Historia editada.
ANTES DE EMPEZAR A LEER:
Hola a todos los lectores de la sección de RE. Si alguno se dio cuenta, este fic llevaba ya muchos años en la página, pero lo borré para hacer una edición. Espero les guste.
Como lo hice la ocasión anterior, les notifico que en esta historia hallarán referencias sobre los videojuegos (RE1, RE2, RE3, RE CODE VERONICA, RE 4 Y RE5) y los libros de S. D. Perry. También hay datos de la película Resident Evil Degeneration.
El fanfic es todo romance. Si al terminar de leerlo no se han fastidiado de mí, los invito a continuar con la secuela llamada: EL ÚLTIMO ENEMIGO.
Gracias por darse la oportunidad de leerme, sólo me resta pedirles ¡que lo disfruten!
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CAPÍTULO I… RECUERDOS Y REENCUENTROS
LEON
Jamás podré olvidar lo que pasamos aquella noche en Raccoon City. Fue el principio del horror que hemos vivido desde entonces. En cierto modo, mi preparación como policía me hacia esperar cualquier cosa, pero ella, ella era sólo una niña de 19 años, que debería estar en la Universidad y sin embargo, justamente ese día, decidió entrar a la ciudad para buscar a su hermano. Cualquier persona mentalmente débil hubiera terminado en un psiquiátrico.
¿Quién diría que en mi primer y único día de trabajo como policía, tendría que enfrentarme a zombies? Y después de separarme de Claire, me encontraría con una hermosa mujer llamada Ada Wong. Recorrer una comisaría y unas cloacas no es precisamente una cita, pero en ese tiempo que estuvimos juntos ella me fascinó. De aquella pesadilla apenas y pudimos escapar Claire, Sherry y yo…
Luego, en compañía de los prófugos miembros del equipo S.T.A.R.S. vino aquella terrible experiencia en ese maldito laboratorio subterráneo, "El Planeta", que White Umbrella tenía en Utah. Al menos Claire no tuvo que sufrir el horror de ver semejantes criaturas en el piso subyacente de esa construcción, pero no por ello se libró del aberrante y monstruoso "Fósil", al cual yo mismo liberé, sin saber que estaba poniendo en peligro la vida de mis compañeros, pero sobretodo, la vida de ella… Nos salvamos por muy poco. Ya para ese momento, estaba emocionalmente involucrado con Claire.
Sin embargo, aunque John, David, Rebecca y yo tratamos de protegerla en Francia, cuando ella esperaba a su hermano en el lugar que habían acordado para reencontrarse, Umbrella la emboscó. Ella atrajo la atención de aquel equipo para dejarnos fuera de su vista. De un modo u otro ellos se enteraron de que Chris estaría allí y fueron por él, pero jamás esperaron que Claire creara semejante conmoción en la Base de Umbrella establecida en Paris. Al final de cuentas, no atraparon a Chris, sino a la pequeña Redfield. Después la llevaron a la isla Rockfort. Sé que de no ser por las agallas que siempre ha tenido hubiera perecido en aquel lugar. Quise ir en su rescate en cuanto vi su mensaje solicitando ayuda, pero Chris Redfield no me lo permitió. Aunque enfurecí por la impotencia en ese momento, al final lo comprendí; después de todo, él era su hermano mayor, su único familiar, y yo… yo sólo era su "compañero de viaje", por decirlo de algún modo. Pero el lazo que creamos en ese tiempo fue… estrecho.
Y a pesar de todo, a pesar de nuestros esfuerzos por protegerla, ella vivió lo inimaginable en aquella isla y luego en la Antártida, cuando Claire y ese chiquillo, Steve, se convirtieron en el principal de objetivo de la demente familia Ashford. Pero esa mujer es sencillamente increíble. No solo sobrevivió, sino que fue capaz de sobreponerse y convertir su experiencia en energía para proteger a las personas.
Después de eso, nuestros caminos se volvieron muy diferentes. Ella se alejó de las balas y del constante peligro, lo cual me hizo sentir alivio, pero yo me inmiscuí más en él. Descubierto mi ruta. En esos años fui sometido a un entrenamiento riguroso, pues ante los ojos del Gobierno de mi país había demostrado mi valía. Me destaqué llegando a trabajar como Agente Gubernamental para el Servicio Secreto de los Estados Unidos en la sección especializada para la lucha contra el bioterrorismo.
