Dark Kotetsu Angel: Holaaaaaaas!!!!! Awww... no me pude resistir a un fic de Inuyasha! Adoro esa serie! Me fascina! Me encanta! Ejem... me calmo nnU Es mi primera historia de Inuyasha... Adoro la pareja de Inuyasha y Kagome, son el uno para el otro. Y Naraku... es simplemente tan oscuro... tan genial (a pesar de todas esas embarradas que hace...). En fin, se alargaron mucho estas notas preliminares. Espero que sea de su agrado.
Disclaimer: Infortunadamente, Inuyasha no me pertenece, es de Rumiko Sensei. T.T
ENJOY!
I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I
Yo necesito
Capítulo 1: Suceso
Con elegancia magistral, Kagome lanzó una sagita hacia la diabólica y espeluznante criatura voladora. Dio en el blanco y el horrible ser se deshizo. Así procedió con muchos otros, pero infortunadamente, sus flechas estaban cerca de terminarse. Le quedaban tres, a mucho, unas cuatro.
Por otro lado, Miroku, ayudado de su agujero negro, también se encargaba de unos cuantos. Usaba también su báculo y sus pergaminos, ya había salvado un par de veces a Sango... pero las cosas no pintaban tan bien, Naraku, un tanto debilitado, se preparaba para atacar a Inuyasha, quien blandía la Tessaiga y le miraba a despectivamente.
- Inuyasha, ¿tienes tanto miedo que no te acercas? – replicó el monstruo, sonriente, a pesar de estar débil... Inuyasha y los otros se habían vuelto muy fuertes, ni hablar de las saetas de Kagome... cuyo resplandor, más que precioso, resultaba letal.
Obviamente, al hanyou no le gustó mucho el comentario, y levantó a Tessaiga, listo para hacer pedacitos al indigno Naraku.
Quien antes había sido el bandido Onigumo, sonrió amenazadoramente. Tenía la perla de Shikon entera en su mano derecha... algo tramaba. Pero estaban tantos monstruos, bichos y espíritus, que algún gesto de Naraku sería notado con dificultad. Nadie se percató.
- ¡vas a morir, engendro!!!!! – le gritó Inuyasha con furia en su mirada ambarina
Como estaba tan acostumbrado a los deseos de buena fe, a Naraku le resbaló, de todas formas, Inuyasha iba a morir... ah, si... todos iban a morir lenta y dolorosamente...
Fue entonces, que la espada del hanyou chocó con el campo de fuerza del monstruo. Rayos se dispersaban por el lugar. Demasiada energía... poder... las emociones de los dos sujetos se mostraban: odio, valor. Mucho para manifestarse con claridad.
- ¡Inuyasha! – exclamó Higurashi, con preocupación. Siendo protegida por Kirara. Miraba horrorizada la escena, temerosa que su querido hanyou resultara severamente lastimado. Con todo lo que deseaba ayudarle... no obstante, sus flechas estaban, o destruidas, o alguna que otra dispersada por ahí, en medio de cadáveres de quimeras.
El houshi se dio cuenta de que la muchacha iba a acercarse a Inuyasha, y con severidad la detuvo – ¡Kagome-san! ¡¡No se acerque!!! ¡No sabemos lo que pueda pasar!!! -
- ¡Pero...! -
- ¡¡Kagome-san! ¡Hágame caso!! – insistió Miroku, aunque esta vez, era más una súplica que una orden
Afortunadamente, ella le obedeció. Kirara hizo pedazos a otras criaturas insignificantes. Kagome estaba entrando en la desesperación. Poco tiempo había pasado, y sentía que sus ojos se aguaban. El cabello plateado de Inuyasha parecía desprender descargas eléctricas poderosas, moviéndose con los ventarrones que el choque entre la Tessaiga y la Shikon no Tama provocaban.
Llegó Sango para hacerse junto a Miroku. Se les veía muy agotados. Todos lo estaban. Pero qué bien lo disimulaba Inuyasha. En ningún momento predominó en él la sangre youkai.
Inesperadamente, Naraku empezó a reír... lo que era una risa discreta, pasó a ser una risa a carcajadas, diabólica, temible... escalofriante. Con descaro. Miró a Inuyasha por debajo de su hombro. Con descrédito.
- Te estás volviendo loco porque vas a morir – siseó el hombre mitad demonio
Naraku levantó una ceja. ¿Qué acaso ese choque colosal de fuerzas no le afectaba? – Eres tú quien delira, Inuyasha. Todos ustedes vas a ir al infierno. Aunque a ti te voy a torturar más... y... no es nada personal – ironizó. Empujando al muchacho unos cuantos metros, ya que con la perla era capaz de producir una especie espada hecha únicamente de energía...
- ja! Serás tu quien quedará hecho polvo – de nuevo, se abalanzó sobre él y reaparecieron esas energías que inestabilizaban todo aquel valle semidesértico.
- Pobre Inuyasha... – dijo Naraku, como si el aludido estuviera a kilómetros de su persona – Me pregunto... ¿qué pasará si su espada vuela por ahí? -
Kagome, Miroku, Sango y un oculto Shippo palidecieron. Kirara se tensó. Si Inuyasha se transformaba en youkai iba a perder el interés en la vida, en todo. Sin duda, Naraku iba a aprovecharse de eso. Como siempre lo hacía.
