Summary: Sakura se le declara a Kakashi… con desastrosos resultados. Para curar el corazón roto de la chica e iniciarla en el camino del olvido, Tsunade idea el plan perfecto: ¡una cita entre alumna y maestro!
Disclaimer: Lo que es tuyo, es mío; lo que es mío, es mío.
Naruto y sus personajes, ni son tuyos, ni son míos.
Damnit.
Dos años después de Shippuden.
I Wanna Be With You.
Capítulo Uno.
La Confesión de Sakura.
Hatake Kakashi suspiró con resignación mientras esperaba fuera de la oficina de la Hokage a que la gran Tsunade lo recibiera.
Su mirada se perdió en la distancia al recordar el suceso que lo había llevado allí.
Flashback.
-¿Querías hablar conmigo, Sakura?
Con una sonrisa socarrona, Ino Yamanaka le había dicho que la pelirrosa deseaba verlo, y que la encontraría esperándolo en el viejo punto de reunión del Equipo 7, el puente a las afueras de la aldea.
Y, en efecto, allí lo aguardaba la kunoichi de ojos jade.
A primera vista, el jounnin advirtió el nerviosismo de la chica; Sakura no paraba de estrujarse las manos, cambiaba su peso de uno a otro pie incesantemente y en todo momento rehuía la oscura mirada del que fuera su maestro.
Cuando el peliplateado hizo la pregunta, la chica Haruno se mordió el labio y, agachando la cabeza, sacó algo de su bolsillo y se lo ofreció al guerrero.
-¿Qué es esto? –inquirió Kakashi, observando el sobre que le tendía su discípula.
En el papel del color del cielo destacaba claramente su nombre.
Con un ligero titubeo, el Ninja Copia tomó el sobre.
Sakura retiró sus manos como si le hubieran puesto carbones ardientes en ellas.
Kakashi le dirigió una mirada interrogante al envoltorio y luego volteó a verla.
Su único ojo visible se abrió desmesuradamente por la sorpresa.
La kunoichi seguía con la cabeza gacha y tenía los ojos fuertemente cerrados; sus brazos, firmemente pegados a su cuerpo, no lograban disimular el intenso temblor del que era víctima.
Su rostro estaba completamente arrebolado.
En ese instante, Kakashi no dudó cuál era el contenido de la misiva.
-Sakura… yo…
-Léala, por favor –suplicó la pelirrosa con voz forzada y frágil.
Hatake no supo que más hacer; así que abrió el sobre y extrajo la carta.
-Léala.
Le dirigió otra mirada a Sakura antes de desdoblar el papel y comenzar a leer.
Al terminar, bajo la hoja con parsimonia y clavó la mirada en el rostro de la kunoichi.
Sakura mantenía los ojos cerrados, sin atreverse a mirarlo.
-Sakura… esto es… inesperado –dijo Hatake al cabo de lo que a ella le parecieron horas.
La pelirrosa se obligó a abrir los ojos y mirarlo.
-No tiene que contestarme ahora. –La joven forzó a las palabras a salir de su boca seca y rasposa.
-Lo mejor será que te contesté ahora, Sakura –dijo el jounnin con un suspiro.
El tono del shinobi era suave, pero los labios de la kunoichi temblaron y sus ojos se empañaron, concientes del futuro e inevitable rechazo.
Entregarle la carta ya se había llevado todas sus fuerzas; no soportaría lo que venía a continuación.
Una lágrima escapó de su ojo y rodó por su mejilla.
Sin detenerse a pensar en lo que hacía, Kakashi enjugó aquella lágrima solitaria…
Al sentir el tibio contacto de la piel del ninja, Sakura se quebró; dio media vuelta y echó a corre, dejando escapar un sollozo.
Hatake Kakashi se quedó allí, viéndola marchar, con los pies clavados al piso, la mente en blanco y la carta de Sakura apresada entre sus dedos.
-¡Maldición!
Flaschback End.
Aquello había ocurrido esa misma mañana.
Y ahora se encontraba ante la oficina de Tsunade, esperando su ejecución.
¡Cómo vuelan las noticias!
La puerta de abrió y Shizune asomó la cabeza.
-Adelante, Kakashi, ya puedes pasar.
Preparado para lo peor, el Ninja Copia de Konoha se adentró en los macabros confines de la oficina de la Quinta Hokage.
