Disclaimer: Algunas cosas son de Kishimoto, no todas.
Maeko, Zu-sensei, Sono y Kiriko (Si, es tuya, lo siento mucho, no la quiero como propiedad xD) son propiedad de Viko.
A su vez, Shizuko, Kinyami, Ichiro, Miyagi-sensei, Rÿna, Aiko-sensei, son de mi propiedad. (¿Cómo se ha llenado Yüguregakure, eh?)
Advertencias: Yaoi. Hijos provenientes del Mpreg. Oun Characters (con OoC dentro de los mismos). Ya, en serio, ¿Qué haces leyendo esto?
Pareja: ShizuMae; además, menciones de ItaSaso, KakuHidan, MadaDei; para colmo, menciones de otras parejas que no vas a entender.
Dedicado: A Viko, en San Valentín. Lo dicho, la fecha solo es una excusa para sacar dinero y pedir historias. Ojalá lo disfrutes, con todo su ridículo contenido de rellenuto.
San Valentín
Sus ojos vagaron de un extremo del retrato al otro; deteniéndose a analizar concienzudamente los dos rostros femeninos que se encontraban al lado derecho e izquierdo de la foto sacada hacia un poco menos de un año. Continuó caminando de un lado al otro en su habitación, casi arrastrando los pies sin calzar, mientras con la mano que no sostenía el portarretratos se deslizaba por su cabello negro. Si la noche anterior no había podido razonar bien, mucho menos iba a poder en aquel momento. Miró enseguida hacia el reloj, el cual marcada las nueve de la mañana casi con malicia. Que él y justamente él estuviera despierto a aquellas horas solo podía significar algún tipo de catástrofe del tipo mundial.
Resopló, antes de desplomarse sobre su cómodo futón. Debía pensar en ello con cabeza fría, a ver, en primer lugar, ¿por qué estaba haciendo esto? La fecha, podía decirse, le importaba un soberano carajo. No creía en esas cosas, solo eran fechas impuestas para que salieras a la calle con el bolsillo lleno y regresaras con el mismo totalmente vacío. Entonces, ¿por qué matarse la cabeza con este asunto? Simplemente no haría nada y ya. Lo dejaría pasar, se quedaría todo el día holgazaneando a gusto en casa.
Eso era~. Se metería bajo su agradable futón y dormiría hasta que sus ojos rogaran por un poco de luz; luego iría por algo de comer y pasaría el resto de la tarde leyendo o quizás solo tirado muy a su gusto en la cama de sus padres —que, por descontado, también era muy cómoda— mientras comía arroz con daikon frito. Exactamente. Al diablo con San Valentín.
Sus ojos regresaron contra la foto. Maeko; él; Kinyami. El orden consecutivo en que aparecían.
Entrecerró los ojos, solo un poco. Al diablo con San Valentín.
…
¡Sí, claro! ¡Como si fuera tan sencillo! Si bien no era más que un día de pura explotación comercial, también era el día perfecto para ser un poco menos el 'amigo varón del equipo', fingir demencia y quizás con un poco de suerte, terminar en algo que involucrara a las dos adolescentes que le sonreían desde la foto. No era como si fuera algo de alguna, era extraño; técnica, y literalmente, los tres eran solo amigos; pero siempre sucedían cosas raras con la una o con la otra. Ya había aceptado el hecho de que ambas le gustaban, pero saber eso no hacía más que traerle incontables líos.
Y el de este momento radicaba en… ¿a quién de las dos invitaría?
~.
Caminaban de regreso a casa, luego de todo un día en la Academia. Aunque era más usual que regresara con sus dos compañeras de equipo, había días en que prefería recorrer el trayecto junto a Ichiro. No tenía demasiados amigos varones —de hecho, él era el único— así que era de esos pocos momentos donde sentía que podía ser totalmente como le viniera en gana; y además, podía ser bastardo con él. No podría haber conseguido a alguien mejor que el shinobi a su lado para ser su mejor amigo.
—Entonces, ¿has conseguido la cita con Rÿna? —cuestionó, mientras intercambiaban una roca pateándola uno y después el otro por el suelo—. Eso suena bastante bien. Quien lo diría, el pequeño Ichiro está creciendo.
Vio de reojo como el aludido se encogía de hombros.
—Sí, parecía bastante aburrido quedarme tirado en casa sin hacer nada, pero hey…aun así… ¿te ha mandado algo? ¿Cartas, chocolates o algo así? —inquirió, alzando una ceja.
—De hecho —no se los había comido. Kinyami los había divisado y le habían parecido demasiado 'lindos' empacados en aquella caja color rosa. No había tenido más remedio que dárselos. Ichiro pensó en ello durante unos segundos y finalmente solo se encogió de hombros por segunda vez, restándole importancia.
—En verdad eres un maldito conformista ¿eh?
—Eso explicaría el porqué somos amigos, ¿no lo crees?
