Ah que nervios -.-


Buenos días a los lectores. Procedo a informarles lo siguiente:

1. Este fanfic está escrito por Yanki Girl (usuario 870234/ Yanki_Girl) y por mi. No persigue fines de lucro ni cuenta con la autorización de Kamisama, por lo que esperamos que no se enoje.

2. Toriyama y Toei Animation son los únicos amos del mundo… de Dragon Ball. Yanki y yo, en nuestra condición de esclavas, les agradecemos la creación de dicho anime/manga.

3. El primer capítulo lo encontrarán en el perfil de la otra autora, publicaremos un capítulo en su perfil y uno en el mío, según lo escribamos.

4. Por cuestiones médicas (mmm literalmente ¿?) tal vez pasen uno o dos meses antes de volver a actualizarlo.

5. Yanki y yo agradecemos el apoyo a este proyecto así como sus amables reviews y recomendaciones.

Fin de la transmisión.


Capitulo 2.

Domingo 25 de diciembre 784

9:00 hrs. Día 9 posterior al evento.

-Señor director de la Cadena Tush TV, verá usted… No quiero ir, así que no iré, de todas formas gracias por la invitación- Federico Hodgkin salió de la ducha mientras recitaba un absurdo diálogo imaginario. Se enrolló una toalla blanca en la cintura y con la mano limpió el espejo cubierto de vaho y agua caliente producto de una ducha a temperatura ideal para cocer pollos. Se peinó el cabello hacia atrás con los dedos, dejando que las gotas cayeran sobre sus amplios hombros. No era mal parecido y él lo sabía; en buena parte su agradable físico le había ayudado a subir rápidamente la escalera hacia al éxito: De un invisible jala cables, al "Reportero del año" según la revista "Bright Star talent" misma que a pesar de su glamuroso nombre, en realidad era la menos prestigiosa por su amarillismo además de pertenecer a la misma cadena que la televisora donde trabajaba.

Su premio lo ganó gracias a un programa especial llamado "Días de terror. Con Federico Hodgkin" una serie de farsas bien montadas donde el conductor transmitía desde casas embrujadas o presenciaba el contacto de una médium con el Fantasma de la Ópera -Felicidades Federico- se talló la cara frente al espejo donde se desarrollaba su monólogo –tu talento te llevará a un evento terrorífico real. Felicidades –agachó la cabeza sobre el lavabo.

Tenía esa clase de miedo paralizante proveniente de un mal presagio. Pero el productor más importante de la televisora se comunicó con él unas horas antes "nadie mejor que tú para el trabajo" le había dicho y para terminar de convencerlo, le espetó que era una orden del Director General, el dueño de Tush TV.

La aprehensión le impidió disfrutar de los halagos. Primero unas figuras misteriosas en el trigal, ahora un verdadero encuentro con seres de otro planeta –con suerte y es una farsa- se consoló a sí mismo mientras se vestía de jeans y camisa formal blanca.

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-Sargento no podemos detenerla más tiempo. Derechos Humanos presionan al presidente del mundo para que la dejemos en libertad- La teniente de pelo castaño perfectamente recogido en una coleta, miró a su superior quien a su vez contemplaba a la mujer a la que le realizaban estudios. Tenía colocados intrincados aparatos eléctricos en la cabeza y brazos. Mientras ella se dejaba hacer cualquier cosa, tranquila y blanca como el papel, como si no estuviera ahí. A veces parpadeaba lo que le daba la tranquilidad a la teniente de que no se había convertido en una escultura.

-Que se vayan al diablo- respondió fastidiado -Ni siquiera podemos asegurar que sea humana- Mary Ann los miró a través de los cristales empañados, como si supiera que estaba siendo observada. La teniente se estremeció levemente, sin demostrarlo. No le daba buena espina esa mujer con su historia inverosímil, pero presentía que lo más ético era dejarla ir.

Domingo 25 de diciembre 784

12:00 p.m. Día 9 posterior al evento.

La isla Palmera lucía desierta, se había dictado toque de queda que la población acató no de buena gana. Por principios militares, el Capitán Eliud buscó las órdenes de sus superiores, pero jamás obtuvo respuesta. No podía saber que en la base, todos estaban igual de confundidos que él después de un avistamiento OVNI: una esfera sobre el mar que parecía estudiarlos.

Eliud Bruno tomó la decisión de no difundir el mensaje. Preparó dos tropas que estarían aguardando la señal de ataque en caso de requerirlo. No había dormido y sus manos temblaban nerviosamente, por eso las ocultaba en las bolsas de su pantalón, no le tranquilizaba haberse acabado la caja de puros.

