CAPÍTULO I

-¿Aoshi Shinomori quieres a Misao Makimachi como esposa?- el párroco formuló la pregunta y el conde se quedó en silencio, pensando si seguir o no.

-Si- respondió no muy seguro.

-¿Misao Makimachi quieres Aoshi Shinomori como esposo?

-Si- contestó ella. Que podía decir. Acababa de dar su consentimiento aquella boda, con el conde Aoshi Shinomori.

Hacía un mes los padres de ambos habían acordado comprometerlos y organizaron la boda de forma rápida por miedo alguna actitud de sus hijos que pudiera comprometer la alianza entre el conde Shinomori y la hija del conde Makimachi. La última semana antes de la boda los obligaron a tratarse y Misao estaba convencida de que no habían congeniado muy bien Aoshi le explicó que el compromiso era una cuestión de honor. Misao pensaba que todo tenía que ser una pesadilla, pero no, allí estaban ambos con aquella pantomima.

El banquete se había iniciado y Aoshi con Misao se sentaron en medio de todos. Entre la gente Misao pudo ver a Soujiro. Éste con cara de pocos amigos. Misao pensó que realmente podía haber sido muy feliz con él si Aoshi no se hubiera cruzado, pero ahora ya no había marcha atrás, ya era la mujer de Aoshi. La fiesta continuaba y Misao estaba como ausente, recapacitando en todo lo que estaba sucediendo. Llegó el momento esperado, el vals de los recién casados. Ambos se levantaron y situándose en medio de la pista de baile empezaron con aquel acto tan tradicional. Terminado esté todos los asistentes realizaron el cántico tan temido por Misao.

-¡Qué se besen!¡Qué se besen!

Aoshi sin pensarlo mucho cogió a Misao por la cintura y aproximándola a él, junto sus labios con los de ella. Ella sorprendida no sabía que hacer (cierto que ya se habían besado al final de la ceremonia pero aquel beso fue recatado, en cambio éste notaba como Aoshi intentaba que abriera los labios dejando acceso al interior de ésta. Al principio se opuso y resistió de forma disimulada para que los invitados no lo percibieran pero finalmente se dejó llevar. Cuando notaron como ambos se quedaban sin aire, se separaron. Aoshi no le quitó el brazo que rodeaba su cintura y con él guió a Misao a la mesa. Misao estaba realmente aturdida.

Cuando la fiesta terminó los recién casados aún no habían podido hablar sobre todo lo acontecido. Misao tenía temor aquel momento en que ambos estuvieran solos. Se despidieron de todos los invitados y especialmente de sus padres.

Una vez solos en el carruaje se inició la tan esperada charla.

-Bien, voy a llevarte a la casa que desde hoy será nuestro hogar- dijo Aoshi fríamente.

Misao no decía nada.

-Puedes hablar. No te está prohibido que yo sepa.

-No tengo nada que decir.

-¿Vaya entonces si que sabes hablar?

-No se burle.

-No te enfades, sólo lo decía porque durante toda la ceremonia has estado muy callada y en la fiesta…que decir de la fiesta.

-¿Qué querías que dijese?

-No se. Da igual. Ya llegamos.

Entraron por una verja enorme y dentro cruzaron un inmenso jardín, al final del cuál se iluminaba una gran casa señorial.

-Es enrome- dijo Misao asombrada.

-¿Te gusta?

-No está mal- Misao no quería dar una respuesta tan efusiva, no quería dejar ver lo maravillada que estaba. Pero Aoshi ya lo percibió, simplemente fijándose en los brillantes ojos verdes que iluminaban la cara de Misao.

-Ven. Vamos dentro que te enseñaré los aposentos-cogió a Misao en sus brazos y la condujo al interior de la casa. Al ver la cara de extrañada que Misao mostraba, Aoshi añadió- esto todos los recién casados deben hacerlo sino trae mala suerte.

Le enseño cada habitación de la casa (el salón, la cocina, la sala de música con un piano en el centro y una arpa en el lateral, el gran comedor….) y finalmente los dormitorios en el piso superior. Entró en un dormitorio donde había ya las maletas de Misao y en el centro e ésta una enorme cama matrimonial.

-¿Ésta…es mi habitación?- dijo Misao de forma temerosa.

-Si. Tuya y mía. Nuestra.

-¿Nuestra?

-Claro somos un matrimonio.

-Pero…

-¿Pero qué?

-¡Yo todavía no estoy preparada para dormir con un hombre!

-¡Con un hombre cualquiera no, pero yo soy tu esposo!

-No puedo.

-¿Entonces que propones?

-¿Hay otra habitación?

-¿Quieres ir a dormir a otra habitación?

-Si- añadió ella de forma orgullosa.

-¡Es la noche de bodas. Hay que consumar el matrimonio!

-Conmigo aún no.

-¿Entonces quieres que busque a otra joven?-añadió él de forma irónica.

-Por mi haz lo que quieras-enfadada.

-La otra habitación esta al lado de ésta. Ya sabes el camino-dijo Aoshi de forma cortante. No quería seguir con aquella discusión, sino diría alguna tontería.