Nunca imagine que mi sueño se volviera realidad, sé que lo merezco y por ello trato de aparentar serenidad.

Con mucho esfuerzo logro que mi mente no se fugue de la realidad, manejar después de escuchar la verdad no es principalmente mi mejor cualidad. Es de noche, ni los animales ni los peatones tienen que pagar por mi necedad de querer huir a la soledad… Pero es tarde ya, mi cuerpo se estremece sabiendo que vendrá mientras unas luces blancas me terminan de enseñar lo que pasara…

El ensordecedor ruido de gritos me logra despertar, trato de entender si aún vivo o s que lugar del infierno pertenezco ya. Oigo un golpe en la ventana, giro mi cabeza con dificultad, veo una persona que me trata de explicar que un rato más las ambulancias llegaran, que no me duerma que el seguirá buscando en los carros más accidentados.

La palabra en plural me hace reaccionar, olvido el dolor por un momento volteando a mí alrededor, no solo fuimos el carro que vi y yo, son al menos diez autos más, ¿acaso provoque todo esto?, el malestar se hace presente una vez más, me recuesto de nuevo en mi asiento tratando de descansar, cerrando los ojos deseo dormir ¿podría no volver a despertar? La idea me asusta y trato de buscar con la mirada aquella maleta que puse a mi lado antes de arrancar.

La encuentro debajo del tablero, la tomo estrechándola en mi pecho, oigo a la gente que está auxiliando, que el carro blanco que está a mi izquierda fue el que provoco todo, al menos no debo este accidente.

Escucho todo el ruido cada vez más lejos, solo me aferro a mi maleta, la visión se está nublando, suena mi celular pero no soy capaz de contestarlo.

Tal vez en otra vida todo sea mejor…

Ya no hay dolor, la maleta resbala por mis brazos…

Al fin todo se acabo…