Caminaba con lentitud por las oscuras calles, solo provistas de la poca luz que la luna emanaba en lo alto del cielo nocturno. Lo sabía, ellos estaban cerca, podía sentirlos. Los dijes de la cadena que llevaba en el cuello se agitaron, como si predijeran el peligro que nos amenazaba. Los acaricié con la punta de mis dedos, tranquilizándolos, porque estaba totalmente segura de que nada ocurriría.

Permanecí unos minutos más dando pasos cortos y lentos, hasta que los sentí a la vuelta de la esquina y me planté en donde estaba. Y, un segundo después, apareció, como un fantasma sediento de venganza, como una bestia a punto de morir de hambre. Nada más verme, se abalanzó sobre mí, y yo no hice ni el más mínimo esfuerzo por evitarlo, si, de todas formas, una lanza lo atravesó antes de llegar a tocarme un solo cabello.
"Señorita, lo lamento, pero esto es algo que nunca debería haber visto "el hombre que había acabado con la fiera se acercó a mí, con una expresión grave en el rostro.
"Ya déjalo, Sano, solo la tenemos que matar y ya no habrá testigos" pude sentir como una sonrisa burlona se dibujaba en los labios de quien acompañaba a mi salvador.
"No sé de qué hablan, realmente yo no he visto nada" sonreí pretendiendo inocencia.
"Miente todo lo que quieras, no tenemos más opción que acabar contigo aquí y ahora" sentenció uno de ellos.
"Souji, no podemos andar por las calles matando civiles, mucho menos a una mujer...deberíamos llevarla al cuartel hasta que decida hablar y Kondo-san nos diga qué hacer con ella" bingo, ya los tenia donde quería.
"Has lo que quieras" el tal Souji, que se había tensado al oír el nombre de su superior, gruñó molesto.
Fue así que termine en el cuartel del Shinsengumi, siendo interrogada por dos hombres, uno de ellos, el que había matado al monstruo.
"Tu nombre?" La voz de quien yo suponía, era el vicecomandante del grupo, resonó con molestia en mis oídos.
"Yuna, Akari Yuna...un placer en conocerlos..." deje la oración a medias, esperando a que al menos fuesen lo suficientemente corteses como para presentarse.
"Hijikata Toshizou"
"Harada Sanosuke"
"Dejemos las presentaciones y vayamos al grano "sentenció Hijikata "Qué fue lo que viste?"
"Puedo jurarle por mis hermanos muertos que no he visto absolutamente nada"
"Déjate de juegos y escúpelo, niña" el humor de Hijikata empeoraba a cada segundo.
"Por favor, Akari-san, hable, sino, nos veremos obligados a tomar medidas más drásticas" Harada trató de convencerme.
"Podrán tenerme aquí mil días, torturarme hasta el cansancio, pero no lograrán nada porque no tengo idea de qué se supone que no debería haber visto"
"Suficiente, no tengo tiempo para tratar de convencer a esta mocosa, Souji sabrá que hacer con ella" Hijikata se levantó, seguramente para buscar al hombre que parecía tan ansioso por matarme, probablemente él mismo había pedido al vicecomandante ser quien cortara mi cabeza si se presentaba esta situación.
Pero yo no tenía miedo, porque, aun si él no aparecía, Tsuki y Apolo me protegerían.
Más rápido de lo que pensé, mi verdugo se encontraba ante mí, sonriendo con malicia, mientras la persona a la que había estado buscando se encontraba allí, parado en la puerta, seguramente sorprendido por verme. Lo más probable era que, siendo tan tarde, había salido a ver cuál era la fuente de tal alboroto, pero jamás habría imaginado que yo estaba allí.
"Alguna cosa que quieras decir antes de morir?" La persona designada a acabar conmigo preguntó con sorna.
"Es inútil que la mates, Souji, ella no puede haber visto nada" su voz sonaba bastante más grave de lo que había sido la última vez, aun así, se escuchó como un arrullo para mis oídos, como siempre.
"Saito, de qué estás hablando? "Hijikata estaba enojándose mas con cada palabra.
"Ella no puede haber visto nada porque esta ciega" siempre tan directo, no dudo en decir la verdad y reí con delicadeza, de seguro todos lo miraban con incredulidad.