Cuando me asignaron la custodia de Ashley, la hija del Presidente Graham, parecía que mi suerte cambiaría, pero parece que mi destino ya está escrito, pues ella fue secuestrada y llevada a España. Aquella misión para rescatarla ha sido una de las más difíciles de mi vida. Mi inesperado reencuentro con Ada Wong toma un lugar especial entre las memorias que guardo, pero ese ocupa un lugar muy especial. Esa mujer seguía tan bella y deslumbrante como la recordaba, o quizá un poco más, pero ya no era aquél novato de 21 años. Sus maravillosas habilidades en combate, su misteriosa personalidad y el perfecto cuerpo fueron suficientes para dejarme embobado cuando era joven. Pero ya no más, o al menos eso me repetí mil veces cuando la tuve frente a mí. Esa mujer era una hechicera, podía perderme en sus ojos negros y remover todos los sentimientos que tenía guardados. A esas alturas, sabía que Ada había tenido algo que ver con Albert Wesker y por si fuera poco, me arrebató la muestra de Las Plagas, seguramente para venderlas al mejor postor… A pesar de todo, a pesar de que debería detestarla, no estoy seguro de qué debería sentir por ella.
Un año pasó en un abrir y cerrar de ojos luego de los sucesos de España. Cuando se cumplían casi siete años de la tragedia de Raccoon City, ocurrió el famoso incidente en el aeropuerto de Hardvarville, provocado por la ambición de WilPharma. La misión era relativamente sencilla: rescatar sobrevivientes. Pero jamás imaginé que me reencontraría en medio de eso caos a la persona que protagonizaba los mejores sueños que he tenido: Claire Redfield. Tanto como Ada me confundía de la peor forma, Claire siempre ha sido lo opuesto. Esa mujer es luz, simplemente eso. Nuestro reencuentro fue bajo circunstancias en extremo parecidas a aquella primera vez años atrás, pero lo que encontré frente a mí, en lo absoluto se trataba de una colegiala asustada que llevaba su rojizo cabello en una coleta… Ahora era una hermosa mujer, que por cierto, seguía llevando su cabello en una coleta.
Seguía siendo la aguerrida mujer que recordaba. Y siempre cuidando de los pequeños inocentes. La vi desmoronarse al saber que Terra-Save, la asociación a la que podría haber entregado su vida de ser necesario, indirectamente era la responsable de la muerte de esas personas al haber interferido en la entrega de la vacuna contra el Virus T. De pronto, algo despertó en mí, algo hizo clic. De haber sido cualquier otra persona, hubiese dado media vuelta eludiendo el deber moral de ofrecer un consuelo, pero era ella, Claire. Mi compañera, mi amiga; y algo más. Algo a lo que no supe ponerle nombre (y aun hoy no estoy seguro de tener uno). Pero no debería sorprenderme, tratándose de Claire siempre hay algo más por descubrir. De cualquier forma, sé que no hice mucho por ella, sólo le hablé, cuando en realidad deseaba estrecharla entre mis brazos. Pero en el momento en que me decidí a hacerlo, los camiones con las vacunas de WilPharma explotaron y a partir de allí se desató el efecto dominó.
Las cosas con Ángela fueron… extrañas. Las circunstancias me llevaron a cooperar con ella; sin embargo, cuando vi a Claire herida en las instalaciones de WilPharma mi primer impulso fue sostenerla en brazos y sacarla de allí a la brevedad, pero ella me lo impidió. Hermosa, inteligente, fuerte y orgullosa. ¡Vaya combinación! Pero sé que ante todo está su sentido del deber. Con su pierna lesionada, y por qué no, asustada, se enfrentó sola al ataque de zombies y a los embustes que la compañía estaba haciendo.
Cierto, salvé a Ángela al darle oxigeno cuando ambos saltamos al agua luego de la explosión, pero para mí sólo fue eso. Y ella también me salvó. Aun así, cuando sostuve su mano, luego de que su mutante hermano Curtis Miller muriera… no sé, no era a ella a quien veía, era la necesidad de que alguien estuviera a mi lado. Era el espacio vacío en mi vida. Era la única persona en el planeta que comprendía mis pesadillas porque ella soñaba con lo mismo. Nuestro acercamiento a la muerte fue simultáneo y las experiencias posteriores consolidaron aquellos sentimientos juveniles.