El Uchiha alzó una ceja y antes de que el otro pudiera decirle que realmente solo bromeaba ya tenía a Shizuko sobre sí, frotando los nudillos del puño cerrado contra su cabeza. Rió, intentando zafarse de este, maldiciendo el hecho de que el azabache tuviera más fuerza que él. Al menos y solo estaba haciendo eso, habían veces en que prácticamente tenía que tirarse al suelo y rodar.
Shizuko y su maldito malgasto de Amaterasu, ojalá nunca lo hubiera aprendido.
— ¡Basta, basta! —Se sacudió, tratando de parecer serio, pero no podía evitar reír un poco—. ¡No lo decía en serio, lo juro! —exageró el tono, poniéndolo claramente alterado y falso—. Lo siento tanto Shizuko~, he herido tu enorme ego de Uchiha.
Forcejearon un poco más, sin que realmente pudiera deshacerse del agarre del poseedor del sharingan. Pensaría seriamente en la posibilidad de ir al gimnasio en las próximas vacaciones o algo, Shizuko en verdad que tenía fuerza; así no era nada justo el asunto.
—Hasta yo sé fingir mejor que eso.
— ¿En serio? ¿Hipotéticamente hablando o cómo?
Minutos después, se arrepintió de continuar dándole ideas al otro para seguir una de sus ya comunes peleas donde siempre tendría la mala suerte de salir perdedor. Inspiró profundo, minutos después, sintiendo como algo en su espalda crujía. Ah, se iba a romper algo en alguna de esas veces.
—Bueno, basta…me rindo —rezongó, con la cara contra el pasto mientras tenía a Shizuko sentado a un lado, haciéndole una llave—. Creo que me desencajaste el brazo.
El Uchiha bostezó, soltándolo y recostándose en el pasto, boca arriba, riendo entre dientes. Ichiro giró sobre sí mismo, sintiendo que algo dentro de su cuerpo hacia ruidos nada salubres al moverse.
—Maldito hijo de terroristas asesinos —acusó, poniéndose un brazo para cubrirse del leve sol que aun quedaba en el cielo. Al Uchiha le fue imposible esconder la carcajada que salió de sus labios. Soplaba una brisa fría bastante agradable como para quedarse allí tendidos sin hacer nada en realidad.
—A puesto a que no serías capaz de decir eso en frente de Oyaji y Otosama —le miró divertido, mientras arrancaba pasto del suelo sin poner demasiada atención a dicha acción. Ichiro entrecerró los ojos, como si realmente sopesara la opción de repetir tal acusación frente al masacrador del clan Uchiha y el asesino del Tercer Kazekage. Claro, lo estaba pensando~.
—Uhm…creo que no.
—Eres un llorica —agregó, lanzándole un poco del pasto que había arrancado, obteniendo como única respuesta de su amigo un gesto obsceno con el dedo de en medio de ambas manos. El azabache se acomodó mejor, dejando que los agradables rayos de media tarde lo adormecieran. Dios, que bien le vendría una buena siesta en aquel momento.
— ¿Y qué hay de ti? —preguntó el otro varón, de repente. Shizuko abrió un ojo, solo un poco, mirándolo de refilón.
— ¿Qué hay de mí…qué?
—San Valentín —respondió, en tono de estarle hablando a un idiota. Más pasto para Ichiro en la cara, que este simplemente ignoró olímpicamente—. ¿Saldrás con Kinyami o con Maeko? —Shizuko abrió los labios, pero su amigo se le adelantó antes de dejarlo responder—. Oh no, no, déjame adivinar. Vas a conseguir de algún modo muy del estilo Uchiha salir con ambas, ¿no es así?
~.
Con ambas. Vaya cosa, bien que le gustaría lograr hacer eso. Pero había límites hasta para él; en el remoto caso que se decidiera por hacer algo aquel día —cosa que aún no hacía, seguía con un "veremos" encima— sabía que solo podría salir con una. Y he ahí la pregunta crucial de su dilema existencial. ¿Con cuál de ellas?
Se acostó por completo en el futón, aún detallando la foto. Debía analizarlo con cabeza fría, ¿con quién de ellas deseaba estar más en aquel momento? Se mordisqueó el labio inferior sin cuidado, entrecerrando los ojos. Lo más posible es que ninguna de las dos estuviera haciendo algo —y si estaban en alguna especie de cita con alguien más, pobre del infeliz que se hubiera atrevido— así que no podría simplemente salir y pasar el día con quien no estuviera ocupada. Bien, bien. Analizaría cuidadosamente sus dos opciones.
Primero.
Kinyami. Si, bien; podría salir con ella…obtener una "cita" con la Jashinista sería técnicamente de lo más sencillo del mundo, de hecho podría ir hasta su casa y convencerla de que ya habían previsto salir y que ella ya había aceptado días atrás. Porque así era Kinyami, y era una de las tantas cosas que le gustaban de ella. No tenía ni idea de qué podrían hacer, pero estaba seguro de que la de largos cabellos platas sería un solo mar de risas adorablemente creepys durante todo el tiempo; haría y diría cosas freaks, hablando sobre Jashin y sus sacrificios; tal vez le pediría que le regalase algún muñeco relleno de felpa o irían a robar a Sono…y claro, sin contar con las cosas repentinas y sin mucho sentido común que la inmortal decidiera hacer.
