Hola! Lo sé, merezco que me reclamen muchas cosas peroooooo bueno, me estaban picando los dedos por publicar esta historia que es algo fuera de lo común.
Como siempre aclaro esta historia NO ES MIA, esta inspirada en una novela de Danielle Steel yo solamente la estoy adaptando al mundo Harry Potter que es de JK Rowling, no es enteramente exacta a la novela de Danielle Steel (lo aclaro porque me he fijado que ultimamente estan publicando historias que son una copia fiel del original donde solamente cambian los nombres de los protagonistas -y a veces se les pasa-, pero esta historia no es así) le he cambiado, borrado y agregado algunas cositas, mínimas, pero que sirven para ambientarla en el mundo de la magia. No es un trabajo perfecto, pero al menos se hace la lucha que quede lo mejor presentable.
Los que han leido mi otro FIC (si no lo han leido denle una checadita) me han de querer matar porque después de tanto tiempo no he actualizado, pero bueno, me imagino que comprenderán que a veces las ganas, la inspiración o la motivación se pierden... pero luego vuelven con más fuerza! y eso me sucedió a mi. Llevo algo aventajado al otro fic, no desesperen, lo estoy terminando y hasta que lo tenga bien listo volveré a subir el siguiente capítulo para no quedarles mas mal.
En el caso de este Fic lo tengo casi todo listo, y esto es porque no pienso meterle mucho de mi cabeza, sino dejar la historia tal cual la escribio su autora para no meterme en lios como en el otro fic que le empece a meter muchas cosas y llego un momento que no supe como continuarlo, eso aunado a la escuela que tampoco deja mucho tiempo...
Bueno, me dejo de rollo y les dejo esto nuevo... Ojalá que les agrade.
Capítulo 1.- El Encuentro
Pansy Parkinson estaba tranquilamente sentada en la orilla de un lago de un parque de Londres, contemplando cómo los rizos del agua se alejaban con lentitud del sitio donde había caído la pequeña piedra que acababa de arrojar. Sus largos y gráciles dedos que sostenían otra piedrecilla lisa, parecieron vacilar un instante, pero luego la lanzaron también hacia el agua.
Era un cálido y soleado día de fines de verano, y los cabellos de ella, de un color negro, caían en una pronunciada y suave onda sobre sus hombros, sujetos por una peineta de marfil que los mantenía apartados de su rostro. La línea que dibujaba la peineta en los tersos cabellos negros era tan perfecta y graciosa como las facciones de la joven. Sus ojos eran enormes, del mismo negro intenso de sus cabellos. Eran ojos que prometían risas, y al mismo tiempo insinuaban que podían ofrecer ternura; eran ojos capaces de acariciar e importunar, para luego volverse meditabundos, como si se sumieran en un sueño remoto tan alejado del presente.
Sentada sobre el césped en la orilla del lago. Pansy parecía la figura femenina extraída de un cuadro o de un sueño. Sus delicadas manos palpaban suavemente la hierba en busca de otra piedra para arrojarla al lago.
Allí cerca, los patos se metían en el agua mientras dos niños batían palmas con alborozo. Pansy les observaba y pareció escrutar sus caritas durante un largo rato, mientras los pequeños reían y se alejaban corriendo.
— ¿En qué estabas pensando? —La voz que sonó a su lado la sacó de su ensueño, y ella se volvió esbozando una lenta sonrisa.
— En nada. —La sonrisa se ensanchó al tiempo que la joven le tendía la mano, y el anillo con el escudo de armas de la familia Malfoy cuajado de diamantes refulgió bajo los rayos del sol. Pero el joven no lo advirtió. Las joyas que Pansy llevaba no significaban nada para él. Era Pansy quien le intrigaba, quien parecía guardar celosamente el misterio de la vida y de la belleza. Aquella mujer era como un interrogante cuya respuesta él nunca conocería, una ofrenda que jamás llegaría a poseer completamente.
Se habían conocido desde que cursaban la escuela en Hogwarts aunque por aquellas fechas no habían tenido una amistad porque eran demasiado diferentes uno del otro. El invierno anterior se habían reencontrado en una fiesta con la que se celebraba la aparición del segundo libro de él, Botánica Mágica. Con su estilo sencillo y directo, causó conmoción en todo el Mundo Mágico británico durante un tiempo, pero a pesar de todo el libro fue más aclamado que el primero que lanzó gracias al apoyo que le brindo la profesora Sprout.
La narración denotaba una honda sensibilidad y poseía una profunda carga de enseñanza, era el libro ideal para los estudiantes que cursaban los últimos años en Hogwarts. Era un autor polémico porque era investigador y a veces hacía descubrimientos que cambiaban la forma de ver las plantas a como durante muchos años los magos las habían visto, pero sobre todo poseía también un gran talento. A los veintisiete años, Neville Longbottom había alcanzado la cima. Y entonces había visto materializarse su sueño.
La belleza de Pansy le dejó sin aliento la noche que se reencontraron, la recordaba hermosa pero no en tal medida. Había oído hablar de ella, pues en Londres todo el mundo sabía quién era. Parecía intocable, inalcanzable, y tenía un aspecto increíblemente frágil.
Neville experimentó algo semejante a .una punzada dolorosa cuando la vio aquella noche, ataviada con un ceñido vestido de seda bordado con hilo de oro, con la reluciente cabellera apenas cubierta por un sombrerito dorado y un abrigo de piel doblado en el brazo. Pero no fueron los adornos dorados ni las pieles lo que le dejaron pasmado. Sino su presencia, su aire distante y su silencio en el clamor de la sala, y finalmente sus ojos. Cuando ella se volvió y le sonrió, por un instante Neville tuvo la impresión de que estaba a punto de sufrir un colapso.
— Felicitaciones.
— ¿Por qué?
La miró fijamente unos segundos, como si hubiese perdido el habla y con la sensación de que sus veintisiete años se habían reducido a diez, hasta que advirtió que también ella estaba nerviosa. No era en absoluto como él la recordaba. Era elegante, pero no altanera. Sospechó que estaba intimidada por las miradas descaradas de los presentes.
Pansy se había marchado temprano, desapareciendo como la Cenicienta mientras él saludaba a los invitados. Sintió deseos de correr tras ella, de buscarla, de verla de nuevo, aunque sólo fuese por un instante, de volver a admirar sus hermosos ojos de color negro.
