Todo le dolía y no conseguía despertar, al cabo de un par de minutos abrió los ojos lentamente, encontrándose con árboles. La oscuridad reinaba a su alrededor y, aunque la luz de la Luna le permitía ver un poco no era suficiente. Se sentó en el pasto y sobo suavemente su cuello pasando por la nuca, miró a su alrededor encontrándose totalmente sólo, no había ni un alma en ese lugar. Se levantó despacio al sentir escozor en sus piernas y parte de su brazo izquierdo, se revisó las zonas mencionadas sólo para toparse con ligeras cortadas y raspones.

-¿Dónde estoy?- pensó aturdido e inexplicablemente mareado.

Caminó unos cuantos pasos débilmente, no se había percatado de su tobillo herido hasta que empezó a caminar sin dirección aparente. Conforme avanzaba se sujetaba de los árboles para no caer de nuevo, sus piernas temblaban y el frío a su alrededor no ayudaba.

Las preguntas se volvían un torbellino de pensamientos en su atormentada cabeza. ¿Quién era? ¿Dónde estaba? ¿Cómo había llegado a, lo que el suponía, era un bosque? ¿Por qué parecía que había luchado con un oso? ¿Por qué no recordaba nada? Todas esa preguntas seguían danzando en su mente cuando llegó a una vieja tienda o cabaña, no sabía que era.

Se acercó más al deteriorado lugar, "Mistery Shack" leyó en el gran letrero colgado a un costado de la cabaña, entonces notó que estaba abandonado; las ventanas rotas, la puerta colgada, la ausencia de luz y las hojas secas a su alrededor le proporcionaban dos teorías. O el dueño era un completo vago que no cuidaba bien del lugar o bien, estaba abandonado.

Con el corazón latiendo rápido decidió entrar a la cabaña. Mirando a su alrededor con incertidumbre observó la caja registradora, los miles de pedazos de chatarra bajo el nombre de "souvenir" y un montón de anormalidades más. Gritó de forma poco masculina cuando sintió algo peludo rozar su tobillo, de inmediato trepó por el mostrador sólo para darse cuenta de que se trataba de un pequeño ratón que salía corriendo. La luz de la Luna le daba a la cabaña un aire tenebroso y el ambiente dentro era nostálgico rozando con lo lúgubre. De alguna forma él sentía una tristeza extrema al ver ese lugar así, el sentimiento lo embargo tanto que, sin darse cuenta, pequeñas y finas lágrimas corrían por sus mejillas. Se recostó sobre la caja registradora y sollozo en voz baja hasta que finalmente se quedó dormido completamente ajeno al par de miradas que observaban sus movimientos desde una ventana de la cabaña.

Dos pares de ojos...

Unos rojos...

Los otros amarillos...