Inspiró hondo. Kinyami era ciertamente una buena opción. Y estar con ella siempre era más simple, de algún modo, más sencillo. Con Kinyami podía ser algo dulce o incluso aventurarse a besarla —quizás— y, en cualquier caso, ella lo tomaría con total naturalidad. No veía el mundo de la forma más coherente y eso realmente era una ventaja.
Se pasó una mano por el cabello, revolviéndose dentro del futón. Sus ojos viajaron hasta la sonriente rubia de ojos negros. Ahora, la otra posible opción a elegir.
Maeko.
Vaya, con Maeko las cosas eran completamente diferentes que con Kinyami…con Maeko siempre había sido más difícil su relación, hablando de una relación amistosa; incluso eso había sido complicado. No era usual que estuvieran de acuerdo, y desde corta edad habían discutido más de la mitad del tiempo que permanecían juntos —sin entrar en demasiados detalles; como esa tonta vez que por estar peleando no eligieron un nombre adecuado y se quedaron como "el equipo"; rodó los ojos ante ese pensamiento, pero aún así sonrió—; además del hecho, habían tenido altas y bajas durante toda la susodicha amistad…desde la vez que se besaron accidentalmente en la academia —el primer beso de Maeko, era suyo. Bueno, eso para él, cuando se aceptó a si mismo lo que sentía por la Uchiha, le pareció de lo más agradable— hasta cuando incluso la hizo llorar luego de una de sus recurrentes peleas.
Maeko era realmente peculiar, le gustaba. Sobre todo hacerla enojar, esa podía ser una de las razones por las cuales al ir creciendo no dejaba de evitar sus discusiones, le gustaba verla enojada; lidiar con su carácter o hacerla sonrojar contra su voluntad; que de una discusión pasaran a un beso —provocado por ella, para su gusto— o que de estar en un momento agradable terminaran gritándose mutuamente. No podía saber exactamente qué ocurriría al siguiente momento con la rubia, no podía predecirse ni siquiera a sí mismo al estar en su presencia.
A veces simplemente lo sacaba de quicio con su actitud de 'líder', pero al mismo tiempo podía permanecer horas enteras en la academia simplemente observándola.
Para cuando lo notó, tenía casi diez minutos seguidos con la vista fija en la foto, más exactamente sobre la figura de la Uchiha Iwa. Cerró los ojos un corto lapso de tiempo y sacudió un poco la cabeza. Dejó salir el aire con fuerza por la nariz.
¿Entonces~…?
~.
—No logro entender tus gustos del todo —bostezó, mientras caminaban en dirección de la casa de Shizuko; aún removía la espalda y el cuello le traqueaba cuando lo movía hacia los costados. En serio, algún día se pondría en forma y le daría una paliza a su amigo. Algún día~ —. Supongo que lo de Kiriko tiene algo de justificación…aunque una no muy buena. Es decir, debes admitir que enamorarse de alguien solo por su cabello es ridículo.
Shizuko se entretuvo buscando una nueva piedra para patear, tal como venían haciendo antes de que le diera 'su merecido' a Ichiro. Se pasó una mano por el cabello, retirándose algunos mechones negros.
—Kiriko no me gusta solo por su cabello.
—Ah, no me digas. Déjame adivinar, ¿tiene una gran personalidad? —El Uchiha rodó los ojos—. Pero bueno. Dejando a tu rojita a un lado, ellas dos…no tienen nada en común y aún así…
—Lo sé; no debes decírmelo. Llevo pensando en eso desde los doce años —respondió el otro, encogiéndose de hombros. Era raro; estaban Maeko y Kinyami, que habían sido su 'algo' desde siempre. Pero a la vez, estaba Kiriko, la linda pelirroja que había llegado hacía un tiempo a la aldea con su familia. Era tan agradable, sin contar con el hecho de que por línea hereditaria tenía alguna clase de crush por el cabello rojo.
—Eso es mucho tiempo de reflexión.
— ¿Eso crees? —Pateó la piedra en dirección a Ichiro y este continuó arrastrándola por el piso con los pies—. Quizás un consejo tuyo ayude; porque se nota por tus asombrosos avances con Rÿna que eres un experto.
—Pues, de hecho…—empezó el otro, mirándolo.
—Si dices algo sobre liberar mi shakra te golpearé, te lo juro Ichiro.
—…bien, no tengo nada que decir.
~.
Puso la foto a un lado del futón, recostada sobre el piso, mientras miraba hacia el techo. No iba a negar el hecho de que tenía buen recibimiento en el sector femenino de la aldea, podría salir con cualquiera de las que le habían enviado cartas y chocolates esos días —de las cuales, no había leído ningún aún, ni había probado ninguno de los susodichos dulces— y seguramente tendría un "si" asegurado antes de terminar de preguntar el "¿Te gustaría…?". Luego, también estaba su 'hecho pelirrojo'…si podría salir con Kiriko, sin duda alguna ella le atraía mucho; por como la veía, era agradable, divertida y muy tierna —sin mencionarlo, claro, era pelirroja, era pelirroja y ¡claro!, era pelirroja—, aunque sus dos amigas parecían no tenerle tanto aprecio como él.
