Ninguno de los personajes me pertenecen, todos ellos son creación y propiedad de Sunrise.
Capítulo 1
Nuevas tierras
-¡Escúchenme malditos perros, o sacan los cañones o los tiro por la borda como lastre!- Gritó la mujer, afirmándose de las cuerdas que ataban la vela al mástil.
-¡Si, Capitana!- Los marineros corren cumpliendo sus mandados, se levantan las escotillas y el pequeño barco unión del estilo tortuga* con un bergantín ligero* quedó erizado en hierro -¡Cuando mande!- Con los once cañones de la banda de estribor y el cañon de proa cargados, las mechas estaban encendidas, la tripulación esperaba la señal de fuego para lanzar su carga contra el desprevenido navío mercantil. La mujer morena escrutó un poco más el horizonte con el catalejo, la bandera de 'La Nao'* que se encontraba delante era del imperio Serigo, sonrió, hacía algún tiempo no se metían en problemas con ellos. Guardó el aparato en su cinturón de cuero, junto a una de sus pistolas y la espada, descendió deslizándose por el mástil. El pisar de sus suelas con la madera del piso era lo único que retumbaba en la embarcación. Oteó la proa y popa del barco, donde se encontraban recogidas las placas metálicas que convertían al navío en una tortuga, pero no serían necesarias para la ocasión. Respiró profundamente la pólvora del ambiente, esperó a que el otro barco se acercara un poco más para tomar el control del timón. Los mercantes dieron la voz de alarma y la nave desplegó las velas para ganar velocidad, intentando alejarse del barco pirata. Pese a los vanos intentos de sus ocupantes de apurar la velocidad a golpe de remo el navío con cabeza de lobo se acercaba irrefrenable. Giró el barco en noventa grados, para exponer el flanco de fuego a la embarcación contraria. Sacó una de sus pistolas y disparó al timón de la nave contraria, el hombre cayó sin un grito, con el corazón perforado. Se tapo los oídos para no lastimarse con los disparos, pero no escucho nada.
-¿Y qué entienden por fuego brutos?- Les recriminó la capitana, golpeando la cabeza de la primera persona a su alcance, que resultó ser una pelirroja, su contramaestre y primera a bordo. La marinera se acercó a la escalera que conectaba la cubierta con los pasillos y los cañones. Los miro con caras de pocos amigos y comunicó la sutil orden de la capitana
-¡Fuego maldita sea, es a mí a quien dejan calva por su incompetencia!- La mujer echaba humo mientras ellos se aprestaban a que los cañones vomitaran el fuego que contenía la barriga del barco. Los hombres en cubierta alzaron los ganchos y se dejaron caer como lobos hambrientos entre los aterrorizados mercantes, la diversión comenzaba.
"Veamos, cien gallinas, algunas cargas de oro, más de plata y varios cofres de joyas, ¡ah!, y por supuesto, un barril de semillas de mostaza, por fin podré volver a tener mayonesa*" Calculó la capitana mientras deambulaba por los restos del barco mercante, la tripulación se hallaba descuartizada en el suelo y sus hombres corrían de cubierta a cubierta cargando el botín. "Sin mencionar los cerdos que solo se suman a los míos" pensó divertida observando la hilera de hombres que miraban con alegría y cierta codicia las riquezas obtenidas -¡Mai!, ¿Dónde diablos te metiste mujer?- Demandó la capitana, buscándola con la mirada.
-Si la capitana Kruger me hiciera el favor de bajar y tener una buena memoria, se daría cuenta de que estoy revisando el polvorín, como TÚ me pediste- Una exasperada pelirroja asomó la cabeza por la escalera trampilla, con una joven pirata sonriente colgándole del cuello.
