Hooola a todos los hermosos lectores, aquí estoy de regreso con una nueva historia (sí, sí, a pesar de haber dicho no subiría más hasta terminar errores del pasado, pero no me aguanté las ganas)

Esta historia será más cortita, contará con cinco o seis capítulos (si es que no me vuelvo loca y le agrego más, lo cual, es altamente probable).

Summary: Horcrux: receptáculo en el cuál un mago tenebroso ha ocultado un fragmento de su alma con el propósito de lograr la inmortalidad. Lord Voldemort: brujo inmortal, poseedor de siete horcrux. Hermione Granger: Bruja que está decidida a sanar cada trozo de alma de aquel-que-no-debe-ser-nombrado.

*En medio de la caza de horcrux (que, por cierto, no tiene gran avance) Harry frustrado decide intentar hechizar el Guardapelo de Slytherin pero por desgracia logra que Hermione sea encerrada dentro del horcrux.

De ahora en adelante, cada vez que ella esté cerca de uno de los oscuros fragmentos de alma de Voldemort sufrirá el mismo destino.

Disclaimer: Cada personaje pertenece a nuestra queridisima J.K yo solo los tomo prestado sin fines de lucro para recrearme.

Sin más que decir, los dejo con en primer capitulo.


I

Primer Horcrux: Guardapelo de Slytherin.

Hermione leyó por milésima vez el párrafo, mordió sus labios con nerviosismo y frunció su ceño de forma pensativa, a su lado, Harry golpeteaba sus dedos contra la mesa demostrando su infinita impaciencia, colocándola de paso aún más nerviosa.

Ella sabía que él quería deshacerse cuanto antes del Horcrux, sin embargo, tenía que comprender no era tan fácil. ¡Por Merlín, estaban hablando de una de las magias más oscuras existentes! ¿Él realmente esperaba que le lanzaría un par de hechizos y ya, fin del asunto, adiós Voldemort? La cosa no funcionaba así. Debería saberlo.

—Intentemos enviarle hechizos de nuevo –sugirió Ron mirando al guardapelo como si se tratara de un boggart. Hermione inspiró profundamente y se mordió la lengua para no soltar un comentario sarcástico y cruel contra el pelirrojo, después de todo no merecía que descargara su frustración contra él. Pero, por Merlín, ¿podían ser menos estúpidos al respecto?

Harry se encogió de hombros y sacó su varita preparado para la ¿quinta o sexta? Ronda de hechizos, Hermione abrió su boca para decirles que era realmente tonto siquiera pensar en la posibilidad de destruir el Horcrux con los hechizos que conocían tomando en cuenta que no tenían un gran repertorio de magia negra, pero antes de poder hacerlo, el pelinegro murmuró unas rápidas e incomprensibles palabras en latín, ella entornó sus ojos sorprendida, preguntándose qué diablos había hecho su amigo, inmediatamente después de que dejara de hablar la habitación se quedó en un sepulcral silencio, las luces titilaron por un par de segundo y luego se apagaron con brusquedad, dentro de la carpa hubo una fuerte ráfaga de viento mortalmente helada seguida por un agudo grito que les caló hasta los huesos. Hermione se tambaleó, sosteniéndose de la mesa para no caerse, y luego de estabilizarse miró a sus amigos para ver si se encontraban en buenas condiciones.

Harry alzó su cabeza viéndose perplejo, a su lado Ron estaba pálido y susurrando groserías, ella suspiró aliviada al notar que no tuvieron repercusiones inmediatas. Torciendo sus labios con disgusto, clavó sus ojos en Harry, preparada para regañarlo, pero antes de poder hacerlo, su mano comenzó a arder, soltó una exclamación de dolor y la apartó rápidamente de la mesa. Luego la alzó para ver que le sucedía y su rostro perdió todo el color.

En la palma de su mano estaba grabada la forma del relicario.

—Oh Merlín. –susurró aterrada, les disparó una rápida mirada a sus amigos y sus ojos se llenaron de lágrimas al ver que ellos estaban congelados, sin saber que hacer.- ¿Harry…?