Bien, el monstruo había sido derrotado, y mi única preocupación era encontrar a Claire sana y salva. Ella lo había logrado. A esas alturas eso ya no debía sorprenderme. Ella es capaz de patearle el trasero a la mismísima muerte. Creo que me extralimité cuando la regañé por no haber seguido mis indicaciones, pero no podía culparme, estaba tan preocupado por ella.
Claire es de esas mujeres que, sin proponérselo, pueden quedarse en tu mente para siempre. ¿Cómo alguien puede ser tan cálida y dulce y ser perfectamente capaz de patear el trasero de los villanos cual heroína de comics? Quizá algún día lo sabré. Gracias a Hunnigan descubrimos que el autor intelectual del desastre fue Frederic Downing y le tendimos una trampa. Logramos nuestro cometido. Despedirme de ella no fue sencillo, si tan solo hubiésemos estado juntos más tiempo... Pero aquel no era el momento adecuado.
Ahora tengo 30 años, hace cuatro años Umbrella fue derrocada. Un año después rescaté a Ashley Graham, me enfrenté a los Iluminados y tuve mi último encuentro con Ada Wong. Dos años han transcurrido desde que me despedí de Claire cuando subí al helicóptero y no la he vuelto a ver. Un año y medio pasó desde que hablé por teléfono con ella para que Chris, Jill, Barry, Rebecca, Carlos, Billy, John, David, Claire, Ark, mi viejo amigo y camarada, quien murió hace medio año en una misión en Asia, y yo fundamos la Alianza para la Evaluación de la seguridad frente al bioterrorismo, mejor conocida como BSAA (Bioterrorism Security Assessment Alliance). A pesar del tiempo transcurrido, no puedo evitar preguntarme: ¿realmente habrá un lugar un poco más normal o placentero para nuestro próximo encuentro?
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CLAIRE
Mi vida, en definitiva, no ha sido normal. A mis 28 años, puedo decir que he visto el infierno sobre la tierra. La vida que debí llevar se fue volando por la ventana en el mismo momento en que crucé el umbral de Raccoon City… Es gracioso, Chris aun piensa que pude haber sido una excelente profesora de Jardín de niños. Recuerdo que aquel día decidí lanzarme a la ciudad de forma precipitada. Ni siquiera tenía mi atuendo habitual de motociclista. Usaba uno pantaloncillos cortos (de lo cual me arrepentí a la brevedad) y salí a toda prisa en busca de Chris, mi querido hermano. Burlé la seguridad que tenía acordonada la ciudad, completamente segura de que él estaba allí, o en el peor de los casos, por lo menos encontraría pistas para encontrarlo…
Sé que sola no hubiera sobrevivido ni media hora. Leon me encontró y aunque tuvimos que recorrer la ruta por separado, él me dio un arma y gracias a eso sobreviví a los zombies, al acoso del "Señor X" y pude proteger a Sherry. Cuando nos reencontramos en las alcantarillas temí tanto por su vida al verlo recargado en la pared y con esas manchas de sangre… Ada Wong; pensar que por ella él terminó herido. Y sus heridas no sólo fueron físicas. El daño que Leon recibió por esa mujer no pudo ser sanado ni en ese momento, ni en otro… Tal vez el vínculo que crearon en aquel momento fue estrecho, pero indudablemente, las mentiras y los engaños arruinan eso. Ada fingió su muerte para obtener la muestra del virus, y lo logró.
En el mundo en el que nos movemos no hay secretos. Me enteré que en el reporte que Leon entregó cuando viajó a España para rescatar a la hija del Presidente, aparecía Ada. Se reencontraron. Leon tuvo su segunda oportunidad para establecer algo con ella. Pero no sucedió, y mis fuentes deducen que fue por el "trabajo" que ella realiza.
¡Qué gracioso! Jamás imaginé que, en cierta forma, mi hermano sería el medio que me mantendría en contacto con Leon. Cuando terminó el terror que viví en compañía de Steve, Chris me preguntó qué tan cercana me había hecho del "novato". Yo no supe que responderle. Chris seguía siendo mi hermano mayor, y hablarle de chicos no era algo cómodo. Pero jamás me iba a imaginar que me despediría de Leon al poco tiempo. Él había sido llamado por el Gobierno y aceptó, tuvo mucho que ver que los STARS prófugos, mis amigos, lo convencieran para que fuese el nexo con la ley que tanto necesitaban. Todos nos habíamos propuesto derrocar Umbrella y lo conseguiríamos.