Si, podría salir con Kiriko. Pero no. Últimamente había pasado más tiempo del normal con ella y había dejado de estar con la voluble artista y la dulce inmortal; incluso les había cancelado unas cuantas salidas en grupo. Aquel día pensaba dedicarlo a una de ellas; lo tenía decidido.
Sintió algo extraño hacerle presión en la boca del estomago.
Y ya sabía bien a quien de ellas invitaría. Del mismo modo en que podría invitar a Kiriko, podría invitar a Kinyami…pero, era extraño. Durante los diez tontos minutos que se quedó pensando en Maeko, realmente se había podido visualizar con ella; yendo a buscarla a su casa y consiguiendo de algún modo extraño que aceptara salir con él a hacer algo. Sí, lo tenía bien decidido. Saldría con Maeko en San Valentín, eso era lo que quería.
Se estiró lo que más pudo, desperezándose un tanto. Giró a mirar la hora; las diez. Bien, entonces, había tomado una decisión. Saldría con Maeko; pero… ¿cómo lograría tal cosa? Que aceptara salir con él y que para colmo no se viera, técnicamente, como una cita. Según tenía entendido, la rubia no era muy amiga de salir los 14 de Febrero. Se removió un poco mas por la cama, tratando de hacer tiempo mientras pensaba diferentes formas de lograr su cometido. Si era que lo lograba. Su corto tiempo de vagancia duró muy poco al sentir como su estomago sonaba, casi exigiendo desayuno en ese mismo instante. Seguro Sasori seguía en la cocina así que podría pedirle comida. Se incorporó lentamente estirándose en medio de un bostezo. A ver, ¿qué podría salir a hacer con Maeko?
Tenía que ser, obviamente, algo que le llamase la atención como para que aceptara. Uhm~…a Maeko le gustaba de compras, pero invitarla a hacer eso…no, descartada la idea, no la invitaría salir de compras. Pero~, como nada en esta vida es gratis, hicieran lo que hicieran…tendría que hacer una inversión. Sin inversión no hay ganancia. Caminó hacia las puertas de su armario deslizable, buscando entre los estantes hasta encontrar su billetera; habían hecho más misiones de las usuales durante lo poco que tenían de ese mes y del anterior ya que Zu-sensei les había asegurado que necesitaba más dinero ya que su fondo para comprar revistas porno se había agotado.
Ahora era cuando lo agradecía, tenía la billetera más llena de lo que la tendría usualmente, podría costearse la salida sin problema. Además, de una forma u otra, no sería la primera vez que se gastaría el dinero en algo para una de sus compañeras —quedando quebrado el resto del mes, por consecuencia—. Sus entrañas gruñeron de nuevo, casi ofendidas de que se preocupara más por ver si tenía suficiente dinero para poder invitar a Maeko a hacer lo que quisiera, que en darles alimento qué digerir.
Con los pies sin calzar caminó fuera de su habitación. Sonrió ante un pensamiento, ¿Cómo tomarían Itachi y Sasori cuando les dijera que pensaba invitar a salir a la hija de Madara Uchiha y Deidara…? Al final de la noche anterior no habían sonado muy entusiasmados, en medio de todo, con sus perspectivas de compañía en San Valentín.
~.
Ambos pararon el jaleo que se habían armado en el pórtico del hogar cuando la puerta se abrió de repente; Shizuko dejó de ahorcar a Ichiro con el brazo, mientras este paró de intentar darle codazos en el abdomen.
—Vaya —Itachi alzó ambas cejas, mirándolos entre curioso y ligeramente divertido—. Están peleando y haciendo un escándalo, ¿por qué no me sorprende?
Ambos intercambiaron una mirada rápida y se soltaron al mismo tiempo; como si tuvieran cinco años y hubieran sido atrapados pegando un jarrón caro luego de haberlo roto con un balón. Shizuko fue el primero en reaccionar, alejándose un paso de su amigo mientras lo señalaba con falso dramatismo mal fingido.
— ¡Otosama, Ichiro me maltrata!
El aludido giró enseguida, entrecerrando los ojos.
—Pues, sinceramente, ya me gustaría poder hacer eso.
—No estoy mintiendo. Ichiro me atacó y solo pude pelear para defender mi vida y mi honor.
El Uchiha mayor rodó los ojos. Claro, ahora metía el honor…y sin lugar a dudas, el honor del clan. Que conveniente.
—Sí si, los Uchiha te estaremos eternamente agradecidos por defender nuestro honor; ahora, ¿van a pasar o se quedarán peleando en la entrada de la casa? —los miró a ambos con tranquilidad y giró para ingresar de nuevo a la morada, dejando la puerta abierta.
—"¿Otosama, Ichiro me maltrata?" —le citó, mirando a Shizuko con incredulidad. El azabache se encogió de hombros—. Eres un traidor.