"No hacía falta ser tan agresivo, podrías haber dicho simplemente que estoy lamentablemente privada de la maravillosa vista que deben estar dando con sus caras" canté sintiendo todas las miradas sobre mí.
"Ciega? Pero si incluso parece ver mejor que todos nosotros! "Harada dijo, negándose a creer mi condición.
"Ella es una especialista en mentir, es más, de seguro tenía todo esto planeado" había molestia y reproche en su tono, pero ya me había acostumbrado a eso hacía años.
"No seas tan grosero, recuerda que soy una chica, Hajime"
"La conoces?" El encontrarse en una situación que no comprendía del todo enfurecía a Hijikata.
"Lo suficiente para decir que es demasiado lista y arrogante para su propio bien... jamás dejaste de ser una niña, Yuna" me molestó que me dijese "niña", acaso no sabía que hacía tiempo que ya había dejado de ser una chiquilla?
"Y se ve que tu dejaste de ser un llorón para aparentar que eres intocable, cierto?" Respondí, golpeándolo en su orgullo, el único lugar donde realmente le dolería.
"He, creo que esta niña te gano, Hajime-kun" rio Souji, aparentemente olvidando que hacía unos momentos estaba a punto de matarme.
"Suficiente!"Hijikata explotó, cansado de una conversación que no podía comprender "Saíto, quién diablos es ella y cómo es que te conoce?"
Hajime suspiró. Nuestro tiempo viajando juntos seguramente no tenía un buen lugar entre sus recuerdos, y aun debía estar enfadado conmigo por desaparecer ese día.
"Akari Yuna, terriblemente brillante y manipuladora, aunque no pueda ver, puede saber todo lo que ocurre a su alrededor, podría conocer donde esta una persona aunque este a 30 metros de distancia y muy bien oculta" realmente me sentí halagada por sus palabras, aunque no eran ni más ni menos que la verdad... bueno, quizás si era un poco menos que la totalidad de la verdad.
"La conozco desde antes de llegar al dojo de Kondo-san, es una simple conocida, nada más" continuó, aunque supe que estaba desestimando nuestro pasado.
"Estás seguro que no soy más que una conocida, Hajime?" Me burlé de él, sintiéndolo fulminarme con su mirar.
"Como dije antes, le gusta burlarse de la gente y mentir, puedo asegurarle que aunque ella no vio al rasetsu, sabe perfectamente qué y cómo son" Hajime cambió el tema de repente, sabiendo que Hijikata estaba más interesado en eso que en mi pasado.
"Hey, yo no le mentí a nadie, solo dije que no vi nada, y sabes que es cierto... jamás poder ver a esos humanos endemoniados con el ochimizu que Yukimura Kodo creo por orden del Bakufu y que ustedes están ocultando, incluso al punto de mantener cautiva aquí a la hija oni de Kodo" dije con tono dramático. Pude sentir la tensión de todos excepto Hajime.
Esa fue mi sentencia de muerte.
"Souji, mátala" Hijikata de seguro pensó que era un peligro por saber demasiado, y no estaba lejos de tener razón.
"Lastima, me caíste bien, Yuna-chan" dijo Souji riendo.
Me volteé hacia él, y sentí como su mirada se cruzó con el vacío de mis ojos, entonces, supe que lo tenía en mis manos.
"Por qué...por qué rayos no… puedo moverme? "maldijo mientras intentaba recuperar el control de su cuerpo estático.
"Qué mierda!?" Harada soltó, luego de haber permanecido en silencio desde que Hajime llegó.
"No pensaban que no iba a oponerme a esto, no?... de todas formas, solo vine a dejarte esto, es de tu hermana"
Me acerqué a Hajime y dejé en sus manos un sobre.
"Gracias" susurró, supuse que ya imaginaba que era lo que decía.
"Bien, ya que he cumplido con mi trabajo, es hora de que me vaya...le agradezco por su hospitalidad, Hijikata-san" traté de irme, pero Hajime me sostuvo del brazo.
"Oh, cierto, lo olvidé" me giré hacia Souji y, en un instante recuperó su movilidad.
Hice el intento de salir de nuevo, pero él no me soltó.