Antes de poder cuestionar al niño que vivió sobre el hechizo, y poder ponerse a investigar, su cuerpo tuvo un espasmo y cayó al suelo de rodillas. Escuchó lejanamente el grito de los chicos, pero los ignoró tratando desesperadamente de descifrar que estaba yendo mal, su estómago se anudó y luego, sintió una extraña succión. Similar a la aparición, pero a la vez, muy distinta. Parecía que cada hueso de su cuerpo estaba siendo comprimido tratando de deslizarse dentro del tubo que la llevaría al lugar de su destino.

¿Pero qué destino era ese? ¿A dónde iría a parar?

Oh queridísimo Merlín, ¿acaso ella se estaba muriendo?

Mortalmente aterrada, Hermione luchó contra la desconocida sensación, batalló contra el dolor, tratando de moverse pero sin lograr realmente hacerlo, aquel gran esfuerzo terminó por llevarse las pocas fuerzas que le quedaban y ella perdió la consciencia preguntándose si iba a volver a despertar.

Oscuridad, la densa y brumosa oscuridad la rodeaba por completo.

Hermione Granger en sus diecinueve años de vida nunca se habría catalogado como claustrofóbica, pero desde ese momento en adelante se denominaba como una persona con miedo a los lugares cerrados. O tal vez no le tenía fobia a todos los espacios herméticos, tal vez su recién descubierta fobia solo se aplicaba este en específico.

Se estremeció al sentir una brisa, demasiado caliente para ser una simple ráfaga de aire, ¿el aliento de una persona, quizá? Entornó los ojos y luchó para comprobar aquella perturbadora idea. Si había alguien más en ese horrible lugar, podrían ayudarse mutuamente para salir.

…Pero…

yo no quiero salir.

Ella sintió un escalofrío deslizarse por su espalda al escuchar esa suave e indiferente voz infantil, que sonó demasiado cercana para su comodidad, giró su rostro en dirección al sonido y luchó por encontrar alguna respuesta a sus interrogantes.

¿Dónde estaba?

¿Cómo había llegado a ese extraño lugar?
¿Qué diablos le había sucedido?

— ¿H-Hola? ¿Hay alguien aquí?

Hubo un fuerte eco de la dudosa y quebrada voz de la castaña, sin embargo nadie le respondió, Hermione gimió sintiéndose profundamente estúpida y se acurrucó en posición fetal más cerca de lo que parecía una muralla, envolviéndose con sus brazos en una desesperada búsqueda de calor, intentó recordar cómo había llegado a ese lugar. Pero su cerebro apenas podía formar una línea de pensamientos coherentes. ¿Qué había sucedido? ¿Cómo había llegado a ese espantoso lugar? ¿Dónde se encontraba exactamente…? Un montón de preguntas comenzaron a formarse a medida que su consciencia se hacía más firme y con ello, comenzó a sentir el dolor.

Su cuerpo parecía haber sido azotado por un camión extra pesado, cada pequeño movimiento inclusive el respirar causaba una nueva oleada de dolor, ¡por Merlín! ¿Qué rayos le había sucedido?

Entreabrió los ojos, temblando al notar que la oscuridad parecía más compacta que antes, como si de alguna forma se estuviese solidificando. Jadeando apretó sus parpados, sintiéndose más reconfortada con aquella oscuridad que con la que rodeaba físicamente, luchó por olvidar el dolor y concentrarse en sus recuerdos.

Piensa, Hermione, ¿Cómo fue que llegaste a este lúgubre lugar?

Repentinamente tuvo un destello. El horrorizado rostro de Harry, la palidez de Ron y sus gritos. ¿Por qué? ¿Por qué gritaban? ¿Por qué parecían tan asustados? Frunció su ceño e ignorando el dolor movió ligeramente sus manos para frotar sus brazos. De golpe, los recuerdos regresaron a ella. Los chicos habían tratado una vez más de destruir el Horcrux, Harry había usado un hechizo que no conocía y entonces… Fue arrastrada a ese lugar.