—Claro, y arderé eternamente en el infierno con ello; anda, vamos a dentro…me muero de hambre y puedo oler la sopa de miso que prepara Oyaji desde aquí —entraron al tiempo, quitándose los zapatos al lado de la puerta. Shizuko cerró, y caminó enseguida en dirección a la cocina; siendo seguido por Ichiro, quien estaba tan acostumbrado al hogar Uchiha Akasuna que sabía que casi podría andar en este a sus anchas sin ningún problema.
Tan pronto entraron a la cocina, ambos sintieron en el aire el olor a tempura de verduras y miso. Shizuko aspiró hondo, acercándose al pelirrojo con delantal rosa que se encontraba frente al fogón encendido. Ichiro sonrió de medio lado, con ese ritmo, él también terminaría consumiendo 'comida de conejos' —modo como le gustaba llamar los platos que el Uchiha gustaba, para fastidiarlo—.
—Oyaji, ¿acaso te he dicho alguna vez que eres el ser más maravilloso sobre la faz de la tierra? —preguntó, mientras introducía un dedo dentro de la salsa para el tempura y se lo llevaba a los labios para probarlo. Pensaba repetir el proceso, pero no logró del todo su cometido ya que al acercar de nuevo la mano a la salsa, recibió un manotazo por parte de Sasori.
—Sí, lo dices cada vez que entras a la cocina, Shizuko —respondió, concentrándose en cortar algunos ingredientes. Sin siquiera necesitar estar mirando a su hijo, le propinó otro manotazo cuando intentó por segunda vez llegar a la cena, pero esta vez en dirección a la sopa —. ¿Qué tal la academia?
El Uchiha Akasuna se encogió de hombros.
—Normal. Miyagi-sensei fumó sus hiervas raras y aprobó a Ichiro en todo por decirle que hoy tenía un aura positiva; Aiko-sensei pareció a punto de suicidarse cuando Kinyami dijo que la sangre provocada en guerras era de las dichas más grandes de Jashin y Zu-sensei leyó sus revistas porno…—intercambió un mirada tranquila con su mejor amigo—. Lo de siempre.
—Vaya, si que te entrenas para ser todo un shinobi —comentó el antiguo ninja de Suna con sarcasmo, probando la sopa de miso para ver si ya estaba en su punto.
—Lo sé; no hay nadie mejor entrenado que nosotros —comentó con una media sonrisa mientras Itachi entraba a la cocina a fingir que buscaba algo en el refrigerador. Shizuko sabía que fingía, lo había descubierto años antes. Siempre entraba cuando Sasori cocinaba, en su acertado concepto, debía agradarle verlo muy concentrado en sus tareas de "ama de casa" mientras portaba un delantal color rosa.
—Definitivamente, Yüguregakure está a otro nivel —coincidió el otro, asintiendo.
— ¿Te quedarás a cenar hoy, Ichiro? —preguntó Sasori, girando levemente el rostro mientras seguía concentrado en el platillo para aquella noche.
—Me gustaría, Sasori-san…pero debo terminar algo —se disculpó, sonriendo de forma amigable. Shizuko lo miró divertido. No necesitaba ni un amigo más. Con Ichiro tenía al mejor de todos. Se recostó contra la pared.
—Le escribirás una carta a Rÿna, eso sería lindo —comentó, en tono algo bastardo. El otro no demoró en fulminarlo con la mirada. La sonrisa de lado apareció en los labios del poseedor del sharingan—. Eh, Otosama, ¿sabías que Ichiro piensa que el gusto peculiar por el cabello rojo es una ridiculez?
— ¿Ah, sí?
— ¡No, no, claro que no! ¡Cuando lo dije no me refería…! —sintió la mirada de todos la familia Uchiha Akasuna sobre si. Soltó el aire con fuerza—. Ah, realmente. Shizuko nunca debió contarme lo de Akatsuki. Me sentiría más cómodo siendo un imprudente o fregando algún momento sin saber todo eso.
—Anda, ¿sigues con eso? No seas niña.
— ¡Tú cierra la boca, esto siempre termina siendo por tu culpa!
— ¿Qué tanto pueden hacerte? Lo máximo que podría hacer Oyaji es no se… ¿golpearte con un sartén? Se ha vuelto su infalible arma de ataque cuando Otosama y yo nos ponemos muy Uchihas —Sasori alzó una ceja, mirando hacia el menor—. Sabes que es cierto. Aún tengo una fea herida en el brazo por eso.
—Tiende a ponerse algo arisco cuando se meten con él —explicó Itachi a Ichiro con tranquilidad. El Akasuna cerró los ojos. De todos los clanes que existían en el mundo, precisamente tenía que ser~…. Negó con la cabeza y decidió regresar su atención en la cena; con el pasar de los años, se había hecho en parte tan vegetariano como Itachi y su hijo. Muy contadas veces preparaba platos diferentes para él, y en realidad, no estaba tan mal. Agregó más especias y probó la salsa para el tempura mientras los otros dos jóvenes varones seguían molestándose entre ellos.