Antes de que Umbrella cediera, yo me alejé de aquel mundo que no era el mío. Concluí con la carrera que había dejado inconclusa en la Universidad, y uniéndome a Terra-Save encontré mi lugar para seguir peleando, pero esta vez usaría como arma mi voz. Aun existían muestras de los virus, y mi labor sería alertar a los Gobiernos para erradicarlos.
Con aquel asunto de WilPharma me volví a implicar de forma directa con la acción. Y sucedió lo que creía imposible: Volví a ver a Leon. Dios, a pesar de que tenía zombies a mis espaldas, verlo me dejó helada. Chris ya no podría llamarlo "novato". Pensé que debía ser un crimen que alguien tan apuesto se dedicara a algo tan riesgoso. Definitivamente mis neuronas no trabajaban en ese momento, pero pronto recordé que la vida de la pequeña Rani dependía de mí. Un Dejavú. Huyendo de monstruos protegiendo a una niña. ¿Dónde lo había visto? Y otra vez, Leon tuvo que darme un arma para sobrevivir.
No puedo negarlo, Frederic Downing me atrajo… Debió ser algo así como un complejo de Edipo momentáneo. ¡Y yo que siempre creí que me había librado de padecerlo! Nunca me habían gustado los hombres mayores, pero ese inglés tenía algo… No era tan apuesto como Steve, pero…
Steve, recordarlo aún me lastima; es cierto que no pude verlo de la misma forma que él a mí, pero su muerte no fue justa. Encima de todo Wesker robó su cuerpo… Creo que eso me hizo reaccionar. Yo no podía continuar involucrada en ese mundo. No me pertenecía, no estaba lista para ello.
Ciertamente tenía habilidades en el manejo de armas, pero era sólo un pasatiempo. Y tampoco era para sorprenderse. Mi hermano siempre supo que su camino estaba en el ejército, así que compartía tiempo con él en Clubes de tiro. Él me enseñó y era buena, pero jamás creí que requeriría de un arma para sobrevivir. Perder a alguien con quien había pasado momentos difíciles y quien me había protegido con su propia vida hizo que por fin sintiera miedo. No, ese camino no era el mío, aunque a esas alturas ya estaba tan involucrada que no podía dejar de pelear, pero lo haría a mi manera.
Mi hermano jamás abandonaría a sus compañeros, especialmente porque muchos de ellos eran sus amigos, hasta podría decirse que a un par de ellos los veía como hermanos. Bueno, excepto a Jill… definitivamente a ella no la veía como una hermana.
Sin Leon en el grupo, yo no podría ayudar mucho más. Eso resultó más que evidente al ser secuestrada y llevada a la Isla Rockfort. Antes que
apoyo resultaría un estorbo y no podía darle semejante carga a Chris y a los demás.
En el momento en que Leon y yo nos separamos, nuestra "relación" se enfrió. Nunca hubo un inicio, así que no podía haber un final. Lo que sentía por él debía dejarlo en una cámara criogénica en mi corazón. Matar ese sentimiento que no tenía nombre me resultaría imposible. Hay lazos difíciles de romper, y definitivamente, el nuestro era uno de esos. Tal vez, algún día las cosas resultarían…
Pero al paso de los años, vi que eso no ocurriría… Al percatarme del coqueteo de Ángela con Leon, me convencí de que él no era invisible para el género opuesto, y también me di cuenta de que yo no podía ser la mujer de su vida. Hubiera querido serlo, pero hasta ese momento comprendí que el trabajo que todos mis amigos realizaban era absolutamente necesario. Alguien debía hacerlo, aun a costo de sus vidas. Y por supuesto, eso incluía sus vidas personales. Nuestras vidas personales. El precio era justo, tomando en cuenta cuáles serían los beneficios. Despedirme de él nuevamente fue difícil. Me pregunto qué hubiese sucedido de haber compartido el viaje en helicóptero. Hablar de lo que fue, de lo que podría ser tal vez nos hubiera acercado. Tal vez tendríamos una vida diferente… tal vez…
No, en estos momentos no hay un "tal vez" ni para él, ni para mí. Yo estoy dedicada en cuerpo y alma a ser embajadora de la Organización de las Naciones Unidas en el departamento de evaluación de la seguridad frente al bioterrorismo. Él prácticamente es un Súper Agente, y no sería extraño que estuviera involucrado en una relación.