"Sabes demasiado para dejarte ir, y ya hemos visto que no tiene sentido tratar de pelear contigo... sin embargo, si no tuvieses otra intención más que darme esto, no causarías tal alboroto, hubieses buscado una forma más simple y discreta, así que, qué es lo que realmente quieres?"
"Siempre tan listo y convincente, eh? Ya que lo mencionas... estoy bastante interesada en las cuestiones sobre el ochimizu...si me dejan permanecer aquí y continuar con mis investigaciones podría...no sé… crear una cura, quizás?"
"Maldita perra...quién rayos piensas que somos? Crees que nos comeremos esa mentira de que semejante mocosa puedes crear una cura?!"Souji me gritó, aunque no se movió de su lugar, no era tonto y sabía que no tenía oportunidad contra mí.
"Vuélveme a llamar así y les contaré a todos tu secretito "dije, aludiendo a su enfermedad, sobre la cual también Apolo me había contado. Realmente era muy útil tener un oráculo como guardián.
Souji inmediatamente se calló, dejando escapar un gruñido de molestia, mientras Hijikata suspiraba.
"Cómo podemos estar seguros de que no eres un enemigo y que eres capaz de inventar una cura para los rasetsus?"
"Las brujas no mienten, Hijikata-san, y sé mas de alquimia y medicina que todos aquí"
"Bruja?" Exclamaron Souji y Harada, sorprendidos.
"A qué te refieres con que eres una bruja?"
"No creerán que los onis son los únicos seres sobrehumanos en el mundo, no? Las brujas son descendientes de familias muy antiguas especializadas en todo tipo de hechizos y pociones" expliqué "las primeras brujas fueron nacidas de las relaciones de humanos con las hadas y ninfas de la naturaleza, que ya fueron extintas hace miles de años a manos de los mismos padres de sus hijos"
Ninguno podía dejar de escuchar mi historia, e incluso Hajime parecía algo incrédulo, aunque ya sabía mi origen, pero jamás había creído que era verdad.
"Las familias puras de brujas son raras de ver, al igual que en el caso de los onis, pero, a diferencia de ellos, que desarrollan sus poderes de forma natural, las brujas necesitan ser instruidas para utilizar sus poderes adecuadamente "continué" cuando conocí a Hajime todavía no tenía la edad para comenzar con mi entrenamiento, es por eso que hasta hoy, de seguro no creíste que era cierto, o me equivoco?"
"Como lo dije antes, eres bastante mentirosa y tu historia sonaba demasiado elaborada como para ser cierta" se justificó mi "amigo".
Después de mi relato y de la obvia demostración de mis habilidades, Hijikata aceptó mi trato, pero con la condición de que no le contara a nadie sobre mi falta de vista y mis poderes, y además, debía trabajar como médico de las tropas.
Luego de que conocí al resto de los capitanes, a Yukimura Chizuru y al comandante Kondo, supe que mi estancia allí sería sumamente divertida e interesante. Los capitanes y Chizuru fueron puestos al tanto de mi origen y discapacidad inmediatamente, y, aunque Hijikata no lo mencionó, sabía que tenía terminantemente prohibido hacer magia, excepto claro, que fuese necesario para crear la cura para el ochimizu.
Así, una de las noches que me encontraba en mi habitación mezclando unas cuantas hierbas, Hajime tocó la puerta.
"Pasa "indiqué sin voltearme, y sentí el sonido de sus pasos acercándose a mi lugar de trabajo.
"Parece que no estuviste malgastando el tiempo durante estos años "dijo, mientras oí como tomaba un frasco con extracto de varias plantas y luego de examinarlo, lo devolvió a su lugar.
"Creo que me merezco una disculpa" hablé, mientras seguía con mi tarea sin darle mucha atención.
"Y creo que yo me merezco varias explicaciones primero"
"No te alcanzó la explicación que les di a todos?"
"Quiero que me expliques como es que el testamento de mi hermana termino en tus manos y porqué estas aquí ahora"
"Está bien, siéntate "él hizo lo que le indiqué, las hierbas tendrían que esperar un rato" bien...conocí a tu hermana un tiempo después de que me gradué como bruja de decimo orden, hace unos 3 años más o menos...en ese tiempo era doctora en un pequeño pueblo cerca de Edo"
Hajime me escuchaba atentamente, sin mover ni un músculo.