Todavía seguía sin explicarse donde diablos estaba.

Soltó un ahogado grito de dolor cuando le dieron un flojo puntapié en las costillas, jadeando y temblando rodó en dirección al golpe, dispuesta a agarrar a la persona, pero solo fue capaz de toparse con esa maldita oscuridad que parecía burlarse de ella.

—Oh, creí que estabas muerta –murmuró una fría voz, y rápidamente se dio cuenta que se trataba de la misma persona que había oído antes, y ahora que la escuchaba de más cerca podía identificarla claramente como la voz de un niño. Hermione se esforzó, una vez más, por verlo pero la brumosa oscuridad no le permitía visualizar más allá de su nariz.

— ¿Quién eres? –cuestionó Hermione colocando la máxima dulzura posible en su voz pensando que tal vez el niño se encontrara tan desorientado y asustado como ella.

— ¿Quién eres ? –exigió saber él, sonando desconfiado y extremadamente cauteloso, Hermione se maldijo mentalmente por haberse arriesgado tanto, era obvio que no confiaría en ella.

—Mi nombre es Hermione Granger. –contestó la castaña, sabiendo que sería bueno seguirle el juego, tal vez, él se abriría más al ver que era inofensiva:- ¿Cuál es tu nombre?

—Tom. –murmuró él en voz tan baja que Hermione por un segundo creyó que su mente le estaba causando una cruel broma.

Pero el contundente silencio que siguió esa declaración hizo que Hermione se estremeciera visiblemente, ella mordió lentamente su labio y frunció su ceño, con su cerebro andando a toda máquina. ¿Era el Tom que pensaba? ¿Tom Riddle? Inspiró bruscamente, tratando de calmar sus frenéticos pensamientos y tras un par de segundos, todo encajó.

El hechizo que envió Harry –sea cual haya sido- le introdujo dentro del Horcrux.

Oh por Merlín.

Estaba dentro de un trozo del alma de Lord Voldemort.

— ¿Sabes dónde estamos, Tom? –preguntó ella con suavidad, escuchó un leve movimiento y luego, en un lejano rincón, apareció una luz. Era tan pequeña que Hermione se asombró de verla, parpadeó varias veces, confundida y luego volvió a mirar la oscuridad intentando encontrar al niño. No podía evitar sentirse afectada por la patente soledad del pequeño.

—No. –respondió él con frialdad y luego agregó con más desconfianza:- ¿Tú acaso lo sabes?

—No, no lo sé –susurró ella estremeciéndose por la brusquedad del chico.

— ¿Tienes frío? –preguntó él con voz mucho más suave, sedosa. Hermione luchó contra las ganas de tensar sus músculos y estremecerse otra vez, con lentitud, ella asintió. Porque no iba a darle el placer de informarle que estaba aterrada por su presencia:- Levántate, el suelo debe estar frío.

— ¿El suelo? –repitió consternada, tratando de ver lo que la rodeaba.-No puedo ver absolutamente nada.

— ¿Es que acaso eres ciega? –preguntó él, claramente mosqueado por la situación. Hermione se mordió la lengua para evitar decirle que tenía un notable problema de personalidad porque claramente las consecuencias no serían lindas. Harry había dicho que incluso de niño Tom Riddle presentaba problemas de megalomanía e ira.

—No, no soy ciega. –espetó ella con brusquedad, molesta por la actitud del niño, que a cada segundo que pasaba era más evidente que se trataba del mini-Voldemort:- Es solo que este lugar está demasiado oscuro.

¿oscuro? No sé dé que hablas –murmuró él, Hermione abrió su boca para informarle que el lugar estaba completamente apagado pero en ese mismo momento una suave luz iluminó todo la estancia. Ella dio un bote, bizqueando para enfocar mejor su visión y soltó un pequeño grito al ver la cercanía del niño.

A menos de un paso. Ella tenía a Tom Riddle a menos de un paso. Él continuó mirándole de una forma indescifrable, con su cabeza ladeada, con su escuálido y pequeño cuerpo apoyado contra una destartalada cama.