-Cierto, ¿y bien qué hay?- La capitana se acercó, descolgándose por la abertura afirmándose solo con los pies trabados en el piso de la cubierta -¿Algo que nos sirva?-
-¿Algo?, estos tipos tenían pólvora como para volar el panteón- Señaló los barriles amontonados en la sala –Pero con lo cobardes que eran, dudo que supieran siquiera para que les servía, estos mercaderes no importa la nación, siempre terminan corriendo y rogando clemencia-
-Que pasen una cuerda y empiecen a subir, reestableceremos nuestras municiones- La capitana se impulso con las piernas, subiendo con un salto ligero nuevamente a la cubierta. Se alejó, buscando el dormitorio del capitán, a lo lejos podía escuchar a Mai gritarle a la tripulación que si no tenía una cuerda digna en cinco minutos la haría con el cabello de todos. La mujer morena pasó de las habitaciones con las puertas saltadas o abiertas, sabía que una pieza importante como la del capitán estaría más protegida como para que se saltara tan fácilmente de los goznes. Bajó por una escalera más ancha que el resto y encontró una puerta bastante suntuosa, la abrió de una patada, adentro estaba la recamara del capitán. Desenfundó la katana que le colgaba del cinto y examinó la habitación. Unos cuantos muebles clavados, la litera y mapas pegados por toda la habitación, relajó la guardia y se acercó al armario pegado a la pared. Lo atravesó de extremo a extremo con su espada, sintió la resistencia de la carne y un grito de dolor no muy varonil.
-Vamos hombre, ¿sabes cuantas veces he sacado gente oculta de esa manera?, ¿es qué no se les ocurre nada más ingenioso?- La capitana retiró la espada cubierta de sangre y de un rápido movimiento limpió la hoja, esparciendo un poco del líquido por el piso.
-'¡Maldia mujer!, ¡que te follen los mares perra!'- El hombre, que a juzgar por las ropas y la espada que portaba, era el capitán, salió a tropezones del armario.
-Eh, no sé tu jodido idioma- Natsuki, a pesar de no tener idea de la lengua, supuso el significado de la oración, pero le resto importancia, nada nuevo e ingenioso –Bueno no importa, me traes cabreada, así que cállate y dime donde tienes las cartas- Estiró una mano, pero la retiro inmediatamente para que no quedar manca –Esta bien, es a mí estilo entonces- Con un rápido movimiento de pies y un golpe ascendente desarmó al hombre, luego le puso el filo del acero en la garganta -¿Entonces?- El capitán vomitó una bola de sangre, y maldiciendo por lo bajo, sosteniendo uno de sus costados, se acercó tambaleante hasta el escritorio, abrió un cajón y en este un compartimiento secreto. Las cartas eran unos pedazos de papel enmohecidos y dañados, pero legibles. Natsuki tomó el papel que se le ofrecía y sonrío, en ellas estaba dibujada el lado oeste del los Imperios, tando del central como del Serigo, además de información importante sobre las corrientes, el clima y los reinos. Se las guardó dentro de la camisa, luego empujó al hombre y de una monumental patada en el trasero lo envió directo al océano, a través de las ventanas -¡Nada personal!- Gritó, enfundando nuevamente y registrando el resto de la habitación.
-¡Capitana!, terminado el reestablecimiento de pólvora- La marinera, casi una niña de pelo oscuro, la miró con una sonrisa tatuada en sus ojos dorados. Ella se encargaba de la provisión de armas del barco, además de ser la asistente de Mai, ambas conformaban los cargos de primera a bordo y contramaestre, sin mencionar que Mikoto adoraba pasar colgando de la cofa y su visión no dejaba nada que desear. Con una media sonrisa la joven le hizo una seña con la cabeza.
-Bien, volvamos al barco y mandemos esto a pique, ¡Muero de hambre!- La pequeña se emocionó al escuchar comida, y salió corriendo en dirección a la contramaestre. La morena volvió a examinar todo rápidamente. Concluyó que ya no había nada de importancia dentro del navío, así que se retiró a su nave, a sus dominios. Encendió la mecha que llevaba al resto de pólvora y saltó de una cubierta a otra, los remeros pusieron la embarcación en movimiento y a los pocos minutos, ya alejados del barco, escucharon la explosión y vieron como la madera estallaba en pedazos.