"Ella llegó a mi consultorio con una enfermedad bastante avanzada...hice mi mejor esfuerzo, pero ya era demasiado tarde, aun así, la tuve bastante tiempo en observación, por lo que pasábamos mucho tiempo hablando, y un día me conto sobre su hermano, de quien hacía años que no sabía nada porque se había ido de su casa con la tonta idea de ser samurái siendo zurdo…le dije que te conocía, y unos días antes de morir, me dejó esa carta para que te la diera"
"Entiendo... ahora, me gustaría saber porque desapareciste de la nada aquel día" Era obvio, él estaba más que dolido por eso todavía. Suspiré.
"No te lo dije porque si no me creías que era bruja, mucho menos creerías que ya era hora de comenzar mi entrenamiento, y con respecto al porque estoy aquí, es porque la Directora de la Orden de Astoria, el lugar donde me formé, me pidió que acabara con los rasetsus y con quienes los hacen...esas cosas son una amenaza para los humanos, y pese a que en casi todo el mundo se dedican a cazarnos, la mayoría de nosotras concuerda en que son necesarios"
"Y tus razones personales? No sueles hacer las cosas por simples ordenes u obligaciones morales, eso no va contigo" no pude evitar reír ante su comentario.
"Tan mala piensas que soy? Y qué te paso que te has vuelto tan curioso?"
"Solo quiero saber si vale la pena volver a confiar en ti"
Él permanecía serio, no emanaba ni un toque de emoción en sus palabras, pero esa era su forma de demostrarme que aún estaba molesto.
Extendí mi mano hacia él y acaricié su mejilla. Él suspiró y no pude evitar sonreír, parecía que el tiempo había pasado en vano para nosotros, excepto que él estaba aferrado a la idea de negar nuestra pequeña historia.
"Piensas que todo fue una mentira, Hajime? Acaso no disfrutaste ese pequeño desliz que tuvimos en aquella época?"
"Realmente, después de te fuiste sin dejar rastros, comencé a dudar si no fue solo un estúpido error de mi parte y uno más de tus juegos, aunque no puedo negar que pensé que era feliz...era demasiado joven y tonto para comprender a una mente tan retorcida como la tuya"
"Entonces, eso es algo que tenemos en común...yo tengo retorcida la mente, pero tu aplastaste tu propio corazón para olvidar...pero no te preocupes, puedo repararlo, tal vez incluso ni siquiera necesite la magia"
Me acerqué a él y lo besé, lento, suave, como la primera vez que lo hicimos, cuando yo todavía tenía 14 y el unos 20. Lo sentí tenso y permaneció estático, sin responderme ni rechazarme, estaba muy ocupado luchando consigo mismo como para eso. Dirigí luego mis labios hacia la comisura de los suyos, recorriendo la línea de su mandíbula hasta su oído, el cual mordí ligeramente, mientras mis manos hacían lo suyo y acariciaban su cuello y pecho.
"Sabes... nada fue una mentira... te amo como a nadie, Hajime" susurré contra su piel "lloré por días cuando me fui, jamás te advertí porque sabía que me esperarías si prometía volver, pero no estaba segura de si sobreviviría...ser bruja no es fácil, y amar tanto a un hombre tampoco"
Su cuerpo permaneció inmóvil, como si su rechazo me golpeara directamente en el rostro. Comprendí que era sumamente lógico que me odiara o que no confiara en mí, así que, por su bien y por el mío, debía renunciar a él. Me dolía decirlo, pero desde el día que llegue a la Orden de Astoria supe que esto acabaría así.
Comencé a alejarme entonces, tome nota mentalmente del embriagante aroma de su piel, una extraña pero agradable mezcla de sangre, sakuras y un toque de sudor. Me senté donde había estado antes de abalanzarme sobre él, y le dirigí una falsa sonrisa.
"Creo que ya está todo más que claro y ya tienes las respuestas que querías, así que, si no tienes ningún otro asunto conmigo, te pediré que te retires para que pueda seguir con mi trabajo" no quería sentir su presencia allí, me estaba matando, su frialdad estaba haciéndome demasiado daño.
"No te gusta que te vean llorar, cierto?" Rayos, cómo notó que estaba a punto de echarme a lloriquear sobre mi futón como una niña pequeña?