— ¡Por Merlín, Tom, me asustaste! –exclamó Hermione colocando una mano sobre su corazón que palpitaba de forma frenética.

¿Merlín? –repitió él estrechando sus ojos y demostrando bastante curiosidad. Ella tragó en seco y parpadeó sorprendida ¿acaso esta parte del alma de Voldemort no conocía la magia? Se veía muy pequeño, quizás este horcrux no sabía de la existencia de sus poderes mágicos, se envolvió con sus brazos para quitarse el frío y miró alrededor.

No parecía haber un límite del terreno, era tan árido y vacío que por un instante Hermione estuvo tentada a sentarse y llorar. ¿Tan solo se encontraba? Reprimió un sollozo cuando él se acercó más, esta vez no era por miedo sino que por pura tristeza. Era horrible darse cuenta de la soledad que poseían algunas personas, en especial porque ella también estuvo mucho tiempo sin ni un apoyo, pero entonces aparecieron Ron y Harry y todo había cambiado. Ahora no podía imaginarse volver a vivir sin tener amigos.

Probablemente esta profunda soledad gatilló la megalomanía en Riddle, pensó ella con tristeza. La soledad, la guerra y el abandono era una mezcla bastante dura para un niño.

— ¿Qué edad tienes, Tom? –preguntó ella ignorando lo rasposa y quebrada que sonaba su voz.

—Acabo de cumplir siete años. –respondió él con simpleza, antes de seguir viéndola fijamente, como si estuviese analizando cada uno de sus movimientos. Hermione colocó un mechón de su cabello tras su oreja y luego se puso de cuclillas frente a él. Debía admitir que el chico era bastante espeluznante, su mirada jamás demostró algún tipo de sentimiento. Nada. Casi era como un muñeco que podía hablar y moverse.

— ¿Ya vas a marcharte? –preguntó el muchacho con indiferencia.

—No sé cómo llegue hasta aquí, por ende, no sé cómo irme Tom. –respondió Hermione tratando de aparentar tranquilidad, pero el temblor de su voz delató lo nerviosa que se encontraba.

Él le dio una plana mirada antes de sonreír de lado, haciendo que su rostro pasara de una completa inexpresividad a verse simplemente malvado, Tom ladeó su cabeza con su cabello siguiendo el movimiento, casi escondiendo el brillo calculador de sus ojos.

—Pero yo te vi llegar, sé cómo puedes irte –susurró él con suavidad, Hermione apretó sus labios y tembló, sabiendo que el golpe final de Riddle aún no llegaba:- ¿Te irás, Hermione? ¿Vas a abandonarme como todos en el mundo?

Hermione inspiró con brusquedad e hizo algo que los tomó a ambos por sorpresa: se inclinó y lo envolvió entre sus brazos con fuerza. Sabía que él la estaba tratando de manipular emocionalmente, lo sabía, pero aun así no pudo evitar sentir una profunda tristeza y empatía ante ese niño. Lo sostuvo con un solo pensamiento en su mente: antes de encontrar la forma de salir de ahí, curaría el dolor que existía en ese trozo de alma.

-0-

Lord Voldemort jadeó, cayendo de rodillas, con su corazón latiendo de forma desenfrenada, ¿Qué era esa extraña sensación de calor que había sentido tan repentinamente? Cerró sus ojos y arrugó su frente, intentando comprender de donde venía esa reacción desconocida.

Por un segundo pensó que era un eco de alguna sensación de Potter, pero luego se dio cuenta que no provenía del chico, no, era algo más profundo. Algo más cercano. Se concentró en buscar el origen de aquella reacción sin embargo no tuvo una respuesta satisfactoria.

¿Qué demonios le estaba pasando? Era como si su corazón, ese que había dejado de latir a muy temprana edad, volviera a sentir… Cosa, que en sus 72 años, jamás había vivido. Cerró sus ojos y apretó su mandíbula, tratando de calmar aquella extraña e inexplicable mezcla de sensaciones.