— ¡Ah~, cierto! ¡Lo olvidaba! —Shizuko sonrió de lado—. Hoy Ichiro dijo que era un maldito hijo de terroristas asesinos, ¿acaso no es toda una monada?
— ¡Agh! ¡Mierda Shizuko, no eres más que una molestia en el trasero!
—Woah, hablar así en la casa de dos ex Akatsuki, habrá que tener agallas.
— ¡Cállate de una buena vez!
. . .
Se escurrió en la silla, estirando las piernas a sus anchas bajo la mesa, suspirando satisfecho. Se pasó el dorso de ambas manos por los ojos, disimulando un bostezo.
—Uhm~…Oyaji, realmente cocinas mejor que nadie —miró al pelirrojo, que aún iba por la mitad de su tempura, mientras que él había repetido plato—. He quedado repleto.
—Alimentarte y despertarte es toda una proeza —comentó Itachi, quien acababa de terminar también—. Además de ser un circulo vicioso; tú duermes y te da hambre; comes y te da sueño. Así nadie sobrevive.
Shizuko rió entre dientes, acomodándose un poco mejor sobre la silla.
—Pero a Oyaji le encanta hacer ambas cosas; dejarme dormir hasta que me canse de ello y alimentarme cuando despierto —ambos Uchihas miraron al Akasuna, que los ignoró con simpleza, aún comiendo—. Eso es amor hacia un hijo.
—Tiene su lado maternal, ¿Quién lo diría?
—Lo sé, Otosama, a mí también me tiene perplejo.
El pelirrojo alzó una ceja, mirándolos a ambos. De inmediato, los dos azabaches supieron que si seguían en ese plan tendrían que preparar ellos mismos la comida por los siguientes tres días. Y nadie en pleno uso de razón querría verlos a ellos dos en la cocina, Sasori aún les reprochaba cuando podía por haber dañado dos de los cuatro fogones de la estufa; aún no le decían que había sucedido por intentar prender dichos fogones de un método nada casero y ni cuidadoso (Dícese del Katón, inmediatamente seguido por el Amaterasu)…mejor que quedara entre ellos.
—En fin, Shizuko, tengo un montón de cosas por hacer en casa mañana… ¿crees que podrías ayudarme en algo? —preguntó Sasori calmadamente, observándolo.
—Me gustaría de verdad Oyaji, pero pensaba hacer algo.
—No debes hacerte el difícil, hijo —Itachi le dio un sorbo a su bebida—. Todos sabemos que te mueres por ponerte el delantal que Sasori te da y recogerte el cabello.
Shizuko entrecerró los ojos y decidió pasar por alto el comentario.
—No, realmente tengo algo planeado —por las miradas que sus progenitores le dirigieron, supo enseguida que querían ser informados de tales planes—. Bien, bien. Como es San Valentín, decidí unirme al grupo de zombis enamorados que compran chocolates y hacer algo.
— ¿Algo como qué?
—Invitar a alguien a salir.
—Déjanos adivinar…una de esas posibles citas puede empezar con "M" y terminar con "aeko" —se aventuró Sasori, limpiándose los labios con una servilleta.
—Y la otra empezar por "K" y terminar en "inyami".
El menor puso un codo sobre la mesa y apoyó el rostro en la palma abierta.
—Bueno, ¿quieren que les diga yo o lo adivinan todo ustedes con su mente súper desarrollada de 'genios'? —hizo comas al aire con la mano que tenía libre.
—A mi me suena más entretenida la segunda opción.
—Concuerdo con Itachi.
Shizuko rodó los ojos. A ver si le dejaban ganar alguna.
—Bueno, Shizuko —Sasori se incorporó para empezar a recoger los platos usados y los dos Uchihas no tardaron en hacer lo mismo, ayudándolo—. ¿Con quién de ellas piensas salir?
El azabache tomó los tres vasos, ahora vacios.
—Aún no lo he decidido, lo consultaré con la almohada esta noche.
— ¿Y no tienes ninguna más en mente que la otra? —preguntó el Uchiha mayor, mientras los tres caminaban hacia la cocina para dejar los platos sucios en el fregadero. El pelirrojo se colocó enseguida los guantes de goma para proceder a lavar.
El menor lo sopesó unos momentos, divertido con esa pregunta. Sabía a dónde iba ese interrogatorio.
—A ver… ¿A quienes prefieren tener en la familia? ¿Los Uchiha Iwa o un par de sádicos inmortales?
—Vaya, cuantas opciones nos das.
Sasori hizo un gesto mientras llenaba de jabón los trastes; pensaba igual que Itachi.
— ¿Estás seguro de que no hay la más remota posibilidad de que, tal vez…por algún compañero…? —aventuró el pelirrojo, abriendo el grifo para remojar los vasos.
—Resulta que soy un Uchiha heterosexual —sonrío de lado—. Vaya sorpresa, quien lo diría ¿verdad Otosama?
Itachi lo miró cruzándose de brazos.
—Sí, ciertamente ese gen no salió muy bien.
—Y cuantos problemas que eso te ha traído —agregó Sasori.
