Ambas señoritas, una más pequeña que la otra pero aún así más despierta que el resto de sus contemporáneos y la otra que estaba algo atemorizada por la expresión de la pequeña, estaban sentadas frente a frente en una mesa de una heladería. Takarada María, una adorable chiquita de siete años de edad con el alma de un mafioso, la miraba con seriedad intimidante y una sonrisa muy maliciosa como para ser una niña, como si estuviese a punto de hacerle una propuesta para un negocio ilegal... O al menos eso era lo que sentía Mogami Kyoko que le sonreía nerviosa, esperando con un poco de temor a que su auto-proclamada hermana menor le diga porque la citó y/o, mejor dicho, mandó secuestrar. El mozo llegó con sus pedidos, un frappé de chocolate para Kyoko y un milk-shake de fresa para María, y cuando se retiró María dio un sorbo, sin quitarle los ojos de encima a su algo atemorizada Onee-sama, lo que la hizo tragar saliva, pues con el tiempo aprendió que las locuras del presidente no eran nada con las tremendas ideas que se le podían ocurrir a ese "tierno angelito". Y entonces una idea se le vino a la mente, una que no le gustaba mucho.

"¡¿Puede ser que ya lo sepa?!"

Kyoko estaba nerviosa y algo preocupada por esa idea, porque no era ningún secreto el enamoramiento platónico de la menor en Tsuruga Ren, y ella lo sabía más que nadie porque ¡Siempre que estaban juntas hablaban de él! O bueno, en realidad María hablaba y ella solo asentía totalmente de acuerdo sobre lo maravilloso que es el hombre de quien secretamente estaba enamorada. Pero su preocupación era ¡¿Y si la menor lo tomaba como una traición?! ¡¿Y si le decía que ya no iba a ser su hermana nunca más?! Eso le rompería el corazón... ¡Ja! Ni se imaginaba la razón oculta de la señorita Takarada.

- Onee-sama...

-¡¿Sí?! -respondió luego de dar un respingo al escuchar su voz de repente.

-¿Sabes por qué te cite aquí?

-¿No... ?

- Bien... -sonríe ladinamente- ¿De verdad no tienes ninguna idea?

- No... -respondió nerviosamente.

- ¡¿No?!

- No...

- Oh... -hace puchero asustando a Kyoko- ¡Es el aniversario de tu entrada a LME!

-¡¿Ehh?!

- El aniversario desde que entraste a la empresa, desde que se creo la sección... Lo que quiere decir que ya cumplimos un año de ser hermanas... -suspira con una mirada de cachorrito- De verdad no pensé que lo olvidarías...

- No... No es que lo haya olvidado...

No había forma de que lo olvide, ese mañana cuando llegó a la habitación de la sección del diabólico overol, encontró tremendo holgorio. Hubieron postres de todo tipo, un enorme cartel de "¡Feliz aniversario Sección Ámame!", una banda de músicos, regalos para las tres miembros de dicha sección que estaban bastante sorprendidas, y no de forma tan grata, y mucha gente de la empresa... ¡Incluso el presidente salió del pastel para saludarlas personalmente! Y también estuvo él... Y le dio un regalo...

Kyoko miró su preciosa pulsera nueva, una con un dije de corazón, mientras recordaba algo sonrojada... No se daba cuenta que María la miraba, traviesa. De repente Kyoko reaccionó y regresó a la conversación, mientras la menor cambiaba su sonrisa a un puchero.

-¿Era eso lo único por lo que me mandaste a buscar?

- Sí... Quería celebrar contigo, Onee-sama...

- Oh... Así que era eso... -Kyoko soltó un suspiro de alivio.

-¡Claro que sí, Onee-sama! -sonríe- ¿Por qué más podría ser?

- Nada... nada... -le sonrió como bien aprendió de su mucho más que respetado senpai.

María la miró con los ojos entrecerrados, pero luego continuó con lo que iba.

- Como decía, quería celebrar contigo... Y bueno... -chasquea los dedos y su nuevo mayordomo personal, Peter-san, un apuesto joven de cabello pelirrojo y orbes avellana, le trajo un maravilloso cofre, parecía uno sacado de cuentos de hadas, que a Kyoko dejó maravillada- Te traje un presente, Onee-sama... -El joven dejó el cofre en medio de la mesa, intentando evitar soltar una risa de ternura por la expresión encantada de Kyoko, Kyoko de repente dejó de mirar al cofre y se dirigió a María con una mirada dudosa- Vamos, ábrelo...

La sonrisa de María era ladina, como de quien está por hacer una fechoría, pero Kyoko ¡Ay! La pobre Kyoko estaba tan encantada con el regalo que sin más lo abrió... ¡Solo para emocionarse aún más con lo que descubrió!

"Je... Perfecto..."

Pensaba María mientras miraba a Kyoko que se deshacía en agradecimientos por el bello pomo que encontró dentro del cofre... Simplemente era justo como a ella le gustaba las cosas, parecía sacado de una película de Disney.

-¡No puedo aceptarlo, María-chan! ¡Debió haber costado una fortuna! -dijo por milésima vez.

-¡Si no lo aceptas, Onee-sama, me voy a molestar muy feo! ¡Es un presente! ¡Es muy grosero pensar eso cuando alguien te da un presente!

Kyoko bajó la cabeza apenada, él también le regañó así esa mañana... Consideró que entonces debería hacerles caso.

- Está... bien... -sonríe- Entonces... ¡Muchas gracias, María-chan!

Y volvió a contemplar el pomo, era bastante bonito, tenía un dibujo de rosa al medio, una tapa con forma de corona... Si el pomo era así de hermoso ya quería sentir la fragancia del contenido. Miró dentro del cofre y en ete estaba inscrito, bien grande, la frase:

"Fièvre Rose"

Supuso que ese era el nombre del aparente perfume, lo destapó y se embriagó con el dulce y exquisito aroma a rosas del líquido contenido en el pomo, un líquido rosado.

-¡Kyaa! ¡Adoro la fragancia de rosa!

-Onee-sama... -suspira con una sonrisa- Eso no es un perfume...

-¿No? -la mira confundida.

- No... -la sonrisa de María asustó a Kyoko, quien miró de reojo el pomo en su mano, preocupada.

-¿Y... Entonces... qu-qué es? -preguntó nerviosa.

- Una poción, Onee-sama... -la mira como quien tiene un plan malvado- Una poción de... -pausa para dar suspenso- amor... "Fiebre rosa"


Esta historia continuará...