Siseó furioso y entró con todas sus fuerzas en la cabeza de Harry Potter… Sin dudas, aquel fastidioso mocoso tenía algo que ver con este raro episodio. Harry tembló, acurrucado en el suelo, respirando pesadamente. No se veía feliz, de hecho, parecía estar profundamente dormido. Frunció su ceño, ¿quién soñaba con estar en el suelo? Solo ese tonto mocoso.

Volvió a su cuerpo y se estremeció ante el calor que persistía en parte de su corazón. Debía encontrar una respuesta. Pronto.

O las cosas se saldrían de sus manos.

Y Lord Voldemort jamás perdía el control de nada. Absolutamente nada.

-0-

Hermione terminó de trenzarse el cabello y se arrodilló, sonriendo amistosamente hacia Tom, él continuó dándole una plana mirada.

— ¿Quieres que te peine? –preguntó con dulzura.

Él alzó sus cejas y luego miró en dirección contraria, Hermione mordió su labio inferior y le miró inquieta.

— ¿Tom? –preguntó Hermione cuidadosamente, luego repitió:- ¿Quieres que te peine?

— ¡Te escuché la maldita primera vez! –gritó él con brusquedad, pareciendo repentinamente un poco mayor, lleno de sombría frialdad:- ¡No! ¿Por qué voy a querer que me peines?

Hermione retrocedió con su rostro lleno de dolor, bajó su cabeza y luego suspiró cansada, solo quería tener un gesto amable hacia él porque imaginaba que no muchas personas le habían dado un poco de cariño y dulzura. Pero con cada avance que ella intentaba él parecía hundirse más profundamente en la coraza que había creado ante el mundo.

Se sobresaltó cuando sintió su pequeña y helada mano apoyarse en su mejilla, le miró con una tensa sonrisa ignorando las lágrimas de frustración que había en sus ojos.

—Lo siento, T-Tom, no quería molestarte. –murmuró Hermione cansada.

—No entiendo su comportamiento, señorita Hermione –admitió él con inusual suavidad, ella se estremeció por la confusión y la distancia emocional que había en la voz del niño. Era solo un niño. Uno que nunca había sentido felicidad, uno que tenía como compañero de juegos a serpientes, que debía pelear para comer en su orfanato:- No he conocido a nadie como usted.

Ella jadeó sorprendida cuando él se lanzó a sus brazos, aferrándose torpemente a su cintura, hundiendo su rostro contra su pecho.

— ¿T-Tom?

—No quiero que te vayas. –susurró él apretándola con más fuerza, volviendo su agarre doloroso y Hermione no pudo evitar compararlo con el abrazo de una serpiente que se preparaba para atacar:- ¡No te vayas nunca, Hermione!

Ella entornó sus ojos y por primera vez en ¿horas o días, Merlín no lo quiera, meses? pensó en sus amigos y en la vida que tenía fuera de esto. Sin soltarse del abrazo del chico, perdiéndose su satisfecha sonrisa, rompió a llorar con amargura.

Porque tal vez…

Tal vez no había forma de que ella saliera de ahí.

-0-

Hermione sintió su boca seca, su cuerpo tembloroso y frío, cosa que inmediatamente la alertó, porque desde que había hecho una 'amistad' con Tom el clima se había vuelto relativamente cálido. Igual que las tímidas e impersonales reacciones del chico. Abrió sus ojos con esfuerzo y de inmediato notó los árboles y nieve que la rodeaban… Mordió con fuerza su labio, sintiendo una punzada de dolor y entonces oyó gritos de alegría. ¡De Harry!

Se sintió aturdida cuando la ayudaron a sentarse, entonces, Harry estuvo tocando su rostro y su cuerpo con nerviosismo, como si tratara de asegurarse que estaba bien:- ¡¿Estás bien?! ¿Hermione? ¡¿Hermione estás bien?! Por favor, háblame…

Harry…

— ¡Lo hiciste, Harry! –gritó Ron dando saltos de alegría, luego se lanzó sobre Hermione y le dio un firme abrazo a la vez que besaba su mejilla con torpeza:- ¡Por Merlín, creímos que estabas muerta!

