sonrió con calma, tomo su bolso y salio apresurada de allí, sus ojos se volvieron vidriosos.

Camino de prisa hacía el elevador para apretar el botón en repetidas ocasiones, entro y las puertas se cerraron de inmediato, se recargo en una pared y limpio algunas lágrimas que descendieron por sus mejillas, era obvio que el cuento donde la plebeya se quedaba con el príncipe no iba con ella, esos eran solo cuentos de hadas.

Las puertas se abrieron y salio de allí con grandes prisas, las puertas de cristales estaban a menos de cinco metros cuando choco con alguien, tropezo con esa persona cayendo al suelo - Lo siento mucho... ¿problemas en el paraíso? - se quedo completamente quieta ante el tono de voz del tío de Sanada, no sabía que decir o hacer - Y-Yo... - las palabras no salían de sus labios, se suponía que al no firmar el contrato lo que había sucedido en aquella estancia se quedaba en esa estancia pero nunca había esperado encontrarse con el tío del que pudo haber sido su futuro esposo.

La carcajada del mismo la saco de sus cavilaciones - ¿Creíste de verdad qué mi sobrino se fijaría en alguien como tú? No eres más que una cazafortunas, ni siquiera eres digna de haber compartido el mismo espacio que mi sobrino, con solo verte puedo decirte que no eres de nuestro mundo, no eres más que una plebeya que ni siquiera tiene que pisar este suelo, no perteneces a nuestro mundo, me da vergüenza admitir que mi sobrino tuvo algo que ver contigo, sinceramente es asqueroso el solo respirar el mismo aire que tú, no pu... - no midio en ningún momento sus actos, no se controlo al estrellar su mano derecha en la mejilla del tío de Sanada que estaba atónito ante la acción, temblo demasiado al ver que este la miraba asesinamente puesto que las personas los estaban mirando, a ella nunca le había gustado ser el centro de atención.

- ¡T-Tú... - este alzo la mano y ella cerro los ojos de inmediato esperando el golpe pero este nunca llego, abrio poco a poco los ojos mirando a Sanada que sostenía en lo alto la mano de su tío con una expresión furiosa - Intenta tocarle un solo cabello a mi prometida y te arranco la mano - siseo apretando el agarre, ella solo se quedo de piedra... ¿prometida?, se suponía que no lo sería.. ¿qué estaba sucediendo en ese momento?.


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Espero te haya gustado Clarii.

Espero les haya gustado.

Gracias por leer.