Título: Savior.
Tipo: Drabble.
Nota: Basado en la canción "Savior" de "Rise Against".
Palabras: 500.
Una Canción, Un Drabble.
SAVIOR.
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—¡Ten una cita conmigo, plana!
—¡Ni que estuviera loca! ¿Y a quién crees que le estás llamando plana, idiota!
—¡Pues a ti, Tsunade!
Ella lo tomó de las solapas y empezó a sacudirlo sin delicadeza.
—¡No tendré jamás una cita contigo! ¡Y plana tu abuela!
El joven sannin de los sapos salió volando un par de kilómetros. —¡Al cabo que ni quería-a-a-a!
La nieta del primer hokage apretó los puños y profirió un par de insultos hacía el estúpido de Jiraiya.
¡La sacaba de quicio!
¡Pensar que ella saldría con él! ¡ni que estuviera demente!
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Lady Tsunade, la quinta hokage sonrió con melancolía y tomó un sorbo de sake de la botellita que mantenía siempre escondida en la gaveta más recóndita del escritorio, mientras recordaba algunos capítulos de su vida. Pensó en Dan, pensó en Nawaki… y luego pensó en Jiraiya.
Ese tipo fastidioso que le coqueteaba desde niño, que le buscaba pelea, que la insultaba, aquél insoportable pervertido que le restregaba cada vez que podía su falta de atributos en la adolescencia…
Recordaba, y dolía, pero simplemente no podía dejar de hurgar en la herida.
Primero Nawaki, luego le siguió Dan…
Las personas cercanas a ella, las que la amaban y a quienes amaba, terminaban compartiendo el mismo destino.
Ella había intentado alejar a Jiraiya de cualquier manera, pero él era demasiado persistente. Lo había tratado bruscamente, siempre con la esperanza de que él desistiese y fijara sus ojos en otra mujer… bueno, sus ojos se fijaban fácilmente en cualquier otra mujer –más si ésta estaba en las termales-, lo que buscaba entonces era espantar su corazón. Pero el corazón de él siempre la siguió.
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—¿Me odias, Tsunade?
—No.
—Entiendo… Es por Dan entonces.
—¡No lo entiendes, Jiraiya!
—Sí lo entiendo.
—No, no es lo que piensas… yo simplemente… ¿por qué todos a quienes quiero tienen que terminar así?
…
—Tsunade… yo no tengo la respuesta.
Él salió.
—Sólo quiero salvarte… si es que hay algo que quede por salvar, idiota…
Susurró al aire, con los ojos miel cristalizados.
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Gimió llena de rabia, de frustración, de tristeza y estrelló la botella de vidrio contra la pared. Los pedazos volaron, y ella se derrumbó sobre su escritorio. Las lágrimas bañaron el rostro que debería mostrar sus años.
No había podido salvarlo. Jiraiya estaba muerto, igual que Dan, igual que Nawaki, igual que todos los hombres importantes de su vida.
Era la maldición que la acompañaba.
Debió haber hecho más, haberle puesto más empeño para rechazarlo, pero es que también era doloroso tenerlo lejos…
—Idiota…
Allí, en la penumbra de su despacho, y bajo la noche tenue de Konoha, lady Tsunade, la quinta hokage, la mujer más fuerte, profirió un grito desgarrador que llenó el aire de la aldea.
Al otro lado, sentado en una banca bajo la luz de las estrellas, Naruto lloraba la muerte de su maestro… y una paleta doble se derretía.
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El sabio pervertido.
El ermitaño de los sapos.
El legendario sannin.
El amigo.
Ero-sennin.
El caído.