Sorpresivamente Harry empujó al pelirrojo obligándole a terminar el abrazo y tomó el rostro de Hermione entre sus manos, ella se asombró al percatarse del inestable temblor de sus manos:- Contéstame, Hermione. ¿Estás bien? ¿Te afectó de alguna forma estar ahí dentro? ¿P-Puedes hablar? ¿Me reconoces?

Era evidente que él estaba a punto de tener un ataque de histeria, Hermione parpadeó lentamente y sonrió con esfuerzo, tratando de ignorar el dolor que tenía en todo el cuerpo:- Estoy bien, Harry. Estoy de vuelta. ¿Q-qué fue lo que sucedió?

Ambos chicos soltaron suspiros aliviados ante su respuesta y le ayudaron a trasladarse a la cama donde la recostaron y comenzaron a relatar lo sucedido. Después de haber enviado el hechizo, Hermione había sido absorbida dentro del Horcrux, Harry quedó momentáneamente inconsciente y cuando despertó comenzó a buscar la manera de traerle de vuelta. Ronald, frustrado, se había marchado alegando ir por ayuda aunque fue evidente que él se había alejado porque la situación lo hizo colapsar, Hermione intentó no juzgarlo pero fue una de las decisiones más difíciles del último tiempo. ¿Cómo fue capaz de darles la espalda? ¿De dejarlos justo cuando más lo necesitaban? Ella había desaparecido, por Merlín, y él simplemente se marchó.

—Estaba muy preocupado porque constantemente sentía que alguien estaba cerca, así que nos moví en varias direcciones, no sabía cómo sacarte del maldito horcrux. Incluso pensé que estabas muerta. –continuó relatando Harry viéndose profundamente angustiado, Hermione soltó un largo suspiro y acarició la cabeza de su amigo, él cerró sus ojos evidentemente disfrutando del contacto:- Intenté todo para sacarte, de todo, Hermione…

—Sí, uhm, yo volví apenas recordé el hechizo que Harry había dicho. –interrumpió Ron visiblemente avergonzado. Hermione sonrió con esfuerzo y ambos suspiraron, revolviéndose en sus lugares, inquietos, ella cerró sus ojos porque sabía perfectamente la pregunta que iban a hacerle.

— ¿Que sucedió ahí adentro, Hermione?

—No pasó mucho en realidad –contestó ella escuetamente, intentando tranquilizar su voz, se acomodó y pasó una mano por su cabello:- Había una versión pequeña de V…

— ¡NO! ¡No lo digas! –gritó Ron con rapidez, ganándose una mirada de asombro de Hermione:- Es que si se dice el nombre de ya-sabes-quien un grupo de carroñeros se aparecen para llevarte al ministerio.

—Oh, ¿bien? Uhm... sí… err... Entonces, había una versión infantil de aquel-que-no-debe-ser-nombrado. –balbuceó Hermione con calma, apretando sus puños contra su regazo, sin ser capaz de enfrentarlos directamente:- Yo… uhm… tuve un par de conversaciones con el chico y creo que todo lo que hace es por un trauma infantil. Uh, ya saben, la soledad y todo eso…

—Bueno, Hermione, yo tampoco fui criado por mis padres y no estoy matando a medio mundo… –escupió Harry con claro reproche en su voz.

—Por Merlín, Harry, no estoy justificando sus actos solo estoy exponiendo los hechos. –indicó Hermione sin sentirse demasiado asombrada por la fría reacción de su amigo, después de todo, hablaban de su archi-rival él no podía ser objetivo. Ronald suspiró cansado y tras unos segundos su rostro se iluminó por una amplia sonrisa.

— ¡No perdamos más tiempo! –exclamó el pelirrojo animado y luego agregó en voz baja:- Destruyámosle.

Hermione se congeló cuando Harry le sonrió con timidez a la vez que alzaba la espada de Gryffindor, ella le miró con los ojos abiertos llenos de incomprensión. Luego recordó que con eso había asesinado al basilisco y que probablemente haya absorbido el veneno de este. Iban a destruir a ese trozo de alma.

