Remus se apresuró a entrar al aula de clases de Historia de la Magia. Era
la primera clase de viernes, y, como siempre, él llegaba tarde. Al momento
en que entró, todas las cabezas se viraron hacia él. Completamente
sonrojado, se sentó entre James, el cual miraba muy aburrido a su
fantasmal profesor, y Peter, que lo miraba con los ojos muy abiertos.
-¿ Puedo ayudarte en algo?- gruñó Remus. Peter negó con la cabeza, mientras regresaba la vista a los apuntes con expresión asustada.
-¿Todo bien, Moony?- preguntó amablemente James. Como respuesta recibió una de esas clásicas miradas mortales a la Lupin.
La clase transcurrió en silencio, mientras que el profesor Binns continuaba hablando monótonamente. Al acabar la clase, se podían ver dos muchachos claramente irritados.
-Así que, Moony- dijo inocentemente Sirius, pasando un brazo alrededor de los hombros de Remus - ¿Dormiste tranquilamente?
Al no recibir respuesta, insistió un poco más.
-Tú alarma no funcionó de nuevo esta mañana, supongo- prosiguió, a pesar de las miradas de alarma de Peter y James.- Pero ya te lo he dicho, deberías cambiarla.
De nuevo, silencio.
Al llegar a las mazmorras, para la clase de Pociones, Sirius seguía molestando a Remus, el cuál no le contestaba a ninguna de sus preguntas. Mala cosa enfrentarse a Black.
-Vamos, Moony, no te enojes conmigo, sabes que yo no fui. Lo que pasa es que eres demasiado irresponsable.- James, que se encontraba sentado a lado de Sirius, le susurró al oído:
-Ya basta Padfoot. Estuvo bufando enojado toda la clase de Historia. Fue un fastidio. Solamente déjalo en paz, ya le hiciste la broma- trató de convencerlo.
-De acuerdo, de acuerdo. Pero trata de ser más cumplido la próxima vez Moony.- concluyó con una risa burlona. Remus, que se había sentado enfrente de él, levantó la cabeza muy enojado, y, decidido, le aventó un frasco lleno de cucarachas a la cara, el cual se rompió al hacer contacto con su cráneo.
-¡Me lleva la...!- gritó, tocándose la herida sangrante con dolor.- ¡ Lupin, hijo de...!
""""""""""""""""""""""""""
-Así que, solamente contrólese la próxima vez. No tiene caso portarse violento. Ustedes más que nadie conocen al señor Black, y saben lo molesto y fastidioso puede llegar a ser. Lo importante es no dejar que les moleste sus bromas. ¿ Me entiende, señor Lupin?
-Sí, profesor Dumbledore.
-Excelente. Lo mejor en este momento es que vaya a la enfermería a disculparse, ya que no debe pedir el perdón de nadie más que de él. Y no haga esas expresiones, sé que no es agradable, pero es necesario.
-Preferiría un castigo, profesor.
-Bueno Remus, ese es tu castigo. Piensa que le abriste la cabeza a tu amigo. Lo menos que merece son tus disculpas.
-De acuerdo señor, lo haré.
-Excelente Remus, entonces puedes retirarte, gracias.
-Gracias señor.
Remus salió cabizbajo de la oficina de Dumbledore, no muy emocionado por el hecho de tenerse que disculpar con Sirius. El siempre lo estaba molestando y nadie nunca lo obligaba a pedir perdón. Y las últimas semanas le había apagado la alarma, haciendo que se levantara tarde y llegara impuntualmente a clase de Binns. Se tenía mas que merecido ese frasco de cucarachas en la cabeza.
Al llegar a la enfermería, suspiró profundamente. Black se burlaría el resto de su vida de ese momento.
Sirius se encontraba recostado en una cama, leyendo un libro. Tenía su pijama puesta y una bandita en la frente. La vela iluminaba su cabello completamente negro, el cual contrastaba increíblemente con esos grandes ojos azules que recorrían rápidamente las hojas del libro. La noche y sus estrellas.
-Ehm... Sirius. – el aludido no parecía haberse dado cuenta de que había alguien en la habitación, ya que estaba muy concentrado leyendo.
-Hola Moony- respondió alegremente, dirigiéndole una hermosa sonrisa.- ¿ Quieres sentarte?- le ofreció amablemente, dejándole un espacio junto a él.
-No, gracias. Prefiero quedarme parado.- respondió secamente. Por alguna razón algunas veces sentía una enorme aversión hacia su mejor amigo.
-Como quieras- dijo regresando al libro. Hubo unos cuantos minutos de silencio, hasta que Sirius decidió hablar.
-¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?- preguntó curioso. Remus le miraba fijamente, pensativo.
-¿Ya te sientes mejor? -Sí, ya mucho mejor. Pero Poppy dijo que debo pasar la noche aquí por si me empiezo a convulsionar de nuevo.- le respondió como si nada.
-Lo siento- dijo Remus avergonzado. Su cara se sonrojó notablemente.
- No te preocupes, en la vida de toda persona un frasco de cucarachas le pegará.- ambos rieron ante el comentario, aunque Remus se sentía muy mal.- Además, me lo tenía merecido- trató de consolarlo.
- Pues si, te lo tenías merecido- le espetó secamente- pero mi plan no era hacerte tener convulsiones.