Yo estoy… viendo la opción de salir con alguien. Es un buen chico, colega del trabajo y un hombre comprometido con Terra Save. Pero las cosas no son tan sencillas. Una relación implica compromiso y honestidad. Evidentemente, no puedo dar plenamente lo primero, y ¿a quién podría confiarle todo lo que he vivido? ¿Quién podría comprenderme? Mi hermano ha sido muy afortunado al conocer a Jill. Y ella también por tener a su lado a un buen hombre. Pero hace tiempo me convencí de que ese tipo de vida no es para mí, pero Neil está luchando contra mis fantasmas y demonios.
A veces quisiera darle una oportunidad, quisiera llevar una vida lo más parecido a lo normal, con citas, besos y calor por las noches, pero mis pesadillas no han desaparecido. Realmente espero que todo se aclare cuando regrese a casa…
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EL INICIO
¡Claire estaba agotada! Chris se lo había dicho, hacer un doctorado era buena idea, siempre y cuando pidiera vacaciones en su empleo. Ambas cosas la iban a fatigar. Pero claro, estaba hablando con una Redfield. Simplemente, no estaba en sus genes aceptar que algo era difícil o imposible para ella. Además, un par de días de desvelo (aunque en este caso eran muchos meses sin dormir adecuadamente) no acabarían con ella.
Pero no contaba que con otros notarían la fatiga que se hacía patente a través de dos tremendas sombras negras rodeando sus ojos. Su jefe no la cuestionó, la obligó a tomar seis meses de descanso. ¡Eso era indecente, inmoral, indebido, inadecuado e injusto! Claire ya tenía sólidos argumentos con los cuales rebatir esa arbitraría decisión, cuando su superior añadió cuatro palabras que la dejaron muda:
"Aceptas o te despido".
Y él tenía los medios para hacerlo. A pesar de que el desempeño de la chica era sobresaliente, no estaba excluida de "algunas" faltas por no acatar órdenes. Pero en definitiva, la culpa de su poca paciencia la tenía su carga genética.
Pero esa era una orden que no podía ignorar. Curiosamente, ese fin de semana iniciarían las vacaciones de primavera, el internacionalmente famoso Spring Break. Chris y Jill Redfield habían encontrado bastante divertido obsequiarle a la pequeña Claire un boleto para Cancún, en México, justo en la temporada en la que los hormonales adolescentes hacían tremendas orgías en esas playas.
Ni hablar, el viaje ya estaba programado; vivía en un departamento en Nueva York, su hermano y cuñada eran sus vecinos de enfrente. Por ello, Jill le ayudó a hacer su equipaje. Claro, que la castaña no permitió que hiciera demasiado esfuerzo; Jill tenía cuatro meses de embarazo y aunque ella decía que le fastidiaba que la cuidaran tanto, en realidad estaba más que agradecida de haber encontrado un verdadero hogar.
Claire partió hacia el aeropuerto con su equipaje, su lap top, un pequeño neceser con sus artículos personales y nulas expectativas. Su estadía duraría un mes, y dado que esa fase del doctorado la realizaría vía Internet, no tenía ningún problema con pasar quince horas dormida, y nueve horas turisteando un poco, comiendo y nadando durante la semana en la que los adolescentes estuvieran en cada rincón de las playas. Después, cuando tuviese que regresar al trabajo del doctorado, únicamente tendría que disminuir las horas de sueño a 10, ocupar esas cinco horas restantes para leer, y asunto arreglado.
Perfecto, ahora tenía un plan, y si algo había aprendido durante su corta estadía en la pequeña agrupación militarizada formada por algunos STARS, es que cuando existía un plan al cual apegarse, por muchos contratiempos que hubieran, las cosas tendrían que resultar como uno quisiera. Y después de todo, ¿qué infortunios podría haber en una playa tan placentera?
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Leon se sentía feliz de poder escapar del trabajo y las obligaciones. Adoraba su empleo. Para él no sólo era un medio para vivir, era en buena parte su motivo de vida. La adrenalina que recorría su cuerpo en aquellas misiones en las que arriesgaba su pellejo lo mantenía vivo. Pero los últimos días poco o nada tuvieron de excitantes. Y debía agregar que un mes de vacaciones no compensaba las incontables veces que había solucionado problemas del gobierno, pero era algo.