El sol estaba en el centro del firmamento, quemando a todos los que osaban salir a la calle. El capitán le hacía sentir el uniforme más pesado de lo común debido a aquel sofocante calor, y encima los minutos parecían reírse de su impaciencia. A pesar de haber tomado dos litros de agua mientras esperaba aún sentía la boca reseca. Lo único que deseaba era cumplir con su "deber" y terminar con todo de una vez, pero eran ya las 12:10 y comenzaba a preguntarse si no aparecerían los supuestos 'tres' que hablarían con él. A las 12:12 se dio media vuelta, indignado por la impuntualidad y en ese momento se escuchó un clamor general. El ser de la noche anterior se materializó detrás de él.

-No obedeciste nuestras peticiones- el poco valor que había reunido en esas horas se desvaneció al escuchar su voz, lo miró cuan largo era pero no pudo apreciar su rostro, cubierto por una capucha de color crema, que brillaba con el sol. Intentó tragar saliva pero se había evaporado junto al color de la cara. Pensó que lo mejor sería disculparse y echarse a llorar pero el orgullo militar sacó las garras y se defendió, para mantenerse presente –No te preocupes, aún no te haré daño, deja de temer- ¿aún? Esa aseveración no ayudó a tranquilizarlo. Cerró los ojos y se encogió sobre sí mismo por instinto cuando la túnica que cubría al ser que le hablaba, se extendió hacia él. Pensó que moriría y que no podría hacer nada para evitarlo.

Pero en no murió. Al abrir los ojos se encontró en otro lugar; sus pies ya no pisaban la arena de la isla, misteriosamente se había trasladado a una cueva subterránea a la que únicamente entraba una rayo de luz. Ese rayo no parecía provenir del sol e iluminaba un trono de cristal opaco, de la pared de la cueva brotaba agua que desaparecía en el suelo y colgaban yerbas de tallo grueso de la pared.

Esa visión tan extraña le aturdió. Todo el ambiente era confuso: la oscuridad se fundía con la belleza del rayo de luz, el agradable aroma que emitían las yerbas y el relajando murmullo del agua no atenuaban el miedo que sentía. Algo estaba mal y todos sus sentidos le advertían que huyera. Al retroceder chocó contra el ser que le había llamado, entonces miró hacia la derecha y se dio cuenta de que no estaba solo. Un hombre más joven que él, miraba hacia enfrente como hipnotizado.

-Se les revelarán los hechos como deben ser- sonó una voz femenina, solo entonces notó que el trono de cristal opaco estaba ocupado por ella, llevaba capucha y brillaba bajo la intensidad de la luz. A su lado se colocaron dos seres como ella, uno era el que le había hablado –pero falta el saiyajin-

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De la carta que Joshua Bem envió a su esposa Clara T., encontrada entre los restos de la iglesia presbiteriana. Isla Caimán.

…No sé qué pasó realmente, una luz atravesó diametralmente el edificio, como una onda expansiva. Escuché algo que ya no recuerdo y me desmayé.

Al despertar vi a todos mis colegas muertos y los del departamento de atención telefónica, heridos. No puedo describir el terror en los gritos de los agonizantes, los ojos rotos… ¡Ojos rotos! Partidos por la mitad, sangrantes, desparramados.

Alguien además de mi, sobrevivió. Me iré con él a buscar transporte para llegar a ti. Espero que te llegue esta carta y que estés esperándome en casa, te necesito.

Joshua.

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-Max ¿puedes oírme? Si es así, tengo la nota del siglo y vas a tener que abrir la señal en vivo- susurraba sin poner atención a las palabras que el otro humano decía (estaba seguro de que sólo ellos dos lo eran). Estaba concentrado en cómo presentaría el reportaje pero le negaron la trasmisión en vivo, argumentando que costaba demasiado dinero para un par de ovnis de cartón. Fue inútil intentar convencer a la misma persona que lo había mandado ahí de que aquello era real, al parecer la fama de su programa le jugaba una mala pasada en ese momento. De nada sirvió discutir acaloradamente, la respuesta siguió siendo la misma y al final, no le quedó más que verificar la poca pila que le quedaba disponible y suplicar a Kamisama que fuera suficiente para grabar el encuentro, con frustración constató que apenas alcanzaría para unos cuantos minutos.