-Mai, mirar esa pirotecnia me abre el apetito, ¿qué hay para comer?- La aludida observó con intenciones asesinas a su superiora y obviando el hecho de que el almuerzo solo había transcurrido hace un par de horas, fue a buscar al cocinero, que ya se hallaba en proceso de fabricar mayonesa para su capitana.
-¡Mikoto!, ¡¿Algo nuevo? - Natsuki usó sus manos a modo de bocina, considerando la distancia entre el timón y la cofa.
-¡Nada capitana!- La joven colgaba de la cofa, afirmándose con los pies, mientras observaba el horizonte en busca de alguna novedad y saludaba a la mujer en el timón con una espada negra casi de su tamaño -¡¿Algo de lo que quiera especial información?-
-¡Lo de siempre!, ¡Si aparecen taros avisa de inmediato!- "Porque esos taros comercian joyas, especias, tejidos finos y en ocasiones mujeres preciosas dispuestas a servir a cualquiera" rió la capitana, dejándose llevar por el momento y perdiendo ligeramente el curso.
-Capitana, ¿vamos al 'Imperio Central' o a las 'Tierras congeladas'?- Preguntó la contramaestre, subiendo por las escalera con un farol en las manos -¿O simplemente decidió que quería llegar a la 'Mitad de la tierra'?- Sonrió burlonamente, mientras a Natsuki le subían los colores al rostro al notar la desviación en el curso, corrigió la dirección y puso nuevamente la proa del barco hacia el Imperio Central, 'Santempo' específicamente, a una isla donde podían fondear despreocupadamente. –Se que le gusta el ambiente tarco, las alfombras mágicas, los castillos con esos jardines enormes, la comida, los camellos, cuanto adoras subir a una de esas moles pestilentes de grasa y por supuesto las mujeres- Un golpe en la nuca la calló de golpe.
-¡Basta!- Siseó la mujer, con una gama de colores subiéndole por el rostro. La capitana tuvo que enderezar nuevamente el rumbo, ya que al girarse había llevado el timón con ella.
-Sucede siempre lo mismo, cada vez que hablas de taras se te van las manos del timón a las caderas de esas mujeres- Mai tanteó el chichón que se formaba en su cabeza, luego prosiguió prendiendo los faroles ubicados en las barandas del barco, la capitana se abstuvo de reclamar nuevamente, era imposible rebatir si se trataba de esa mujer. La contramaestre era una de las pocas que podía bromear a la capitana y conservar la lengua (cosa que sabían muy bien la mayoría de los desafortunados que intentaron pasar a mayores con ella), se conocían de años, cuando Natsuki le robaba a los caballeros descuidados que iban de paso por 'Consulm', en ese entonces Mai tenía un hermano y una pequeña choza armada de desperdicios en las calles de la ciudad, ahora no tenía choza o hermano, sino una litera, a la joven Mikoto, y claro está, un precio por su cabeza bastante suculento.
-Coincido en que las taras son bastante atractivas, pero no es muy productivo atacar un barco de ellos solo por la esperanza de encontrar una mujer que finalmente terminaras tirando en la siguiente isla que encontremos- La capitana miró hacia el lado, sin fijar la vista en la mujer que la sermoneaba –Además, los taros ya pusieron un precio exacerbado por tu cabeza, ¡Con eso podríamos comprar un pequeño país!, ¿Se te olvidó la vez que escapamos de milagro?, Duran parecía un colador en vez de un barco pirata- Mai le giró la cara a Natsuki, obligando a que le mirara –Y- prosiguió, bajando la voz hasta convertirla en un susurro –No pasará mucho hasta que la tripulación se entere, y más de alguno estará tentado a delatarte por el dinero y la absolución ante el gobierno de paso- La morena irguió la espalda y sus facciones tomaron un rictus severo.