-Pues me diste duro con ese frasco, pero creéme que ya no trataré de molestarte de nuevo.- le dijo frunciendo el ceño. Remus pareció tranquilizarse, y le dedicó una gran sonrisa. Pasó unas cuantas horas conversando con Sirius, hasta que Poppy lo obligó a regresar a la sala común.
CONTINUARA...
-¿ Puedo ayudarte en algo?- gruñó Remus. Peter negó con la cabeza, mientras regresaba la vista a los apuntes con expresión asustada.
-¿Todo bien, Moony?- preguntó amablemente James. Como respuesta recibió una de esas clásicas miradas mortales a la Lupin.
La clase transcurrió en silencio, mientras que el profesor Binns continuaba hablando monótonamente. Al acabar la clase, se podían ver dos muchachos claramente irritados.
-Así que, Moony- dijo inocentemente Sirius, pasando un brazo alrededor de los hombros de Remus - ¿Dormiste tranquilamente?
Al no recibir respuesta, insistió un poco más.
-Tú alarma no funcionó de nuevo esta mañana, supongo- prosiguió, a pesar de las miradas de alarma de Peter y James.- Pero ya te lo he dicho, deberías cambiarla.
De nuevo, silencio.
Al llegar a las mazmorras, para la clase de Pociones, Sirius seguía molestando a Remus, el cuál no le contestaba a ninguna de sus preguntas. Mala cosa enfrentarse a Black.
-Vamos, Moony, no te enojes conmigo, sabes que yo no fui. Lo que pasa es que eres demasiado irresponsable.- James, que se encontraba sentado a lado de Sirius, le susurró al oído:
-Ya basta Padfoot. Estuvo bufando enojado toda la clase de Historia. Fue un fastidio. Solamente déjalo en paz, ya le hiciste la broma- trató de convencerlo.
-De acuerdo, de acuerdo. Pero trata de ser más cumplido la próxima vez Moony.- concluyó con una risa burlona. Remus, que se había sentado enfrente de él, levantó la cabeza muy enojado, y, decidido, le aventó un frasco lleno de cucarachas a la cara, el cual se rompió al hacer contacto con su cráneo.
-¡Me lleva la...!- gritó, tocándose la herida sangrante con dolor.- ¡ Lupin, hijo de...!
""""""""""""""""""""""""""
-Así que, solamente contrólese la próxima vez. No tiene caso portarse violento. Ustedes más que nadie conocen al señor Black, y saben lo molesto y fastidioso puede llegar a ser. Lo importante es no dejar que les moleste sus bromas. ¿ Me entiende, señor Lupin?
-Sí, profesor Dumbledore.
-Excelente. Lo mejor en este momento es que vaya a la enfermería a disculparse, ya que no debe pedir el perdón de nadie más que de él. Y no haga esas expresiones, sé que no es agradable, pero es necesario.
-Preferiría un castigo, profesor.
-Bueno Remus, ese es tu castigo. Piensa que le abriste la cabeza a tu amigo. Lo menos que merece son tus disculpas.
-De acuerdo señor, lo haré.
-Excelente Remus, entonces puedes retirarte, gracias.
-Gracias señor.
Remus salió cabizbajo de la oficina de Dumbledore, no muy emocionado por el hecho de tenerse que disculpar con Sirius. El siempre lo estaba molestando y nadie nunca lo obligaba a pedir perdón. Y las últimas semanas le había apagado la alarma, haciendo que se levantara tarde y llegara impuntualmente a clase de Binns. Se tenía mas que merecido ese frasco de cucarachas en la cabeza.
Al llegar a la enfermería, suspiró profundamente. Black se burlaría el resto de su vida de ese momento.
Sirius se encontraba recostado en una cama, leyendo un libro. Tenía su pijama puesta y una bandita en la frente. La vela iluminaba su cabello completamente negro, el cual contrastaba increíblemente con esos grandes ojos azules que recorrían rápidamente las hojas del libro. La noche y sus estrellas.
-Ehm... Sirius. – el aludido no parecía haberse dado cuenta de que había alguien en la habitación, ya que estaba muy concentrado leyendo.
-Hola Moony- respondió alegremente, dirigiéndole una hermosa sonrisa.- ¿ Quieres sentarte?- le ofreció amablemente, dejándole un espacio junto a él.
-No, gracias. Prefiero quedarme parado.- respondió secamente. Por alguna razón algunas veces sentía una enorme aversión hacia su mejor amigo.
-Como quieras- dijo regresando al libro. Hubo unos cuantos minutos de silencio, hasta que Sirius decidió hablar.
-¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?- preguntó curioso. Remus le miraba fijamente, pensativo.
-¿Ya te sientes mejor? -Sí, ya mucho mejor. Pero Poppy dijo que debo pasar la noche aquí por si me empiezo a convulsionar de nuevo.- le respondió como si nada.
-Lo siento- dijo Remus avergonzado. Su cara se sonrojó notablemente.
- No te preocupes, en la vida de toda persona un frasco de cucarachas le pegará.- ambos rieron ante el comentario, aunque Remus se sentía muy mal.- Además, me lo tenía merecido- trató de consolarlo.
- Pues si, te lo tenías merecido- le espetó secamente- pero mi plan no era hacerte tener convulsiones.
-Pues me diste duro con ese frasco, pero creéme que ya no trataré de molestarte de nuevo.- le dijo frunciendo el ceño. Remus pareció tranquilizarse, y le dedicó una gran sonrisa. Pasó unas cuantas horas conversando con Sirius, hasta que Poppy lo obligó a regresar a la sala común.
CONTINUARA...