—No en mi forma de verlo —estiró los brazos, corroborando la teoría de uno de sus padres. 'Dormía y le daba hambre. Comía y le daba sueño'—. Pero bueno, iré a dormir…mañana es Sábado, así que no me despierten ¿sí? —ambos le miraron. Sonrió, previendo un casi seguro: "como si alguna vez lo intentáramos"—. Hasta mañana Otosama —sintió como este le revolvía el cabello, mientras se acercaba al pelirrojo—. Gracias por la cena Oyaji, descansa —recordaba bien como cuando era pequeño Sasori solía ir a acostarlo y asegurarse de dejarlo bien cubierto. Se inclinó, ahora siendo más alto que él, presionando los labios contra la frente y la base del cabello del Akasuna—. No te dejes del poder Uchiha, recuerda, tu eres el mayor y tu mandas.
Sonrió de nuevo y decidió huir rápidamente de la cocina antes de obtener una consecuencia por tal afirmación. Avanzó unos pocos pasos por el corredor antes de reconocer la voz de Sasori hablando.
—Prefiero que decida no hacer nada —escuchó comentar. Se detuvo y esperó que eso fuera la conclusión de la charla y dejaran el tema "Shizuko" finalizado.
— ¿Por?
—No quiero que salga con ninguna ellas —rodó los ojos al escuchar de nuevo la voz del pelirrojo. ¿Por qué no le extrañaba? Apuesto que su hobby era hablar de él así le oyeran o no. Al menos que esperaran a que llegara a su habitación y cerrara la puerta.
— ¿Alguna razón en específico?
Se recostó contra la pared, esperando que pasara el largo silencio. No le extrañaba, ellos siempre se miraban y trataban de comprenderse sin muchas palabras.
—Ambas le harán daño a Shizuko; no quiero eso.
Un nuevo silencio se formó; Tal como lo había dicho en la cena…Sasori, 'tan maternal'. No debía preocuparse realmente por eso; al final y en cualquiera caso, él se dañaría más a sí mismo con todas sus indecisiones internas de lo que ella podrían hacerlo. O al menos, eso esperaba. Camino en dirección de su habitación, sin tener aún una decisión clara.
~.
Salió arrastrando los pies por el suelo de madera, bostezando. Solo tenía como pijama improvisada —ya que, de hecho, solía dormir en bóxers la gran parte del año— unos pantalones holgados largos; no tenía algún tipo de camisa ni nada por el estilo, y a final de cuentas, estaba en su casa. No importaba.
—Ohayou gozaimasu —saludó, llegando a la sala; esta estaba conectada al comedor y este se encontraba frente a la cocina; Itachi bajó el libro que leía, sentado en uno de los sillones que combinaban con toda la decoración y parecían estar en perfecto feng-shui con su entorno—. ¿Cómo estas, Otosama?
—Más despierto que tú, claramente —pasó la página, mirando a su hijo—. ¿A qué debemos tu presencia antes del medio día en un sábado?
— ¿Shizuko ha despertado? —escucharon ambos la voz de Sasori, llegando desde la cocina. Sus entrañas gruñeron por tercera vez, recordándole su presencia y el requerimiento de comida.
— ¡Si, Oyaji! ¡Buen día! —gritó de regreso, viéndolo salir enseguida con una olla cogida con un trapo de cocina para no quemarse y una cuchara larga en la otra mano. Se acercó a él enseguida, aspirando profundo. Olía a dulce.
—Chocolate —murmuró Shizuko enseguida, acercándose hasta poder verificar el interior de la olla. Efectivamente; se llevó las manos a la cintura, alzando las cejas. Sabía quién era el adicto a los duces en esa familia—. Adivinaré, ¿para Otosama? —Preguntó; Sasori lo ignoró, aún mirándolo como si no le hubiera preguntado nada—. El San Valentín está en el aire, definitivamente.
—Y hablando de ello —intervino el Uchiha mayor, aún desde el sillón—, ¿consultaste con tu almohada sobre con quien salir hoy?
Shizuko asintió, mirándolos a ambos. El pelirrojo se dirigió hacia la cocina, indicándole a su hijo con la cabeza que lo siguiera. Itachi cerró el libro y fue tras ellos; ameritaba a que sería una buena plática.
—Sí, invitaré a salir a Maeko —informó, sin irse con rodeos tan pronto los tres estuvieron dentro, tratándose de ellos era mejor de ese modo.
Se formó un largo silencio entre los tres.
— ¿Y qué sucedió con Kinyami? —preguntó Sasori, aún dándole la espada, concentrado en terminar lo que hacía. Ah, maldición. A veces olvidaba el 'simple' hecho de que a sus padres no se les pasaba una. A ninguno de los dos. ¿Qué se sentiría tener al menos a un progenitor con poco sentido común, que no supiera analizar tan bien sus gustos? Suspiró—. Creí que ella era la que te gustaba ahora, pensé que la erigirías.
—No, ella le ha gustado siempre —acoto el Uchiha recostándose contra una pared, de nuevo con la vista fija en su libro—. Igual que Maeko.