-No me sermonees, se perfectamente los riesgos que me persiguen, nos alejaremos de los moros un tiempo… por eso vamos al Imperio Central, ellos no tienen una buena relación con ninguna de las de la Mitad… y…-No terminó la frase, apretó el timón, haciendo crujir la madera y fijó la mirada en el horizonte. A esa hora el océano era un mar de sangre, el atardecer daba de lleno en el rostro de la joven, el barco navegaba hacia el enorme sol rojizo que empezaba a ocultarse en el mar oscuro, provocando el ocaso y la noche, tibia en esa época del año. La contramaestre no pudo dejar de admirar el porte severo y digno que rodeaba a la capitana. Las ropas de cuero algo holgadas, el cabello revuelto por la brisa marina que hinchaba las velas y los ojos centelleantes mirando el atardecer. No era muy alta, pero sabía perfectamente como imponer respeto, e incluso en ocasiones temor, sobre todo cuando desenfundaba la katana en una mano, la pistola en otra y sonreía socarronamente. Podían ser amigas desde hace tiempo, pero para la joven su capitana era antes que todo su superiora, y confiaba en ella para el cargo.
–Mai- La pelirroja se acercó para escuchar mejor a su capitana, aún pensativa respecto a la morena -¿Ya está lista la cena?-
Luego de cenar como Dios manda, mayonesa con cerdo asado, virtuoso descubrimiento de los imperiales, Natsuki se encontraba en su camarote, con los pies sobre la mesa y balanceándose peligrosamente en la silla. Cualquier persona sin los años de experiencia en el cuerpo sobre el natural bamboleo de los barcos, se habría matado del golpe en la nuca. Pero la capitana silbaba despreocupada de esas nimiedades, más bien examinaba las cartas arrebatadas a los serigos bastante interesada, mostraban mares aún inexplorados por ella, después de todo su infancia la pasó mucho más al este… La cara de la mujer se ensombreció recordando los años pasados y sacudió violentamente la cabeza, prefería no recordar, ahora se encontraba muy lejos de ese lugar, estaba en medio del océano, de su patria y ella manejaba el rumbo de su vida. Volvió la vista a las cartas, observando con cuidado las riberas más alejadas del Imperio, había algunos puertos que parecían fáciles de atracar, con un poco de suerte y astucia quizá podrían planear un asalto para robar un par de casas ricas. Pero antes de eso tenían que fondear y dejar que sus hombres descansaran después de todo luego de tres meses en altar mar todos estaban algo hartos, ni hablar sobre el celibato, hacía solo una semana que Mikoto había ensartado tres marinos lascivos en esa enorme espada que traía en la espalda. Pasó el dedo rápidamente por la vela más cercana, algo aburrida también de estar en alta mar, hacía un par de días que se había acabado el licor y desde los tres meses no habían encontrado un solo barco conocido. Esperaba encontrar a Midori en medio del océano, pero la fugitiva seguramente había elegido la ruta más extraña que podría ocurrírsele "Claro, seguramente esta buscando algún tesoro o reliquia antigua, que ojala desate el apocalipsis y nos meta a todos en problema intentando salvar su trasero". Guardó las cartas en una de las tablas sueltas bajo el suelo y se lanzó a la litera, por acto reflejo quedo boca abajo dejando su espalda encarando el techo, se recriminó mentalmente por volver al viejo hábito, hacía años que ya no necesitaba de esos cuidados, después de todo las cicatrices cierran, sin importar lo profundas que sean.
Natsuki se giró en el jergón de paja y sintió el cansancio invadiéndola, no le tocaba ronda esta noche y confiaba en Mai para que todo estuviera bajo orden. Cerró los ojos y se dejó llevar por los sueños, mientras las sombras se la llevaban a la lejana dimensión escucho el grito de su madre llamándola.