Esa última misión lo había dejado molido. No tenía problemas con esquivar balas, golpear, correr, brincar, nadar… ¡Pero eso de cuidar niños no era lo suyo! Era el colmo que siendo el mejor agente, y lo decía con toda humildad, le dieran la orden de proteger a Ashley y su pequeño hijo en un viaje de ocho horas… ¿Quién diría que esa jovencita que había rescatado en España contraería nupcias a un cinco meses de aquella experiencia, y teniendo dos meses de embarazo? En una ocasión, la rubia mujer le había dicho que aquella experiencia la había hecho tomar conciencia de lo corta que era la vida, y que ella disfrutaría la suya al máximo, mientras tuviera oxigeno en sus pulmones.
Leon tenía una perspectiva por mucho diferente a la de la hija del Presidente. Sabía que existía algo así como un agujero negro en su vida. Algo que le hacía falta. Alguien con quien convivir. Pero también sabía que no quería compartir los riesgos que su profesión conllevaba. Vio el dolor que causaban las pérdidas, y no deseaba llorar por nadie, y mucho menos que alguien llorara por él. Pero cierto, Ashley hizo que tambalease su mundo cuando preguntó:
"¿Entonces, no tienes por quién vivir o por quién morir?"
Recordó que sólo una vez había sentido la necesidad de estar cerca de alguien. Y que ese sentimiento lo asustó. A esa hermosa pelirroja quiso protegerla, y tenía la certeza de que ella cuidaría de él (lo cual no sucedió durante su corta convivencia con Ada Wong). ¡La necesitaba! Por eso la idea de alejarse no le resultó tan mala. Cuando la secuestraron, vivió los peores diez días de su vida pensando en cómo estaría. Temiendo que estuviese muerta y nunca volviese a verla. No pudo dormir, así que se concentraba buscando algún rastro suyo, infiltrándose en sistemas, analizando opciones. Si se quedaba quieto la angustia terminaría matándolo… No quería volver a sentirse así de vulnerable. Pero debía admitir que la soledad comenzaba a asfixiarlo.
Además, empezaban a circular rumores de la posible renuncia del Presidente. Si eso sucediese, Leon se quedaría sin empleo. Pero su trabajo no terminaría allí. Formaba parte de la Alianza para la Evaluación de la Seguridad frente al Bioterrorismo o BSAA y sabía que no podría permanecer inactivo eternamente. La vida sin acción aún no le atraía, aun cuando contaba con fondos más que suficientes para que él mismo y sus hijos vivieran con algo más que comodidades el resto de su vida, sin tener la necesidad de mover un dedo. Pero siendo honestos, al paso que iban sus relaciones de pareja, ni siquiera habría una siguiente generación.
Llegó al afamado y lujoso hotel con su equipaje. Nada ostentoso: una maleta de ruedas de tamaño mediano y su lap top. Evidentemente, no pensaba trabajar en lo absoluto, pero nada como mantenerse informado a través de internet. Entró con toda la calma del mundo. No era quisquilloso, pero a sabiendas de que esas vacaciones eran para compensar un poco el estrés sufrido durante el cumplimiento de su deber, decidió hospedarse en el mejor hotel de la bahía, sin importar el costo. Al saber que él ocuparía una de las suites, fue atendido con excesiva cortesía desde que hizo su registro. Se le informó que lo que él necesitara sería entregado a la brevedad. Entró a su enorme habitación. En extremo grande para una sola persona, pero necesitaba consentirse un poco.
Estar en un hotel de cinco estrellas tenía una ventaja extra: no habrían demasiados Spring breakers a los alrededores. Ciertamente, él no estaba al tanto del calendario escolar, por eso nunca se le ocurrió pensar que tendría que soportar durante una semana las hormonales conductas de aquellos jovenzuelos. De saberlo, hubiera elegido una playa Europea para descansar. Ni hablar, ya estaba allí. Durante una semana descansaría lo posible, evitando salir. Luego, unos cuantos paseos para aprender algo de la cultura local lo entretendrían el resto del mes.
Estando fuera de servicio, el transporte aéreo dejó de ser privado, y si bien le agradaba viajar en la primera clase de los vuelos comerciales, nunca faltaba la "oportuna" mujer que deseaba hacer charla. El hecho de que él poco participara, generalmente las desanimaba, pero en este viaje, esa técnica no funcionó. Por ello, un dolor de cabeza fue inminente, y además tenía hambre. En ese momento, lo primero era alimentarse.
