Todos los personajes son de J.K Rowling.
Tenía en sus manos una caja de chocolates de la mejor calidad que podía existir en todo el mundo. Pero, ¿qué iba a hacer con ellos? En ningún momento le pidió a Lucius, su padre, que le comprara la caja para disfrutarla él solo, ni siquiera le apetecía comerlos. Más bien, en el momento que la pidió, había pensado en su actual profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras: Remus Lupin.
Draco sacudió la cabeza para aclarar sus pensamientos. Era imposible que haya pensado en querer obsequiarle algo a ese tipo, pero lo había hecho. Además, cuando estuvo espiándole descubrió que a Lupin le encantaba el chocolate. ¿Espiándole? Volvió a sacudir su cabeza. Lo supo gracias a que casi siempre veía a Remus comiendo un trozo de chocolate en sus tiempos libres. Pero no, no le había espiado nunca.
Prefirió no pensar más en ello y guardó el paquete en que estaban los chocolates bajo su túnica. Luego salió de la sala común de Slytherin y se dirijió por los pasillos sin rumbo alguno. De un momento a otro, recordó que la clase que le tocaba era la de Defensa Contra Las Artes Oscuras.
Cuando entró al salón, Lupin aún no llegaba. Así que se sentó junto a Goyle, el cual estaba engullendo un pastel.
—Gracias a mi padre, puedo obtener mejores pastelillos que ese...— dijo, acomodándose, mientras le dirijía una mirada de repugnancia a Goyle. Draco no entendía cómo su compañero podía comer tanto, y de aquella manera.
Goyle iba a hablarle, pero justo en ese momento entró Remus, saludando a la clase.
—Muy bien— habló el profesor, en su tranquilo tono habitual. —, hoy les daré la hora libre, debo revisar algunos exámenes.— fue a su escritorio y se sentó. —Si gustan, pueden irse o quedarse aquí repasando.—
En seguida se escucharon algunos gritos de alegría y gran parte de los alumnos salió del lugar. Crabbe y Goyle no se movieron de sus asientos, hasta que Draco les indicó que le esperaran en los pasillos.
Luego de un par de minutos, ningún estudiante se encontraba en el salón, excepto por Malfoy que, parado a un costado de su pupitre, fingía acomodar sus cosas. De vez en cuando miraba a Lupin. ¿Obsequiarle o no los chocolates? Si lo hacía en ese momento, nadie lo vería. Pero, ¿por qué tenía tantas ganas de obsequiárselos? Comenzó a preguntarse una y otra vez.
—¿Y qué importa la razón? Después de todo soy un Malfoy, y un Malfoy hace lo que quiere.— pensó en voz alta, sonriéndo orgulloso y levantando la mirada de sus pertenencias.
—¿Sucede algo, Draco?— preguntó Lupin, que le había estado mirando con curiosidad.
El rubio se sobresaltó. Luego respiró profundo y se acercó al escritorio con paso firme, dejando el paquete de chocolates sobre éste y, sin decir nada, volvió a su pupitre y tomó sus cosas.
—¿Y ésto?— Remus alzó una ceja.
—Para usted. Ya que dudo que pueda conseguir de esa calidad.— contestó, volviéndose hacia Lupin y sin decir más, salió del lugar.
—¿Calidad? Me pregunto qué podrá ser...— pensó, abriéndo la caja, extrañado. Sonrió al ver el contenido. —Vaya... Tendré que darle las gracias. Hacía tiempo que no recibía un... ¿Regalo? sí, un regalo... — Remus volvió a sonreír, dirvertido.
¿Y bien? Bueno, el capítulo ha salido más corto de lo que creía... En el próximo quiero hacer que Lupin le de las gracias a Draco, aún no tengo la idea completa de cómo, pero a ver que sale.