Suspiró resignado, se dio cuenta de que el miedo había desaparecido, como si la situación que vivía fuera común. Cierta emoción le hacía hormiguear el cuerpo, suponía que ese era el instinto periodístico que por fin despertaba en él. Era eso o la luz era en realidad una fuente de radiación que le provocaba cosquillas y pronto moriría de cáncer; alguna de esas dos opciones debía de ser. Se sonrió a sí mismo ajeno a la angustia que su compañero humano mostraba en tras la discusión que él no se molestó en escuchar.

-Voy a grabar sus palabras- le explicó a las figuras encapuchadas, distrayéndolos a todos del tenso diálogo. Había encontrado el ángulo perfecto para las tomas y quizá algunas fotografías discretas.

-Trasmitirlas o no, será tu decisión. Solo les aconsejamos a ambos que no cierren su mente. Capitán, es por su bien- por el rabillo del ojo notó que éste se tensaba, como si estuviera saludando a un superior, pero sin la mano alzada en símbolo de respeto, estaba negando con la cabeza. Volteó un poco el rostro para verlo mejor tenía un semblante duro, hermético, pero los ojos mostraban tal terror que daba angustia tan sólo observarlo. Por eso desvió la mirada, no quería contagiarse de su estado de ánimo.

Él estaba tranquilo pues había entendido que le sería revelado algo que cambiaría su forma de vivir ¿Qué más emocionante que eso? Apretó un botón y comenzó a grabar la escena, justo en el momento en el que comenzó el mensaje. Esta vez habló otro ser, uno al que no había visto, se colocó al lado del trono de cristal, de tal forma que los tres estaban juntos y salían perfectamente en la toma. Su tono de voz era suave y hablaba pausadamente.

-Humanos, tenemos un mensaje para ustedes- su voz resonó en la cueva, las yerbas que colgaban de las paredes parecieron reaccionar a ella, se retorcieron ligeramente.

-Abran sus mentes- pidió la voz femenina, dulce, amable.

-No se resistan al cambio- siguió el tercero. El capitán abrió los ojos desmesuradamente, parecía que en cualquier momento gritaría si no de miedo, lo haría de indignación. Un cambio no era una opción para sus ideales. Había sido entrenado para trabajar parala humidad. Únicamente le serviría al gobierno mundial.

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-¡Vegeta!- la mujer se dejó llevar un minuto por el pánico, pero ante la mirada asustada de Bra y Trunks, intentó guardar la calma y disfrazar el miedo con el enojo -¡Ven aquí saiyajin salvaje!- Llevaba la mitad de camino recorrido hacia la cocina cuando escuchó el llamado de la mujer, no le haría caso, por supuesto, aunque se desgarrara la garganta con sus agudos gritos. Pero Bulma, siendo más inteligente, subió el volumen de la televisión tanto que la alcanzó a escuchar incluso en la planta baja.

-…Queremos hablar con un saiyajin- escuchó lejanamente, el nombramiento de su raza le hizo fruncir el seño –…Gokú o Vegeta. Solamente uno debe venir- suficiente. Regresó hacia la sala donde la familia Briefs veía la televisión. Los abuelos sonreían pensando que se trataba de la nueva película del verano y Bra miraba el televisor concentrada, quería entender lo que pasaba aunque debido a su corta edad se le dificultaba entender todo. Lo que comprendía era que algo malo pasaba. Trunks y el invitado Goten (que parecía vivir ahí más con ellos que en Monte Paoz), contemplaban preocupados las imágenes frustrantemente poco nítidas del celular del reportero. Vegeta se colocó casi frente al televisor, con las manos cruzadas, esperando que la caja le informara lo que ocurría.

Terminó el reportaje y se hizo un silencio que atrajo la atención de la pequeña Bra, pensó en pedir que le explicaran lo que pasaba pero se dio cuenta que nadie acaba de entender lo que pasaba. Comenzó la repetición del video después de un breve comentario de la titular del noticiero. Volvió a aparece la imagen de tres seres con túnicas claras. Cada uno dijo una línea y siguieron así hasta terminar el mensaje.

-Humanos, tenemos un mensaje para ustedes-

-Abran sus mentes-

-No se resistan al cambio- vegeta se sentó en el respaldo del sofá, mientras les escuchaba. Comenzó la segunda ronda de líneas.