Se dirigió al baño para darse una ducha y salir, pero primero abrió su maleta y comenzó a distribuir su ropa y artículos personales. Había gente que se encargaba de eso, pero a él le agradaba ocuparse de sus propias cosas. Cuando se dirigió al buró derecho de la cama, abrió el cajón y sonrió al ver una caja completa de preservativos. Así que por eso preguntaban si iba solo o acompañado. Imaginaba que si una familia con niños empleara la suite eliminarían esos artículos de las cortesías.
Lo gracioso es que era imposible que él les diera uso a los condones. Tener aventuras durante su viaje de descanso era lo último que le apetecía. Conocer a alguien, fingir interés, iniciar caricias carentes de emoción y amanecer con alguien a quien ni siquiera conocía no le interesaba en lo más mínimo. Ni hablar. Empezaba a madurar, o envejecer.
Bien, antes de pensar en su siguiente movimiento en lo que tuviera que ver a sus relaciones sentimentales y a su vida en general, descansaría todo lo que le fuese posible en esa playa de México. Había estado allí una vez, pero por trabajo, así que no había podido disfrutar de nada. Esta vez las circunstancias eran por completo diferentes. Disponía de suficientes recursos como para que su estadía fuera algo más que plácida.
Se olvidaría de estar cuidando jóvenes madres histéricas y chiquillos llorones. Claro, eso sin mencionar a un joven padre desesperado. Esas vacaciones pintaban para ser un parte aguas en su vida. Si las cosas resultaban la mitad de bien de lo que tenía previsto, entonces pronto podría tomar una de las decisiones más importantes de su vida…
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Cuando Claire llegó al hotel, luego de cubrir el protocolo del registro, pretendió tomar un refrescante baño, descansar un poco luego del viaje, y salir a comer algo ligero. Acababa de salir de la ducha y se tendió sobre la cómoda y enorme cama cuando la puerta de su habitación se abrió de golpe revelando la estilizada figura de una joven rubia que rebozaba felicidad. Aparentemente no había cerrado la puerta tan bien como creía.
-¿Sherry? –Preguntó Claire con los ojos bien abiertos mientras se reincorporaba con rapidez-. ¿Qué rayos haces aquí, niña? ¿No se supone que ibas a pasar unos días con tu tía? ¿Con quién vienes? ¡No me digas que a Chris y Jill se les ocurrió hacer el viaje!
La rubia dejó su equipaje en el piso y subiendo los hombros, con simpleza, respondió:
-Cambio de planes, lo siento. No te preocupes, he venido yo sola. Y deberías aprender a cerrar la puerta como la gente normal. En este viaje ni siquiera traes contigo tu arma y te atreves a dejarla sin seguro.
-Bien, bien, lo siento mamá, tendré más cuidado la próxima vez. Pero aunque me causa una enorme alegría verte aquí no puedo dejar de preguntarme si esta visita es obra tuya o aquel par tuvo algo que ver…
-Bueno, a decir verdad fue un plan elaborado en conjunto. Son mis últimas vacaciones en la Universidad, y cuando Jill me llamó para decirme que te habían enviado acá, ambas pensamos que sería divertido que estuviéramos juntas una semana. Mi tía lo entendió y ya que de hecho tenía mucho trabajo, me dio suficiente dinero para estar aquí. Además, Jill y yo estamos seguras que tu plan es pasar como veinte horas durmiendo y levantarte sólo para comer.
Claire volvió a dejarse caer sobre la cama sin responder nada aún… O su familia había aprendido a leer mentes, o en definitiva, ella era demasiado predecible.
-¿Y cuál fue la participación de mi hermanote en esto?
-Él compró mi boleto en el siguiente vuelo del tuyo, hizo otra reservación en el hotel, y me recordó como mil veces los riesgos de beber en exceso, bailar con poca ropa, y relacionarme con universitarios revoltosos y desconocidos durante las vacaciones. Ah, y me prohibió entrar a algún concurso, especialmente al de camisas mojadas…
-Clásico de Chris. Bien, supongo que tendré que cuidarte durante esta semana, ¿no?
-¡Oh no, Claire! Yo cuidaré que no te quedes como ostra aquí encerrada. Así que ponte bella porque nos vamos a la playa, a comer o a algo más tan pronto como encuentre mi habitación y me dé una ducha.