"Llorar por ti? Hajime, ya soy un poco mayor como para eso... si quieres engañarte a ti mismo, adelante, hazlo, realmente no me importa, no es como si esperara que un hombre que no se atreve a mostrar sus sentimientos fuera lo suficientemente maduro como para amar a alguien" fingí burlarme de él y me volteé hacia mi escritorio, ignorándolo.
"Eres tú la que está negando lo que siente actuando como una cría, Yuna..." lo oí suspirar y ponerse de pie "te quise cuando tú misma decidiste desaparecer… yo no te quite de mi vida, tú te alejaste por ti misma".
Cuando salió de la habitación, una lágrima corrió por mi mejilla, siendo seguida por cientos más, cada una arrastrando consigo un trozo de lo que me quedaba de esperanza de reconciliarnos.
Los dijes de las cadenas que colgaban de mi cuello comenzaron a brillar y temblar, ellos estaban preocupados por mí, jamás podría ocultarles mi pesar o mis sentimientos, eran una parte de mi al fin y al cabo.
"Apolo, Tsuki, no se preocupen... estaré bien... solo necesito superarlo... yo tengo que olvidarlo, no importa lo que pase" les dije entre sollozos.
Los días pasaron y, casi sin notarlo, había transcurrido poco menos de un mes desde que me instalé con los Shinsengumi. Aun así, mi trabajo progresaba muy lentamente, cada paso hacia adelante terminaba en dos hacia atrás, incluso con la colaboración de Sannan-san.
Por otro lado, me había mantenido distante de Hajime, evitándolo el mayor tiempo posible, pero sin ser obvia. Pese a eso, nadie parecía haber notado nuestra lejanía, porque estaban muy ocupados cazando a los rasetsus de Kodo y a los del clan Choshuu.
"Terminé" me dije a mi misma, satisfecha con el reporte que tenía que presentarle a mi mentora de la Orden, en el cual le comunicaba mi exitosa infiltración en el Shinsengumi, mis pocos progresos con la cura del ochimizu y algunos que otros comentarios que había logrado oír de los capitanes con respecto a los rasetsus.
Me paré y tomé una de las piedras que llevaba siempre como collar, depositándola en el suelo, frente a mí.
"Tsuki, por favor, ven, te necesito"
Mis palabras causaron que el collar brillara y, unos segundos después sentí la presencia de mi segundo guardián, una pequeña gata nacida de la luna. Ella maulló, esperando mis órdenes, mientras se refregaba en mis piernas.
"Yo tambien te extrañe, pequeña" me hinqué en el suelo y la acaricié, gesto que respondió con un suave ronroneo "necesito que lleves esta nota a Ruka-sama lo mas rápido posible" Ella maulló, comprendiendo mi pedido y tomando entre sus dientes el sobre.
Inmediatamente saltó por la ventana hacia la oscuridad de la noche, pero no me preocupaba, sabía que estaría mas que bien.
"Chizuru, sal, me molesta que estés ahí escondida"
"Pe...Perdona, Akari-san, yo ve...venía a decirte que la cen..."
"Seré breve, si le dices a alguien sobre lo que acabas de ver, no tendré más opción que eliminarte, nos entendemos?"
"Pe... Pero, de dónde apareció ese gato? Por qué Hijikata-san y el resto no pueden saberlo?"
"Lo diré una última vez...métete en tus asuntos y si dices algo, juro por el sol y la luna que será lo último que alguien oiga de ti"
"No es mi trabajo, pero me sentiría culpable si dejo que la mates, así que es mejor que las dos hablen ahora" odié el escuchar su voz, mucho más defendiéndola a ella.
"Sa...Saito-san!" La maldita mocosa tartamudeó como idiota.
"Hajime, estamos en una amena conversación de mujeres, te agradecía que te fueras y nos dejaras continuar con lo nuestro" dibujé una sonrisa forzada en mi rostro, insultándolos mentalmente a ambos por entrometidos.
Sin decir nada, él se acercó a mí y me tomó por el brazo, para arrastrarme fuera de la habitación.
"Hey! A dónde crees que me estás llevando?! Hajime, suelt..." traté de librarme de su agarre, pero era mucho más fuerte que yo.