-¡Capitana!- Mai zarandeó a su amiga del hombro -¡Natsuki!, ¡Abre los ojos que ya llegamos!- Natsuki se aferró un poco más a la almohada, sin ganas de volver al mundo de los vivos -¡Maldición levántate mujer!, ¡Llegamos a las 'Baltes'!, ¡Ron, mujeres, peleas!- Natsuki saltó de su cama en cuanto entendió el mensaje, se puso apresuradamente una chaqueta y el gorro, se paso el antebrazo por la cara para sacarse la cara de sueño antes de correr por la escalera y llegar a la cubierta. La tripulación esperaba ansiosa la orden de bajar a tierra. La capitana con los brazos en jarra los observó a todos de mal talante.
-¡¿Y qué esperan?, ¡¿Se los tengo que decir acaso todo yo?, ¡Salgan de mi vista, los espero en cuatro días más acá y si se pierden los dejo aquí, estúpidos!- La cubierta quedó vacía en cinco segundos, todos se precipitaron por la rampa o simplemente saltaron del barco al muelle, algunos se lanzaron por la borda al mar y nadaron hacia la costa en esas aguas tranquilas, desperdigándose por las calles de la indómita ciudad.
-¿Y quién se queda de perro vigía?-
-¡Por supuesto que tú Tokiha!- A la pelirroja le nacieron algunas venas en el cuello, sintió que su vena en la frente también palpitaba –Y espero que me hagas una buena ración de mayonesa, sabes que prefiero la tuya que la del cocinero-
-¿Perdón?- Escupió asesinando a la capitana con la mirada.
-Rayos, no tienes sentido del humor- Natsuki, de buen humor por tocar tierra al fin, la tomó del brazo jalándola –Ya deje a unos cuantos infelices arriba, ahora ¡vamos Mai, Mikoto!, tengo ganas de hablar un poco con Nao, veamos si nos tiene alguna novedad o trabajo, y diablos, ¡Tengo sed!- Mai se maravillo nuevamente, la capitana cambiaba radicalmente cada vez que pisaba tierra, dejaba su rango de marina y pasaba a ser una mujer distinta, si bien no era extrovertida si era muy arriesgada. Siempre algo pasaría, mientras Natsuki Kruger estuviera cerca. Las tres amigas, ahora iguales en la tierra sin ley, bajaron felices y gastándose bromas, mientras a su alrededor los borrachos se agarraban a botellazos, las mujeres cortesanas perseguían a los marineros con un garrote en mano, algunos mendigos estaban durmiendo abrazados a los puercos, los instrumentos destemplados no cesaban de sonar y las balas cruzaban el cielo.
NdeA: Bien, me ha estado rondando la idea y no pude evitarlo... si se lo preguntan no pretendo que sea algo así estilo 'Piratas del Caribe', así que ya veré que sale... por otro lado por fin aprendí a usar mejor está página así que me tiene de buen humor los recientes descubrimientos... sin más que decir unas cuantas aclaraciones:
Nao: Tiene bastantes acepciones este término, pero para efectos de esta historia, las embarcaciones Nao serán un tipo de barco parecido a las Carabelas pero más grandes, con capacidad de carga y de fuego.
Barco Tortuga: Fue desarrollado en Corea alrededor del siglo XV, poseía 11 cañones por banda, 1 en proa y 2 en popa. Lo más notorio eran las placas de madera que cubrían la cubierta del barco para evitar que los enemigos abordaran (aunque aquí me di la libertad de usar placas de metal...) y la cabeza de dragón en el frente (en este caso de un lobo ^^) que podía botar humo para envolver a la nave y ocultarla del resto.
Bergartín: Era un barco con dos mástiles que nació en la segunda mitad del siglo XV, muy rápido y manejable gracias a la capacidad de sus velas, se usaba como barco mercante pero también era usado por corsarios por su velocidad.
Mi idea era unir la velocidad de un barco como el bergantín con el poder de un barco tortuga, no sé si sea físicamente posible... pero esa es una de las gracias de la ficción. El mapa dentro del cual se desarrolla la historia es inventado, espero no enredarme con mi propio juego... tal véz dibuje un mapa para mí ^^.En fin, esperando que hayan disfrutado esta historia... que no sé si será larga o corta, pero le veo futuro en mi cabeza, me despido.