-Quédate aquí. Mientras te bañas me arreglaré e iré a cancelar tu habitación. No tiene sentido que se paguen dos habitaciones pudiéndola compartir. Y con ese dinero quizá podríamos rentar un auto.
-¡Por eso te quiero, Claire! –Dijo la más joven abrazando con efusividad a la pelirroja.- Eres la más inteligente de la familia.
-¡Lo sé! –respondió con falsa petulancia, estrechando a su joven protegida.
Claire, luego de vestirse con un short y una blusa de tirantes, larga y color azul, se untó protector solar y un maquillaje ligero sobre el rostro, se secó el cabello y lo recogió en su usual coleta. Se calzó un par de sandalias y bajó a hacer los arreglos pertinentes. Mientras se dirigía a la recepción, no dejaba de asombrarse por el cambio que la pequeña Sherry había sufrido en los pocos años que llevaban juntas.
Hasta los 18 años vivió con su tía, hermana de la fallecida Annette. Y si bien la jovencita sentía bastante aprecio por la mujer que la había acogido sin reservas, echaba a Claire de menos. En esos años que estuvieron lejos una de otra, Claire la visitaba durante las vacaciones y la acompañó a cada análisis que el Gobierno Norteamericano determinó luego de saber que Sherry había sido infectada por el Virus G. Pese a que esas revisiones eran una tortura, Claire jamás soltó su mano y durante los ratos libres de su familia, Sherry vivió la infancia que sus propios padres le robaron con su constante ausencia.
Desde que tuvo opción de elegir, Sherry llevaba el apellido Redfield. Ella y Claire compartían el departamento los fines de semana, porque Sherry tenía su habitación en el Campus Universitario. Podía decirse Chris, Jill y ellas vivían como una familia. Evidentemente, la mujer de rojiza cabellera solía viajar por su trabajo, pero el tiempo que pasaban juntas valía demasiado.
Al llegar a la recepción, Claire fue atendida con exagerada amabilidad por el administrador. Hizo las aclaraciones necesarias para hacer el cambio de Sherry Redfield a su habitación, pero lo que en realidad convenció a su interlocutor fue la bella sonrisa que Claire le mostró luego de decir "Por favor". Claire subió a su habitación únicamente a recoger un par de cosas que necesitaría antes de salir de paseo con su pequeña.
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Luego de asearse y vestirse de forma más acorde a la situación, Leon revisó la guía de lugares y eligió un restaurante de cuatro estrellas para empezar. Un poco de mariscos le caería bien. Quizá vino para acompañarlo ahora que podía darse el lujo de beber alcohol, pues tenía decidido suspender su entrenamiento físico una semana, cuando mucho. Aunque el nado era un deporte muy completo, y lo practicaría muy probablemente a diario.
Se encaminó hacia el lugar en el convertible azul último modelo que había rentado. No ayudaba a pasar desapercibido, cierto, pero era tan cómodo conducir un auto con la mejor tecnología, que se permitió el capricho. Su entrada al restaurante fue casi espectacular, varias miradas se posaron en él; especialmente, un par de ojos azules que lo reconocieron tan pronto como puso un pie allí.
Claire trató de convencer a Sherry de que lo mejor era ir a un lugar menos sofisticado, pero la joven rubia insistió en que debían celebrar sus primeras vacaciones juntas luego de que las últimas habían sido durante navidad, encerrados en Nueva York, ingiriendo las artes culinarias poco desarrolladas de su la antigua señorita Valentine.
La mayor Redfield no pudo discutir más, además, Sherry se lo merecía. Era la mejor de su clase y siempre había sido una joven bastante madura. El brillo en su mirar era prácticamente nuevo. Aunque podía vislumbrarse cuando la conoció, ahora éste era permanente, y le gustaba pensar que era, aunque fuese un poco, responsable de ese cambio en la pequeña.
Claire probaba sus camarones rellenos que en verdad lucían deliciosos, por ello, no se dio cuenta de que Sherry apartó la mirada de su plato que contenía almejas gratinadas y se quedó viendo a un atractivo joven que cruzaba el umbral del restaurante atrayendo la atención de muchos de los comensales. Sherry de inmediato supo quién era aquel hombre y quiso darle una grata sorpresa a quien había tomando el lugar de su madre.
-Claire, debo ir tocador, vuelvo en seguida.
-De verdad no tardes, mira que esto sabe delicioso.
-Bien, estaré de vuelta pronto...
CONTINUARÁ...