"Vamos a el cuarto de Hijikata-san para que él mismo sea quien te pregunte qué fue lo que Yukimura no debía ver"
"Qué?! No quiero, Hajime, ya basta!" Grité con todas mis fuerzas, llamando la atención de varios curiosos.
Genial, esta era una oportunidad de oro para alejarlo de mí y evitar que siguiera metiendo sus narices en mis cosas. Él se volvió hacia mi cuando grité, lo miré con falsas lágrimas en los ojos y comencé a temblar a propósito, para que todos pensaran que realmente estaba asustada.
"Qué pasa, por qué tanto alboroto?" Heisuke se sumó al grupo de mirones, compuesto por Harada, Nagakura, Souji e Inoue.
"Parece que Yu-chan está siendo acosada por Hajime-kun" Souji se rio de la situación, y agradecí ese estúpido y tan oportuno comentario.
"Eh?!" Heisuke exclamó sorprendido.
"No digas estupideces, ella amena..." si creía que iba a dejarlo hablar, pues estaba más que equivocado.
"Yo no hice nada! Ya déjame en paz!" Comencé a llorar, afloje mis piernas, dejando que temblaran antes de caer al piso, con la mano de Hajime aun sosteniéndome del brazo.
"Por favor...no quiero...detente" dejé salir mi mejor intento de voz débil y llorosa y funciono bien, ya que unos segundos después, Harada se hincó a mi lado, tratando de consolarme.
"Déjala en paz" la voz de Souji sonó extremadamente intimidante, al tiempo que separaba a Hajime de mí.
"Ven, Yuna-chan, vamos a buscar un poco de agua, si?" Harada me ayudó a levantarme y tambaleé intencionalmente al hacerlo, para embarrarle más la situación a mi querido ex amante. Entre hipos y gimoteos, Harada y Souji me llevaron hacia mi cuarto, en el camino nos cruzamos con Chizuru, a quien dirigí mi mejor sonrisa burlona por unos milésimos de segundo, volviendo a mi fachada triste y sufrida en un instante.
Desde entonces, todos se enteraron de lo ocurrido y tacharon a Hajime de acosador, excepto Hijikata y Chizuru, obviamente, pero eso no me importaba demasiado. Kondo-san me tenía mucho aprecio y Hijikata no se atrevería a echarme sin su consentimiento. Además, era mi palabra contra la de él hombre que me había hecho llorar y gritar, así que, por el momento las cartas estaban más que a mi favor.
Tsuki regresó a mí un par de días después de su partida, y me dijo que Ruka-sama estaba muy conforme con mi trabajo, y que, aunque todo estuviese calmo, me cuidara.
Que cómo podía comprender los simples maullidos de un gato? Simple, esa gata era una parte de mi ser, de mi espíritu, estábamos conectadas y por ello podíamos entendernos mutuamente sin inconvenientes, lo mismo ocurría con Apolo, mi otro guardián.
Respiré hondo y sonreí, seguramente hoy era un hermoso día invernal. Estas eran las cosas que me hacían desear el poder ver. Cuán bellos serían los paisajes del Japón? Qué tan vistosos serían los kimonos y qué tan temibles las espadas? De qué color eran sus ojos?
El pensar en Hajime me hizo sentir culpable por lo que había hecho. Pero, aunque lo amaba, hacerle daño era lo mejor para los dos. Yo era demasiado dañina para él, y él era demasiado sentimental e infantil, aunque no lo pareciese.
El Hajime que había conocido años atrás era diferente. Cálido, sonriente, tímido, celoso y demás. Pero, por alguna razón, se había vuelto extremadamente estoico e insensible, cosa que, al menos para mí, se veía falsa y forzada. En aquellos tiempos, mi mayor anhelo había sido poder ver su rostro sonriente, su expresión cada vez que decía que me amaba. Pero eso ya no era posible. Él había perdido su felicidad y sus sentimientos por mí, y yo, mis esperanzas por recuperarlo.
Sacudí esos pensamientos de mi mente y me enfoqué en mi misión. Ruka-sama había sido clara, no debía mantener ningún lazo emocional con los Shinsengumi, era demasiado peligroso para mi verdadero trabajo. Para proteger a mi especie y a los humanos, debía actuar fríamente y con rapidez. Solo así, Ruka-sama cumpliría con su promesa.

Gracias por leer! R&R!