-El Libro es una revelación celestial. Es en su esencia "La quinta revelación"- Goten abrió los ojos tanto que sus párpados se parecieron desaparecer -La quinta raza inferior tiene marcado su único destino: desaparecer-

-Comienza una nueva era para el cosmos-

-Pero el número cinco se ha visto contaminado. Quien represente al número cuatro debe hablar con nosotros. Queremos hablar con un saiyajin- el corazón del príncipe latió violentamente–…Gokú o Vegeta. Solamente uno debe venir-

-Son los urantianos- susurró Goten, sin aliento. Aunque todos le escucharon, nadie le puso atención realmente. La conductora estaba anunciando que tenía la foto de uno de ellos. Parecía haber sido tomada clandestinamente y mostraba el rostro y una mano del ser que estaba parado de pie a la izquierda. Le produjo a toda la familia Brief (excepto a Vegeta, que había visto seres más raros) un extraño escalofrío que les erizó la piel.

La mano era esquelética, con los dedos desproporcionalmente largos y huesudos cubiertos por piel azul grisácea que parecía viscosa. Pero lo que más les impactó fue el rostro: dos enormes ojos, desproporcionados en relación a la cabeza que no era voluminosa, desprendían una mirada intimidante, eran feroces y completamente negros. No tenían labios ni nariz lo que le intrigó a Trunks ¿Cómo hablaban tan nítidamente si no tenían labios? Aquel ser levantaba la mano y era el último detalle que se podía apreciar.

-Se parece un poco a Krillin- bromeo para aligerar la tensión que percibía, pero nadie pareció escucharle, estaban concentrados en la televisión. Después de eso el noticiero se fue a comerciales y todo volvió a una confusa normalidad.

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El capitán Eliud, presa del pánico después de escuchar las revelaciones en torno a su especie, sacó la pistola que tenía en el pantalón y disparó a aquellos seres hasta vaciar el cartucho. La cueva se llenó del sonido de los disparos. Federico se encogió instintivamente, por un momento pensó que el militar se había vuelto loco y los mataría a todos. Se tapó los oídos, sus tímpanos amenazaban con explotar por el estruendo.

Cuando Federico Hodgkin levantó el rostro, agradeciendo no haber muerto, se dio cuenta de que ninguna bala llegó a su destino todas se desmaterializaron antes de tocarlos, él estaba intacto pero nunca sabría si había tenido suerte, si podía desintegrar balas o si a él no le había disparado.

El de la voz suave levantó una mano y extendió la palma, treinta segundos después una onda expansiva de color azul se desprendió de ella. Empujó levemente al reportero y se perdió en la cueva, atravesando las paredes. Fue como si por un segundo se hubiera sumergido en un mar espeso donde no podía respirar, pero la paz que se apoderó de cada una de sus células le impidió sentir miedo, podría morir ahogado y no sufrir. En su mente La Revelación cobró sentido. Finalmente asintió para después caer desmayado.

Por su parte, lo último que el capitán Bruno vio, fue un rayo amarillo cruzándole la vista. Enseguida sus ojos se partieron por la mitad y dejaron ver una masa blanca viscosa hasta que la sangre llenó las cuencas que dejó vacías el corte fino y perfecto del rayo sagrado.

La Tierra fue sacudida desde su centro. Un halo de rayo multicolor la cruzó desde todos los ángulos, algunas veces era azul; cegador pero que daba paz a quien lo recibiera, otras veces era verde esmeralda y el último, el más dañino, el que dejaba en agonía a quien le impactara, era el amarillo de la muerte.

La corporación Cápsula cimbró, como toda la Tierra, cuando fue alcanzada por un halo azul.

Vegeta, te esperamos. El príncipe supo entonces, como si alguien le hubiera implantado la información, dónde debía buscarlos.

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-Ha comenzado- Mary Ann Mattews salió al jardín de la pequeña casa donde sus sobrinos nietos (no sin renuencia), la dejaron alojarse. Afuera de la cerca, un grupo de activistas que la había apoyado para que la dejaran libre miró hacia el horizonte, una onda de energía se acercaba hacia ellos y los atravesó. Los ojos de la mujer vestida de blanco brillaron.

Un halo verde mató a la pequeña Betty, la niña de tres años hija de su sobrina-nieta. Los demás habitantes de la casona estaban ilesos. Mary lo sabía lo que ese momento significaba, cuando recibió la energía del rayo azul volvió a entrar en trance, tal como lo había hecho 15 décadas atrás.

Indiferente ante los gritos de los habitantes del hogar frente al cadáver de la niña, subió las escaleras y buscó hasta encontrar uno de sus cuadernos. Tomó una pluma y así, de pie como estaba, comenzó a escribir frenéticamente, con los ojos en blanco. Si alguien pudiera observarla en ese estado, podría notar la cicatriz de una pequeña herida en ellos.