—Ah~ claro, olvidaba que tienes la capacidad de estar enamorado de varias a la vez. ¿De cuánto es tu capacidad, cinco?
—Yo ya tengo tres contabilizadas. Me pregunto quienes serán las otras dos.
Entrecerró los ojos.
—A-já-já, que graciosos. Vamos a burlarnos de Shizuko porque no tenemos nada más divertido que hacer.
Itachi suspiró y cerró el libro de nuevo; su hijo con la hija 'del rubio' y Madara Uchiha, su antiguo maestro. Si, el karma, quizás no había terminado de pagar por lo de su clan; de alguna u otra forma…se lo venía venir.
—De acuerdo Shizuko, suerte con Maeko —le deseó, mientras el pelirrojo asentía, aun concentrado en no dejar pegar el chocolate—. En verdad…suerte…
Apresuró un poco el paso; aunque no era del todo buena idea. Si caminaba más aprisa, llegaría a la casa de la rubia en menos tiempo. Frenó en seco como respuesta. Tomó aire profundo.
De acuerdo, tenía tres opciones claras si es que lograba llegar hasta el hogar de Maeko —si es que lo seguía, y no estaba diciendo que lo haría. Solo eran…opciones, opciones a analizar—. Entonces; opción uno: que le abriera 'el rubio'. ¿Qué haría en tal caso? Fingir que se había equivocado de casa era bastante idiota y usar su recurso hipotético (en un caso muy desesperado) solo daría resultado con Hidan (si funcionaba con Kinyami, debía funcionar con el albino)…así que, si le abría 'el rubio' tendría que fingir que Kinyami quería verlos a él y a Maeko, para luego ingeniárselas para que incluso la propia Jashinista lo creyera así. Correcto. Todo claro.
Opción dos: que le abriera Madara Uchiha.
…
Bien, bien~. Eso claramente sería una complicación del rango "suicida".
Sabía perfectamente por lo que le había contado Itachi sobre Madara —aunque solía burlarse un poco de ello, pero solo un poco (« ¡Ahí! ¡Uchiha Madara tras de ti!»)—, tenía muy claro que no podría mentirle e inventar una excusa sobre porqué estaba allí…no podría fingir demencia y mucho menos pretender engañarlo. Estaba hablando de Madara Uchiha; verdadero líder de Akatsuki y verdadero Kage de Yüguregakure. ¿Qué haría él, pobre infeliz, si Madara llegaba a abrir la puerta? Se pasó una mano por el cuello. Solo tenía una opción: decirle la verdad, que quería hablar con Maeko sobre salir a hacer algo aquel día, y encomendarse a sus antepasados muertos a que no apareciera ningún destello carmín en sus ojos.
Continuó caminando, retomando el paso, mientras varias personas pasaban a su alrededor, algunas en pareja y otras con regalos. Consumidores zombis enamorados, y muy pronto y con suerte, sería parte de ellos. Y entonces, tenía la opción número tres, la que en su concepto era la mejor de todas, que le abriera la puerta Maeko.
En ese caso, trataría de actuar normal. Sí, eso haría. Como si acabaran de encontrarse en la academia, en una mañana cualquiera, y la invitara a hacer una acción cualquiera, como si fuera un día cualquiera. Sería natural e intentaría verse casual y relajado. O al menos, eso intentaría.
Continuó caminando, con las manos en los bolsillos. Simplemente había decidido usar otra ropa para no usar el mismo vestuario de siempre. Se decidió por una camisa negra ligeramente formal, la tenía remangada hasta los codos en ambos brazos y sin corbata ni nada parecido; tenía el cuello desapuntado y también los primeros botones de la misma; los jeans también eran negros; le gustaba vestir ese color. Se preguntó si debió llegar con algo cuando ya se encontraba a pocos metros de la casa; descartó la idea enseguida. No, porque no sería una "cita", ellos solo "saldrían".
Inspiró hondo. Tenía tres opciones de qué hacer en cualquiera de los casos. Hizo un gesto; esperaba no haber heredado la suerte Uchiha de su Otosama. Antes de terminar de convencerse a sí mismo de lo que realmente hacía, estiró una mano, golpeando tres veces a la puerta. Miró hacia sus zapatos; realmente contaba con tener mejor suerte que Itachi, porque si Madara aparecía tras la puerta, sinceramente tendría que…
—… ¿Shizuko?
Notas: Ahhh~! xD Me sentí con todo el poder del "To be continued" del mundo. ¡Y además, soy la ama del rellenuto! Ni siquiera Kishimoto me supera esto. Como sea, es un Two-Shoot, así que en cuanto cierta señorita me deje un bonito review tendrá la segunda parte de su ya escrito regalo. La primera parte fue pff, y muy centrada en Shizuko; siento eso.
No hay aclaraciones que hacer, el que entendió, entendió. Y el que no, pues no(?).
Ah~, el ShizuMae conquistará el mundo, yo lo sé. Yo lo sé. ¡Feliz San Valentín para todos! (¿Acaso no aman mis títulos? Existen personas inventivas y yo.)