- No... Inuyasha... tengo... que hacer algo – se dijo Kagome, con su cabeza vuelta una maraña de ideas. Su desespero, al igual que su desgaste físico como espiritual le impedían razonar adecuadamente.
Mientras que sus amigos estaban preocupados, Inuyasha disimuló (nuevamente). Maldecía para sus adentros su debilidad. De vez en cuando ojeaba a Kagome y a los otros. Prácticamente pidiendo que Naraku no cambiara súbitamente de opinión e intentara lastimarles. Si aquello pasaba, estaba casi seguro que no iba a tener tiempo de protegerlos.
Súbitamente, Naraku incrementó el brillo de su espada, y logró aventar la Tessaiga lejos de Inuyasha. Quien quedó en shock.
Kagome entró en pánico - ¡¡INUYASHA!!!!! -
- Pobre hanyou – pronuncia Naraku entre risas – Veré como te conviertes en youkai y te mataré -
Y así era. Inuyasha había salido como diez metros disparado. Estaba extrañamente quieto, con la cabeza gacha. Fue cuando lanzó un gruñido. Kirara, Shippo e inclusive Naraku captaron el cambio de olor en su sangre. Aunque para los demás era obvio que había cambiado a demonio.
Higurashi no hallaba qué hacer. Si usaba el conjuro "osuwari", era quizás posible que recobrara la cordura... pero también podría ocurrir que se volviera a transformar. Su confiable arma estaba tan distanciada de él... pero... tan cerca de ella y Kirara... la muerte le acechaba.
Hubo silencio.
Naraku permaneció estático. – no pasará demasiado tiempo para que venga con furia... -
Y como acorde a su deseo y pensamiento, Inuyasha corrió hacia él con sus garras a la vanguardia. Sus ojos rojos como la sangre, tornados un par de intimidantes rubíes.
Pero Kagome también corrió. Había rescatado una flecha y tenía su arco. Debía apuntar bien. ¡Debía estar cerca para dar en el blanco!
- ¡Kagome detente por favor!!!! – intentó Sango.
Era casi milagrosa la forma en que la jovencita de melena azabache esquivaba a los quimeras. Shippo intentó pararla, mas sin embargo, otra criatura sirviente de Naraku evitó que consiguiera su cometido.
- ¿qué diablos hace esa mujer? – se preguntó el que portaba la Shikon no Tama. No asustado. Si no curioso.
Así, recibió primero a Inuyasha. Poco tardaría en decapitarlo si seguía usando sus garras y golpes tontos.
-... sólo espero que todo salga bien... ¡Inuyasha!... – pausa - ¡OSUWARI! –
Un brillo mediano apareció en el collar que traía. El ahora youkai tuvo un encuentro con la tierra. Kagome apuntó y lanzó una saeta.
El tiempo se detuvo.
- Maldita mujer!!!! – Naraku sintió el fuerte impacto. ¡había demasiada energía! Nadie sabía lo que pudiese pasar.
Inuyasha despertó de nuevo como hanyou. Poco entendía lo que pasaba, pero de inmediato, percibió el peligro... Naraku casi luchando contra una ballesta de Kagome, ella allí, débil, jadeando... y él... ¡rayos! Se dio cuenta que se había vuelto un youkai. Menos mal que ahora estaba bien...
- Kagome!!!! - Fue por ella, y alcanzó a abrazarla.
Pero hubo una explosión. Fuerte. Muy, muy fuerte. Naraku se perdió de la vista de todos. Inuyasha y Kagome volaron con fiereza. Las voces de Miroku, Shippo y Sango se oían distorsionadas. La angustia de Inuyasha se incrementó al ser separado de Kagome por causa de las energías liberadas...
I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I
Ahora, el valle se veía... casi como antes. Sopló un viento frívolo. Todos estaban desmayados y muy separados entre sí. Quien primero despertó fue Kirara. Se encargó de reanimar a los otros. Lográndolo por suerte.
- Estás bien, Sango? – inquiere Miroku, incorporándose y ofreciéndole su mano a la exterminadora.
- Lo estoy, gracias. Y a ti también Kirara -
- Si, gracias Kirara – reitera Shippo
El youkai de aspecto felino lanzó un gruñido suave, gesto de alegría.
Luego, Inuyasha se puso de pie. Aturdido, se cogió la cabeza... le dolía muchísimo. Comenzó a girar la cabeza con ansiedad buscando a Kagome. La vio.
- ¡Kagome!! ¡Kagome!! – gritó Inuyasha, moviendo a la chica - ¡Despierta!!! -
Los otros se acercaron. Y a Shippo se le aguaron los ojitos. – Kagome! Despierta! Qué te pasa! -
- mhmh... mmh... – ella se meneó con delicadeza, alertando a Inuyasha. El se sintió aliviado. No supo cómo iba a reaccionar si ella ... si ella... – Dios... mi cabeza... – miró a Inuyasha y sus ojos se abrieron en shock
- ¿qué pasa, Kagome? -
- ¿pero quién...? – quedó inconsciente de nuevo.
Miroku lanzó un murmullo. Casi gruñido. – Se hirió la cabeza... con esa roca... -
Todos se dieron cuenta que en el suelo, justo donde había reposado Kagome, había un hilo de sangre. Al igual que en una roca semipuntiaguda. Kagome estaba muy lastimada... y estaban demasiado lejos de la aldea Kaede como para esperar y llevarla a su tiempo...
I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I
- Continuará -
I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I