¿Por qué al pensar en acabar con el horcrux le causaba una extraña opresión en su corazón? Debería estar contenta, se dijo mentalmente tratando de consolarse, porque aquello terminaría con el tormento de ese pobre trozo de alma, y a ellos les dejaría un paso más cerca de la victoria.

Sin embargo, la alegría ante esta perspectiva jamás llegó a ella. De hecho, solo le causó más tristeza.

— ¿Cómo lo abrirás? –preguntó Hermione sintiéndose profundamente inquieta, asombrosamente, ellos no se dieron cuenta. ¿O tal vez no querían verlo?

—Pársel –se limitó a responder Harry luego aclaró su garganta y agregó:- ¿Quieres estar aquí? Puedes… uh, si quieres puedes ir a un lugar más seguro.

—Me quedaré, Harry –contestó Hermione girándose a ver el relicario perdiéndose el flash cálido que pasó en los ojos del pelinegro.

—Con Ron ya lo tenemos planeado, Hermione… yo abriré el relicario y él lo destruirá. ¿Estás de acuerdo? –preguntó Harry con suavidad.

—Por Merlín, Harry haz esto rápido –suplicó Hermione inspirando profundamente y retrocediendo con cautela, insegura por lo que podría ocurrir.

¡Ábrete! –ordenó Harry en pársel, el relicario emitió un chillido que obligó a los chicos a taparse los oídos, Hermione apoyó su espalda en la pared y gimió aterrada por las fuertes ráfagas de viento.

— ¡MENTISTE! ¡Tú! ¡Me mentiste!

Hermione se estremeció y le miró con los ojos llenos de miedo, la imagen proyectada del niño tenía el cabello revuelto, unas enormes ojeras eran lo más notorio de su colérico y pálido rostro, nerviosa, ella le envió una mirada inquieta a Ron que a su vez observaba boquiabierto al pequeño Tom con la espada casi resbalando de sus manos.

—P-Perdón, Tom… -gimió ella, con la voz temblorosa por la oleada de pánico que sintió, retorció sus manos y mordió su labio inferior:- T-Tenía que regresar.

—Me mentiste, Hermione Granger –escupió él con saña, sus ojos cambiando repentinamente a un oscuro color rojo:- Y lo pagaras con creces.

— ¡Déjala en paz! –gritó Harry colocándose frente a su amiga con sus brazos extendidos:- No te atrevas a molestar a Hermione.

— ¿ me la quitaste? ¿ la separaste de mi lado? –preguntó la imagen pequeña del Señor Oscuro mirando a Harry con absoluto odio, ráfagas de viento helado se levantaron con más fuerza que antes rodeando al trío dorado de forma peligrosa:- ¡Ella prometió quedarse conmigo! ¡Ella iba a cuidar de !

— ¡Te equivocas! Ella es mi amiga…

— ¡Mientes! ¡Tú la deseas y no como una amiga! ¡Solo quieres quitármela! ¡Pero ella es mía! ¡Mía! ¡Hermione es mía!

Hermione soltó un chillido agudo cuando Ron se enderezó silenciosamente y aprovechando que Harry discutía con el horcrux, alzó la espada y en un violento movimiento la dejó caer contra el relicario, la siguiente imagen que tuvo fue a Tom derritiéndose como si se tratara de plástico quemado. Sus gritos de dolor quebraron el alma de la chica quien rompió a llorar angustiada, cubrió sus oídos cuando Ron volvió a clavar la espada en el medallón soltando un grito triunfal que se mezcló con los gritos agónicos del trozo de alma.

El primer Horcrux ha sido destruido, pensó Hermione sintiéndose profundamente deprimida, ahora de seguro todas las cosas volverían a la normalidad…

¿Verdad?


Sus comentarios son muy importante para mi, si has leído el capitulo, no seas egoísta y dedícame unas palabras de aliento. No muerdo.

Muchas gracias de ante mano.

¡Besos!